30 de marzo de 2012

Cuando faltan los escrúpulos y sobra la soberbia





Todas las caricaturas son de Rayma, y fueron publicadas en El Universal los días 7, 13, 20 y 26 de marzo, de arriba abajo. El mensaje es perfectamente coherente: los chavistas (representados por el militante del PSUV y por los "grupos violentos", en las dos primeras imágenes) encarnamos, pues, la violencia. Simple, claro, directo, sin rodeos. La misma violencia que asesina a los venezolanos de la tercera imagen (nótese la estrella roja en el centro de la diana). Luego, ¿quiénes son los que dicen que "la delincuencia no existe"? Obvio: los chavistas, que son los responsables de la violencia. Esto es incitación al odio por motivos políticos, en nombre del derecho a la libertad de expresión.

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Una de las razones que terminó por dar al traste con la vieja clase política, mayoritariamente adeca y copeyana, fue el convencimiento popular sobre su absoluta falta de escrúpulos, su desfachatez, su soberbia.

Falta de escrúpulos porque, llegados a cierto punto, juzgaron innecesario ejercitarse en el examen de conciencia, porque se creyeron más allá del bien y del mal, inalcanzables para el escrutinio popular. Desfachatez, por la manera como ostentaban su riqueza mal habida, su catálogo de vicios. Soberbia porque, como lo diría el filósofo Spinoza, se habituaron a estimar a los demás "en menos de lo justo", a considerarse superiores.

Convertida en oposición, esa misma clase política ha hecho muy poco, y en algunos casos simplemente no ha hecho nada, para tratar de comprender las razones de su derrota. Por regla general, en sus análisis predomina el mismo desprecio por el pueblo que hace mucho le perdió, con razón, todo respeto.

Obnubilada, enceguecida por la adversidad, se conforma con atribuirle sus desventuras a la trampa, al engaño, al accidente. Según ella, su adversario, el chavismo, nunca triunfa en buena lid. Porque no es capaz, porque carece de atributos para lograrlo. Sólo la vieja clase política es capaz, aunque la realidad se encargue de desmentir esta premisa todos los días, aunque los hechos nos confirmen, a cada paso, su impotencia.

Este pathos, esta radical imposibilidad para reconocer que su destino ha sido exactamente el que se merece, para admitir sus graves errores, para asumir, en fin, su responsabilidad, ha sido heredada por el grueso de su base social que, si bien evita identificarse abiertamente con una clase política que califica como impresentable, ha hecho suya la práctica de delegar siempre en otro la responsabilidad de todo cuanto acontezca, en particular si se trata de hechos repudiables, condenables.

No importa cuántas veces se atente contra la democracia, ni todo el odio vertido contra el pueblo chavista: para el antichavista promedio el responsable siempre será otro, y casi siempre un señor de apellido Chávez. El principio y el final, eso es Chávez. Sobre todo un final que no llega, pero que se anhela con fervor.

Ya lo decía el mismo Spinoza, sobre el soberbio: que es "necesariamente envidioso", porque así como menosprecia a quienes considera inferiores, experimenta "un odio mayor a quienes más son alabados a causa de sus virtudes… y sólo se deleita con la presencia de los que siguen la corriente a su impotente ánimo".

Esta misma impotencia de ánimo, la misma y característica desfachatez, pero fundamentalmente su falta de escrúpulos, es lo que vuelve a exhibir la oposición cuando, una vez más (y ya son incontables), pretende hacer la peor de las politiquerías usando como pretexto el espinoso y delicado asunto de la criminalidad. Un ejercicio de politiquería que hace mucho superó los límites de lo tolerable.

¿Por qué? Porque en materia de seguridad ciudadana, entre muchas otras, a la clase política antichavista no le calza el mote de "oposición". Porque ella ejerce funciones de gobierno en algunos de los estados más importantes del país y controla centenares de alcaldías; porque la mayoría de esos estados (Miranda, Zulia, Carabobo, Táchira…) puntean en la tabla que registra la incidencia delictiva a escala nacional.

Por tanto, ella es absolutamente corresponsable de la situación. Por si no bastara con lo anterior, está comprometida hasta los tuétanos con la podredumbre y corrupción históricas de los cuerpos policiales. Más grave aún, del campo antichavista no ha surgido una sola propuesta, tan solo una, que ofrezca pistas para enfrentar el problema en el marco del respeto a los derechos humanos; es decir, sin ceder al chantaje de los discursos que criminalizan la pobreza y postulan el "plomo al hampa" como fórmula mágica.

Es muy fácil escurrir el bulto, asumirse como "oposición" y gritar histéricamente que el problema es justamente que Chávez no reconoce siquiera el problema, que lo despacha como una "invención" de los medios. Pero el problema, obviamente, no sólo existe, sino que es grave. Al contrario, lo intolerable consiste en "inventar" un país en el que la clase política antichavista, sobre todo quienes ejercen funciones de gobierno, no son responsables de absolutamente nada.

28 de marzo de 2012

¿Irreversible?

István Mészáros


¿Puede ser irreversible el socialismo? Me preocupan las consecuencias derivadas del hecho de formular esta pregunta, tanto como sus variantes, justo en estos momentos. Me preocupan los efectos políticos que esta circunstancia pueda producir.

He escuchado bien, con detalle: sé que el comandante Chávez ha reflexionado sobre la necesidad de crear las condiciones que hagan posible la "irreversibilidad" del socialismo. Lo había hecho en enero de este mismo año, de manera que no es novedad. Pero ha vuelto a hacerlo recientemente, en días sucesivos.

La pregunta, en sí, implicaría varias cosas, entre muchas otras: que el socialismo todavía no es, de hecho, irreversible, lo que significa un sano reconocimiento de lo evidente; que es necesario afinar los instrumentos que nos permitan evaluar qué ha impedido que así sea; que las líneas estratégicas del plan de gobierno 2013-2019 estarán orientadas a la consecución de tal logro. Siempre, por qué no, dejando margen a la duda: ¿y si concluyéramos, simplemente, que no existe tal cosa como la "irreversibilidad" del socialismo?

Pero hay implicaciones más apremiantes: ¿de qué hablamos cuando decimos socialismo? ¿Existe real disposición para inventariar los garrafales errores del "socialismo realmente inexistente", como diría Bensaïd, y entonces comprometernos en un esfuerzo colectivo dirigido a no repetirlos? ¿Qué define a una práctica como socialista?

Una pregunta de orden táctico, lo que la hace no sólo necesaria, sino obligatoria: ¿cómo aterrizar estas reflexiones sobre el tal carácter irreversible del socialismo, y vincularlas con las tareas cotidianas de orden electoral, entendiendo lo electoral no como una suerte de concesión liberaloide y pequeño burguesa que hacemos "mientras tanto", sino como un episodio fundamental, que debe servirnos para seguir construyendo hegemonía popular y democrática?

Otra pregunta, esta vez de orden teórico: ¿estamos dispuestos a encarar lo que repite una y otra vez István Mészáros en Más allá del capital, a saber: que no es posible convertir al proyecto socialista en una "realidad irreversible" si no acometemos el "debilitamiento gradual" del Estado?

Lejos de mostrar alguna voluntad para encarar una advertencia de tal naturaleza, lejos de mostrar arrestos para evaluar las implicaciones antes dichas, sigue predominando en el chavismo oficial una irrefrenable tendencia a considerar que la partida está ganada, que la tal "irreversibilidad" del socialismo es ya un hecho, y que ésta vendría a sumarse a la "irreversibilidad" de las tendencias que señalan las encuestas.

En estos momentos, no hay peor consejero que el exceso de confianza. Hay que volver sobre la conseja popular: seguro mató a confianza.

21 de marzo de 2012

El crimen sería nuestra complicidad



Diario Últimas Noticias, portada del jueves 15 de marzo de 2012

Aquí se está tramando algo. No es simplemente Ecarri y su bufa declaración: "Cuando usted la da al inodoro en Maracay, eso se sale en un grifo de la ciudad de Caracas". Esto va más allá del asunto puntual del agua potable y de lo que sale cuando personajes como estos deciden darle a la boca.

Los hechos se van encadenando: primero fue la histeria desatada por la "ola de invasiones" en el municipio Sucre. Entonces, voceros del Movimiento de Pobladores lo advirtieron, fuerte y claro: la oposición está buscando "escenarios donde el gobierno aparezca como represor de los sectores populares, para ganar base popular para su candidato".

Luego fue Cotiza y el infame editorial de El Nacional: "Que la revolución recurra a matones y a bandas de barrios para acallar las protestas nos dice mucho de la bajeza moral en la que se está hundiendo el chavismo". Días después, la gente de La Piedrita se enfrenta con la "narcohampa" y de nuevo el pánico. ¿Adivinen quién asomó sus narices? El improbable tribuno del 23 de Enero, Antonio Ecarri, quien corrió a denunciar: "Es increíble que estas cosas pasen en la cara de la Fuerza Armada".

Más recientemente, Últimas Noticias publica una suerte de reportaje en cinco partes, en cinco días sucesivos (del 14 al 18 de marzo), en el que, con base en supuestas informaciones "oficiales", no sólo "revela" el secreto de los "boliches" asentados en estados fronterizos con Colombia, sino que sobre todo, lo que resulta más grave, incrimina a la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora, y específicamente al compañero Orlando Zambrano, diputado revolucionario por el estado Apure, quien termina retratado como cómplice de secuestros, extorsiones y asesinatos.

¿Intentó el diario conocer la opinión de Zambrano, antes de publicar "información" que pudiera poner en peligro incluso su vida? La pregunta es necia, porque la respuesta es obvia, lamentablemente. Lo dice la Bolívar y Zamora en un comunicado: "Sin comprobaciones, sin derecho a la defensa, sin contrastación,se impone una verdad y desde allí se presiona".

Este miércoles 21 de marzo, vaya qué casualidad, el gobernador Capriles, de visita en Táchira, declara: "Ustedes saben la complicidad que hay por parte del gobierno central con los grupos irregulares que hacen y deshacen en esta tierra".

El mensaje es claro como el agua: el chavismo es "criminal" y el gobierno chavista es "cómplice".

No cedamos al chantaje. Para decirlo con Jean Pierre Faye, no seamos cómplices de esa "máquina de producir" criminales que es el discurso opositor, y que intenta hacer "aceptable" cualquier medida de fuerza contra los "violentos". Algo traman. El linchamiento moral de hoy es el mismo de ayer y será el linchamiento, a secas, de mañana. Mi solidaridad con el camarada Orlando Zambrano.

19 de marzo de 2012

"Aún convaleciente, Hugo Chávez es quien marca el ritmo de la campaña" (entrevista en El Tiempo, 18 de marzo de 2012)

(Entrevista realizada por Igor Molina, y publicada el domingo 18 de marzo de 2012 en el diario El Tiempo de Puerto La Cruz.

Salud).

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Nariz tupida

- Rafael Poleo tiene muchas esperanzas en 2012...
-Comenzar tus preguntas citando a Rafael Poleo es casi una provocación...

- Rafael Poleo, como le decía, tiene muchas esperanzas en el 2012. El controversial editor cree que en Venezuela se respira "el grato aroma de un cambio político". Escribió que "este grato aroma llena la atmósfera. Los constructores se apresuran a comprar terrenos y los inversionistas compran papeles venezolanos, los cuales suben en las bolsas del mundo. Será o no será, pero es el aroma de moda". ¿Está en lo cierto?
 - Rafael Poleo tiene atrofiados los sentidos, y en particular el sentido del olfato.

- Pero es un consenso nacional e internacional que la oposición venezolana, en toda su historia de enfrentamiento con el presidente Chávez, jamás había estado con tantas posibilidades de triunfo presidencial -real y no ilusorio- como en 2012.
- Eso es así porque, luego de la victoria electoral del presidente Chávez en el 2006, la oposición venezolana se convence de que tiene que variar su estrategia y dejar de privilegiar un conjunto de tácticas que pueden definirse como confrontacionales y violentas, introduce un giro que implica reconocer su posición de permanente y radical desventaja y, en lugar de pretender desconocer la legalidad y legitimidad del gobierno, pasa a concentrar su estrategia en la crítica de la gestión de gobierno. Eso hace que, por primera vez y casi de manera azarosa, el discurso opositor estableció algún nivel de afinidad con las demandas y esperanzas populares.

- Entonces esa estrategia, azarosa o no, fue acertada porque ha conducido a la oposición a ser una probable vencedora en los comicios presidenciales próximos.
- Sí. Te diría dos cosas: una, que hay que comenzar por reconocer la eficacia política de ese giro opositor, pero, sobre todo, hay que partir de la premisa de que ese giro se produce por conveniencia y necesidad política. Digamos que la falla de origen de ese giro, lo que aún está por verse, es el verdadero talante democrático de la oposición venezolana.

- Lo que usted anota trae como consecuencia la posible constatación de que la vocación opositora por ganar a toda costa visibilidad en los sectores populares, no es una vocación auténtica sino falsa, urgida por la conveniencia más cruda. ¿Eso explicaría la dificultad evidenciada por Capriles Radonski, a más de un mes de su elección como candidato presidencial opositor, en suscitar algún tipo de entusiasmo entre el pueblo?
- La candidatura de Capriles necesita, por supuesto, establecer algún tipo de vínculo con los sectores populares, pero eso implica entender cómo piensa el pueblo, cuáles son sus aspiraciones, frustraciones, sus motivos de alegría, las ideas y valores que los mueven, y eso es lo que Capriles no sabe. Cuando él decide "dialogar" con los problemas concretos de la población, cuando se niega a perder el tiempo en la diatriba política, acierta. El problema es comprender la naturaleza de los problemas y, sobre todo, encontrarles solución.

- Entonces Capriles la tiene fácil en su camino a la Presidencia, porque en vez de inseguridad, prometerá una Venezuela sin sangre; en vez de familias sin casa, prometerá casas y en vez de vías destrozadas, prometerá un país asfaltado.
- Ya al pueblo venezolano no se le convence con ese discurso. Si se sigue pensando de esa manera en el pueblo venezolano, si se le sigue subestimando, no van a lograr nunca nada. Después de 13 años de revolución bolivariana, al pueblo venezolano no se le promete sino que se le propone cómo resolver los problemas y se le garantiza que él va a formar parte de la solución.

- Esta semana el Vicepresidente Jaua expresó algo que a muchos sonó extraño: "Donde llega la oposición hay caos y violencia, rompen la armonía de las comunidades populares". ¿Qué armonía es esa, nutrida de problemas no resueltos?
 - Una cosa son los discursos y otra son los titulares. Te voy a decir lo que me pareció más relevante de ese discurso: el hecho de que le exigiera a los medios de comunicación antichavistas, y a la misma clase política opositora, respeto al pueblo venezolano, que cesen las provocaciones y las humillaciones. Yo concuerdo con el Vicepresidente en que, por ejemplo, el editorial de El Nacional sobre los hechos de Cotiza fue infamante. Allí abundaban términos como "malandros bolivarianos", hablan del "lumpen que compone la base social del chavismo en los barrios". Eso lo considero inaceptable en una democracia.

- ¿Entonces concuerda con José Vicente Rangel cuando afirma que "uno de los factores que actualmente perturba más el funcionamiento de una democracia es el medio de comunicación"?
- Sí. Concuerdo en eso pero no es novedad tal actuación de los medios opositores. Lo novedoso, en todo caso, sería que editoriales como el mencionado ponen en entredicho ese discurso de la unidad nacional, la reconciliación y el entendimiento entre los venezolanos.

- ¿Por qué produce tanta urticaria entre los chavistas los llamados a la reconciliación entre los venezolanos?
- Mira, no estoy de acuerdo con esa idea de que los chavistas estamos en contra de la reconciliación o de la paz. Lo que sucede es que, en el caso de la clase política opositora, aplica perfectamente la frase de "quien no los conozca que los compre". Paz, sí, pero con justicia social. Ellos convirtieron la justicia en un eslogan, pero toda su oferta programática es un gran monumento a las condiciones que hacen posible la exclusión social y, por tanto, la injusticia.

- La agencia española EFE analiza que la recaída del Presidente en el cáncer condicionará la forma en que el mandatario hará campaña. Vislumbra un Chávez con mayor presencia en medios de comunicación y menor en la calle, muy arropado por su equipo de gobierno y de partido. Este tipo de campaña, novedosa para Chávez y el chavismo, ¿no lo pone en condiciones desventajosas con un lozano Capriles Radonski en la calle? ¿Quién votaría por un enfermo?
- El punto es que la mayoría del pueblo venezolano va a votar por un candidato que venció el cáncer dos veces en menos de un año. Alguien que es capaz de hacer algo así no es derrotable por un candidato como Capriles. Se entiende perfectamente que el equipo de campaña de Capriles intente proyectar la imagen de un candidato sano y joven, pero esto no es un concurso de belleza. Aquí lo que está en juego es el destino del país. Durante los días en que el presidente Chávez estuvo ausente, quedó en evidencia que el que marca el ritmo de la campaña es Chávez. Entonces, estamos hablando de un convaleciente que, sin embargo, marca el ritmo. Si eso no habla de su fortaleza en lugar de su debilidad, no sé qué cosa podría hablar de su fortaleza.

Con cabeza propia

El sociólogo Reinaldo Iturriza aspira a ver las dos caras de la moneda en el muy controversial tema de la formación de un liderazgo emergente, capaz de continuar la revolución bolivariana aún sin la presencia del máximo líder, Hugo Chávez.

"Se dice mucho que él frustra permanentemente la creación de condiciones para la emergencia de un liderazgo colectivo. Con todo lo que esa afirmación puede tener de cierta, por el estilo y carácter del presidente Chávez, se corre el riesgo de incurrir exactamente en lo que se critica, que es decir que todo depende absolutamente de la voluntad del Presidente. Eso es absolutamente falso. Aquí todo el mundo tiene que preguntarse qué hace cada uno para construir esa dirección colectiva", expone.

Y remata: "Éste es un Presidente que se ha cansado de estimular la participación y de decir que, antes de pensar en cualquier otra cosa, hay que pensar con cabeza propia. Que cada quien asuma su responsabilidad".

16 de marzo de 2012

Los Justin Bieber de la política


Justin Bieber: puro amor...

Cuando estudiaba en la universidad, a mediados de los noventa, me tocó aprender a lidiar con el discurso del "fin de los metarrelatos". Eran unos años en los que estaba de moda decretar la muerte de todo, y la verdad era que el mundo a nuestro alrededor estaba mutando aceleradamente. En Venezuela, aunque no se hablara mucho sobre el tema en las aulas universitarias, nuestra historia recién acababa de partirse en dos, con el 27F de 1989, y muchos presentíamos que, felizmente, estábamos viviendo los últimos estertores de aquella farsa llamada democracia.

Lejos de estar comprometida con la tarea de producir cartas estratégicas para ubicarnos en aquella marejada histórica, la universidad, en tanto institución, apenas y se aventuraba a divagar sobre el "fin del socialismo", aunque debo reconocer que, en lo particular, celebraba el estrépito que producía la caída de los socialismos burocráticos y la desbandada de los dinosaurios izquierdistas. Vitoreaba en silencio algunos atrevimientos "posmo", y mientras tanto me iba a las librerías de Plaza Venezuela a comprar los libros de Marx, por entonces de remate.

Esta larga divagación para dejar testimonio de uno de los saldos más terribles y lamentables de nuestra época: la entronización de la literatura de autoayuda. El discurso era más o menos el siguiente: como había llegado el tiempo del "fin de los metarrelatos" y, por tanto, de las apuestas colectivas, había que apostarlo todo individualmente, "ayudándose a sí mismo".

Para que se entienda: aquello era como que alguien nos dijera hoy que, como la buena música ha muerto, no nos queda más que conformarnos con Justin Bieber. 

Volviendo a mis años en la universidad, era el tiempo en que el chavismo daba sus primeros pasos. Sin embargo, sobre eso no se estudiaba. Si lo nuestro eran las "ciencias", el chavismo era la "doxa", un fenómeno, literalmente, indigno de ser tratado siquiera como "objeto de estudio".

Si nuestro deseo era dejar constancia de la crisis terminal de la vieja partidocracia, la vía aconsejable era realzando la importancia de los "movimientos sociales", de la "sociedad civil" e incluso de las oenegés, por entonces en alza en el mercado del saber. Nada de furores y estridencias, de alaridos, de reclamo histórico, de pasión. Nada de pueblo. Nada de buena música. Debíamos cerrar las ventanas para no escuchar el sonido de la calle. Teníamos que conformarnos con Justin Bieber.

Desde entonces, soy particularmente reacio a las maneras oenegeras, sobre todo a su lenguaje desabrido, anodino, de señora que quiere meterse en política para repartir golpe y porrazo pero sin ensuciarse las manos.

Cómo olvidar, por ejemplo, ese esperpento que fue Luces contra el hampa, a la "sociedad civil" supremacista dispuesta a linchar al chavismo "bárbaro", al buenazo de Elías Santana llamando al golpe de Estado frente a La Carlota, en vivo y en directo.

Esto era parte de lo que veía a mi memoria mientras leía las reseñas entusiastas de la prensa antichavista sobre un tal Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales 2012, celebrado recientemente en la muy combativa y popular Universidad Católica Andrés Bello.

El lenguaje es exactamente el mismo: como se viene el fin del chavismo, organicemos un encuentro, mira, "amplio, plural y participativo", en el que demostremos que "sí es posible que los venezolanos dialoguemos", pero que nos sirva para disparar plomo graneado contra ese liderazgo-político-personalista-y-carismático-con-aspiraciones-continuistas-e-innegables-pretensiones-personalistas y esas políticas-distributivas-populistas-intensas y ese sector-militar-dominado-en-sus-jerarquías-superiores-por-los-seguidores-del-proyecto-político-partidista. Todo lo cual acompañado de vocablos propios de la verborrea oenegera de derechas: "sinergias", "descentralización", "emprendimientos", "capital humano", "igualdad de oportunidades", "federalismo", etc.

Lo curioso de estos tiempos en que, mientras algunos anuncian el fin del chavismo, más intentan parecerse a él. Basta con escuchar las palabras de Ramón Guillermo Aveledo, secretario general de la MUD y jefe del autodenominado Comando Político-Estratégico de la campaña del gobernador Capriles, sobre el referido Encuentro: "Dijo que hay necesariamente que 'ir más allá' de la unión política y eso se hace oyendo constantemente las propuestas de país que circulan por toda la nación", reseñó El Universal. Esto es, un vulgar remedo de lo que planteara el comandante Chávez en ¡octubre de 2010!, refiriéndose al Gran Polo Patriótico: "más allá de los partidos hay un país social que no milita y no tenemos por qué aspirar a que milite en ningún partido y es una masa muy grande... la solución va más allá de los partidos, pasa por los partidos, pero no puede quedarse en los partidos".

De manera que la tal reunión de "organizaciones sociales" vendría a ser el equivalente del Gran Polo Patriótico. Mejor dicho, lo que prevalecería después de que el chavismo hubiera muerto. Como los libritos de autoayuda. Díganme si no merecen el título de los Justin Bieber de la política.

14 de marzo de 2012

Contra las “polémicas” (y en favor de la unidad)


Hay cuestiones básicas...

Por fortuna, ciertas "polémicas" que "estremecen" recientemente al chavismo están infinitamente lejos de expresar lo que podría denominarse el estado de ánimo actual del campo popular y revolucionario. De hecho, podría decirse de ellas todo lo contrario: que constituyen lo más parecido al anticlímax, uno que llega al extremo de la parodia.

Lo que parodian es la "crítica", la "irreverencia", y es por eso que el fulano "estremecimiento" apenas es capaz de simular el que produciría una minúscula piedra en un vaso de agua.

No me referiré a ninguna de ellas con detalle, ni falta que hace. Muchas manos ponen el caldo morado. Casi siempre, en medio del griterío, lo mejor es hacerse a un lado y guardar silencio. Pero a veces no basta con el silencio, y hay que decir como Bartleby, el escribiente: "Preferiría no hacerlo".

Algunos parecen haber olvidado que las pantallas de televisión, las páginas de los periódicos, los programas radiales son, además de una responsabilidad, una oportunidad, no un privilegio. Que esos espacios no son para la política boba y mentecata que tanto hastío produce, mucho menos para dirimir rencillas personales que a nadie, léase bien, a nadie le interesan, salvo a un pequeñísimo grupo de chismosos.

En lugar de pontificar y de "enseñarnos" lo obvio, en lugar de hablar y hablar de "disciplina", practíquenla y agarren calle, prediquen con el ejemplo si es que se creen con la autoridad suficiente como para convertirse en predicadores, vénganse con nosotros que no estamos perdiendo el tiempo y, por supuesto que sí, lo que estamos es encampañaos. Sacúdanse el polvo, las telarañas, hagan un poco de calistenia y agarren calle.

Unidad, unidad, unidad. Es cierto que unidos seremos invencibles. Pero comiencen por no separarse del pueblo. Dejen de simular que lo de ustedes es un histórico juego de ajedrez, que están transados en una partida Kárpov- Kaspárov, o más bien Spassky contra Fischer. Qué táctica ni qué táctica, si ustedes son la clausura de la razón estratégica. Agarren una bola criolla e intenten arrimar una pal mingo.

Vengan y vean cómo estamos construyendo el Gran Polo Patriótico desde abajo, sin escándalos, sin grandes aspavientos, sin alardes. ¿Ustedes recuerdan aquella línea del comandante: hagamos política revolucionaria más allá de los partidos? Pues en esa andamos.

Mientras tanto, el antichavismo, esto es, los que militan en la "unidad democrática", intentando desesperadamente parecerse a nosotros. Así va la política nacional, por si no se han dado cuenta. Siendo así las cosas, mal pueden pretender dictarnos lecciones de nada para que dejemos de actuar como nosotros. Mal haríamos si comenzamos a actuar como ustedes. 

7 de marzo de 2012

El “chavismo en los barrios”: parecerse a él o caerle a plomo en el intento


La conquista del Oeste. La historia es vieja: se trata de convertir en épica un hecho que no tiene nada de glorioso.

Aquí vamos de nuevo: "escuadras de malandros bolivarianos", el "lumpen que compone la base fundamental del chavismo en los barrios", "matones", "bandas de barrios". Un poco de referencias al nazismo por aquí, otro poco de mafia siciliana por acá, y más allá, la "gente pacífica, honesta y trabajadora" que está del "lado de la oposición".

Se trata del editorial de El Nacional de este lunes 5 de marzo, un día después de que el gobernador Capriles, ese "líder joven" que "recorre los barrios populares y lleva un mensaje de revisar y terminar con tanta corrupción", realizara una cordial visita a Cotiza, con el saldo de… pase lo que pase, el antichavismo nunca habrá roto un plato.

A estas alturas, necesario es decirlo, mal haríamos reaccionando con sorpresa e incluso con indignación frente a semejante pieza de propaganda, por más vileza que destile, por más odio, asco o desprecio por el "chavismo en los barrios" que exprese.

No hay absolutamente nada nuevo en ese lenguaje. Su brutalidad no traduce otra cosa que la intención expresa de brutalizar al chavismo, de criminalizarlo. Su bajeza no retrata el verdadero rostro del chavismo, sino las ínfulas de superioridad de las elites de todo tiempo y lugar,  pero sobre todo la ira que se apodera de ellas cuando el pueblo ha logrado abatir su arrogancia.

Un lenguaje tal es índice de la debilidad de quien lo porta, y por tanto de nuestra fortaleza. De cierta forma, es el vehículo de un singular homenaje, al menos de esos que rinden quienes profesan una admiración inconfesable por aquello que vilipendian públicamente.

Sin embargo, por más que lo deseen los editorialistas de El Nacional o el equipo de campaña del gobernador Capriles, por más que quieran parecerse, confundirse, colearse, mimetizarse, ustedes no son como nosotros.

Tal es la falla de origen de la campaña del gobernador Capriles, y es quizá el único dato realmente novedoso que aporta el episodio en Cotiza: una cosa es pretender usurpar, de la manera más deliberada, las ideas-fuerzas del chavismo, y otra muy distinta actuar como él, por más dotes histriónicas del aspirante a Presidente. Una cosa es mirarse al espejo y engañarse a uno mismo, y otra cosa es salir a la calle, entrar al barrio y engañar a todo un país.


Ahora, en Cotiza, han pretendido reeditar la "Conquista del Oeste" que ya intentó Acción Democrática el 24 de mayo de 2003, en Catia, con saldo de un "malandro bolivariano" asesinado y más de veinte heridos.

El discurso de la "unidad nacional" que preconiza el gobernador Capriles es cada vez más pura escatología. Esa que, parafraseando el infame editorial de El Nacional del 14 de octubre de 2002, es característica de la misma oligarquía de siempre, que trata de parecerse al pueblo chavista, pero no puede.

1 de marzo de 2012

Callar sobre el 27F de 1989


27F de 1989. Así arde el "autobús del progreso" cuando es sólo el de los ricos

El unánime y lapidario silencio de la clase política opositora en torno a los veintitrés años del 27F de 1989 resulta bastante revelador. Normalmente, está claro, no cabría esperar nada de quienes tienen manchadas las manos de sangre: alguna rectificación, un mea culpa.

Sobre todo durante los años más recientes, que les ha tocado estar en desventaja, la norma ha sido, precisamente, el silencio, porque eso es lo que dicta la mala conciencia.

¿Por qué esperar algo distinto de quienes nunca hemos esperado nada? Porque queríamos ver hasta dónde les llegaba la "audacia" política asociada al hecho de pretender adoptar las formas del chavismo, copiarse de su discurso, resignificar sus ideas-fuerza.

Nos imaginábamos, por tanto, y como mínimo, algunas palabras reparadoras, un mensaje de aliento para ese pueblo sobre el que llovió metralla por toneladas, y fue vejado sistemáticamente, y luego fue arrojado, como la basura, en fosas comunes.

Algo, una tibieza, una oferta demagógica, cómo era la cosa, ¿primero justicia? Pero nada. El par de líneas del gobernador Capriles, en las que acusa al gobierno de "celebrar" la fecha "mandando a invadir para generar caos" no pueden tomarse en serio. No cuentan. Demasiada ramplonería antichavista.

¿Qué puede haber detrás de este silencio? Una barrera infranqueable. Un límite. Quizá un mínimo de pudor, quién sabe. Es que nadie, en su sano juicio político, puede llorar por muertos que no son suyos. Nadie, a cuenta de qué, puede disponerse a celebrar victorias que no le corresponden.

El 27F de 1989 es pura hechura de pueblo rebelde, indomable, rebotao, encabritao. En contraste, todo el discurso de las elites estuvo orientado siempre a que ese mismo pueblo sintiera vergüenza de sí mismo, de sus luchas. Por eso lo redujo a saqueador, criminal, malandro, horda, turba. Por eso lo molió a plomo, para que no se le ocurriera hacerlo de nuevo, porque eso no se hace. Por "inmaduro", diría Ítalo del Valle Alliegro. ¿Cómo puede venir ahora a reivindicarlo?

El problema, claro está, es que esa misma elite se ha convencido de que sin el favor de los saqueadores de ayer, sin el apoyo de las hordas y de las turbas, es imposible ganar elecciones. Por eso hablará de "invasores", pero evitará a toda costa hacer lo que hizo ayer, lo que ha hecho mil veces: esta vez, si es posible, no les tocará un pelo. Porque el trabajo sucio tiene que hacerlo el gobierno nacional.

Mientras tanto, sobre el 27F de 1989, ni una palabra. Que se maten entre ellos. Al fin y al cabo, todos forman parte de la misma turba. Entre ellos se entienden, si es que cabe la expresión.