27 de febrero de 2010

27F de 1989 y chavismo: el mismo horror

27F de 1989 y 13A de 2002: el mismo pueblo, la misma alegría.
(Fotografía del 13A, cortesía de Kalé).

Si todavía persiste alguna duda sobre la línea de continuidad entre el 27 de Febrero de 1989 y el chavismo, sólo basta con revisar un par de citas.

La primera aparece publicada el 1 de marzo de 1999 en El Universal, y va a la cuenta de una periodista, Thamara Nieves: "Estos grupos demográficos, inéditos, no encajan en la clasificación socioeconómica D-E, más bien podrían ser Y-Z, pertenecen al inframundo caraqueño". La segunda aparece en El Nacional casi tres años después, el 27 de enero de 2002: "Hemos visto con indignación cómo salen debajo de la tierra unas personas… con espuma en la boca, ojos volteados, palo en mano en actitud agresiva, dispuestos a defender con fanatismo algo que no entienden muy bien: la revolución; ellos son las llamadas turbas de Chávez". ¿El autor? El tipo que hoy gobierna el Municipio Sucre del Distrito Capital: Carlos Ocariz.

Muy a pesar de la procacidad del juicio de la periodista Nieves, del espanto que destilan sus palabras, ellas retratan fielmente una de las claves de la naturaleza de ese acontecimiento que fue el 27F de 1989: su carácter "inédito". Lo que resulta inédito para Nieves es la súbita irrupción en el espacio público de esos "grupos demográficos" que durante décadas de democracia formal permanecieron en los márgenes. Aquella fecha acontece la invasión bárbara de la ciudad formal. Irrumpe lo que no encaja. Lo que azota el mundo de Nieves – que es el mundo de la ciudadanía formal, de la sociedad civil – es lo que no puede denominarse más que como "inframundo".

Es del mismo inframundo, "debajo de la tierra", de donde provienen los seres enloquecidos, posesos, "con espuma en la boca" y los "ojos volteados", que apoyan a Chávez. Un apoyo fanático, más que partidario, porque aquellos seres "no entienden muy bien" qué es eso de "la revolución". Irracionales: "las llamadas turbas de Chávez".

Es este horror no disimulado por lo popular lo que, al mismo tiempo, explica la condena del 27F de 1989 y define la naturaleza del antichavismo de elites. Horror por las calles atestadas de pueblo, horror por la política contaminada por lo popular. Sólo desde el horror es posible narrar el 27F de 1989 como suceso triste y lamentable, y asimilar al pueblo chavista con lo monstruoso. El mismo horror, salpicado de voluntad de revancha, que nos permite entender el tono del editorial de El Nacional del 12 de abril de 2002: "Con razón usted quería hace dos meses celebrar el 27 de febrero, esa fecha oscura y siniestra de nuestra vida democrática".

Ni siniestro, ni monstruoso, ni horroroso: veintiún años después, seguimos celebrando el día en que el pueblo venezolano decidió mostrar su rostro más hermoso: el que sólo son capaces de exhibir los pueblos que luchan. Ese pueblo es hoy chavista. Y es hermoso. Con razón a usted no le gusta celebrarlo, aunque gobierne Petare. Aunque le parezca horroroso.

25 de febrero de 2010

Sometimiento y línea crítica: lo que está oculto tras la traición de Henri Falcón

(El veintitrés en Ciudad CCS, publicado el jueves 25 de febrero, va sobre la dolorosa traición de Henri Falcón.

¡Traición!
¡Traición!
¡Traición!

¿Traición?

Un poco más de rigurosidad en el análisis, camaradas.

Salud).

********

La idea de que Henri Falcón vendría a ser una expresión de la existencia de una línea crítica dentro del chavismo, difundida con bastante brío por la prensa opositora, sólo es comparable con aquella otra según la cual la salida de Alberto Ravell de Globovisión formaría parte de una estrategia de sometimiento de la línea crítica de la media opositora, urdida por las mentes más tenebrosas del chavismo.

En el caso de Ravell, estaríamos frente a una víctima de aquella estrategia. Falcón, en cambio, con su renuncia al PSUV, se habría encargado de mostrar sus límites: a pesar de todo, es posible la crítica.

¿Qué oculta la prensa opositora detrás de este esfuerzo por hacer visible tal sometimiento de la crítica? En una palabra, el conflicto.

Está en marcha, una vez más, lo que podría denominarse una estrategia de ocultamiento, que consiste fundamentalmente en narrar la historia de dos fuerzas monolíticas enfrentadas: de un lado, la oposición democrática, cohesionada en su propósito de alcanzar la libertad; del otro, el "oficialismo", cohesionado en torno al líder mesiánico, al que le profesaría fidelidad absoluta.

De acuerdo a esta lógica, el despido de Ravell no habría sido un despido, y mucho menos el resultado del conflicto de intereses entre sectores de la oligarquía mediática, sino la consecuencia de las presiones del "oficialismo". De la misma forma, el gesto de Falcón no sería el desenlace inevitable del conflicto entre sectores del chavismo, sino una afirmación del derecho a pensar con cabeza propia y por tanto un profundo cuestionamiento del mesianismo.

Mal haríamos si nos empeñamos en reproducir la lógica de tal estrategia de ocultamiento, cuando de lo que se trata es de hacerla visible. Un poco más de rigurosidad en el análisis, camaradas. La renuncia de Falcón no debe ser traducida como un mero asunto disciplinario, como una traición a la fidelidad absoluta que debe profesarse al líder. Antes que denunciar la traición de Falcón, que ciertamente se alzó con la gobernación de Lara con los votos del chavismo, deberíamos comenzar por indagar en las condiciones que hicieron posible su candidatura. Interrogarnos sobre las condiciones que hacen posible que en el seno del chavismo coexistan, en permanente conflicto, desde las tendencias más conservadoras hasta las más populares, con saldo favorable para las primeras en el caso de Falcón.

Hacer visible tal estrategia de ocultamiento pasa por asumir, de una vez por todas, que el chavismo no es un bloque monolítico, y que sólo una disciplina mal entendida y mucho peor instrumentalizada hace posible el posicionamiento del chavismo conservador.

23 de febrero de 2010

(Serie cine) 2012 (2009)

Fuimos advertidos.

I.-

En octubre del año pasado, en algunos puntos del norte de Maracay, los buhoneros ambulantes ya tenían en sus manos el blockbuster del momento: 2012, de Roland Emmerich, el mismo de The day after tomorrow (El día después de mañana, 2004) y la otra igual de apocalíptica, Independence day (Día de la independencia, 1996).

El detalle, como se ha hecho usual en estos casos: los tipos nos ofrecían, a un módico precio, una película que no sería estrenada en Venezuela sino dos o tres semanas después: el 13 de noviembre. El dilema me duró un par de milésimas de segundo: pobre Emmerich, pobre Hollywood, pobre oligopolio de las salas de cine locales... ¿La compro o no la compro?

Mentira, no hubo tal dilema. La compré por dos razones: en primer lugar, porque hasta entonces, simplemente, no había podido conseguir un torrent que valiera la pena: puro fake, como se estila en el argot propio de los criminales partidarios del copyleft. En segundo lugar, porque Sandra Mikele llevaba un buen tiempo queriendo verla.

Hacía meses que habíamos visto un par de tráilers de la película, y la reacción inicial de Sandra Mikele había sido una mezcla de incredulidad, fascinación, ansiedad y miedo. Diría que incredulidad, en primer lugar, porque las escenas de destrucción pura y dura que se asomaban ante sus ojos le resultaban inconcebibles; y en segundo lugar, porque no podía creer que yo me riera hasta la carcajada de todo aquello. Comprendí de inmediato que para ella no era juego, porque no puede ser juego ver al mundo partirse en cuatro pedazos en unos pocos segundos.



Desde entonces, me comprometí en una suerte de pequeña cruzada familiar que consistía en explicarle a Sandra Mikele, de la manera más didáctica posible, a qué lógica obedecía esta versión del apocalipsis según la industria gringa del entretenimiento. Por supuesto que sí: le hablé de cómo el capitalismo está destruyendo el planeta, pero le advertí que tal destrucción no era inevitable. Claro que sí: le expliqué que para salvar al planeta teníamos que acabar con el capitalismo. Que se olvidara de Nostradamus, de las profecías y del tan publicitado fin del mundo - contenidos que se cuelan con alguna frecuencia en la programación de canales como National Geographic o The History Channel: que no permitiera que le atravesaran el cuerpo con miedos y complejos. Al contrario, que sobraban las razones para luchar por un mundo mejor.

Definitivamente, no soy de los que creen que el problema se resuelve prohibiéndoles ver tal canal o tal película. El bombardeo es permanente, omnipresente, inclemente. Vale más enseñarles a ignorar, a saber interpretar. Vale más enseñarles la capacidad de descubrir. Nos quieren desmoralizados, entristecidos, aterrorizados. Yo quiero una Sandra Mikele sonriente.

Próxima parada: reirnos de aquella película. Debo decirlo: Emmerich no nos defraudó. Creo no equivocarme cuando afirmo que todo cuanto 2012 tiene de "espectacular" estaba ya incluido en los tráilers: un maremoto cubriendo nada menos que el Himalaya o empujando al USS Jhon F. Kennedy sobre la Casa Blanca; el Cristo Redentor del Corcovado viniéndose abajo o la cúpula de la Capilla Sixtina requebrajándose justo a la altura del brevísimo espacio que media entre el dedo divino y el índice de Adán - nada más esta insuperable metáfora sobre el fin de los tiempos paga la copia pirata. Pero, ¿y además de todo esto qué?

Ya sabemos lo que escribiría un Santiago Mute, prolijo crítico de cine, personaje de Aníbal Nazoa: "Entonces surge una serie de situaciones equívocas y comprometedoras, saturadas de un irónico humorismo, que el cameraman sabe llevar hábilmente a través de la sabia utilización del dolly in, las disolvencias y travellings apoyados en una rígida economía del patotage".

Como no soy crítico de cine, y no tengo idea de lo que habla Mute, sólo agregaría que al margen de las "espectaculares" escenas de destrucción, toda 2012 es "una serie de situaciones equívocas y comprometedoras". Mi favorita: el momento en que Jackson Curtis (interpretado por John Cusack) corre por su vida, intentando alcanzar a la frágil avioneta a punto de despegar, y donde le aguardan sus hijos y su ex esposa. Cuando el tipo finalmente logra aferrase a la avioneta y todos suspiramos de alivio porque se ha salvado, el viento salvaje le arranca el mapa que lleva en mano - sin él no hay camino a seguir, no hay destino. ¿Tanto nadar para morir en la orilla? Nada de eso, público presente: Jackson Curtis, cual Indiana Jones del fin de los tiempos, en un ágil, heróico y desesperado movimiento, logra hacerse de nuevo con el mapa y una vez más suspiramos de alivio.

¡Corre, Jackson, corre!

En cuanto a Sandra Mikele, me consta que sigue prefiriendo El día después de mañana. Cuando le comenté, ayer por la tarde, que pensaba escribir sobre 2012, me respondió, con una incredulidad de distinto signo: "¿Vas a escribir sobre esa película tan vieja?". De algo sirvió la pequeña cruzada.

II.-
Pero mira tú qué cosa tan curiosa: los mismos vendedores de la copia pirata de 2012, ofrecían "el nuevo CD", también pirata, de El Conde del Guácharo. He aquí el gancho publicitario: "Está con Chávez muy arrecho". Me atrapó: decidí comprarlo para ver por dónde venían los tiros.

Transcurridos unos pocos minutos, ya había caído en cuenta de que se trataba de una oferta engañosa: no era el nuevo CD de El Conde, sino uno de hace tres años, quizá. Es el show en el que el tipo comienza haciendo referencia a las elecciones presidenciales de 2006, y hace un par de chistes sobre su frustrada candidatura. A pesar de todo, seguí escuchándolo.

Durante la primera media hora de show, El Conde resume, en tono de joda, lo que constituye la médula del discurso antichavista: la viajadera de Chávez, la peleadera de Chávez, la regaladera de Chávez. Tanto, que en algunos pasajes pareciera que es un Julio Borges el que habla. De lo que se desprende una primera conclusión: El Conde no sólo se ha convertido en un vehículo a través del cual se difunde masivamente el sentido común antichavista, sino que el liderazgo opositor está persuadido de que la única manera de lograr conectarse con lo popular, es apelando a un discurso básico, ramplón, pueril y en extremo repetitivo, cuyo máximo exponente es un tipo que tiene por profesión contar chistes subidos de tono. De lo que se desprendería una segunda conclusión: el liderazgo opositor identifica a lo popular con lo básico, lo ramplón y lo pueril. Y va la tercera: por eso es que el liderazgo opositor no pasa de ser, en sí mismo, un mal chiste subido de tono.

Pero además, el show de El Conde es un monumento al discurso autodenigratorio, tan característico de la vocería política - y militar - del antichavismo. He aquí las palabras de El Conde:

"... cómo van a poné a los soldaditos de nosotros... unos carajos que sacan de aquí, del barrio Los Cocos... unos carajos que sacan de Petare, flaquitos... que son felices cuando le meten una tarjeta de veinte al teléfono, los van a poné a pelear con unos marines, unas mierdotas así... ¿Tú has visto a los coñoemadres esos de las películas? ¡Son así! Unas vergotas así, con unos trajes térmicos... Unas mierdotas así, chico... Coño, ¿tú los has visto? En estos días salió en el 2001: «Así se preparan las fuerzas de milicia que defenderán al pueblo en La Guaira». Una viejita... Y la viejita no podía comer, porque se le caía la bolsa de comida, que la llevaba guindá por aquí. De Mercal. Le dan una bolsa de Mercal... y la gorra y la franela roja. Esos carajos tú los pones, los soldados americanos, tú los pones a pelear con los venezolanos, y los venezolanos les piden autógrafos, y se echan fotos con el celular: «Coño, es que mi novia no cree que estoy luchando contra ti». ¿Tú crees que es necesario, tú crees que esos peos son buenos pa los venezolanos? Nosotros los venezolanos lo que queremos es ser feliz, más nada".

Ahora vaya y léase esta lindura de entrevista que le hiciera El Universal al ex Canciller y ex Ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, el 8 de noviembre de 2009, intitulada "Venezuela no resistiría una guerra con Colombia y EEUU", y dígame si existe alguna diferencia de fondo.

Y va la cuarta conclusión: es El Conde, y no un Laureano Márquez, el tipo que constituye la avanzada del sentido común antichavista en el terreno del "humor". Un "humor" que es un mal humor básico, ramplón y pueril que desmoraliza y entristece. Un mal humor inclemente, permanente, omnipresente en los medios antichavistas y que se vende en calles, avenidas y autopistas cuando arrecia el tráfico y por tanto se multiplica el mal humor. El mismo mal humor ilustrado y biempensante que destila la carta de Laureano Márquez a El Conde: "... la victoria de Chávez se producirá en medio de una mamadera de gallo, sabrosona y criolla, que hará más llevadera y aceptable la instalación de su proyecto político autoritario".

Ahora creo entender el por qué de la supuesta oferta engañosa: ese combo, ese double pack está concebido, originalmente, para el consumidor antichavista. Qué importa si se trata realmente de "el nuevo CD" de El Conde. El mal humor es siempre el mismo. Haga más llevadero y aceptable el apocalipsis. Total, el mundo se acabará en 2012. Llévese la película para que se vaya acostumbrando.

14 de febrero de 2010

Juanes: ¿Chávez hijo de puta?

Nah, no creo que lo haya escrito él.

¿Juanes? ¿El mismo que en marzo de 2008 organizó el concierto Paz sin Fronteras, en la frontera de Venezuela y Colombia? Muy difícil de creer.

De izquierda a derecha: Juanes, Miguel Bosé, Alejandro Sanz y Ricardo Montaner. ¿Realmente usted puede llegar a creer que alguno de esos ángeles sea antichavista?

La historia, improbable, es así: corre la tarde del sábado 13 de febrero y el supuesto Juanes escribe vía Twitter: "Me pasaron el PIN de Chávez. ¿Alguien lo quiere para que le manden mensajes a su Blackberry". Luego escribe: "Ahí les va: H1J0D3PU7A".


Risas. Carcajadas. Más risas. "Ya me están buscando pelea por aquí algunos", escribe. Risas.

¿Buscando pelea? Mal signo. A ver cómo enderezamos este entuerto. La primera tentativa es harto predecible: "Les falta un poco de sentido del humor", escribe. Me río.

Le siguen un par de líneas que son todo un poema, dignas de incluirse en alguna de sus composiciones: "Mejor dejemos la política esa de mierda que nos termina siempre separando... ¡Hablemos de este sábado maravilloso!".

Epa, ¿y quién fue el que comenzó a hablar de política en este sábado tan maravilloso?

Silencio.

Sigo trabajando. De pronto, lo comprendo todo: no es Juanes el que escribe. Al pobre tipo le han hackeado la cuenta. ¿Acaso no lo hicieron con Piedad Córdoba? Feo eso de andar hackeando cuentas, ¿cierto? Pero no nos desviemos del tema. ¿Usted realmente es capaz de imaginarse a Juanes llamándole a Chávez hijo de puta? No. Juanes es, ciertamente, de los tipos que le escriben y cantan a los sábados maravillosos.

De manera que ya no tengo dudas: al pobre de Juanes le han hackeado la cuenta. Sigo trabajando.

Transcurren diez largas horas, y el supuesto Juanes vuelve sobre sus pasos: "Tranquilos muchachos, es sólo un chiste", escribe. Caramba, caramba, al parecer no cayó muy bien la cosa. Pero la frase que viene después, esa sí que no se la esperaba nadie, menos viniendo de Juanes: "Paz y amor para todos". Paz sin fronteras y amor sin fronteras para todos. Era sólo un chiste.

Nah, no puede tratarse de Juanes. Seguro le hackearon la cuenta.

El supuesto Juanes sigue con una breve cátedra sobre la paz y el respeto: "Si vamos a hablar de paz, entonces hablemos de respeto, mucha gente joven en Venezuela está siendo lastimada y reprimida". Intenta explicarse: "Lo que puse fue un chiste como muchos otros que hay sobre el mismo tema". Juanes ¡se molesta!, una razón más para creer que se trata de un impostor de Juanes: "Y además porque en mi Twitter pongo lo que me da la puta gana. ¿O es que creen que me lo van a venir a censurar? ¡Están locos!".

El supuesto Juanes continua su cruzada: en este espacio hay libertad, no voy a cambiar mi forma de hablar, no me molestan sus insultos, gracias a los que están conmigo, no todos pensamos igual, cambiemos de tema.

El tipo cambia de tema. Revela su PIN: P4RC3. Explica que parce significa "amigo, pana, carnal, hermano".

Finalmente, se despide: será hasta otro maravilloso domingo.

Nah, ese no fue el verdadero Juanes. El verdadero Juanes es tremendo parcero: amigo, pana, carnal, hermano y organiza conciertos por la paz. Seguro le hackearon la cuenta.

Les apuesto mi colección de discos de Juanes.

11 de febrero de 2010

La pequeña batalla y la gran estrategia

"Todos los medios de comunicación social han perdido su norte, en el sentido de que están… informándonos de la pequeña batalla solamente". Así concluía su intervención Maryclen Stelling en el programa Contragolpe, que conduce la periodista Vanessa Davies en Venezolana de Televisión, el pasado 29 de enero.

Stelling, integrante del Observatorio Global de Medios, capítulo Venezuela, y a mi juicio una de las analistas de medios más lúcidas de todo el Sistema Nacional de Medios Públicos*, resumía así lo que, a estas alturas, deberíamos tener como un dato incuestionable: concentrados en transmitir, en vivo y en directo, las incidencias de la guerra declarada contra el antichavismo mediático, hemos descuidado otros frentes de batalla.

Hemos puesto tanto esfuerzo al servicio de informar de la pequeña batalla, que nuestros sentidos se han venido atrofiando: con nuestros ojos pegados a las pantallas y nuestras manos saltando de primera página en primera página, nuestro olfato político ya no nos alcanza para percibir que el hastío por la política, y en particular por los políticos, afecta a parte considerable de lo que durante todos estos años constituyó la base social de apoyo a la revolución. Hastío por los políticos que, por momentos, nos hace recordar a la Venezuela que hizo posible la insurgencia del chavismo.

Si el chavismo significó la progresiva politización del pueblo venezolano, fue porque hizo visible a los invisibles y dio voz a los que nunca la tuvieron. Allí radica su grandeza. De la misma forma, el hastío por la política y por los políticos tendría que ser la medida de sus miserias. Porque hay hastío allí donde el chavismo no se siente visibilizado, cuando su voz no es escuchada, cuando sus demandas son ignoradas.

Si el chavismo significó la quiebra histórica de la vieja clase política, mal haría prolongando una batalla cuya victoria tenía asegurada, empeñándose en subirse al ring para disputarse el título con rivales de poca monta, gastando pólvora en zamuro, perdiendo el tiempo en disputas verbales con dirigentes de partidos casi inexistentes, mofándose de sus sandeces, respondiendo a sus insultos y provocaciones.

¿Todavía tienen algo que decirnos un Ramos Allup o un Óscar Pérez? ¿O un Luis Ignacio Planas o un Andrés Velásquez o un Antonio Ledezma? Cierto, allí está Ledezma como Alcalde Mayor. ¿O es que acaso construimos adversarios a nuestra medida? ¿Quién era Julio César Rivas antes de que apareciera en las pantallas de nuestras televisoras?

Julio César Rivas en huelga de hambre. Una nueva estrella ha nacido.

Mientras nos empantanamos en las trincheras de la pequeña batalla, ¿quién muestra el rostro del chavismo descontento? ¿Quién escucha su voz? ¿Quién atiende sus demandas? ¿O es que acaso hay algo más subversivo que el mal gobierno, que el político que roba o que mucho dice y poco hace? ¿Cuántas insurrecciones populares comandará Roderick Navarro?

"Serenidad", aconsejaba Chávez en su Aló, Presidente del pasado 31 de enero, a propósito de cierta exasperación provocada por los ataques de la prensa antichavista. Nunca perdamos de vista la "gran estrategia", agregaba. Gran estrategia que se escribe distinto y significa lo contrario de la pequeña batalla. Gran estrategia que, si quiere decir radicalización democrática, pasa porque nuestras pantallas sean una expresión de lo que hizo grandioso al chavismo. Porque si debemos, también, aprender a mostrar la buena obra de gobierno, es preciso agregar que eso sólo no es suficiente.

Caso contrario, estaremos condenados a escuchar durante algún tiempo más las interminables peroratas de un Ramos Allup, pero esta vez desde la Asamblea Nacional, y más temprano que tarde nos veremos en la obligación de inventarnos un nuevo Julio César Rivas, mientras Venevisión sigue acaparando la audiencia de un país hastiado de la política, porque no es posible que "siga la polarización de dos minorías, cuando en el país existe una gran mayoría que quiere trabajar, salir adelante y luchar por Venezuela".



Este discurso sobre "la polarización de dos minorías" es el que viene colándose, de manera casi inadvertida, mientras seguimos informando de la pequeña batalla. ¿De qué vale sabernos la principal fuerza política del país, si no somos capaces de actuar como fuerza política revolucionaria? En otras palabras, ¿a quién conviene que derrochemos tanta energía enfrentando a un adversario que ya quisiera reunir la mitad de nuestras fuerzas?

Ya lo decía Rosa Luxemburgo: "no se llega a la táctica revolucionaria a través de la mayoría, sino a la mayoría a través de la táctica revolucionaria". En nuestro caso, planteo, la táctica revolucionaria pasa por reorientar nuestros esfuerzos, por saber administrar nuestras fuerzas, sin abandonar ningún frente de batalla – y nadie desestima la importancia que reviste el terreno donde enfrentamos a la oligarquía mediática. Pero las circunstancias nos obligan a reforzar los frentes de batalla que hemos descuidado, nos obligan sobre todo a retomar la calle, el barrio, y en general todo espacio donde se expresa hoy el hastío por la política, el chavismo descontento.

Talento sobra. Sólo falta ponerlo al servicio de la gran estrategia.

* Su programa De primera mano, que conduce junto con Carmen Elena Balbas y que transmite Radio Nacional de Venezuela, Canal Informativo, todos los miércoles a las 7 am, es de obligatoria escucha.




6 de febrero de 2010

(Serie música) Joni Mitchell según Herbie Hancock

¿Te acuerdas de la película The strawberry statement (Stuart Hagmann, 1970), traducida aquí como Las fresas de la amargura? Una de esas películas de época, que ofrece una versión sobre la lucha de una parte de la juventud estadounidense contra la guerra de Vietnam. Yo la vi dos o tres veces, por allá en mis diecitantos. Pero la banda sonora, primo, esa sí que la escuché una y otra y otra vez. Aún la escucho, de vez en cuando. No recuerdo cuántas veces, en medio de entrañables juergas fraternales, repetimos el rito que consistía en guardar silencio cuando comenzaba a sonar Down by the river, de Neil Young. Entonces, entrábamos en una suerte de trance durante treinta segundos, hasta que irrumpía la voz de Young: "Be on my side/I'll be on your side/baby/There is no reason/for you to hide/It's so hard for me/staying here all alone/When your could be/takin me for a ride".

Down by the river. Neil Young.


Ese mismo disco abre con The circle game, interpretada por Buffy Sainte-Marie, pero compuesta por Joni Mitchell. Creo que fue la primera vez en mi vida que supe de Mitchell.

The circle game. Buffy Sainte-Marie.


No sé si te conté alguna vez que llegué a Miles Davis a través de Eddie Palmieri. Y que a través de Davis descubrí a Herbie Hancock. Pues bien, a través de Hancock he vuelto a encontrarme con Joni Mitchell.

Vengo a enterarme ahora de que Mitchell incursionó en el jazz, allá por los 70, período que coronó con un album en homenaje a Charles Mingus (Mingus, 1979). Fue la primera vez que Mitchell (voz y guitarra) trabajó con Hancock (piano), en un agrupación que incluyó a Wayne Shorter (saxo soprano).

Ahora es Hancock el que rinde homenaje a Joni Mitchell. Bueno, no exactamente ahora: en 2007, con su River. The Joni letters. "En este punto de mi carrera quiero hacer algo que toque las vidas y los corazones de la gente", dijo Hancock, según leo en una reseña. El tipo se reunió con el productor, arreglista y bajista Larry Klein, durante mucho tiempo productor de Mitchell, para hacer una selección de su música.

El resultado es un disco de doce canciones, dos de las cuales no fueron compuestas por Mitchell, pero que serían importantes en su desarrollo musical, según leo en la misma reseña: Nefertiti, de Wayne Shorter, grabada la primera vez por Hancock y Shorter en el disco homónimo de Miles Davis, y Solitude, de Duke Ellington.

En su River. The Joni Letters, Hancock no sólo reúne a Wayne Shorter (saxo soprano y tenor), Dave Holland (bajo), Vinnie Colaiuta (batería), Paulinho Da Costa (percusión), Dean Parks (guitarra) y Lionel Loueke (guitarra). Además, puedes escucharte a la misma Joni Mitchell cantando su Tea leaf prophecy. Pero eso no es todo, primo: también cantan Norah Jones (Court and spark), Tina Turner (Edith and the Kingpin), Corinne Bailey Rae (River), Sonya Kitchell (All I want) el gran Leonard Cohen (Jungle line), y una que seguro has escuchado, Luciana Souza (Amelia).

Vaya primo, escúchalo y me cuentas.

Herbie Hancock. River. The Joni Letters.


Lo prometido es deuda.

Salud.

4 de febrero de 2010

Un asalto de comandos

(Va el veintiuno en Ciudad CCS, publicado el jueves 4 de febrero de 2010. Aquí, con algunas líneas adicionales.

En noviembre de 2009 pensé en escribir una breve serie de artículos sobre ciertos autodenominados humoristas, pero el destino nos jugó, a mí y a toda mi familia, una mala pasada. Simplemente no tuve ánimo suficiente para escribirlos.

Hace poco intenté retomar la temática, escribiendo sobre la perfidum ridens. Este artículo continua en esa línea. El pretexto es Laureano Márquez, el humorista cuya sonrisa asemeja a la del gato de Cheshire, lo que ya es mucho decir.

Muy recientemente, desde nuestra filas, se le ha dado una publicidad inmerecida, a propósito de algún artículo mediocre e intrascendente. Circunstancia que, ciertamente, no provoca mucha risa, lo que es mucho decir para quienes, como nosotros, hacemos alarde, con justicia y sin complejos, de saber apreciar el buen humor.

Dicho esto, casi todo está dicho.

Salud).

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En noviembre pasado, mientras visitaba el apartamento donde vivían mis viejos en Maracay, me topé con una curiosa invitación a un tal II Encuentro de Condominios de Aragua, que supongo algún vecino dejó colar en la cartelera de la planta baja.

De aquel panfleto resaltaban un par de cosas: el encabezado al estilo de cualquier librito de autoayuda, que sugería la promesa de despejar la gran incógnita: "¿Qué hacer para que mi condominio no sea un infierno?". La otra: la estampa del buenazo de Laureano Márquez, publicitado como el "invitado especial" de la jornada.

La cartelera: el panfleto abajo y a la derecha.

Panfleto: acercamiento. Logra distinguirse más claramente la sonrisa del buenazo de Laureano.

Me consta que la vida en un edificio habitado por ciudadanos de clase media con pretensiones de seguir escalando en la pirámide puede ser una experiencia nada grata: una fuerte pulsión hacia el individualismo más miserable hace fracasar casi cualquier esfuerzo colectivo, y muchas veces quienes promueven estos esfuerzos lo intentan una vez y luego nunca jamás, tal es el insomnio que producen el chismorreo y las maledicencias de las que son víctimas.

¿Quién podía tener el temple, pensé, para prometer ese imposible: acabar con ese infierno? Indagué. Y fue como si hubiera podido adivinarlo: una tal Escuela de Ciudadanos, dirigida, entre otros, por el mismo Elías Santana que, a fuerza de discursos sobre la sociedad civil, jugó un papel bastante activo en la organización de las manifestaciones que terminaron por derrocar al gobierno del zambo en 2002. Recuerdo que el hombre siguió activo durante algún tiempo, hasta que prácticamente desapareció de los medios. Bajo perfil, le llaman.

En esa andan, desde hace años, intentando poner orden en este infierno, y luchando "para que Venezuela sea un país de copropietarios", como reza el eslogan de MiCondominio.com, una página cuya estética florida deja mucho que desear si la comparamos con la sobriedad de una página como la de Cedice, emparentada ideológicamente con la primera, y cuya aspiración es que Venezuela sea, lisa y llanamente, "un país de propietarios". En esa andan, decía, trabajando con asociaciones de vecinos, sociedades de padres y representantes, condominios, asociaciones civiles y fundaciones, cooperativas y, léase bien, consejos comunales.

Panfleto: detalle. Fecha y hora de la cita.

Panfleto: detalle. No vaya usted a creer que la cosa es puro temple. Son 125 bolos fuertes por cabeza. No sean mezquinos: de algo tiene que vivir Laureano Márquez.

Así, de bajo perfil, sumando esfuerzos con quién sabe cuántas organizaciones del mismo estilo, van dictando cátedra sobre asuntos tan aparentemente inocuos como "qué hacer para disminuir la morosidad y para solucionar problemas de convivencia" o qué hacer "para tener una conserje de calidad" y, no faltaba más, "qué hacer ante la posibilidad de un asalto de comandos, de un terremoto o de un racionamiento de agua". Leyó bien: "un asalto de comandos".

Mientras tanto, el buenazo de Laureano Márquez va amenizando la jornada, así, de bajo perfil, mientras nosotros creemos estar haciendo nuestro trabajo nada más que navegando en las agitadas aguas de las portadas de periódicos, denunciando planes golpistas, genocidas y terroristas.

2 de febrero de 2010

El tubo roto y varias preguntas oportunas

(Esta nota me la envió esta mañana el Padre Numa Molina SJ, Rector de la Iglesia San Francisco, en el centro de Caracas. "Para tu blog, si te sirve de algo", me escribió el Padre Numa.

El Padre Numa no sólo realiza una denuncia grave, sino que formula varias preguntas muy oportunas.

Estoy seguro de que nadie caerá en la tentación de dudar de la veracidad de la denuncia, así como tampoco dudará de la condición revolucionaria del Padre por hacerla pública. Nadie vendrá a decir que la crítica y la autocrítica se llevan por dentro, porque si la hacemos por fuera la utiliza el enemigo. Estoy seguro de que nadie será tan necio.

Al contrario, los responsables se apresurarán a resolver el problema y nosotros nos detendremos en cada pregunta e intentaremos sacar una lección de cada una de ellas. Estoy seguro.

La bendición, Padre).

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Hidrocapital, ¡por favor!

En uno de los túneles del Centro Simón Bolívar, el que conecta entre la esquina de Cipreses y la avenida Universidad, hay un bote de agua potable caudaloso desde hace más de un mes según los propios empleados de seguridad de la Asamblea. Los responsables de mantenimiento de la Asamblea Nacional aseguran que han hecho saber la situación a Hidrocapital y no ha sido posible que solventen esta avería.

Es un verdadero manantial el que sale de uno de los muros. ¿Cómo es posible, si aquí todo el mundo habla de racionamiento de agua, mientras allí, estoy seguro, ya se han perdido millones de litros en lo que lleva la avería? Invito a la Alcaldía de Caracas a hacer diligencia urgente ante esta situación.

Por ese lugar pasan cada día centenares de personas que tienen responsabilidad gerencial en cargos públicos y sin embargo no ven ni les importa. ¿Para qué llamarse así revolucionario? El socialismo acontece en el ser humano cuando éste comienza a despertar ante lo social, cuando es capaz de abrir los ojos ante la realidad que lo circunda y descubrir el dolor, el derroche, la ineficacia, etc., y ello le hace gritar con rabia profética la injusticia.

Hoy me pregunto: ¿cuántos pobres en nuestros barrios pasan semanas y meses sin agua, mientras en el Centro Simón Bolívar, el organismo que gerencia el agua en Caracas se da el lujo de dejar un tubo abierto por más de un mes?

Ya he reportado esta falla a Hidrocapital desde hace tres días, cuando me percaté de ella, y nadie hace nada. Qué pena siento. ¿Por qué tanta desidia en los organismos a quienes compete? ¿Será que también hay que llegar hasta el propio Presidente Chávez para poder solucionar el problema de un tubo roto? Sería una vergüenza y una negación de la más elemental conciencia revolucionaria.

Padre Numa Molina
Sacerdote jesuita
Rector de la Iglesia San Francisco