31 de diciembre de 2009

Lluvia, tristeza y resolución

Muchas veces compartí con ella durante los últimos meses de este 2009 que hoy termina. Hace muy pocos días, en medio de un inesperado aguacero decembrino, volví a recordarla. Hoy pensé que la última nota de este año debía escribirla en su honor. Porque ella resume, en poco más de tres minutos y treinta segundos, no sólo el estado de ánimo de las semanas recientes.

Les mentiría si les dijera que es una de las canciones tristes más hermosas que haya escuchado. Porque sospecho que no se trata simplemente de una canción triste. Que tiene como leit motiv la tristeza, de eso no tengo la menor duda. Pero hay algo en ella, intraducible, que habla de ciclos que concluyen, de finales inevitables, y al mismo tiempo de nuevos comienzos. Hay algo en ella que me recuerda a la resolución necesaria para encarar lo nuevo.

La canción se intitula Rain y es obra de un genio llamado Ryuichi Sakamoto. Actor, músico y compositor, el japonés hizo la banda sonora de The last emperor, de Bernando Bertolucci. Ha trabajado, en el mismo rol de compositor, con Pedro Almodóvar (Tacones lejanos); Oliver Stone (Wild palms); Brian de Palma (Snake eyes) y Alejandro González Iñárritu (Babel), entre otros. Ya en su rol de músico (pianista), grabó un disco en homenaje al brasileño inmortal, Tom Jobim (Casa, 2001), junto a Paula y Jacques Morelenbaum, que es simplemente conmovedor. El mismo Jacques Morelenbaum (chelo) formó parte del trío que interpretó las piezas que conforman 1996. Es allí donde está incluida Rain.

Si se pasan por acá dentro de algunos pocos días, se encontrarán con que les habré dejado el disco íntegro, para que lo disfruten, pieza por pieza.

Sí, hay bastante de final triste este último día de 2009, y una pequeña llovizna que cae, casi inadvertida, pareciera haberse llegado hasta aquí sólo para recordárnoslo. Pero hay mucho más que simplemente tristeza. Hay algo en el ambiente, en el olor a tierra húmeda, que me recuerda a la resolución necesaria para encarar lo nuevo.

Rain. Ryuichi Sakamoto.




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Y aquí les dejo el disco completo. Que lo aprovechen.

29 de diciembre de 2009

Una pregunta retórica y una respuesta inesperada

Dame una reina pepeada.

Para El Universal, "su opinión cuenta". Por eso, y desde hace un buen tiempo, la página web del diario incluye una sección en la que formula preguntas para que los lectores opinen sobre diversos temas. Pronto, usted descubre que no es "su" opinión la que cuenta, sino la opinión de los lectores de El Universal. Pero llegados a este punto, aún falta por descubrir.

El meollo del asunto es que la opinión del lector promedio del diario - que se asume como el criterio de valoración universal - es realmente la opinión del diario: El Universal interroga a sus lectores para obtener las respuestas que desea ver reflejadas en su página, y sus lectores responden complacidos lo que sus interrogadores desean leer. Tú sabes, cosas de la interactividad y la libertad de expresión.

Póngase como ejemplo una de las preguntas más recientes: "A su juicio, ¿es necesario en el país areperas socialistas como la inaugurada por el presidente Hugo Chávez en Parque Central?".

Pregúntese usted mismo: ¿cómo reaccionará el lector promedio del diario ante semejante interpelación? No hay duda alguna: no se trata más que de una pregunta retórica, una pregunta que no interroga, sino que transmite una opinión, una visión del mundo - una crítica velada, un prejuicio de clase.

He aquí la singular paradoja: no es la opinión del lector la que cuenta, sino la opinión - o la "información" - que transmite El Universal a través de sus preguntas retóricas. Son tan obvias las respuestas que los lectores son casi prescindibles. Si todavía cumplen alguna función, ésta no es otra que ofrecer la respuesta que de ellos se espera. Así, quienes se supone tendrían que ser el factor fundamental de la ecuación, la fuente de la información, no pasan de ser un detalle pintoresco.

De manera que aventurarse en esos terrenos sirve a los curiosos - como es mi caso - nada más que para tantear el clima de opinión entre el antichavismo consuetudinario - si es que realmente cabe la distinción entre la posición tradicionalmente de derechas de El Universal y la virulenta oposición que actualmente practica su par más "progre", El Nacional. Dicho de otra forma: si usted quiere saber qué nuevas fronteras del entendimiento ha cruzado el antichavismo centenario, si le interesa identificar la eficacia de las consignas puestas a rodar por la máquina propagandística opositora, si le provocó reírse un rato, diríjase a la sección "Su opinión cuenta".

Volviendo al ejemplo, ¿qué gracia tiene saber que para El Universal las areperas socialistas son absoluta e indefectiblemente innecesarias? Ninguna. La gracia reside, pues, en el detalle pintoresco: en las ocurrencias de sus bien alimentados y bien formados lectores.

Causa gracia intentar desentrañar la lógica argumentativa de los lectores que establecen una relación entre la "regaladera descarada" a Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Argentina, y la misma "regaladera descarada" al pueblo. Alguien opina que esto se parece al "comunismo del siglo 19" y otra persona advierte que esto se lo llevó quien lo trajo, que "esto es el camino para la África del siglo XVIII, con su estructura tribal". Otra persona razona, con lógica inextricable: "En el país no necesitamos arepas socialistas, lo que necesitamos es un gobierno capaz de luchar contra la altísima inflación que tenemos en Venezuela". Traduzco: en Venezuela no necesitamos arepas socialistas, lo que necesitamos es arepas baratas. Otra persona cree ser capaz de establecer cierto paralelismo con Cuba: "Allí ve uno a la gente borracha... y... piensa que tienen dinero para comprar alcohol, pero no, el gobierno da gratis el alcohol de caña, para mantener al pueblo adormecido".

En fin, debo admitirlo: hasta aquí, sólo más de lo mismo. Ningún dato nuevo que procesar. Nada que merezca - realmente - mención aparte.

Pero entonces aconteció lo inesperado: como una aparición en el mundo de los vivos, como una extravagancia, un accidente. Como una luciérnaga tasajeando la noche, como un árbol frondoso en medio del desierto. Como un aguacero en verano, como reina pepeada a cinco bolos en una arepera de Las Mercedes.

Sucedió que vino alguien a subvertir la implacable lógica de las preguntas retóricas, poniéndola patas arriba, desnudándola, desbaratándola. Lo hizo un tal Jhosmann Fuentes, el pasado 28 de diciembre, a las 8:38 de la mañana. Y lo hizo así:

"Ésta me parece una de las mejores preguntas que se han hecho en este diario. En ese sentido, ya que he visto algunas opiniones que hacen un enorme aporte a la solución de los gravísimos problemas que padece este país, quiero aprovechar esta oportunidad para hacer el mío, que reconozco es el más humilde de todos. Así pues, creo que en lugar de estas areperas socialistas, que a todas luces no contribuyen en nada al desarrollo de la nación, más allá de ser una opción para que un reducidísimo número de personas consigan comprar a bajo precio este producto que muy poca gente consume en las mañanas, escasamente al mediodía y casi nada en las noches, el gobierno debería promover que en cada calle de Venezuela haya un McDonald's, un Wendy's, un Burguer King, y de todas aquellas cadenas de comida chatarra que se conocen en el mundo. Eso sí es progreso".

Como escribió la misma persona que nos comparó, espantada y escandalizada, con el África del siglo XVIII: "Qué atraso, qué insolencia y qué descaro".

23 de diciembre de 2009

Ávila TV tiene mucho que decir

(Al tanto de que mañana muchos de nosotros dejaremos de estar pendientes de la prensa, les dejo con un día de antelación el número dieciséis en Ciudad CCS, cuya primera parte será públicada precisamente mañana, día de Navidad, y la segunda parte el próximo jueves, último día del año.

Aprovechen estos días para inculcarle a sus hijos e hijas que no está nada bien ver tanta televisión.

A menos que sea Ávila TV.

Bueh... a menos que terminen de destruirla.

Salud).

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En agosto pasado, y en respuesta a la feroz campaña de criminalización que se fraguó en contra de Ávila TV, el documentalista Ángel Palacios no dudó en calificar el trabajo que se hace desde la planta televisiva como "la mejor experiencia comunicacional que se ha construido en el país en toda la historia de nuestra televisión". A su juicio, Ávila TV es "una televisora que inventa, que incluye, que le llega a los más jóvenes y que es voz de los más excluidos. Una televisora que no tiene miedo y que canta las verdades donde más duelen".

¿Palabras escritas al calor del combate deliberativo? ¿Un simple desliz valorativo? ¿El lenguaje propio de los apasionados manifiestos a favor de causas nobles, perdidas o bajo amenaza? A fin de cuentas, ¿quién es ese Ángel Palacios y a cuenta de qué viene a opinar sobre tal o cual asunto?

Por eso, supongamos que el documentalista incurrió en un exceso. Que no es cierto que Ávila TV sea "la mejor experiencia comunicacional… en toda la historia…". Supongamos que se trata, simplemente, de una extraordinaria experiencia comunicacional, de una televisora que inventa y se equivoca, que incluye, que sabe cómo hablarle a los jóvenes excluidos porque ellos mismos tienen voz dentro del canal. Supongamos que es una televisora que ha demostrado, una y otra vez, que no tiene miedo.

Suponga usted, estimado lector, que un buen día recae sobre sus hombros la responsabilidad de asumir las riendas de tamaña ferocidad. Para decirlo con palabras de Ángel Palacios: supongamos que un día cualquiera a usted le ponen en sus manos ese "irreverente y franco cañón que es Ávila TV".

Le ruego su atención, estimado lector, porque aquí vienen las preguntas claves: ¿qué haría? ¿Intentaría entender qué es lo que tiene de extraordinaria dicha experiencia o asumiría la actitud del experimentado que llega dictando cátedra? ¿Se sumaría a la invención colectiva o se limitaría a señalar los errores? ¿Cómo se relacionaría con esos jóvenes que siempre fueron marginados por su lenguaje, su ética y su estética, por la clase social a la que pertenecen? En suma, ¿qué haría con esos jóvenes que no siempre hablan su mismo lenguaje, que – aunque le cueste asimilarlo – se han forjado su propia ética, cuya estética no se parece a la suya y que, eventualmente, no provienen de la misma clase social que la suya? ¿Intentaría comprender esos lenguajes o los censuraría? ¿Escucharía o se creería con la misión de enseñarles a hablar? Enfrentado a éticas diversas, distintas de la suya, ¿se creería usted con el deber de enseñarles qué es la moral revolucionaria? Más aún: ¿sería capaz de proclamar que con usted llega la revolución en un lugar donde la revolución está en marcha mucho antes de su llegada?

Ahora supongamos que usted decidió llegar dictando cátedra. Que se limita a señalar errores, que censura lenguajes que no comprende y pretende enseñarles el habla a los ignaros. Supongamos que usted llega impartiendo lecciones sobre moral revolucionaria. Supongamos que usted se cree la revolución. Supongamos que los que ya estaban no están de acuerdo y que usted traduce el desacuerdo según la vieja usanza de los entendidos, preclaros e iluminados: pequeñoburgueses, individualistas, contrabandistas, alienados, desviados, malandros.

Suponiendo, estimado lector, que todo lo anterior fuera cierto, usted sería, antes que nada, el responsable de una pésima, mediocre, gestión. Una gestión que acabaría con una extraordinaria experiencia comunicacional. Usted convertiría una televisora "que le llega a los más jóvenes" en una televisora avejentada, sin alma, sin futuro. Usted convertiría todo un potente cañón en pólvora mojada. No sería la primera vez que se destruye un proyecto revolucionario en nombre de la revolución. A menos que la gestión de algunos consista en destruir esa clase de proyectos.

Supongamos, por último, que existen pésimas experiencias comunicacionales, que ni les llegan a los más jóvenes ni a nadie. ¿No valdría la pena mostrar un mínimo de disposición para iniciar un debate informado, franco, riguroso, profundo, que sea capaz de superar la modorra de los que, en lugar de intercambiar ideas, profieren consignas vacías y acusaciones sin fundamento?

Supongo que valdría la pena invitar a ese debate a los trabajadores de Ávila TV, esos que, según un tal Ángel Palacios, no sólo han demostrado que no tienen miedo, sino que además cantan "las verdades donde más duelen".

14 de diciembre de 2009

Morir dos veces


Un buen mánager sabe que tiene que morir con su mejor pícher. Por eso, hace un par de días nos tocó morir dos veces. Caramba, mi viejo, cómo te hubiera gustado seguir vivo para poder sufrir, aunque fuera la última vez, la derrota del equipo de tus amores. Pero saliste del juego, mi viejo, tuviste que salir del juego. Sur, el amor de tus amores, me pidió que le bajara al radio, porque su corazón ya no aguantaba otro golpe. Nos habían llenado las bases, mi viejo, sin outs, cerrando el noveno, con ventaja de una sola carrera. Con nuestro mejor pícher, mi viejo, como mueren los grandes, los mejores. Como mueren los hombres. Ya todos lo sabíamos, mi viejo, pero igual le bajé al radio. Todos sabíamos qué sucedería, pero igual le bajé al radio, viejo querido, como estoy seguro que tú lo hubieras hecho. Y así llegamos, y se bajó del carro, el amor de tus amores, y fue una vez más a despedirse, a estar contigo, mi vieja adorada. No bien cerró la puerta, subí el volumen del radio, tú hubieras hecho lo mismo. Y fue así que escuché como una voz lejana que decía que se iba, que se iba la pelota, con tres en base, sin outs, cerrando el noveno, con ventaja de una sola carrera, y ya no fue necesario escuchar más nada. Y sonreí, mi viejo, porque no ha podido ser de otra forma. Porque ese día el equipo no tenía alma, te la habías llevado contigo. Ni Francisco Rodríguez podía haberlo evitado. Era sábado de muerte y Francisco no fue ni su sombra. Sonreí, mi viejo, recordándote, furibundo, apasionado, tan vivo y tan nuestro. Sonreí porque me enseñaste que no importa tanto la causa que se defiende, sino la pasión, la alegría y la honestidad con la que se defienda. Sonreí porque me enseñaste a no traicionar a los míos. Sonreí y bendije el día en que abracé tu misma causa, haciéndome comunista.

Hace un par de días, viejo de mi corazón, nos tocó morir dos veces. Y te lloré mucho. Sigo llorándote. Pero ningún sentimiento es más fuerte ni más profundo que la alegría que me produce saber que hoy te honro, porque me enseñaste que la derrota es sólo la antesala de la victoria, que sólo vencen los que luchan.

Venceremos, viejo adorado, sea esta temporada o la que viene. Pero venceremos.

10 de diciembre de 2009

Chávez lo sabe

(Va el quince de Ciudad CCS, cuya primera parte fue publicada este jueves 10 de diciembre de 2009, mientras que la segunda está prevenida al bate. Aquí va completo, de una vez.

Soy de los que cree que el Aló, Presidente número 345, del pasado domingo, en Maracay, al menos el largo segmento en que Chávez se extendió sobre el asunto de los bancos recién intervenidos - es decir, tipo 3 pm en adelante - fue un programa particularmente noticioso, por decirlo un tanto eufemísticamente. Voy más allá: pienso que tal vez marca un antes y un después en la relación del hombre con su entorno. Por las razones que expongo más abajo - o digamos, por las hipotesis que sugiero. Todo lo cual está por verse, naturalmente.

Veinticuatro horas después, y más o menos convencido de que los medios oficiales entenderían la importancia de registrar en extenso y analizar tanto las reflexiones como las críticas, las revelaciones y los anuncios que hiciera Chávez, me revisé todas sus sitios electrónicos, uno por uno. Ya había decidido escribir algo sobre el asunto y necesitaba refrescar algunos pasajes del programa: prestar atención al lenguaje corporal del tipo, leer entre líneas, verificar la reacción de los presentes y, en fin, intentar identificar algún detalle relevante que se me hubiera escapado la primera vez.

El resultado fue un tanto frustrante. Salvo excepciones, que siempre las hay, la cobertura fue parca, plana, enjuta, pobre, como si en Venezuela, además de la luz, faltaran las palabras y tuviéramos que racionarlas. Repetitiva, escueta: algunos medios oficiales se dan incluso el lujo de editar - es decir, de recortar - las notas de prensa de otros medios oficiales. Recordé, por cierto, un excelente artículo recientemente escrito por Luigino Bracci, uno de los cerebros de ese monstruo de la comunicación popular que fuera Aporrea, y hasta hace poco el web master de la que llegara a ser la mejor web pública, la de YVKE Mundial - hasta que alguien decidiera, nadie entiende por qué, acabar con esa experiencia. Así comienza el artículo de Luigino: "Si de algo se dan tupé los medios del Estado, es de censurar al propio Presidente de la República". No lo dude: vaya y léalo.

¿Registro audiovisual? Casi inexistente. ¿El programa completo, disponible para su descarga? Imposible. Habrá que esperar algunos días.

Supongamos, cámara... sí, usté, el que está parado por allá, haciéndose el loco, supongamos que usté es fanático de la serie gringa House. ¿Sabía usté que teniendo instalado en su computadora un programita bien sencillo, puede descargar, en un tiempo bastante razonable, el último capítulo de la serie, inmediatamente después de su transmisión, allá, en Estados Unidos? Sí, es cierto, ese capítulo sólo dura unos cuarenta y dos minutos, y el Aló puede durar seis horas. ¿No puede subirse por partes? ¿Qué razones - que no son técnicas - nos impiden tener disponible la primera hora, o las dos primeras horas de transmisión del Aló, incluso antes de que termine el programa? Imagino que razones habrá muchísimas, pero de esas que pertenecen a la familia de la razón burocrática.

No me quedó otra alternativa que comenzar a consultar con los cámaras que desde hace tiempo han entendido que si se tienen los yerros para librar, desde cada trinchera, la guerra comunicacional, es casi un crimen dejar de hacerlo. Lo que está en juego es demasiado, como para dejárselo al funcionariado que aún no termina de comprenderlo, tal vez porque simplemente no le interesa. Fue así que acudí al cámara Michel Zaragueta, que una hora después ya me había respondido, confirmándome que, en efecto, tenía todo el programa grabado y me preguntaba qué parte necesitaba. Así que si les parece que el fragmento del Aló que aquí les dejo se ve un poco borroso o se escucha un poco bajo, recuerden las circunstancias que hicieron posible copiarlo acá.

En fin, están los que no hacen más que repetir el discurso de Chávez, o mejor dicho, los que toman de su discurso lo que les conviene y lo repiten hasta el cansancio para parecer chavistas. Están los que jamás escuchan al tipo, pero que se las saben todas. Están los responsables de registrar adecuadamente lo que el tipo dice, pero no lo hacen. Y el hombre sigue, habla que habla, día tras otro, para que el mensaje llegue, equivocándose algunas veces, acertando otras, pero el hombre no para.

Porque no hay que parar. Y aquí seguimos.

Chávez, cámara, algunas instrucciones para reducir el margen de error: desconfiar de los que no hacen más que repetir el discurso tuyo. Ignorar a los que se las saben todas. Escoger mejor a los resposables de registrar todo este asunto que llamamos revolución. Pero sobre todo, escuchar a la gente. Si hasta los medios oficiales te censuran, para que el mensaje llegue, pues escuchar el mensaje de la gente.

¿Una primera medida, muy sencilla? Que la gente vuelva a llamar al Aló, Presidente.

Salud).

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Propietario de caballos. ¿A cuenta de qué?

Yo, que por principio reniego de los exegetas de Chávez, vengo a contarles lo que a mi juicio sucedió durante el Aló, Presidente del domingo 6 de diciembre, ese que mucha gente hoy comenta a pesar de no haber visto.

Sucedió que se acabó el mito del Chávez desinformado, del Chávez ignorante de cuanto acontece en su entorno. Ese mito que buena parte del chavismo ha hecho suyo para exculpar al zambo de los errores cometidos por algunas de las figuras que lo acompañan en la gestión de gobierno. O para trazar una línea infranqueable entre el líder que nadie discute y los que acumulan fortunas a la sombra de la revolución.

Sucedió durante mucho tiempo que Chávez cargó, con toda la razón o sin ella, con la responsabilidad de los desaciertos de la gestión gubernamental. El chavismo, muchas veces con razón, insistía en librarlo de responsabilidad: al fin y al cabo, Chávez no puede ser el alcalde de toda Venezuela. Desde el chavismo popular el razonamiento siempre fue más lúcido: en la medida en que esta revolución no la construye exclusivamente Chávez, sino principalmente el pueblo; en la medida en que sin pueblo no hay revolución, al pueblo le corresponde hacerla, y tal es su responsabilidad histórica, porque las revoluciones ni vienen hechas ni las hacen líderes iluminados.

Lo que no sucedió nunca fue que Chávez asumiera la responsabilidad por los delitos cometidos por los ladrones que se disfrazan de rojo. Por una razón simple: el hombre no es un ladrón. Que hay delincuentes que se valen de sus conexiones con funcionarios públicos para robar: eso lo sabe, y lo resiente, cualquiera que milite en el chavismo. En algunos casos, ni siquiera hace falta que se le presenten pruebas, tal es la descarada ostentación de la riqueza mal habida. Incapaz de comprender la inacción de la justicia, el chavismo volvía a echar mano del mito: Chávez es ignorante de todo aquello. O su variante: Chávez no es juez, por tanto no es a él a quien corresponde impartir justicia.

Desde el pasado domingo, sin embargo, este mito perdió su eficacia. Luego de una detallada exposición sobre los presuntos (las circunstancias obligan) delitos cometidos por los dueños y directivos de varios bancos privados, el hombre dirigió duras palabras contra Arné Chacón, el hermano del hasta entonces Ministro de Ciencia, Tencología e Industrias Intermedias, Jesse Chacón, de quien aceptó la renuncia. Pero además, y esto es lo decisivo, envió un mensaje claro a sus enemigos más acérrimos, a su entorno, al chavismo y a la sociedad venezolana toda, en ese orden. Repitió ambas frases, como para que a nadie le quedaran dudas: "Yo lo sé. Lo sé. Estoy al tanto. Estoy al tanto".

Lo que Chávez sabe es que "el enemigo tiene muchas armas… y juega duro". Está al tanto de "que hay una operación… muy intensa para ir derribando… las columnas" que lo acompañan. Como saben que el hombre no escucha cantos de sirena, lo quieren solo. "Solo espiritualmente. Solo moralmente". Hasta que no tenga a nadie a quien llamar para pedirle ayuda o encomendarle una tarea, "y uno sepa que va a actuar, pero hasta el final de las consecuencias". Chávez sabe que "el enemigo está buscando… crear redes que vayan enredando a todo el mundo. Yo lo sé. Lo sé. Estoy al tanto. Estoy al tanto. Y ahora debo prender más las alarmas".

Activadas las alarmas, enterado Chávez, una "confesión" de tal naturaleza ha producido un estremecimiento a lo interno del chavismo. La oposición, qué duda cabe, no termina de asimilar la iniciativa del zambo. Toman su "confesión" como una prueba de que es cómplice de los delitos cometidos. Otros insisten en el asunto de la gestión – que tanto rédito político les ha generado – y exigen la destitución de todo el Gabinete. Pero si la oposición es harto predecible, no es posible decir lo mismo sobre lo que sucede puertas adentro. Porque el chavismo no está acostumbrado a lidiar con un Chávez que está al tanto.

Para el chavismo esclerosado y conservador, que uno supone aliado natural de los nuevos ricos, una revelación tal lleva el signo de la maldición. Los más paranoicos dirán que Chávez se ha convertido de pronto en un hombre que sabe demasiado. El resto del chavismo – el popular, digamos – al quedar huérfano de mitos, se ha topado con la realidad: Chávez está al tanto de lo que nosotros sabíamos, y ha actuado. Aún desconociendo el verdadero alcance de esta actuación – aún sin saber cuán lejos llegarán las investigaciones, si pagarán todos cuantos la deben – resulta claro que un Chávez que actúa en correspondencia con lo que todos sabemos, es de nuevo el zambo en conexión con su pueblo. Es aire fresco. Es nuevo aliento. La fórmula es simple: es el pueblo volviendo a creer que no está solo, pero también es Chávez terminando de entender que mientras esté con el pueblo, jamás estará solo.


4 de diciembre de 2009

Génesis: catorce días después

(Siguiendo con la serie Los artículos que disgustan a los hiperchavistas, les traigo el publicado el jueves 3 de diciembre en Ciudad CCS.

Ést
e no sólo es ligeramente más largo: además, incorporo un video que ayudará a ubicarse a los más desprevenidos - que son más de lo que pudiera pensarse.

La penúltima versión de este mismo artículo cerraba con una frase que terminé omitiendo:


"Moraleja: la revolución es una tarea que sólo puede encomendársele a los rebeldes".

Pero me quedó la duda: ¿la revolución es algo que se encomienda a alguien? Más aún: ¿qué otras "moralejas" sugiere el artículo?

Ahí se los dejo.

Salud).

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La expulsión del paraíso. Masaccio.

Catorce días después, a cierto tipo que se creía Dios porque su nombre se parecía al de Dios, le fue encomendada la tarea de inspeccionar la tierra y el cielo recién inaugurados tras excepcional esfuerzo colectivo, con el zambo a la cabeza. No tardó en concluir que los seres humanos, esa imperfecta creación, mostraban una inexplicable inclinación hacia el caos, la confusión y la oscuridad.

Pretendió entonces reinaugurarlo todo y se dispuso a elaborar proyectos: volverían el día y la noche, pero esta vez los llamaría socialistas. Mala señal: porque así como nadie es Dios porque su nombre se parezca al de Dios, ninguna cosa es socialista por llamarle socialista. Pero eso no lo detuvo: conforme avanzara su plan, atardecería, anochecería y amanecería el día quince socialista. Entonces reinauguraría el cielo socialista. En el día dieciséis reinventaría el mar y la tierra socialistas. Para el día diecisiete programó un descansito, dejando intactos las hierbas que dan semillas y los árboles que dan frutos. En el día dieciocho retomaría el trabajo, reinaugurando el sol y la luna socialistas. En el día diecinueve recrearía grandes monstruos marinos socialistas y aves socialistas. En el día veinte sumaría más bestias, reptiles y alimañas terrestres. Alimañas socialistas. Vaya que el tipo contaba con recursos para emprender todo aquello.

El día veintiuno iniciaría la construcción de carreteras socialistas.

Viendo su obra perfectamente proyectada, juzgó que con eso era suficiente. Así se lo comunicó al zambo. Descansó.

El día veintiocho volvió el tipo que se creía Dios porque su nombre se parecía al de Dios y el diagnóstico fue el mismo: los seres humanos viviendo en medio del caos, la confusión y la oscuridad. Se disponía a reelaborar todos sus proyectos, cuando los seres humanos le echaron un parao: «¿Por qué en lugar de presumir de tu supuesta divinidad, no te vienes con nosotros, seres humanos como tú, a construir el socialismo?». «¿Eso que tú llamas caos, confusión y oscuridad no será una manera de nombrar nuestro rechazo al orden que tú pretendes imponernos?». «¿Acaso la revolución, es decir, la construcción de un mundo nuevo, no es otra manera de nombrar la subversión del orden de cosas existente?».

El día veintinueve, el tipo quiso expulsar del paraíso a todos los rebeldes, acusándolos de blasfemos. Pero los sublevados, quién lo diría, no se dejaron.


2 de diciembre de 2009

El beisbol, el racismo y la corrección política

(A propósito de un par de artículos publicados en Aporrea y de opiniones muy similares emitidas en el programa televisivo La hojilla, que transmite Venezolana de Televisión).

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Incluso la corrección política, esa forma de la autocensura - o de la disciplina, si gustan - que nos compele a acatar la línea partidista, tiene un límite. Un límite que lo define esa forma de la dignidad que nos compele a acatar lo que nos dicta la propia conciencia.

Cuando se acusa de racista a Humberto "Beto" Perdomo, narrador venezolano de beisbol, por el hecho de rebautizar a su compañero de transmisiones, el ex pelotero y ahora comentarista Iván Arteaga, como La perla negra, se incurre, sin duda alguna, en un exceso. Uno que pasaría desapercibido o no trascendería lo anecdótico si no fuera porque es el signo de un fenómeno inquietante, y que lleva tiempo intentando instalarse entre nosotros como cosa normal. Me refiero, por supuesto, a esa tendencia a priorizar la corrección política en desmedro del espíritu crítico. Llámelo como le dé la gana: defensa del proceso o crítica revolucionaria. Yo lo llamo corrección política.

La perla negra

Por más que lo intento, no puedo imaginarme a Roberto Fernández Retamar acusando de racistas a los que llamaban a José Méndez, el excepcional pícher cubano, El diamante negro, al que nombrara en su poema Pío Tai:

Y el Diamante Méndez, que no llegó a las Mayores
porque era negro


José Méndez, El diamante negro

Tampoco puedo imaginarme en esa al portentoso poeta negro de la negritud que fue Nicolás Guillén, que en Deportes resumió así su amor por el beisbol y la poesía:

Niño, jugué beisbol.
Amé a Rubén Darío, es cierto,

con sus violetas rosas

sobre todas las cosas.

Él fue mi rey, mi sol.

Pero allá en lo más alto de mi sueño
un sitio puro y verde guardé siempre

para Méndez, el pitcher - mi otro dueño.

El mismo que escribió la hermosa Elegía por Martín Dihigo, a quien toda Cuba aún llama El inmortal:

El rostro de ceniza (la muerte de los negros)
y los ojos cerrados persiguiendo
una blanca pelota, ya la última.

Martín Dihigo, El inmortal

Yo no soy quién para pedirle que tenga a Fernández Retamar o a Nicolás Guillén como modelos. Si usted cree que tiene razones para criticar a Humberto "Beto" Perdomo por antichavista - y al mismo Iván Arteaga, acérrimo antichavista - pues critíquelo. Pero cuidado con la fulana crítica: si algo hemos aprendido del antichavismo, es que ciertas críticas dejan mal parados a quienes las formulan, y en muy buena posición a quienes se suponía objeto de la crítica. Si no lo cree, vaya y pregúntele al zurdo que soñaba con emular a Isaías "Látigo" Chávez.

Látigo Chávez

Si todavía no lo cree, coteje el ejemplo contrario: vaya y lea cómo el mismísimo Iván Arteaga denigra de Antonio "El potro" Álvarez, nada más que por ser chavista.

Llámelo usted crítica revolucionaria. Yo lo llamo corrección política.

29 de noviembre de 2009

El chavismo y la segunda oleada

(Este artículo lo terminé de escribir hace ya casi tres meses, exactamente el 7 de septiembre, a pedido de los compañeros de la revista SIC, de la Fundación Centro Gumilla. Fue publicado en el número 718 , de septiembre-octubre de 2009, consagrado al tema: Socialismo a la venezolana.


Lo comparto con ustedes en ocasión de celebrarse hoy elecciones presidenciales en Uruguay y Honduras. En un caso, decidirá la participación popular masiva; en el otro, la abstención militante.

Se viene la segunda oleada).

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Tendríamos que comenzar por abandonar esa idea, tan seductora como ingenua, según la cual la construcción del socialismo es una carrera de cien metros planos que nosotros corremos como Usain Bolt. O una pelea por el título peso ligero que sentenciamos a nuestro favor en el décimo round. El problema con las revoluciones es que la carrera nunca acaba, la pelea nunca termina: podemos ser capaces, incluso, de propinar más de un nocaut fulminante, y aún así siempre tendremos en frente a un nuevo contendor.

Usain Bolt: cabalgando

Dicho lo anterior, es indudable que lo que resulta fascinante y alentador del actual momento histórico es que la pelea por el título se libra en toda América: en el transcurso de la última década, las fuerzas de izquierda han logrado propinar algunos nocauts, llegando incluso a coronar a varios de los suyos en la silla presidencial. En el caso venezolano, el defensor del título fue a dar a la lona, durante cuarenta y siete horas, y un gigantesco levantamiento popular y militar lo devolvió al ring, con la fuerza que es capaz de inspirar un aliento colectivo de tal naturaleza. Hay de todo: en países como Bolivia el intercambio de ganchos de izquierda y derechazos a la mandíbula inspiró la célebre frase del contrincante narrador: atravesamos por una etapa de "empate catastrófico"; en Ecuador, el defensor se da el lujo de corretear por el cuadrilátero, mientras su contrincante recibe conteo de protección; en Paraguay recibe una lluvia de insultos, acusaciones y dos, tres, cuatro, cinco golpes de puñalada; en Brasil, Argentina, Uruguay o Chile, cada cual con su estilo, propina algún izquierdazo contundente, pero inmediatamente se abraza con su rival, bien sea por agotamiento o por no disponer de mucha voluntad para encarar la pelea; en Colombia o Perú, los retadores de izquierda deben aguantar una andanada de golpes ilegales: por debajo de la cintura, por la nuca, patadas, tropezones, masacres y persecuciones.

Con sus profundas diferencias, sus indudables semejanzas, sus ritmos dispares y diversos estilos, el cambio de rumbo político continental es de tal manera inocultable que hasta los comentadores y analistas de la derecha han debido reconocer que en América se ha producido lo que todos reconocen como un giro a la izquierda. Rendidos ante la evidencia, a la media oligárquica y a sus mentores intelectuales no les ha quedado de otra que poner el acento en aquellas diferencias, distinguiendo entre una izquierda vegetariana, responsable, moderada y moderna y otra carnívora, malhablada, vulgar, expansionista, radical y decimonónica. El propósito es tan evidente que raya en lo vulgar: detrás de la muy decimonónica práctica que consiste en distinguir entre civilización y barbarie, lo que aparece es el esfuerzo por obstaculizar la unidad de propósitos.

El asunto se complica aún más cuando el mentado giro a la izquierda es utilizado por cierta intelectualidad progre, renuente a profundizar en la complejidad, el significado y el alcance del acontecimiento, como pretexto para no hacer lo que sin embargo estaría obligada a hacer: examinar con el rigor suficiente tanto los puntos de encuentro como los de desencuentro, las particularidades tanto como las generalidades, los flancos débiles tanto como los fuertes. En resumen: aquello que nos une y por tanto nos hace fuertes, tanto como aquello que nos amenaza y pone en riesgo la necesaria unidad. ¿El mayor riesgo en lo inmediato? Que el fulano giro a la izquierda se desvanezca en la próxima esquina, que desaprovechemos la oportunidad histórica de convertir el tal giro en camino y obliguemos a las generaciones futuras a tomar el testigo en una carrera cuya meta es el despeñadero.

Celebrar este giro a la izquierda con aire triunfalista, como prueba irrefutable de que de ahora en adelante los pueblos acumularán una victoria tras otra es, cuando menos, irresponsable. Muy por el contrario. La noticia es ésta: Usain Bolt tiene que comenzar a asimilar que lo que nos viene es un maratón. Ni siquiera Julio César Chávez ni Mano e Piedra Durán ganaron todas sus peleas. Planteado menos deportivamente: tarde o temprano habremos de sufrir alguna derrota. O cuatro. Muy difícil, casi imposible preverlo con exactitud: cuándo, cuántas. ¿Las causas? Pueden ser muchas, asociadas unas con otras, simultáneas: acumulación de errores internos, cambio drástico de la correlación de fuerzas, incapacidad para demoler el viejo Estado o para transformar las relaciones sociales y económicas, freno al proceso de radicalización democrática, repetición de viejos errores del socialismo burocrático. También: desestabilización con apoyo externo, corrupción de funcionarios, atentados, infiltración de fuerzas paramilitares, golpe de Estado, magnicidio, invasión.

Sin excepción, cada una de estas eventuales causas o escenarios reales están planteados o están en pleno desarrollo. Insisto: de manera simultánea, aunque como es obvio la situación varía según sea el caso. En algunos casos es posible que el proceso de cambios se vea detenido, así sea temporalmente, concluido el período del mandato presidencial, dada la inexistencia de una figura capaz de aglutinar el apoyo suficiente para triunfar en elecciones democráticas y con ello garantizar la continuidad del proyecto. Asestadas estas derrotas, ellas implicarán un freno o incluso un retroceso del proceso de cambios continental. Tendrá lugar entonces una feroz campaña propagandística y los ideólogos de la democracia liberal – y de otras formas menos santas de gobierno – cantarán sobre el inicio del fin del giro a la izquierda. Eso escríbanlo.

El golpe de Estado en Honduras ha sido una avanzada de esta contraofensiva continental. Como bien lo ha sabido interpretar Isabel Rauber en un artículo excepcional: "No es la vuelta al pasado, no hay que equivocarse: es el anuncio de los nuevos procedimientos de la derecha impotente. El neo-golpismo es 'democrático' y 'constitucional'. Honduras anuncia por tanto la apertura de una nueva era: la de los 'golpes constitucionales'". Con el derrocamiento de Zelaya, la derecha continental no sólo ha infligido un golpe a la Unasur, sino que lo ha hecho ensayando una nueva modalidad que no tardará en replicarse en otros países de América, allí donde modalidades más impresentables no tengan, por los momentos, posibilidades de éxito.

Pero este inicio del fin del giro a la izquierda estará muy lejos de significar lo que, sin embargo, proclamarán a los cuatro vientos los ideólogos del status quo: el fin de la era de los pueblos en rebeldía y un despertar de la borrachera democrática e igualitarista que sacudió, en mala hora, a la América toda. En medio del triunfalismo de la derecha – que, la historia así lo enseña, es mala perdedora y peor ganadora – lo que volverá a emerger, lo ha planteado también Rauber, es "una cuestión política de fondo: los procesos sociales de cambio solo pueden ser tales, si se construyen articulados a las fuerzas sociales, culturales y políticas que apuestan al cambio y generan el consenso social necesario para llevarlo adelante. Y esto solo puede realizarse desde abajo, cotidianamente, en todos los ámbitos del quehacer social y político: en lo institucional y en la sociedad toda. Un empeño político y social de esta naturaleza, no se alcanza espontáneamente. No basta con que un mandatario tenga una propuesta política que considere justa o de interés para su pueblo; es vital que el pueblo, los sectores y actores sociales y políticos sean parte de la misma, que hayan participado en su definición, que se hayan apropiado de ella".

Así, luego de este retroceso temporal del proceso de cambios revolucionarios a escala continental, sobrevendrá una segunda oleada democrática y revolucionaria, impulsada por los movimientos populares que en esta etapa, en mayor o menor grado según el país del que se trate, han sido mantenidos al margen por gobiernos que, a pesar de todo, se autodefinen como populares. Diagnóstico que vale, en particular, para los casos argentino y brasileño, pero del que no escapa Venezuela ni ningún otro país gobernando por la izquierda. Esta segunda oleada será acompañada por aquellos procesos que supieron aprender a tiempo la lección más importante, y cuyo desconocimiento constituye nuestra principal amenaza: la revolución la hacen los pueblos, no minorías iluminadas.

De allí que una de nuestras principales tareas consista en saber interpretar el carácter y la naturaleza bravía, potente y revolucionaria del chavismo, entendido como movimiento popular que aglutina tradiciones y saberes, estéticas y sensibilidades, que plantea demandas y formula propuestas. Mal haríamos relegándolo al papel de espectador en la pelea, ese cuya participación se limita a lanzar vítores a su gallo. Mal haríamos al pretender domeñar o contener la potencia de un movimiento que, cuando es necesario, corre como Usain Bolt y pega como Edwin Valero.

Edwin Valero: fulminante


26 de noviembre de 2009

El ascensor y el billete de cinco

(¡Por fin!, el de la suerte, el número trece de Ciudad CCS, publicado el jueves 26 de noviembre de 2009.

Conozco camiones de gente cansada de presenciar cómo algunos cámaras utilizan los medios oficiales para advertirnos que hay peleas que sólo pueden librarse puertas adentro, pero que acto seguido utilizan esas mismas pantallas o micrófonos para bombardear territorio que se supone aliado. Son los mismos que hablan y hablan y vuelven a hablar de la necesidad del debate ideológico y tal, pero cuya "ideología" se reduce a la enumeración de consignas que no aportan nada y que por supuesto explican mucho menos.

Es extremadamente fácil reconocerlos: no pueden hablar sin aferrarse al salvavidas gramatical sin el cual se ahogarían todos los militantes de izquierda con vocación de policía o de inquisidor. Por eso, siempre les escucharán acusando a los otros de "contrabandistas ideológicos", de "grupúsculos", de culpables de "desviaciones".

Así mismo: "desviaciones". Palabreja tantas veces dicha durante el siglo XX, y detrás de la cual se esconde tanta infamia, tanto abuso, tanto crimen, en nombre del "socialismo".

Yo también estoy cansado. Contra ustedes va este artículo, que por esta vez no es más que una tibia respuesta.

Mil a una a que no se atreven a bajarse de sus tronos para venir aquí a fajarse como los buenos, que es decir como cualquiera de nosotros, sobre quienes recaen sus insultos.

Mil a una).

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Soy de los que cree que esa fórmula televisiva que consiste en hacer acto de presencia en una manifestación opositora para interrogar a un par de señoras en edad avanzada, con manifiesta incapacidad para argumentar por qué es tan rabiosamente antichavista, se agotó hace un buen tiempo.

Si vamos a hablar de desviaciones, he aquí una de ellas: responder a la burla y a la humillación con burla y humillación. Porque una cosa es salir a la calle a interpelar a los que siempre se han creído con voz para hablar por nosotros – políticos, periodistas, intelectuales – y otra muy distinta es enviar el mensaje de que sólo somos capaces de mostrar nuestro talante moral, develando las miserias de nuestros adversarios.

Dicho lo anterior, es preciso agregar que es muy distinto cuando alguna de estas señoronas pretende aprovecharse de las ventajas del terreno para largarse una agria monserga sobre cualquiera de los tópicos habituales del antichavismo irredento. Póngase por ejemplo el reducido espacio de un ascensor, que a las siete de la mañana, lo mismo que a las seis de la tarde, les provee de público cautivo.

Así, hace algunas pocas semanas, sin previo aviso, asistimos a una fugaz conferencia que versaba sobre la infinita ineficiencia gubernamental. La agitada e improvisada ponente insistía, una y otra vez, en el elemento demostrativo de su planteamiento: sosteniendo dos billetes de cinco entre sus manos, no dejaba de vociferar que no podía ser posible que este gobierno fuera incapaz de imprimir dos billetes del mismo tamaño.

En casos como estos, es prácticamente inevitable que la señora reciba en respuesta una frase como la que le espetó, todavía con algún considerado disimulo, alguno de los presentes: “Hay que ver cómo hay gente que está loca”. Tan inevitable como las sonrisas cómplices, pero sin malicia alguna, que vinieron después.

Brevísima historia, de esas de ascensor, que recuerdo ahora que ha llegado a mis manos un billete de cinco con la siguiente inscripción: "Fin del mundo. Cristo viene". Y entonces me pregunto si no será que como Cristo ya llegó, y el socialismo es un hecho, no tenemos nada mejor que hacer que andar persiguiendo señoras en manifestaciones antichavistas.

24 de noviembre de 2009

Ha escapado Moby Dick

Volvimos a casa el lunes, ya de noche, exhaustos, con ganas de abrir la puerta y tirarnos en la cama. Nos esperaba, en cambio, una alfombra de agua.

A esta zona de la ciudad le corresponde racionamiento los sábados. No dejamos ninguna llave abierta, pero no cumplimos con la regla básica: si te vas de viaje, cierra el paso. Sospechamos que el agua regresó de madrugada, ya domingo. Vino con tal fuerza que partió en dos la conexión que alimenta a uno de los lavamanos.

¿Daños? Además de nuestras espaldas, del agua desperdiciada y de las molestias que causamos a algunos de nuestros vecinos, prácticamente ninguno. De ellos, el más curioso, el que más lamenté, un ejemplar recién adquirido de Moby Dick, que había dejado tirado en el suelo, al lado de mi cama.


¿Curioso? No había signos de que el agua desparramada hubiera alcanzado esa esquina de la habitación. Un par de zapatos a su lado, una franela, yacían completamente secos.

¿Qué es ese ruido, Sandra Mikele, que lo mismo puede provenir del fregadero que de la bañera? ¿Qué es ese sonido que sale de tu clóset?

Te hago estas preguntas, y sé que es mi manera de disipar la melancolía y regular la circulación. Cada vez que mi boca se tuerce en una mueca amarga; cada vez que en mi alma se posa un noviembre húmedo y lluvioso... entonces comprendo que ha llegado la hora de entregarme a ti, querida hija mía, lo antes posible.

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De su segundo disco, Led Zeppelin II, de 1969, y sin más, les dejo con Moby Dick:

19 de noviembre de 2009

¡Una bulla los de la izquierda!

(Gente querida, amigos, enemigos y allegados: con bastante retraso vengo a dejarles el número 12 de Ciudad CCS, publicado el jueves 12 de noviembre.

Circunstancias un tanto desafortunadas y el deseo de acompañar a los míos más cercanos, los dos en una, me han mantenido alejado de los teclados. Con la guardia un poco baja es cuesta arriba ofrecer pelea. Pero no tardo en levantarla.

Por las mismas razones he dejado de escribir esta semana para Ciudad CCS - por segunda vez en tres semanas. Ofrezco mis disculpas públicamente, en primer lugar a Ernesto y a Mercedes. Y sobre todo a ustedes, a los que están pendientes.

Como viene haciéndose costumbre, publico acá una versión un poco más larga que la que aparece en el diario. Sin embargo, debo aclarar de una vez que ésta no es la definitiva: esa está reservada para cierto blog colectivo aún en preparación, y con el que tenemos la intención de partir las pantallas de unos cuantos computadores.

Para no extenderlo mucho más, me quedé con las ganas de comentar en extenso el más reciente artículo de Gino González en su blog, Del despecho a la alegría, sobre el concierto en La Carlota. Muy bueno. Sospecho que el Gino da en el clavo cuando se plantea esta reflexión y las interrogantes que de ella se derivan:

"Si actuamos en función de lo que le gusta a la gente y el gusto como todos sabemos se impone mediáticamente, ¿por qué contando con el gobierno, un ministerio de cultura, un ministerio de comunicación, varias televisoras y radios no hemos incidido en el gusto de las mayorías? ¿Por qué no determinamos la pauta musical de este país? Bueno, pero es que ni siquiera competimos teniendo los recursos para ello, estamos enajenados por completo y no se hace nada para repeler esa arremetida ideológica ¿Qué hacemos, a qué conjuro, a que trampa debemos recurrir?".

Epa Gino: yo comenzaría por el principio. Es decir, preguntándome: ¿es verdá que actuamos en función de lo que le gusta a la gente? Que, dicho sea de paso, es una vaina muy distinta a la lógica Venevisión, según la cual el pueblo tiene la televisión que se merece. Había intentado resumir mi posición sobre el asunto en un artículo que intitulé El Miss Universo y los gustos populares.

Salud).

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¿Cuál es la diferencia entre un animador que le pregunta a su auditorio dónde están los fanáticos de Magallanes y del Caracas, y los articulistas que les preguntan a sus lectores si están con Alí Primera o Calle 13? ¡Una bulla los de la derecha! ¡Una bulla los de la izquierda! ¡Dónde están los hombres! ¡Dónde están las mujeres!

La pregunta retórica viene a cuento tras observar las reacciones que provocara entre cierta izquierda la participación de Calle 13 durante el tan mentado concierto en La Carlota, el pasado 31 de octubre. Lo que hasta ahora ha pasado desapercibido, es que la tal izquierda se fundió en una estruendosa bulla con sus pares de una derecha que, representada por los buenazos de UNT, acusaron al grupo boricua de atentar contra la moral y las buenas costumbres, con su peligroso arsenal de canciones plagadas de improperios y vulgaridades.

Nota aparecida en El Universal, el domingo 1 de noviembre de 2009.

Con estos mismos ojos que habrán de engullirse los gusanos – imaginarse que tal cosa la digo con voz entrecortada y dándome golpes de pecho – leí las palabras indignadas de varios camaradas que no podían creer que VTV transmitiera espectáculo tan degradante: miles de jóvenes entonando una canción que incita a subirle el volumen a la música satánica – sin reparar, por cierto, en un detallazo: que la tal letra va dirigida precisamente contra los que se escandalizan con las líricas de Calle 13. Leí, y casi disfruté, el artículo de otro camarada que no dudó en citar – entrecomillado incluido – una improbable letra de Calle 13, para demostrar no sólo que estos delincuentes transmiten un mensaje perverso a nuestros jóvenes, sino que el fin justifica los medios, así el medio sea una artimaña de lo más falaz, reñida por donde se le vea con la tan manoseada ética revolucionaria. Leí también, no faltaba más, un rosario de invectivas contra el reguetón, ese género maldito, excremento de la industria cultural y opio del pueblo joven, descarriado y rumbero; sin importarles un pepino que el mismo Calle 13 le haya declarado la guerra, abierta y públicamente – lo volvió a hacer en La Carlota – a la legión de reguetoneros impostores y cabezas huecas que llevan años sonando en tantas radios comerciales venezolanas y apareciendo en Venevisión.

Es la misma izquierda conservadora, achantada y desubicada, que llega tarde a todas partes. Justo ahora que el reguetón empieza a pasar de moda, viene ella y lo redescubre como objeto de debate.

En ésta estaremos quién sabe durante cuánto tiempo más: Venevisión le seguirá taladrando la cabeza a los mismos jóvenes que la revolución no sabe seducir, y esta izquierda organizará dieciocho mil cuatrocientos treinta y tres actos de desagravio al panita Alí Primera, mientras sigue disparando contra el reguetón como quien gasta pólvora en zamuro.

Pero no se le ocurra a usted hablar de moda o Venevisión: automáticamente será acusado de socialista de discoteca o de peón de los Cisneros.

Pura bulla.

Zapatea mija, que tú no eres gringa.

7 de noviembre de 2009

Orgullo negro - Tego Calderón

(El escándalo que suscitó entre cierta izquierda - muy fácilmente impresionable, hay que decirlo - la participación de Calle 13 en el concierto del sábado 31 de octubre en La Carlota, Caracas, da como para varias respuestas.

Ésta, a su manera, es una de ellas.

Y es que tenía un buen tiempo sin leer tantas invocaciones a la satánica "industria cultural". A esa cancioncita sí que le subieron el volumen. Si fuera cierto que aquel sábado el panita Alí Primera se revolcó en su tumba, no menos puede decirse de Adorno y Horkheimer.

Desde hace una semana, más o menos, la "industria cultural" dejó de ser un concepto que sirve para explicar algo, y se convirtió en una consigna que no sirve para nada, salvo para realizar alguna acusación o condena moral. Alguno que otro, incluso, incurrió en el extremo - y al mismo tiempo en el ridículo - de sugerir que las circunstancias nos planteaban el terrible dilema: reguetón o revolución. Es decir: socialismo o barbarie; Patria, socialismo o muerte. Así de graves están las cosas con el reguetón.

Lo irónico del asunto es que los exponentes de esta izquierda conservadora, remolona, achantada e ignorante, a fuerza de estar abismalmente desvinculados de los gustos populares, han terminado identificando reguetón con lo que la "industria cultural" dicta que es el reguetón: dentro de la fulana industria, todo; fuera de ella, nada. ¿Y entonces? ¿Quiénes son los que terminan repitiéndole el coro a los dueños de la industria?

Pero vamos a dejarlo hasta ahí.

Hablando de reguetón y Puerto Rico, lo que aquí les traigo es un artículo escrito por el boricua Tego Calderón. Apareció publicado en el New York Post, en inglés, el 15 de febrero de 2007. Uno de mis artículos más recientes, Chavista is beautiful, perfectamente ha podido inspirarse en éste de Tego, intitulado Black pride (Orgullo negro).

La traducción corre por mi cuenta. Insisto: no doy para otra cosa que no sea traducción libre, pero lo importante es que el mensaje llegue.

Salud).

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Tego Calderón

Esta mañana escuchaba al locutor radial Luisito Vigeroux, hablando sobre un proyecto fílmico en el que estoy trabajando, en el cual la co-estrella es Mayra Santos Febres, y el tipo decía: "¿Ella? ¿Ella protagoniza?".

Mayra Santos Febres

Cuestionando su belleza negra.

Recuerdo también que cuando Celia Cruz murió, una presentadora de noticias, creyéndose muy inteligente, dijo que Celia Cruz no era negra, sino cubana. Ella era bella a pesar de ser negra.

Como si hubiera algo malo con ser negro, como si las dos cosas no pudieran existir simultáneamente y ser una cosa majestuosa. Hay mucha estupidez e ignorancia en Puerto Rico y Latinoamérica cuando se trata de la negritud.

En Puerto Rico, "Malcolm X", la película de Spike Lee, fue proyectada en un solo cine y, a diferencia de todas las otras películas proyectadas aquí, no tenía subtítulos. Como si no quisieran que las masas aprendieran.

Malcolm X

Pero no sólo aquí – en Puerto Rico – he experimentado el racismo. Cuando vivía en Miami, a menudo era tratado como un boricua de segunda clase. Sentía como que estaba en el medio – los muchachos latinos no me aceptaban y los afroamericanos estaban confundidos, porque yo era un muchacho negro que hablaba español. Después de un tiempo, llegué a sentirme más aceptado por los negros estadounidenses – como un hermano que por casualidad hablaba español – que por los otros muchachos latinos.

Como soy bien conocido, a veces me olvido del racismo en el mundo. Pero entonces viajo a lugares donde nadie conoce a Tego Calderón, y lo recuerdo.

Por ejemplo, cuando viajo en primera clase, la azafata me dirá: "Señor, esto es primera clase", y me pedirá el boleto. Me tomo mi tiempo, pongo mis maletas en el compartimiento superior, y cautelosamente les entrego mi boleto, sonriendo. Trato de que esto ya no me afecte, dejo que se preocupen ellos.

El asunto es que muchos puertorriqueños y latinos blancos no lo entienden. Son inmunes a las formas sutiles en que somos menospreciados, irrespetados. Tienen privilegios de blancos. Y he escuchado decir que estamos a la defensiva en cuanto a la raza.

"Esas cosas pasan y no es por el color, Tego, sino por tu apariencia, por cómo caminas, cómo te vistes, qué tarjeta de crédito tienes". Entonces, se pasan un par de días conmigo, se ponen en mis zapatos, y me dicen: "Maldición negro, tienes razón".

Cuando me registro en hoteles y uso mi American Express, llaman a la compañía de tarjetas de crédito delante de mí, diciéndome que la máquina está dañada. Esto sucede mucho en ciudades de Estados Unidos, pero no porque haya más racismo allá, sino porque no me conocen. Cuando estoy en América Latina, donde soy conocido, entonces es diferente. Eso no quiere decir que haya menos racismo. La realidad para los negros en Latinoamérica es dura, en Colombia, Venezuela, Perú, Honduras… Los negros puertorriqueños (y latinoamericanos) nos confundimos, porque crecemos junto con los no-negros y nos confiamos en la creencia de que las cosas son iguales para todos. Pero somos tratados diferentemente.

Mis padres siempre celebraron nuestra historia. Mi Papá siempre me enseñó cosas. Él incluso abandonó el PIP (Partido Independentista Puertorriqueño) porque, según siempre dijo, los negros y nuestras luchas nunca fueron reconocidos.

Maelo (Ismael Rivera) y Tite Curet hicieron su parte educando y refiriéndose a estos asuntos. Hoy día, yo hago mi parte atacando al racismo de manera directa.

Maelo

Tite Curet

Me contenta ver que Don Omar se llama a sí mismo El negro y La Sister celebra su negritud. Hoy está de moda ser negro y ser de Loíza. Y eso es estupendo, me hace muy feliz. Incluso si ellos no me reconocen ningún crédito por comenzar este movimiento de orgullo, sé lo que he hecho por llegar a donde hemos llegado.

Los jóvenes negros latinos tienen que aprender su historia. También necesitamos crear nuestros propios medios, foros y universidades. Somos tratados como ciudadanos de segunda clase. Les dicen a los negros en América Latina que estamos mejor que los negros estadounidenses o africanos, pero es mentira. Porque aquí es peor.

Definitivamente, somos tratados como ciudadanos de segunda clase y no formamos parte del gobierno o de las instituciones. En Jamaica, por ejemplo, los blancos controlan un país negro.

Han logrado que estemos avergonzados de nuestra negritud. Es algo que también está en el lenguaje. Tomen, por ejemplo, la palabra denigrar – denigrate – que es ser menos que negro.

En Puerto Rico uno se acostumbra y termina por no darse cuenta todos los días. Tiene que venir un visitante a señalarte que todos los hermanos y hermanas de piel oscura trabajan en el área de servicios.

Es duro en Puerto Rico. En cierta ocasión, en el ascensor del edificio donde yo vivía, esta señora española me preguntó si yo vivía allí. Pobre señora – no sólo vivía un hermano negro en el penthouse, porque en el otro vive Tito Trinidad. Se ponía interesante cada vez que teníamos a nuestras tribus por ahí.

Tito Trinidad es el que no lleva puesto el short con la bandera gringa.

Los negros latinos no son respetados en América Latina y tendremos que conseguirlo defendiendo nuestros derechos, así como los afroamericanos lucharon en Estados Unidos.

Es difícil encontrar información sobre nuestro pueblo y su historia, pero así como los niños investigan sobre el más reciente juego de Nintendo o CD, tienen que interesarse en su historia. Estar hambrientos de ella.

Necesitamos educar a la gente cercana a nosotros. Yo lo hago con cada persona, cuando me siento ofendido por el lenguaje que utiliza. Algunas veces educas con ternura, como en el caso de mi esposa, que no es negra. Ella ha aprendida mucho, y se ofende cuando ve injusticias. Lo ha entendido. Nuestros hijos son una mezcla, pero ellos entienden que son negros y lo que eso significa. Mi esposa ha enseñado a sus padres, a sus hermanos, y ellos, a su vez, a los sobrinos y sobrinas. Así es como todo el mundo aprende.

Esto no se trata de rechazar la blancura; se trata de aprender a amar nuestra negritud – de amarnos a nosotros mismos. Tenemos que decir Basta ya, es suficiente, y encontrar la manera de amar nuestra negritud. Nos han inculcado – y nos enseñaron a odiarnos los unos a los otros – el odio a nosotros mismos, han creado divisiones, matices, rasgos.

Recuerden que durante la esclavitud, ellos tomaban a los negros claros para trabajar la casa, y dejaban a los negros oscuros para trabajar los campos. Persiste un enorme residuo de odio contra nosotros mismos.

Y cada uno de nosotros tiene que poner su grano de arena para hacer un movimiento donde obtengamos respeto, donde podamos celebrar nuestra negritud sin vergüenza alguna.

Será difícil, pero no imposible.

Como se lo dije a Sandra Guzmán.

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Claro que éste no podía pasar sin música.

Primero los dejo con el video de Métele sazón, uno de mis preferidos. Almas sensibles, ¡cuidao!, porque aparecen mujeres bailando reguetón.



Segundo y último, comparto con ustedes un clásico, el primer disco del Tego, íntegro. Se llama El Abayarde, y apareció en 2003.

De nada.

Tego Calderón. El Abayarde.
1. Intro.
2. Abayarde.
3. Al natural.
4. Poquito.
5. Pa' que retozen.
6. Interlude.
7. Loiza.
8. No me la explota.
9. Interlude.
10. Guasa, guasa.
11. Dominicana.
12. Cambumbo.
13. Salte del medio.
14. Tus ojos.
15. Los difuntos.
16. Lleva y trae.
17. Bonsai.
18. Gracias.
19. Planté bandera.

30 de octubre de 2009

Bicentenarios, efemérides y encubrimientos

(La undécima colaboración con Ciudad CCS, publicada el jueves 29 de octubre, plantea una pregunta que muchos prefieren eludir por considerarla incómoda: ¿la celebración de los 200 años de nuestra Independencia trae consigo el encubrimiento de una derrota?

Ahí se las dejo).

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A propósito de una nueva visita de Enrique Dussel a Caracas, es pertinente retomar algunos de los planteamientos que formulara en un artículo publicado por el diario mexicano La Jornada, el 26 de septiembre de 2005, intitulado 1810: ¿el nuevo encubrimiento del Otro?

Advertía Dussel: “Si en 1492 fue el indígena americano el sepultado bajo la imagen del ‘Otro’ europeo… y por ello hablábamos del ‘encubrimiento’, y no del ‘descubrimiento’; encubrimiento del oprimido, del violentado, del asesinado… en 1810 volvió a pasar otro tanto. El ‘mismo Otro’ tres siglos después – el ‘natural’, los pueblos originarios de estas tierras, además de los afroamericanos esclavos – será el ‘encubierto’ bajo el proceso de una ‘emancipación’ usufructuada por los criollos, pero no por ellos”.

Para leer el libro, pulsar sobre la imagen.

Remataba: “Los criollos, blancos nacidos en estas tierras, salieron victoriosos. Promovieron un concepto de soberanía basado en los ayuntamientos, y por ello, una vez liberados del rey, pudieron ejercer solos el poder, excluyendo al pueblo de los pobres: indígenas y ex esclavos: el Otro encubierto. Los criollos, coloniales en su mentalidad e intereses, fueron la correa de transmisión de toda la etapa neocolonial en la que todavía nos encontramos. ¡Deberían ser juzgados!”.

Inevitable interrogarse: ¿qué celebraremos en 2010? ¿La victoria de los blancos criollos y la derrota de indios, negros y pobres? ¿Acaso los herederos de los victoriosos de 1810, por mucho que algunos de ellos se empeñen en disfrazarse de chavistas, no continúan fraguando la derrota eterna de los nuestros? ¿Perijá victoriosa? ¿Acaso la revolución no lleva implícita la promesa de acabar de una vez por todas con este encubrimiento de siglos? ¿O en nombre de la revolución, y de los mismos derrotados, las mismas castas perpetúan el encubrimiento? ¿Una cosa o la otra? ¿O ambas, simultáneamente, en tensión permanente?

¿Alguien sería capaz de negar que estas preguntas nos convocan a un ejercicio intelectual infinitamente más decisivo que transarse en una polémica estéril con los idiotas que denuncian que el gobierno ha incluido efemérides “socialistas” en el calendario escolar?


28 de octubre de 2009

Los nueve minutos más largos de mi vida

Mientras me bañaba intentaba calcular la magnitud del despilfarro de recursos en que ha incurrido la oposición durante la última década, en su denodado afán por presentar al pueblo chavista como sujeto asqueroso y maloliente, al que le tendría reservado un oportuno y masivo baño con jabón del bueno, a ver si es posible purificar tanta alma extraviada.

El derroche de recursos, materiales e inmateriales, lo supuse de tal tamaño, que se me hace imposible graficarlo. Tanto devanarse los sesos para nada. Tanto cerebro desparramado, tanta energía derramada. Y nada. Y lo peor es que se hacen llamar la clase pensante.

De un tiempo para acá, y luego de una brevísima pausa, tal parece que se les ha vuelto a prender el bombillo: desde emisoras de radio o plantas televisivas que nadie ve, nadie escucha, puesto que el país entero se ha quedado sin luz eléctrica, anuncian con tono apocalíptico que ha dado inicio el tiempo de la oscuridad. Que bien visto, es lo que vienen anunciando desde 1998. Sólo que esta vez no hay bien visto que valga, porque la oscuridad ha devenido, de hecho, absoluta.

Más recientemente, desde las mismas emisoras de radio o plantas televisivas que nadie ve, nadie escucha, puesto que el país entero se ha quedado sin luz eléctrica, se denuncia con insistencia el malévolo plan gubernamental que consiste en ahogar de sed a toda la población, racionando el preciado líquido primero, prohibiendo su consumo después.

(Paréntesis obligado: los miles de presos políticos tienen prohibido el consumo de agua potable. Por eso es que ya sólo quedan unos pocos. Por eso es que ya no queda ninguno. Esta dictadura los mató de sed).

El problema es que en un país que se ha quedado sin luz eléctrica, pocos saben de los planes del gobierno dictatorial para dejarnos a todos sin agua. A menos que tales planes hayan sido medio asomados en alguna cadena presidencial, que todos padecen y maldicen, a pesar de que el país entero se ha quedado sin luz eléctrica.

Más o menos a esta altura transcurría mi divagación, cuando supe que llevaba nueve largos minutos bajo la ducha. Los nueve minutos más largos de mi vida. En otras palabras, seis minutos de agua despilfarrada. Tamaño crimen. Me sale ración de dos días sin bañarme.

Me queda el consuelo: mejor ración de dos días que más nunca, que es lo que me hubiera ocurrido si, divagando bajo la regadera, hubiera intentado desentrañar el inextricable enigma de la lógica opositora.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el martes 27 de octubre de 2009.


26 de octubre de 2009

Es fiesta, es ofensiva cultural: es Tiuna El Fuerte

(Si me preguntaran cuál es la iniciativa cultural más innovadora, revolucionaria, plural, acojonante, asombrosa, desconcertante y radicalmente democrática de esta Caracas de siglo XXI, respondería sin pensarlo una milésima de segundo: Tiuna El Fuerte.

Coño vale, échenles una mano. El poder es pa ejercerlo. Si los recursos no bajan pa propuestas tan extraordinarias como ésta, es porque algo no está funcionando bien.

Transcribo la convocatoria que hace la gente del Tiuna pa
ra una Fiesta de Ofensiva Cultural - también conocida como Marcha del Movimiento Urbano - que se celebrará el jueves 29 de octubre. Detalles abajo.

¡Es Tiuna! ¡Es Fuerte!


Salud).

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Tiuna El Fuerte
convoca:

Para el día jueves 29 de octubre de 2009 a las 12 del mediodía, el Núcleo Endógeno Cultural Tiuna El Fuerte, los consejos comunales de la parroquia El Valle, colectivos de los movimientos reggae, punk, circo, audiovisual, hip hop y diversos artistas populares urbanos se movilizarán desde la salida de la estación Parque Carabobo hasta la Plaza Bolívar de Caracas para respaldar el proyecto del Parque Cultural Tiuna El Fuerte y promover la superación de obstáculos burocráticos dentro de la Alcaldía de Caracas que permita imprimirle el ritmo revolucionario que requiere la construcción de sus edificaciones.

El Parque Cultural Tiuna El Fuerte es un proyecto que se viene gestando hace 5 años desde la lucha cotidiana de los artistas de calle por construir un espacio para la formación en artes, comunicación, oficios e investigación social para el Valle de Caracas. Un espacio de encuentro, formación y articulación de adolescentes, jóvenes y adultos organizados que cantan, bailan, componen, pintan, graban y se rebelan contra los valores del sistema capitalista y contra el discurso que intenta convencer a los chamos del barrio que ellos no nacieron pa semilla, que son los hijos del no futuro y que son para Caracas y el país sólo un problema social. Es un espacio desde donde los jóvenes del barrio, a través del arte, expresan que ellos también son pueblo en revolución.

Desde Tiuna El Fuerte se ha venido trabajando con jóvenes desocupados (desempleados), con jóvenes que no estaban insertos en el sistema escolar formal, jóvenes con mucho tiempo de ocio y ningún lugar para estar y ser más allá de la esquina, más allá de los bares, más allá del consumo de la marca, de la moto, de la infracción a la ley. Pero estos mismos jóvenes tenían ganas de participar y hacer lo que ellos sabían que podían hacer, pero nadie les había dicho ni cómo ni dónde; tenían la creatividad, el talento, la fuerza para el trabajo, la agilidad para pensar rápido y actuar colectivo. Subvirtieron el estigma y decidieron creen en ellos, en el arte, en Tiuna El Fuerte.

Es, entonces, Tiuna El Fuerte un espacio de formación y acción política donde estos jóvenes han comprendido que el arte no es el arte en sí mismo, para la mera expresión de talentos personales y la búsqueda de fama y dinero, sino un espacio desde donde transformar el barrio y la realidad de muchos que como ellos estuvieron excluidos y señalados de ser malandros, drogadictos, vagos y peligrosos. Un espacio construido por ellos para creer en ellos y para que las comunidades conocieran otra manera de ser un joven revolucionario, sin recitar a Marx, a Lenin o al Che Guevara, pero sembrando socialismo barrio adentro.

Hoy, Tiuna El Fuerte cuenta con apoyo de la Comuna de El Valle, compuesta por 56 Consejos Comunales y la Mesa de Infraestructura de la parroquia, con más de 100 colectivos culturales y cultores populares en todo el país, con una experiencia sistematizada de trabajo con jóvenes de sectores populares, con un método basado en el diálogo de saberes y de respeto a las identidades juveniles populares urbanas, con un equipo de investigadores de calle y de académicos que están pensando la ciudad y sus lógicas excluyentes, y están creando maneras alternativas y contestatarias de transformar la violencia de los barrios en militancia desde el arte para la revolución bolivariana.

Por todo lo que está y todo lo que se viene, este jueves 29 de octubre Fiesta de Ofensiva Cultural, alias Marcha del Movimiento Urbano, a las 12 del mediodía, desde Parque Carabobo hasta la Plaza Bolívar.

¿Por qué marcha Tiuna El Fuerte?
1. Porque las políticas para los jóvenes del barrio las podemos y debemos construir los propios jóvenes del barrio desde lo que somos, desde lo que conocemos, nos gusta y sabemos hacer.

2. Porque tenemos 5 años inventando, probando, errando y acertando métodos para organizarnos y multiplicarnos como guerreros urbanos contra el capitalismo.

3. Porque no sólo los estudiantes organizados representan al poder popular: los jóvenes del barrio, que cantamos, bailamos, componemos, grabamos y pintamos, también somos pueblo en revolución.

4. Porque el Este no puede ser el único polo en la ciudad al que acuda el pueblo para recrearse. Porque queremos que en nuestros barrios existan espacios grandes, limpios y verdes donde se produzca cultura revolucionaria, recreación y diversión para nosotros mismos, el pueblo.

5. Porque queremos un espacio gratuito y seguro para el encuentro cultural y recreativo en la parroquia El Valle, para el Valle de Caracas.

6. Porque transformamos todo eso que el capitalismo desecha, en espacios con uso, valor y forma alternativa y revolucionaria. Porque innovamos con nuestra propuesta arquitectónica, reivindicando el contenedor industrial como espacio reutilizable.

7. Porque con las artes urbanas somos nosotros mismos y no necesitamos de la violencia y el malandreo para que nos respeten.

8. Porque somos la cara joven de la revolución. Porque recuperamos la alegría que nos arrebataron. Porque reímos y nos la vacilamos.

9. Porque el movimiento cultural urbano existe, crece, pica y se extiende.