29 de abril de 2010

La obsesión por el voto independiente (II)

Axioma: la encuestología mide la temperatura política del país.

El estudio del Centro Gumilla sobre Valoraciones de la democracia en Venezuela revela que el 42% de los encuestados se autodefine como chavista, el 33% como antichavista y el restante 25% como independiente. Es preciso advertir que tal cuadro no expresa necesariamente la actual correlación de fuerzas: el estudio fue realizado entre septiembre y octubre de 2009.

Resulta curioso, sin embargo, la significativa discrepancia entre los resultados del Centro Gumilla y los que ofrecía en octubre de 2009 esa institución señera de la encuestología que es Datanálisis: según ésta, el 54% de los consultados se autodefinía como independiente, el 21,5% como chavista (o "pro-gobierno") y un 17,4% como antichavista. Pero hay más: en la medición que publica la encuestadora en abril de este año, el 47,1% se habría declarado independiente, el 25,3% opositor y sólo un 22,6% como "pro-gobierno". Esto es, disminución progresiva de los independientes, avance notable del antichavismo, ambas variaciones en desmedro del chavismo que, a pesar de haber aumentado ligeramente, iría a la zaga.

¿Cómo explicarse tamaña discordancia entre las mediciones realizadas por ambas instituciones? Hipótesis: para los encuestólogos, el voto independiente es como el aire que respira, sin él es imposible la vida. La encuestología sólo es capaz de legitimarse como fuente de saber autorizado en la medida en que ofrece luces en medio de la incertidumbre. ¿Qué cosa más incierta que las motivaciones políticas de los independientes, esa masa indiferenciada que no está con unos ni con otros, pero que a pesar de todo acaba inclinándose, la mayor parte de quienes la integran, por una u otra opción, llegado el clímax electoral? En otras palabras, la encuestología vendría a ser la única "ciencia" capaz de medir las fluctuaciones de los independientes en cada coyuntura, por lo que sería preciso recurrir a sus servicios al costo que sea.

Afirmar que la "ciencia" encuestológica es un negocio muy lucrativo no significa que deba ser menospreciada. Antes al contrario, precisamente su condición de "ciencia" le otorga la fuerza suficiente como para producir efectos de poder o, dicho de otra forma, participar de la lucha política como un actor más. No hay que olvidar que, después de todo, el saber que produce está al servicio de una causa noble y democrática como ninguna otra: salir del zambo.

Salir del zambo implica la emergencia de un liderazgo opositor alternativo que sea capaz de sobreponerse al profundo descrédito de la partidocracia: según Datanálisis (abril 2010), a pesar del declive del chavismo, el 21,8% de los encuestados se identifica con el PSUV, mientras que sólo el 17,6% se identifica con los partidos opositores – el 47,9% no se identifica con ningún partido. Entérese, ese líder emergente tiene nombre y apellido: Leopoldo López.

28 de abril de 2010

Malandros: esa cosa innombrable

Este viernes 30 de abril, a partir de las 4 de la tarde, en las instalaciones del Núcleo Endógeno Cultural Tiuna el fuerte, en Longaray, El Valle, se estará llevando a cabo el foro Malandros: identidad, poder y seguridad.

El evento es organizado por el Grupo de Investigación Juventudes Otras, con el apoyo de la misma gente de Tiuna el fuerte, Voces Latentes, Red de la Calle y la Coordinación de Extensión de la escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela.

Para hacerse una idea clara de cuáles son las motivaciones y el enfoque de los organizadores del evento, y para saber, además, quiénes participan, les dejo con el texto redactado por Juventudes Otras.

Salud.

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Malandros: identidad, poder y seguridad.
Desde dónde debatir la juventud, la violencia y la seguridad en las urbes venezolanas.

Los "malandros", des-nombrados, difusos en el abstracto discurso de la seguridad ciudadana, ocupan el primer lugar del debate público nacional. Sus fenotipos, estéticas, prácticas y lenguajes producen acontecimiento, irrumpen el orden que ofrece sensación de calma, de seguridad.

La violencia letal, uno de los factores más determinantes de sus identidades, y la práctica que los coloca en el centro de la mirada de la sociedad civil aterrorizada, no se reduce a mero instrumento para la obtención de bienes materiales. "Sobrevivir" la exclusión que signa sus vidas no sólo se define en términos materiales, sino, y sobre todo, en registros simbólicos e identitarios.

"Ser malandro", entonces, anuncia una subjetividad que complejiza la violencia, haciéndola funcionar como un dispositivo para recabar el honor robado por las implicaciones socio-culturales de la pobreza. De allí que los discursos que encarnan al "malandro" desnuden uno de los campos de relaciones de poder más complejo de nuestras sociedades actuales.

Malandros: identidad, poder y seguridad, a través de un intencionado cruce de narrativas diversas sobre estos jóvenes, pretende adentrarse en la especificidad de las prácticas cotidianas juveniles y sus sentidos dentro de nuestras comunidades populares, resaltando los afectos, alianzas y conflictos que plantean las dinámicas de violencia dentro del barrio urbano contemporáneo. Desde ese plano, buscará generar inquietud y problematizar los enfoques hegemónicos que, simplificando las etiologías sobre el delito y la violencia, patologizan, criminalizan y estigmatizan a estos sujetos, cercando las posibilidades para una compresión más amplia y aguda sobre sí, y por ende las bases para una política más acertada en la materia.

Después de cuatro años de prácticas de investigación e intervención psicosocial sostenida con jóvenes urbanos transgresores de sectores populares, las organizaciones sociales convocantes consideran urgente proponer un espacio de reflexión, interrogación y debate que mire hacia la construcción de un enfoque otro sobre la violencia, la pobreza, los jóvenes y la seguridad en Venezuela, para posicionarse ante la controversial lectura de la violencia en las grandes urbes venezolanas y ante la necesidad de respuestas propias y coherentes al problema de la inseguridad ciudadana.

Su aporte radicará en la puesta en diálogo de diversas voces: las voces que protagonizan este escenario, las voces que se inquietan por significar estas prácticas y estas identidades y las voces de quienes buscan diseñar propuestas oportunas ante las tensiones que conviven en torno a estos mundos juveniles.

Programa.

4:00 pm:

Presentación. Palabras de Juventudes Otras.

4:15 pm:

Jackson Gutiérrez. "Cine Azote, la realidad de la vida".

Olimpo MC: "El verdadero malandro no es azote".

Mireya Lozada: "Cuidado con los malandros: imaginarios y miedos colectivos".

Andrés Antillano: "Violencia, poder y sujeto: hipótesis sobre los cambios en el papel del malandro".

Primer ciclo de preguntas.

6:00 pm:

Receso.

Presentación de piezas audiovisuales elaboradas por las organizaciones convocantes en el marco de los proyectos que desarrollan.

6:10 pm:

Verónica Subillaga: "La violencia en Caracas y los jóvenes: amenazas y alternativas a partir de testimonios".

Jaime Pérez: "El fútbol negociando con la violencia: la experiencia de la Calle 7 de Nuevo Horizonte".

Doris Ponce: "Inventando estrategias de prevención de última generación: Voces Latentes y Tiuna el fuerte".

Antonio González: "Policías y malandros: ideas para una política de seguridad".

Segundo ciclo de preguntas.

8:oo pm:

Cierre.

Agrupaciones musicales:

El Importado, El Astro y Revoluflow MC's. Raperos concientes de La Vega.

18 En Pinta MC's. El Valle.

25 de abril de 2010

Rojo, claveles rojos, violento rojo, triste rojo...

Revolución de los claveles: Portugal, 25 de abril de 1974.

Soldados, pueblo y claveles rojos.

Hoy, cuando se cumplen treinta y seis años de la Revolución de los Claveles, en Portugal, me pregunto si la prensa cómplice de la dictadura de Marcelo Caetano - sucesor de António de Oliveira Salazar - habrá acometido una empresa de falsificación y criminalización de ese símbolo revolucionario que para el pueblo portugués sigue siendo el clavel rojo, similar a la campaña de brutal estigmatización que adelanta la prensa opositora venezolana a propósito del rojo y su asociación con el chavismo.

Las evidencias de esta despiadada práctica de violencia simbólica se consiguen por doquier, son casi omnipresentes. El Nacional, en su edición de hoy domingo 25 de abril, es un buen ejemplo de ello. El cuerpo Ciudadanos abre con una nota dedicada a mostrar los resultados de una "Encuesta de Cultura Ciudadana, realizada por la consultora colombiana Corpovisionarios, aplicada por la encuestadora Datos y auspiciada por la Alcaldía de Chacao".

Según nota de prensa de la Alcaldía de Chacao, sondeos de este tipo han sido realizados en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Ciudad de México y Belo Horizonte: cuatro ciudades colombianas, una brasileña y la capital mexicana, dato que no sorprende, puesto que Corpovisionarios es una empresa dirigida por Antanas Mockus, ex Alcalde de Bogotá, el personaje llamado a disputarle la Presidencia de Colombia al uribista Santos. El estudio "mide percepciones, actitudes y hábitos de ciudadanos mayores de 14 años en diversos ámbitos relevantes... como los sistemas reguladores del comportamiento; movilidad; tolerancia; cultura tributaria; cultura de la legalidad; acuerdos; participación comunitaria; confianza (interpersonal e institucional); y la ley, la moral y la cultura". Está previsto que sus resultados sirvan como base "para futuras aplicaciones de políticas públicas en beneficio de la ciudad". De hecho, según El Nacional, "los resultados de la encuesta serán enviados a todas las alcaldías de la ciudad - "el rol de Chacao como municipio es regalar los resultados de esta encuesta a toda la ciudad de Caracas", dice Emilio Graterón, según la nota de la Alcaldía - y, a través de un convenio con la Universidad Católica Andrés Bello, serán aprovechados para la formulación de programas de cultura ciudadana".

Un dato básico para hacerse una idea de la fiabilidad del estudio en cuestión, la ficha técnica, no es revelada por El Nacional. Sólo sabemos que la muestra la constituyen 2100 caraqueños. De manera que la pregunta elemental: ¿de dónde provienen estos caraqueños?, es imposible respondérsela.

Dudas aparte - o dudas mediante, como se prefiera -, el resultado que arroja una de las preguntas del estudio, "¿A cuáles de estas personas no le gustaría tener como vecinos?", parece un compendio de los sujetos "indeseables" para el habitante promedio del este caraqueño y, por supuesto, para los cerebros que concibieron el estudio. Así, el "drogadicto" es rechazado por el 93% de los consultados, seguido del "alcohólico" (86%), el "narcotraficante" (84%), la "trabajadora sexual" (59%), el "homosexual" (58%), el "invasor" (57%), el "corrupto" (42%) y el "damnificado" (29%). No sé ustedes, pero me quedé con las ganas de saber cuál era el rechazo hacia el sujeto "chavista". Bueno, ni tanto. ¿Acaso no todos los sujetos mencionados anteriormente son asociados, de alguna forma, con la esencia del chavismo?

Llama la atención la manera como Florantonia Singer, la periodista de El Nacional responsable de la nota, traduce los resultados de esta pregunta en particular: "En la encuesta se consulta sobre qué personaje no se desea tener como vecino. Los caraqueños rechazan a drogadictos, alcohólicos, narcotraficantes y trabajadores sexuales. Los invasores - que se han apoderado de cerca de 1.000 propiedades en la ciudad, según cifras de la Asociación de Propietarios de Inmuebles Urbanos - y damnificados son otros indeseables". Es cierto que, a estas alturas, sólo un iluso esperaría que El Nacional consultara el parecer de los "invasores", en lugar de beber exclusivamente de la fuente de la Asociación de Propietarios de Inmuebles Urbanos. Ya nadie se espera que consulte a los Sin Techo, por ejemplo. Sin embargo, no deja de producir cierto escozor la naturalización de categorías como la misma de "invasores", pero sobre todo la de "indeseables", con todo y su carga de menosprecio y discriminación.

Pero es tal vez la ilustración de Mauricio Lemus que acompaña la nota, la que mejor describe esta asociación hasta cierto punto subrepticia entre el sujeto "indeseable" y el chavista - valga la redundancia. ¿Alguna vez en su vida ha visto a cualquier personaje de traje y corbata portando un maletín de color rojo? Mientras que los "invasores", naturalmente, tienen que ser chavistas. De hecho, exhiben sus símbolos (una gorra roja, por ejemplo) con el mayor desparpajo.

Ilustración de Lemus.

Idéntico ejercicio de violencia simbólica perpetra El Nacional en la última página del mismo cuerpo. Una nota escrita por Edgar López, intitulada Violencia física contra las mujeres acarrea hasta 9 años de cárcel, y que recoge la opinión de la jueza Renée Moros, es acompañada de una fotografía de Nelson Castro que muestra a un individuo descamisado, de tez morena, de gorra roja, golpeando cobardemente a un mujer en plena vía pública. La mujer lleva franela roja.

Detalle de la fotografía de Nelson Castro.

El mensaje que transmite El Nacional es claro, no deja margen de dudas: la violencia (física contra las mujeres) es un fenómeno deplorable, asociable a ese sujeto "indeseable" que es el "chavista". Bien cabe la pregunta: ¿acaso la violencia simbólica que practica El Nacional no es tan abominable como la violencia ejercida contra la mujer - esa que testimonia la fotografía de Nelson Castro?

Algo similar hace El Universal, también en su edición de hoy, cuando acompaña un artículo de la campeona de la tristeza, Marta Colomina, con una ilustración de Dumont, que muestra a los que se supone son unos ciudadanos escudándose de unos malignos rayos rojos que simbolizarían las "trapacerías y delirios comunistas". Y si todavía albergara alguna duda sobre la asociación, deliberada o subrepticia, entre sujetos "indeseables" y chavismo, basta con leer la columna de Julio Borges en Últimas Noticias, en la que expresa su pesar por la muerte de Edwin Valero: "A todos nos ha pegado el trágico final del boxeador venezolano y de su esposa". Sigue diciendo que "esa tragedia se ha podido evitar", manifiesta su deseo de que "ese triste caso sirva para reforzar la lucha contra la violencia de género" y termina afirmando que no puede evitar comparar el caso con la situación de Álvarez Paz: "Una frase merece prisión mientras se cierran los ojos a los golpes y a la violencia manifiesta". Por supuesto, el breve comentario va reforzado con una fotografía de Valero en la que sostiene su franela con ambas manos, a la altura del cuello, para mostrar el resabido tatuaje del rostro de Chávez en su pecho, el mismo que la prensa antichavista intentó disimular - cuando no ocultar - durante años, pero que ahora exhibe cual corona de campeón.

Ilustración de Dumont que acompaña el artículo de Marta Colomina. Ciertamente, dispuestas así, las hojas de El Universal parecen una improvisada y casi inofensiva arma para cazar moscas. Pero no: es un arma letal, que persigue la aniquilación - en primer lugar simbólica - de los "comunistas".


En Últimas Noticias, Julio Borges exhibe con orgullo su corona de campeón: el pecho de Edwin Valero.

Esta violencia simbólica se inscribe en una política de las pasiones tristes, como diría Spinoza, que es consustancial al sentido común opositor; política de la tristeza que es, al mismo tiempo y por tanto, radicalmente antidemocrática. Nunca será suficiente todo cuanto se escriba contra esta política de la tristeza que, en primer lugar - y como lo ilustran los ejemplos citados arriba - es una prédica del odio que suscita el resentimiento, la burla, el miedo, la indignación y la venganza contra el chavismo "indeseable"; y en segundo lugar, la culpa de ser chavista: "lo que envenena la vida es el odio, el odio vuelto contra uno mismo, la culpabilidad", escribía Deleuze siguiendo a Spinoza. En general, política de la tristeza porque, según Spinoza, "en la medida en que el alma se entristece, resulta disminuida o reprimida su potencia de entender, esto es, su potencia de obrar".

Si la política como pasión triste es indisociable de las dominaciones de todo cuño - "El esclavo, el tirano y el sacerdote", escribía Deleuze, "el hombre que explota esas pasiones tristes, que las necesita para asentar su poder" y también "el hombre que se entristece con la condición humana y las pasiones del hombre (puede burlarse tanto con indignarse, esta burla misma es una risa mala) -, su exacerbación en tiempos de revolución es explicable, fundamentalmente, como una reacción - literalmente hablando - contra la súbita explosión de pasiones alegres que hace posible el acontecimiento revolucionario. La revolución es la fiesta organizada por los "indeseables" de la historia. Es preciso, por tanto, dedicar un esfuerzo considerable para que los "indeseables" sientan culpa por su participación en una fiesta que de ahora en más habrá de entenderse como un festín intolerable de excentricidades y excesos.

De lo anterior se desprende que la culpa, tanto como el resto de las pasiones tristes, son la medida de la política reaccionaria: por sus pasiones los reconoceréis. Con el añadido de que ellas mismas nos permitirán reconocer el verdadero talante de aquellos que, llamándose "revolucionarios", gobiernan en contra de los "indeseables", alientan la sumisión y la codicia, y ya quisieran suscitar la vergüenza en aquellos que no están dispuestos a ceder en su derecho a expresar ideas propias.

No por casualidad, esta temática de la tristeza recorre parte de la cinematografía sobre la Revolución de los Claveles, según un trabajo de Anabela Dinis Branco de Oliveira: Estado Novo no plateau: luzes, câmara, acçâo. En él, Branco hace referencia a los testimonios que sobre el Portugal previo a la revolución, ofrecen el fotógrafo brasileño, Sebastião Salgado, y su esposa, Lélia Wanick, recogidos en el documental Outro País. Memórias, Sonhos, Ilusões… Portugal 1974-1975 (1999), del también brasileño Sérgio Tréfaut. Escribe Branco: "elogian la luz portuguesa y la belleza de Lisboa, pero subrayan la presencia de una tristeza marcada y distintiva en el rostro de las personas: 'las personas eran muy tristes, eran todos tristes'".

Branco también hace referencia a un célebre cuento infantil escrito en 1993 por el periodista, escritor y poeta portugués Manuel António Pina, O tesouro (El tesoro), en el que denomina al Portugal bajo la dictadura como el "País de las Personas Tristes". A partir de este cuento, escribe Branco, el cineasta portugués João Botelho "interroga la existencia de la memoria" portuguesa, en Se a memória existe (1999), realizado a propósito del veinticinco aniversario del 25 de Abril.

El debate sobre los derroteros que habrá tomado el 25 de Abril portugués es asunto que no concierne a este escrito. Lo que está claro es que, como en el cuento de Pina, hace treinta y seis años los soldados y el pueblo portugueses decidieron levantarse contra la tristeza, así como en abril de 2002 el pueblo y los soldados venezolanos se levantaron contra la dictadura, como bien lo narra la extraordinaria canción del Gino González, Del despecho a la alegría. De lo que se trató, en ambos casos, fue de inolvidables expresiones de alegría popular, que aún resienten los adalides de la política de la tristeza.

Para prevenir los estragos de esta política de las pasiones tristes, en homenaje al pueblo y a los soldados portugueses y venezolanos insurrectos, pero sobre todo en honor a nuestros hijos e hijas, que habrán de continuar nuestras luchas, nada mejor que dejarlos, a treinta y seis años de la Revolución de los Claveles, con la traducción de El tesoro, de Manuel Antonio Pina.

Salud.

Revolución de los claveles: soldados y niños en las calles.

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El tesoro.
Hace muchos años, en el tiempo en que tu padre andaba en la escuela, en un país muy distante vivía un pueblo infeliz y solitario, sometido bajo el peso de una misteriosa tristeza. El cielo era alto y azul, los campos fértiles, el mar y los ríos llenos de peces y de vida, las ciudades cálidas y luminosas, pero las personas que pasaban se miraban con ojos tristes, caminando apresuradamente y ocultándose dentro de sus casas; y cuando se encontraban unas con otras, en los cafés, en sus trabajos, en la calle, hablaban bajo, como si alguna cosa, un secreto terrible, las amedrentase.

Quien, procedente de otras tierras, llegaba al País de las Personas Tristes, no comprendía. Las personas eran buenas y afectuosas, y aparentemente sólo tenían motivos para ser felices. Pero cuando les hacían preguntas, las personas se distanciaban y no respondían, o cambiaban delicadamente de tema ofreciendo disculpas.

A veces los visitantes se quedaban más tiempo, y hacían amigos rápidamente, porque era muy fácil hacer amigos en aquel país. Esos amigos los llevaban entonces a sus casas y, después de haber trancado bien las puertas y cerrado todas las ventanas, les revelaban el secreto de su tristeza.

Les contaban que el pueblo de aquel país tuvo un día un inmenso y bello tesoro y que alguien lo había robado. Y que era un tesoro tan grande y tan valioso que, sin él, no podían ser felices.

- ¿Un tesoro?, preguntaban los visitantes muy sorprendidos.
- Sí, un tesoro... La libertad.
- ¿La libertad? ¿Un tesoro?

Los visitantes no podían creerlo porque, en sus tierras, la libertad era una cosa muy común, casi sin importancia. Toda la gente era libre de hacer lo que quisiera siempre que no hiciera mal a nadie, y eso era tan normal que las personas ni se ocupan de la libertad. Eran libres del mismo modo que respiraban y nadie da cuenta de que respira, respira y ya.

- Sí, la libertad es como el aire que respiramos, les decían sus nuevos amigos tristemente. Sólo cuando nos falta, y nos sofocamos llenos de aflicción, es que descubrimos que, sin él, no podemos vivir...
- ¿Cómo puede alguien vivir en libertad? ¿Cómo es posible?

Entonces les explicaban: en aquel país las personas no podían hacer lo que querían, ni podían decir lo que pensaban o lo que sentían ni, como ellos, viajar y visitar otros países y conocer otros pueblos, vivían encerrados en su país como si fuese una prisión. Ni siquiera podían contarle ese secreto a nadie, porque las harían presas o incluso las matarían.

- ¡Pero eso debe ser una gran infelicidad!, decían los visitantes. ¡No imaginábamos que ustedes estuvieran siempre tan tristes!

Y sus amigos, luego de ir a revisar de nuevo la puerta para ver si alguien, afuera, los espiaba, les contaban cómo era la vida de todos los días en el País de las Personas Tristes. Había policías por todas partes, no policías buenos, que orientan el tránsito o atrapan a los ladrones, sino policías para vigilar a las personas e impedir que hablen entre sí; policías en las fronteras para no dejarlas salir; hasta policías que abrían sus cartas y oían sus conversaciones para descubrir lo que decían y lo que pensaban, y que las perseguían y las golpeaban si ellas no decían o pensaban lo que ellos querían que dijeran y pensaran.

Los niños del País de las Personas Tristes no podían oír la música, ni ver las películas ni leer los libros y las revistas que les gustaran, sino sólo la música, las películas y los libros que no estaban prohibidos. ¡Ni siquiera podían beber Coca Cola, porque la Coca Cola también estaba (nadie sabía por qué) prohibida!

Las muchachas y los jóvenes no podían conversar ni convivir unos con otros y tenían que andar en escuelas separadas y divertirse en los recreos separados por muros y por rejas. Las muchachas no podían usar pantalones ni andar sin medias, también estaba prohibido; y los muchachos, cuando crecían, eran enviados para horribles guerras en países lejanos y obligados a matar gente que no conocían y que nunca les habían hecho mal ninguno, y muchos de ellos morían o regresaban locos o mutilados.

- Pero, ¿y por qué ustedes no eligen gobernantes que acaben con todas esas cosas y además les restituyan su libertad, su tesoro?, se extrañaban los visitantes.
- Porque nosotros tampoco podemos votar.

Era espantoso:

- ¿No pueden votar? ¿Entonces cómo escogen a sus gobernantes?
- Nosotros no escogemos a nuestros gobernantes.
- ¿Entonces quién los escoge?
- Nadie sabe.

Quien oía estas cosas se quedaba muy inquieto y, súbitamente, su corazón se henchía también de tristeza y de amargura. El sol ya no le parecía tan cálido, ni el cielo tan transparente ni tan azul y, cuando volvía a la calle, también miraba a su alrededor atemorizado, pensando que podía estar siendo vigilado y seguido, temiendo incluso que alguien pudiese leer sus pensamientos y salir de la sombra para castigarlo a causa de ellos.

De regreso a su país, comprendía entonces cómo su libertad era, después de todo, un tesoro muy valioso y, a partir de ese momento, comenzaba a cuidar de él como un bien raro del que su felicidad y su propia vida dependían, acordándose muchas veces de los amigos que había dejado, solos e infelices, en el País de las Personas Tristes.

Hasta que llegó un día en que, en el País de las Personas Tristes, las personas decidieron reconquistar su libertad. Los soldados se reunieron en los cuarteles y tomaron sus armas para arrancar finalmente el tesoro de las manos de sus ladrones. Y toda la gente salió alborozadamente para la calle y acompañó a los soldados, cantando y gritando: «¡Viva la libertad! ¡Viva la libertad!».

Los corazones se exaltaron de alegría y las ventanas se llenaron de banderas y de claveles rojos: los soldados pusieron claveles rojos en sus fusiles y las mujeres se olvidaron de la cena y de la limpieza de la casa y corrieron para la calle con sus hijos en su regazo y claveles rojos en su pecho, llorando y riendo, conmovidas y confundidas; las personas que habían sido expulsadas y obligadas a refugiarse lejos regresaron; las puertas de las cárceles se abrieron y los presos regresaron a casa; los jóvenes regresaron de la guerra, felices por estar de nuevo rodeados de amigos y abrazar de nuevo a sus padres y hermanos; y los niños y las niñas pudieron por primera vez darse la mano y hablarse y oírse, caminando lado a lado sin miedo de acusaciones ni castigos. Todo el país se transformó en una gran fiesta, ruidosa y rebosante, y las personas dejaban salir libremente de su corazón todas las palabras y todos los sentimientos largamente acumulados durante los años de infelicidad. Era el día 25 de Abril y, porque fue ese día que aquel pueblo recuperó el tesoro de su libertad, ese día pasó para siempre a llamarse el Día de la Libertad.

***

Todo esto aconteció hace mucho tiempo (tú todavía no habías nacido), en un país muy distante.

Ese país ahora no se llama País de las Personas Tristes, se llama Portugal y es tu país. Ese tesoro te pertenece a ti, eres tú quien ahora debes cuidar de él, guardándolo muy bien en el fondo de tu corazón para que nadie te lo robe otra vez.

Porque esta historia no es una historia inventada. Es una historia verdadera, aconteció realmente. Pregunta a tus padres y a tus maestros y ellos te contarán más cosas sobre el País de las Personas Tristes y sobre el Día de la Libertad.

23 de abril de 2010

¿Buenas o malas noticias?

Sucedió ayer, jueves 22 de abril de 2010: El Universal destacó como la principal noticia de su primera plana las "perspectivas negativas" del FMI sobre Venezuela.

El Universal, portada del 22 de abril de 2010. Detalle.

La noticia, ciertamente, no es la opinión del FMI, sino el hecho curioso de que El Universal decidiera dedicarle tal relevancia.

Supongo que me perdí la parte de la historia en que el FMI volvió a ser, vaya usted a saber cómo y por qué, una voz autorizada para opinar sobre Venezuela... y en realidad sobre cualquier país del mundo.

El "FMI prevé perspectivas negativas para Venezuela". ¿Acaso esa no es una buena noticia?

La primera plana de El Universal me recuerda otra "mala noticia", difundida hace unas tres semanas, y muy destacada por varios medios de circulación nacional, según la cual "Venezuela era el país de mayor desigualdad de la región", cuando lo cierto es que, ¡sorpresa!, es absolutamente todo lo contrario.

¿Sorpresa?

22 de abril de 2010

La obsesión por el voto independiente (I)

El prestigitador y el ratero, óleo atribuido a El Bosco. Mientras el prestidigitador (a la derecha) distrae al público incauto, el ratero (izquierda, justo detrás del espectador inclinado hacia delante) comete su fechoría.

Cuesta imaginarse un negocio más rentable durante los últimos años que la "encuestología", ese oficio a medio camino entre la práctica "científica" y la prestidigitación, al que muchos recurren, aunque pocos lo reconozcan públicamente. Tal cual sucede con la brujería, con la salvedad de que ésta jamás ha presumido de su carácter "científico".

Puede suponerse que la pujanza de este negocio se debe al menos a dos razones: en primer lugar, la intención manifiesta del chavismo de dirimir el conflicto en el escenario electoral – y aquí es preciso recordar al zambo candidato, allá por 1998, advirtiendo, una y otra vez, que derrotaría a la vieja clase política en su propio terreno. Con el chavismo, el hecho electoral se convierte en parte consustancial de la democracia venezolana. Esta circunstancia favorece la consolidación de la encuestología como fuente de saber informado y autorizado sobre la realidad política.

En segundo lugar, la preocupación por el futuro. Si el chavismo sólo es posible en la medida en que es capaz de ofrecer un horizonte para las mayorías populares – más democracia, mejoramiento progresivo de sus condiciones materiales de vida – en el caso de la oposición la cuestión del futuro se expresa más bien como obsesión: cómo hacer posible un futuro después del zambo. Para esto, recurrirá frecuentemente a la encuestología, en busca de claves y guías para la acción.

Durante los últimos meses, varios encuestólogos han lanzado una cruzada que consiste en señalar la disminución progresiva – e incluso irreversible – de la popularidad del zambo. Advierten que el hecho político se ha degenerado a tal punto que traduce el sordo enfrentamiento entre dos minorías, que transcurre al margen de la mayoría silenciosa, a veces expectante, casi siempre hastiada. Pero he aquí el dato más relevante que nos aportan los encuestólogos: esta disminución de la popularidad del zambo no se expresa en un incremento de la simpatía por los partidos opositores. Al contrario, la mayoría del electorado se define como "independiente", y no se perfila un líder capaz de aglutinar este descontento popular o, lo que es lo mismo, capaz de vencer al zambo.

Un reciente estudio del Centro Gumilla sobre valoración de la democracia desmiente este último dato: el 42% de los encuestados se autodefine como chavista, el 33% como antichavista y el restante 25% como independiente. Pero, de nuevo, en tanto que el Centro Gumilla es sospechoso de no militar en las filas de la encuestología, es preciso no dar crédito de los resultados de su estudio. A la obsesión por el futuro después del zambo, se suma ahora la obsesión por captar el voto independiente. Al menos una fuerza opositora parece haberlo "comprendido". Una nueva cruzada ha comenzado.

18 de abril de 2010

Venezuela merece un juicio justo - Pablo Navarrete

(Comparto con ustedes la traducción de un artículo escrito por un buen amigo de esta casa, Pablo Navarrete, autor de un excelente documental sobre Venezuela, Inside the revolution: a journey into the heart of Venezuela (Desde dentro: un viaje al corazón de la revolución venezolana) que aún no se proyecta en nuestro país.

El artículo en cuestión, intitulado Venezuela deserves a fair hearing (Venezuela merece un juicio justo), fue publicado en el diario inglés The Guardian, el pasado 11 de abril, y suscitó cierta polémica: Pablo no sólo cuestiona la cobertura que la inmensa mayoría de los medios extranjeros realizan sobre el proceso bolivariano, sino que sugiere que es imposible entender lo que sucede en Venezuela si no se escucha al pueblo chavista.

Vale la pena leerlo.

Salud).

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La atención de los medios en la figura de Hugo Chávez significa que las voces de los partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares son raramente escuchadas.

Han transcurrido un poco más de once años desde que Hugo Chávez asumió la presidencia en Venezuela, luego de una aplastante victoria electoral que desplazó del poder a los desacreditados partidos tradicionales. Desde entonces, Chávez ha presidido un radical y controversial proceso de reformas que ha sido cada vez más vilipendiado por los grandes medios – y los medios de habla inglesa no han sido la excepción.

Los medios de derecha, como el canal Fox News de Rupert Murdoch, regularmente se refieren a Chávez como un dictador, a pesar de que se han realizado doce elecciones nacionales durante su presidencia – la mayoría de las cuales han sido objeto de niveles sin precedentes de escrutinio por parte de los observadores internacionales, siendo sistemáticamente declaradas como libres y justas.

Más sorprendente para muchos ha sido la posición adoptada hacia el gobierno de Chávez por los medios generalmente vistos como "liberales". Por ejemplo, la cobertura que sobre Venezuela hace la BBC ha sido cuestionada recientemente. En diciembre de 2009, investigadores de la University of the West of England publicaron los resultados preliminares de un estudio que cubre diez años. De 304 reportajes de la BBC relacionados con Venezuela, publicados entre 1998 y 2008, los investigadores encontraron que sólo tres de ellos mencionaban cualquiera de las positivas reformas del gobierno de Chávez – tales como los programas de reducción de la pobreza, que han disminuido en más de la mitad los índices de pobreza, de 46,5% en 1998 a 23% en 2009. En lugar de esto, los reportajes de la BBC se han caracterizado por insinuaciones sobre el poco respaldo electoral de Chávez, e incluso comparó a Chávez con Hitler en una oportunidad. La investigación también sugirió que la BBC no ha estado a la altura de su compromiso con la imparcialidad, la verdad y la exactitud.

En este contexto de distorsionada cobertura mediática sobre Venezuela, decidí realizar un documental sobre la situación política actual de este país. Filmado en la capital, Caracas, en noviembre de 2008, justo antes del décimo aniversario de la primera victoria de Chávez en las elecciones presidenciales, mi intención fue ofrecerle a la audiencia fuera de Venezuela una narrativa alternativa a la visión de los grandes medios. Entonces pensé que para una mejor comprensión del proceso en curso en Venezuela, dos cosas eran esenciales.


La primera de ellas era alejarse de las interpretaciones simplistas que centran virtualmente todo el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela alrededor de la figura de Chávez, y en su lugar proporcionar una tribuna a las voces de los partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares. Los grandes medios normalmente ignoran a estas personas, pero ellas son esenciales en la conducción del proceso y deberían estar en el centro de la historia.

La segunda era proveer alguna información básica de contexto sobre el tipo de democracia existente en Venezuela antes de la presidencia de Chávez. Sólo de esta manera puede entenderse la simpatía que alguien como Chávez despierta en amplios sectores de la sociedad venezolana.

Quería ofrecer una interpretación de los acontecimientos en Venezuela que superara la perspectiva ahistórica de los grandes medios, que promueven la idea de Chávez como figura bufonesca, incapaz de suscitar apoyo racional.

Estaba motivado por la experiencia que tuve mientras viví y trabajé en Venezuela, entre 2005 y 2007. Durante ese tiempo, inicialmente trabajé como investigador para el documental de John Pilger The war on democracy (La guerra contra la democracia), que explora las brutales intervenciones de los sucesivos gobiernos estadounidenses contra la democracia en América Latina.

Para mi investigación, dialogué con venezolanos de todos los sectores de la sociedad, pero especialmente con partidarios del gobierno provenientes de los movimientos populares y activistas comunitarios de los barrios que rodean Caracas. Estos activistas me comentaron de manera reiterada que estaban al tanto de la obsesión de los medios internacionales con Chávez el individuo – y estaban frustrados porque sus voces eran ignoradas por los medios extranjeros, a diferencia de sus opositores internos y externos. Admiraban las cualidades de Chávez como líder y reconocían su carisma, pero la mayoría insistía en que ellos eran la verdadera fuerza detrás del proceso de cambio radical en Venezuela.

Este punto de vista lo ilustran las palabras de Joel Linares, un activista cristiano de base del barrio El Winche, en el extremo este de Caracas: "Aquí sólo hay un líder, y se llama el pueblo". Las opiniones de Linares y de otros como él ponen de relieve el papel de la gente común que encabeza la lucha por redefinir la democracia venezolana, que los grandes medios no son capaces de o no están dispuestos a reflejar.

No es correcto que los periodistas, que son vehículos para la interpretación de la realidad, tengan permitido cubrir superficialmente o ignorar los puntos de vista de más de las tres quintas partes de la sociedad venezolana. Chávez ganó las elecciones presidenciales de 2006 con el 62,8% de los votos. Todo hace pensar que los niveles de cobertura distorsionada de la realidad venezolana se incrementarán en el período previo a las elecciones parlamentarias de septiembre.

Existen otras amenazas a la democracia venezolana que son claras y actuales: como la amenazadora retórica anti-Chávez proveniente de importantes sectores de la administración Obama, la creciente militarización de Colombia con ayuda estadounidense, y el apoyo de renovado de Estado Unidos a las dictaduras en la región (luego del derrocamiento de gobierno democráticamente electo de Manuel Zelaya, en Honduras, el año pasado).

A pesar de sus defectos (que son muchos), la democracia venezolana se ha profundizado con Chávez y ahora está al servicio de las mayorías y no de unos pocos. Aquellos de nosotros que creemos en el derecho soberano de los venezolanos a escoger su propia forma de democracia, tenemos la obligación de defender el proceso en ese país de los ataques y las intervenciones extranjeras, sean militares o propagandísticos. También debemos garantizar que la "otra" Venezuela, que los grandes medios se niegan a cubrir, sea escuchada.

Traducción: Reinaldo Iturriza López

Publicado originalmente en The Guardian, el 11 de abril de 2010.

10 de abril de 2010

Sin decir una palabra

Digo, así cualquiera.

Cualquiera viene y dice, a viva voz, que le están cercenando su derecho a decir. Cualquiera reclama que la democracia significa estar en desacuerdo con las ideas ajenas y defender el sagrado derecho ajeno a expresarlas, cualquiera proclama en voz alta la libertad de pensamiento y luego dice: que muera el que no piense como yo.

Digo, así es muy fácil. Decir "democracia" y al mismo tiempo decir que el que no dice lo que yo digo, el que no piense como yo pienso, no tiene nada que decir y cuando habla lo hace sin decir nada, porque no es capaz de pensar nada.
Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el sábado 10 de abril de 2010.

Digo, así es extremadamente sencillo pelear contra la "dictadura". Ilustrando al que no dice lo que yo digo ni piensa como yo pienso como un perro amaestrado, un fanático o un esclavo. Para eso sirve la "democracia" hoy en día: para encubrir los pensamientos más autoritarios. Esos que se expresan en la más absoluta libertad aunque atenten contra la libertad de pensamiento.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el jueves 8 de abril de 2010.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el miércoles 7 de abril de 2010.

Yo me pregunto, sin decir una palabra, yo me pregunto por qué nos tuvo que suceder a nosotros, tanta vileza en nombre de la libertad y tanta injuria en nombre del libre pensamiento.

Sin decir una palabra, casi sin decirnos nada, sin mirarnos a los ojos, yo me pregunto por qué nos tuvo que pasar a nosotros, una gente tan farsante, impertinente y quejumbrosa. Como en la canción de Andrés Calamaro: "Y estoy cansándome de esperar / Pero igual, igual no tengo a dónde ir / Y me dice la gente que deje de pensar en ti".

¿Qué le hace uno si viene y se cansa de estos "demócratas" que nos han tocado? Pero, en fin, de eso se trata la democracia. La de verdad, quiero decir.

Andrés Calamaro y Adolfo "Fito" Cabrales (el de los Fitipaldis) interpretando A los ojos, de Calamaro.