30 de abril de 2012

Un HOMBRE

"Chávez es un HOMBRE. Que viva Chávez carajo", me comentó mi amigo.

Un HOMBRE, así, con mayúsculas.

"Viva Chávez nojoda", le respondí yo.

25 de abril de 2012

Auscultar el alma del chavismo

Caricatura antiperonista, 1945 ó 1946. Tomada de aquí.

Hemos hecho muy poco por auscultar el alma de eso que, incluso con alguna resistencia, hoy damos por llamar chavismo. Hay quienes no le reconocen su condición de sujeto político, que es casi el equivalente de negarle su existencia. Hay quienes reducen el fenómeno al acto puntual de la masa que sigue ciega y obstinadamente al líder. Hay quienes lo menosprecian por no poder identificar un cuerpo de doctrina. De todo esto y mucho más hay tanto en el campo de la derecha como en el de la izquierda. 

Sí, también en el campo "chavista" existen quienes reniegan del chavismo, por más insólito que parezca.

El tema da para mucho y está muy lejos de ser un asunto menor. Diría más: indagar en el origen y el significado del chavismo no es un mero ejercicio intelectual ni algo que compete exclusivamente a los historiadores. Tampoco es un tema extemporáneo, al que nos podríamos dedicar después, cuando llegue el momento de "escribir la historia". Que otros escriban sus "memorias" cuando les plazca. En cambio, meterle el pecho al espinoso tema del chavismo, aquí y ahora, puede resultar decisivo para afrontar las batallas por venir.

Acometer esta tarea implica, entre muchas otras cosas, una revisión del "estado del arte" sobre fenómenos políticos considerados "malditos" por buena parte del estamento intelectual y la clase política latinoamericana, independientemente de su adscripción política. De esta forma, si decidiéramos tomar este camino, nos toparíamos inevitablemente con el denostado peronismo, un fenómeno que, si a estas alturas no nos hemos detenido a estudiar, es por nuestra proverbial miopía.

Al tanto de que, por regla general, las analogías históricas hacen ininteligibles fenómenos sin duda singulares, es imposible negar que uno y otro, peronismo y chavismo, sea por las fuerzas que lo impulsaron, sea por sus formas de expresión, o por otros motivos, son fenómenos de similar naturaleza.

Basta leer algunas pocas líneas de lo que escribía, en octubre de 1945, Aurelio Narvaja, el primero en usar la palabra "peronismo", según el gran Jorge Abelardo Ramos: "La misma masa popular que antes gritaba '¡Viva Yrigoyen!', grita ahora '¡Viva Perón!'. Así como en el pasado se intentó explicar el éxito del yrigoyenismo aludiendo a la demagogia que atraía a la chusma, a las turbas pagadas, a la canallada de los bajos fondos…así tratan ahora la gran prensa burguesa y sus aliados menores, los periódicos socialistas y stalinistas, de explicar los acontecimientos del 17 y 18 en iguales o parecidos términos. Con una variante: comparan la huelga a favor de Perón con las movilizaciones de Hitler y Mussolini. Identificar el nacionalismo de un país semicolonial con el de un país imperialista es una verdadera proeza teórica que no merece siquiera ser tratada seriamente".

¿Algo de lo que acaba de leer le parece familiar?

22 de abril de 2012

Misiones: el dilema real



La Gran Misión Vivienda Venezuela (¡cómo les duele!) según el inteligentisisisísimo "humor" antichavista...


"¿Cuál es el dilema que enfrentamos? De acuerdo con los estudios de opinión pública, si la gente cree que vamos a quitar las misiones, corremos el riesgo de perder una cantidad muy importante de votantes".

Tal es una de las premisas de las que parte el equipo de campaña del gobernador Capriles para proponer una Ley de Misiones. La ecuación es extremadamente sencilla: la "gente cree" que Capriles quitará las Misiones porque la gente sabe que va a hacerlo. Como la gente lo sabe, hay que hacerle creer que Capriles no quitará las Misiones. Y hay que hacérselo creer (y esto es lo fundamental del asunto), no porque nos interese el bienestar de la gente, sino porque "corremos el riesgo de perder una cantidad muy importante de votantes".

No se trata de gente. Se trata de votantes. La gente sabe. Pero hay que convencerla de que eso que sabe, no es cierto. Es decir, hay que tratarla como idiota, para que vote por nosotros. Tal es el razonamiento de los "genios" que acompañan al gobernador Capriles.

En sí, la propuesta legislativa ni siquiera es digna de tomarse en serio, tan evidente en su carácter demagógico y politiquero.

Lo que produce coraje es ese menosprecio permanente por nuestro pueblo. De hecho, este desprecio por lo popular es uno de los signos distintivos de la clase política antichavista. Para ella, y lamentablemente para parte importante de la base social que la acompaña, las Misiones encarnan la ignorancia, la sumisión, la mediocridad, la pereza. Según este imaginario, las Misiones serían cosa de vagos y mendicantes, de malandros y pedigüeños. Así han visto siempre al pueblo pobre, excluido y explotado, y así siempre lo verán.

Por eso es imposible que prospere una idea tan ridícula como descabellada: que un representante de la burguesía mantendrá las Misiones. Primero pasará un camello por el ojo de una aguja. Ese es el dilema real.

Otra de las "premisas" del documento, aquella según la cual las Misiones fueron concebidas como un mecanismo de "chantaje político" ("primero muestra tu adhesión política y luego te doy acceso a algunos beneficios sociales"), es expresión del mismo menosprecio. Lo que subyace es la invisibilización del pueblo chavista como sujeto y protagonista de la revolución; se le reduce a masa manipulada y chantajeada.

Claro está, en sus discursos, a los representantes de la oposición se les escapa un detalle, y esta deliberada falta no deja de ser ominosa: las primeras Misiones surgieron en un contexto muy específico y perseguían un objetivo muy concreto: fueron creadas luego del paro-sabotaje petrolero y tuvieron como propósito superar sus calamitosas consecuencias.

Entonces, el país perdió miles de millones de dólares, quedando prácticamente en la ruina. ¿Cuántos miles de millones de dólares no sacó del país la misma burguesía que hoy habla de Misiones? Por eso, en la exposición de motivos de su propuesta de Ley, cuando se refiere a los niveles de pobreza, dice: "Desde el año 2007…".

Porque el pasado no existió. Y los ricos entrarán al reino de los cielos.

18 de abril de 2012

En tiempos de campaña

No estoy en lo absoluto de acuerdo con quienes plantean que en tiempos de campaña no sólo hay cerrar filas, sino cerrar la boca. No sólo porque si así fuera, entonces tendríamos que estar callados todo el tiempo; fundamentalmente, porque una premisa tal contradice toda idea de radicalización democrática.

Algo semejante sólo puede salir de la gran bocota de los censuradores, que en el campo de la izquierda, e históricamente, a menudo han estado encarnados en esos personajes que realmente se creen el cuento de que ellos poseen una verdad inaccesible para el común de la gente, y que esa verdad debe ser impuesta por la fuerza de ser necesario.

No por casualidad, exactamente los mismos personajes suelen concebir las elecciones como una circunstancia en la que todo vale, incluso las peores prácticas políticas. De la verdad que sólo ellos conocen se derivan propósitos, y en tanto que la política, incluso la revolucionaria, consiste en lidiar con un universo de ignorantes, habrá que hacer lo que sea necesario para el cumplimiento de tales propósitos.

No es mi intención idealizar el ejercicio de la política y plantear que la política revolucionaria es un asunto que compete a seres de otro mundo. La pragmática no sólo es indispensable, sino deseable. Pero es preciso ponerle límites.

¿Cerrar la boca? De ninguna manera. Pero tampoco confundir la beligerancia, la crítica y la interpelación con peleas de egos, incluyendo muchas de las que se cazan con personajes de la oposición. Mucho menos hacerlas pasar por las discusiones centrales de la revolución. De esto estamos verdaderamente hartos.

Cuánto de simple y vulgar egolatría no hay en nuestra dificultad para construir colectivamente. Cuánto de estridencia, de pose, de ansias de figurar, de pescueceo. ¿Ustedes creen que nadie se da cuenta?

Algún día tendrá que escribirse en extenso sobre los "camaradas" que optaron por no hablar más como la gente ordinaria, se pusieron un disfraz, y adoptaron esa jerga pavosa e indescifrable plagada de consignas y clichés, que a nadie dice nada.

Mientras tanto, estamos en campaña. Y en lugar de callarse la boca, hay que afinar la voz y aguzar los sentidos. Hay que comenzar por escuchar el rumor popular, de ese gigante que habla claro y no cree es en nadie.

Para eso debe servir la campaña electoral: para intensificar el trabajo que tendríamos que hacer en todo momento, que es crear las condiciones para el autogobierno popular, derribando obstáculos y corrigiendo entuertos. Insisto, construyendo colectivamente, asumiendo que el protagonismo, ese principio insustituible de la revolución, también es ejercicio colectivo, y no cuestión de egos.

11 de abril de 2012

Nunca sentimos odio

11 de abril de 2012. Por: Enrique Hernández


El 11 de abril de 2002, la rebelión popular que barrió con la brevísima dictadura dos días después, los helicópteros aproximándose a Miraflores la madrugada del domingo 14, son de ese tipo de historias que definen una vida, y que parecen hechas para ser contadas a los hijos. En mi caso, a Sandra Mikele, para que no olvide cuánto nos ha costado lo que hoy tenemos.

Recién ayer hablábamos de la historia: de la importancia de conocerla, para saber qué tierra pisamos, qué cúmulo de circunstancias nos han traído hasta aquí, quiénes han peleado antes que nosotros.


Gracias al trabajo de mi amigo Enrique Hernández, hoy puedo mostrarle el testimonio gráfico de la participación de su padre en aquellas jornadas. Convencido de la inutilidad de adoptar el tono severo y austero de libro de ciencias, intento hablarle de aquello como si se tratara de una historia de aventuras. Nada como un libro de aventuras con ilustraciones. Por eso, en el momento adecuado, apelo a la fotografía. 

Pero la memoria me traiciona. La circunstancia no alcanza para relatarle aquellos hechos en un tono que pudiera malinterpretarse como frívolo. La fotografía en cuestión retrata un momento muy temprano de la contienda, cuando la marcha antichavista arribaba al centro de Caracas, y una avanzada intentaba llegar hasta Miraflores, flanqueándolo por el Viaducto Nueva República.

Allí aparezco al lado de mi amigo Ociel López, justo sobre el hombro derecho del hombre en primer plano, con franela negra del Che y boina roja. Estuvimos juntos casi todo el tiempo, durante horas y hasta el anochecer, cuando decidimos marcharnos a nuestras casas, exhaustos. El gobierno ya estaba caído y no lo sabíamos. Pero todavía faltaba mucho trecho por recorrer.

Recuerdo claramente la llamada de Moisés, al día siguiente, muy temprano por la mañana, cuando salía de mi casa rumbo al trabajo. Me hablaba de protestas en numerosos barrios de Caracas durante la madrugada y me aseguraba que el comandante no había renunciado. Recuerdo la tristeza de los amigos, la llamada de mi padre, solidario, sacando fuerzas para explicarme que la vida seguía, que debía pensar en mi familia, en mi hija, de poco más de un año.

Luego, el sábado 13, desde el mediodía instalado frente a Fuerte Tiuna, a donde llegamos en el viejo Mercedes Benz de mi primo Jorge. La incertidumbre, los mensajes por teléfono, radio bemba. Pequeños grupos se formaban para escuchar las pocas noticias que transmitían por la radio. Fe y Alegría diciendo la verdad. Por allí se apareció Iris Varela, y desde entonces le guardo un gran respeto. Carmona renunciando y un estallido de abrazos. Algún recóndito impulso nos indicaba que debíamos permanecer allí, y así lo hicimos, hasta la medianoche, cuando nos dirigimos a Miraflores a esperar al comandante. Antes, hicimos parada en Plaza Venezuela, y llamé a mi esposa desde un teléfono público. Lo habíamos logrado. Los habíamos barrido. Algo jamás hecho. Aquello era una gigantesca fiesta colectiva. Los helicópteros aproximándose a Palacio, una alegría infinita, la experiencia de alegría infinita más genuina y más hermosa que he vivido en toda mi vida.

Porque nunca, hija mía, nunca, en ningún momento, y te hablo con toda propiedad, porque tu padre estuvo allí, nunca sentimos odio. Y eso es algo que no podrán arrebatarnos.

10 de abril de 2012

Guillén: ¿cuántas veces vas a pedir perdón?



Qué tristeza me da Oswaldo Guillén. No por lo que dijo. Que diga lo que quiera. De Fidel. De Nicaragua. De Perú. Que reniegue de Chávez. Lo ha hecho antes, sin consecuencia alguna. Está en su derecho. Lo triste es cómo y ante quiénes se humilla esta vez. ¿Cuántas veces tiene que pedir perdón? Lo hizo en Cincinnati, luego en Filadelfia. Lo hizo una y otra vez durante la rueda de prensa de hoy en Miami (¿alguien habrá llevado la cuenta?). Lo hizo "con el corazón en la mano", lo hizo "de rodillas". Seguramente volverá a hacerlo mañana. Lo hará en Washington. En Nueva York. ¿Cuántas veces vas a pedir perdón? ¿Dónde quedó aquello de la primera enmienda? ¿Estás al tanto de los muchos que hoy te dan la espalda, no por lo que dijiste, sino por pensar distinto a ellos? ¿Estás al tanto de que te censuran? ¿Estás al tanto de que, muy gustosos, hacen leña del árbol caído? Los mismos que mañana te mirarán complacidos, porque eres uno de "ellos". Los mismos que te alabarán porque "rectificar es de sabios". Los mismos que te consideran un idiota que sólo debe opinar de beisbol. ¿Sientes que has traicionado a los latinoamericanos? No me incluyas en tu cuenta. Decepcionado, sí, pero porque ante una jauría de intolerantes bajaste la cabeza; porque ante el odio infinito de quienes toda su vida han hecho política movidos por el deseo de venganza, perdiste el sueño. Que nadie lo dude: the land of the free también tiene sus "procesos", sus "autocríticas", sus "confesiones", al mejor estilo estalinista (es que hay gente que sólo entiende y habla de analogías históricas). Porque los extremos se tocan, todo el mundo lo sabe, y el anti-comunismo nauseabundo que impera en Miami es uno de esos extremos. Allí has ido a parar, Guillén. Muchas veces estuve en desacuerdo con tus opiniones, pero siempre te respeté, porque te consideraba un tipo que decía lo que pensaba. Pero ahora te han exigido que cierres la boca, y vaya que la has cerrado. ¿Alguna vez te mandó a callar el "régimen" venezolano? Pero es aquí donde vivimos en "dictadura", ¿no es cierto? Y me llena de coraje que tal cosa haya sucedido con un venezolano en Estados Unidos, y que ese venezolano lo haya permitido. Me da tristeza tu humillación, Guillén. Me da tristeza.

9 de abril de 2012

Silenciar al pueblo es traicionarlo

Martin Luther King Jr. durante su histórico discurso en la Iglesia de Riverside, Nueva York, el 4 de abril de 1967.


Hace pocos días, el pasado miércoles 4 de abril, se cumplieron cuarenta y cinco años del memorable sermón del Reverendo Martin Luther King Jr. (MLK) en la Iglesia de Riverside, en Nueva York. Exactamente un año después, en 1968, sería asesinado en la ciudad estadounidense de Memphis.

Se trata del valiente y apasionado discurso en el MLK soltó aquella frase: "llega un momento en que el silencio es traición". Denunció con vehemencia la guerra de Vietnam "y el incremento… de tropas en apoyo de gobiernos que eran singularmente corruptos, ineptos y sin apoyo popular. Mientras tanto, la gente leía nuestros panfletos y recibían promesas constantes de paz y democracia, y reforma agraria. Ahora languidecen bajo nuestras bombas y nos consideran… su enemigo real".

Afirmó también: "Durante los últimos diez años hemos visto surgir un patrón de supresión que ahora ha justificado la presencia de 'asesores' militares estadounidenses en Venezuela. La necesidad de mantener la estabilidad social para nuestras inversiones explica la acción contrarrevolucionaria de las fuerzas estadounidenses en Guatemala. Nos dice por qué los helicópteros estadounidenses se están empleando contra la guerrilla en Colombia y por qué el napalm estadounidense y las fuerzas de boinas verdes ya han estado activos contra rebeldes en Perú. Con tal actividad en mente, las palabras de John F. Kennedy regresan para espantarnos. Hace cinco años dijo: 'Quienes hacen imposible la revolución pacífica harán inevitable la revolución violenta'. Cada vez más, por decisión o por accidente, éste es el papel que ha asumido nuestra nación, al rehusar ceder los privilegios y placeres que resultan de las ganancias inmensas de la inversión en el exterior".

Se refirió a la pobreza de espíritu de un Estados Unidos dominado por el "racismo, el materialismo extremo y el militarismo", y planteó la necesidad de "realizar una revolución radical de valores", para construir una sociedad en la que "las máquinas y las computadoras, las ganancias y los derechos de propiedad" no fueran "considerados más importantes que la gente".

Y esto es apenas una pequeñísima muestra de las cosas que planteó MLK aquel día.

Todo lo anterior viene a cuento, además, por las palabras que pronunciara el alcalde Antonio Ledezma el 29 de marzo pasado, con motivo de la juramentación del autodenominado Comando Tricolor Metropolitano.

Dijo Ledezma: "sí tenemos un camino y ese es el que vamos a seguir… teniendo como guía espiritual a Henrique Capriles Radonski, un camino para predicar, un camino para dejar un mensaje, no un camino para sembrar abrojos, sino… donde nosotros podamos irradiar la luz de la esperanza, la vida no es la vida que llevamos hoy, la vida son los sueños, la vida es la esperanza misma, y por eso, así como Martin Luther King empinado dijo viendo a nuevos horizontes que tenía un sueño… aquí en Venezuela está Henrique Capriles Radonski, con su mensaje de esperanza, un mensaje para todos, éste es el camino ancho como el horizonte de Venezuela".

El extracto, por insólito que parezca, es todavía "modesto". Porque Ledezma no se limitó a equiparar al gobernador Capriles con un hombre de la talla de MLK. Además, lo comparó con Winston Churchill, con Mahatma Gandhi… ¡con la Madre Teresa de Calcuta!

Este empeño de la clase política antichavista por reclamar la herencia de líderes, estadistas o "guías espirituales", no es nuevo. No se trata simplemente, por cierto, y como puede verse, del intento desesperado y patético que, durante las últimas semanas, ha hecho el gobernador Capriles por parecerse a Chávez y el chavismo.

En el caso concreto de MLK, una organización ultra-neoliberal, el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad, Cedice, con vínculos estrechísimos con la oligarquía, centros académicos privados y la clase política antichavista, tiene un tiempo intentándolo.

Por tomar un ejemplo cualquiera, en la página web de Cedice puede leerse un artículo escrito por un tal Gustavo Coronel, titulado: "Martin Luther King: un sueño para Venezuela". Dice cosas como ésta: si MLK "hubiese sido un venezolano viviendo en la Venezuela de 2011, nos diría... Tengo el sueño que (sic) todos los venezolanos nos convertiremos en ciudadanos, no en pasivos seguidores de falsos profetas".

Es decir, este señor utiliza a MLK, que ha criticado abiertamente el intervencionismo militar estadounidense en Venezuela, la criminal política exterior de su gobierno, su apoyo a dictaduras, el materialismo extremo y el racismo, y lo convierte en un vulgar antichavista, que ni siquiera reconoce la ciudadanía del pueblo chavista. Convierte a un gigante en un enano que se arrastra ante el "gigante de las siete leguas", como diría Martí.

El problema no es, como le gusta repetir al gobernador Capriles, que los chavistas estamos "obsesionados" con el pasado. La clase política que Capriles representa, la que ya nos traicionó permitiendo la injerencia estadounidense, recurre todo el tiempo al pasado, pero falseándolo grotescamente. Porque se juega su destino en la tarea de mostrarse como todo lo contrario de lo que es: qué "guía espiritual" ni qué nada. Aquí lo que está en juego es la construcción de una sociedad donde "las ganancias y los derechos de propiedad" de unos pocos no estén por encima del pueblo. Y eso sólo lo encarna Chávez.

Cuestiones que vale la pena recordar ahora que están por cumplirse diez años del golpe de Estado de abril de 2002, cuando quisieron silenciar la voluntad popular, lo que Capriles y los suyos ni siquiera tienen el coraje de reconocer. Contra los traidores, y como lo hiciera MLK aquel 4 de abril de 1967, el pueblo venezolano habló. Y mientras haya revolución, tendrán que seguir escuchándonos.

4 de abril de 2012

A ustedes, que hacen la diferencia

Por razones que no vienen al caso, durante los últimos días he tenido la oportunidad de escuchar los relatos de varios trabajadores y trabajadoras de distintos lugares del país, involucrados directamente en la organización de unos cuantos de los más de trescientos puntos de distribución de la Feria Socialista del Pescado, que inició el 15 de marzo pasado y concluyó este miércoles 4 de abril, con éxito indiscutible. 

Sin mayores aspavientos, sin animosidad alguna, sin adoptar tono lastimero o actitud autocompasiva, me contaron de la montaña de dificultades que tienen que sortear cotidianamente para llevar a buen término sus respectivas tareas. Algunos obstáculos de rutina, trámites burocráticos insalvables, ninguna sorpresa. Pero no me refiero a estos. Me refiero a aquellos problemas que trascienden los límites de la simple y pura "gestión", y se adentran en ese territorio virgen donde lo que hay es política pura y dura, eso que tanto enunciamos como política revolucionaria, transformadora, pero a veces, y a muchos, nos cuesta verla expresada en la práctica.

Más allá de la vileza de los tramposos, de quienes optan por inflar las cifras y crear "potes de humo", de quienes siempre están pendientes de obtener una tajada o de procurarse el beneficio personal a costa del trabajo ajeno; más allá de quienes se pretenden impolutos y se desgañitan contra la "burocracia", pero jamás han barrido un piso; más allá de las miserias, hay un contingente de trabajadores y trabajadoras honestos, consecuentes, en quienes descansa casi todo el peso de la gestión de gobierno, esa que se realiza con conocimiento de causa y no simplemente con voluntad, y que se ejecuta gozosamente, y de manera expresa, con la intención de servir (en el mejor de los sentidos) a nuestro pueblo excluido, humillado y explotado desde que existe como pueblo.

Pero cuando se trabaja de esta forma, es decir, cuando se asume que no hay gestión sin política transformadora, cuando se entiende que nosotros no vinimos a gestionar las instituciones del Estado, sino a hacer una revolución, hay que vérselas mil y otras mil veces con quienes no lo han entendido ni lo harán jamás.

Sucede, por citar un par de ejemplos, que hay que batirse contra las mafias del pescado y contra los funcionarios aliados con las mafias; lidiar con gobernadores que organizan ferias paralelas y a precios de mercado, y que sólo se aparecen para tomarse la foto; con alcaldes que hacen acto de presencia y, delante de todos, pretenden que se le dé trato preferencial a su séquito.

Pero al preguntarles si éstas (y muchas otras) son circunstancias que se reportan o se discuten o se evalúan en alguna instancia, me respondieron negativamente. Me preocupó esta suerte de cultura de silencio abnegado que puede rayar en el voluntarismo, lo que es grave, porque éste casi siempre da paso al abatimiento, a la impotencia, cuando las circunstancias adversas pueden más.

Y ésta, nuestra gente trabajadora y honesta, esa que hace la diferencia, es un bien muy preciado que tenemos que cuidar. Alentar. Acompañar. Por eso me propuse escribirles algunas líneas, para expresarles mi admiración, sí, pero fundamentalmente para recordarles que en una revolución, hacer escuchar nuestra voz es una obligación, no una opción. Con inteligencia, por supuesto. Pero hay que hacerlo.