29 de febrero de 2012

Movimiento de Pobladores sobre “ola de invasiones” en municipio Sucre: “Están aprovechando la ausencia del comandante Chávez para generar confrontación”

Para una parte de la población, la situación captada en la imagen es inconcebible e inaceptable. Con esos malandros, ¡peinilla!


Entrevista a Juan Carlos Rodríguez, Iraida Morocoima y Andrés Antillano, militantes del Movimiento de Pobladores, realizada por este servidor la mañana del martes 28 de febrero.

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Comencemos por situar las cosas en su contexto: ¿es cierto que existe una "ola de invasiones" en el municipio Sucre, tal y como lo ha denunciado el alcalde Carlos Ocariz? ¿A qué intereses responde esta denuncia?
JCR: La ocupación de tierras es un fenómeno que no es de ayer ni de la semana pasada, es un fenómeno histórico, la manera como los pobres de la ciudad se han hecho de un espacio para poder vivir o sobrevivir. Ahora, sobre lo que ha pasado concretamente en el municipio Sucre, nosotros vemos dos cosas: primero, que se ha generado como un efecto en escalada, que no tiene tampoco un mes, tiene mucho más. Lo que ocurre es que se ha hecho convenientemente visible en este momento. La burguesía, la derecha, lo están visibilizando, lo están explotando políticamente. ¿Con qué intención? Porque es ahí, precisamente, en el sureste y en el noreste de la ciudad donde a ellos más les duele, donde tú puedes tocar realmente los intereses del latifundio urbano. La mayor cantidad de terrenos ociosos en los mejores lugares de la ciudad están en el sureste, no están en el oeste. La gente está ocupando terrenos con alto valor inmobiliario.

Por otro lado también lo explotan, convenientemente, porque el Estado viene rescatando en esas zonas terrenos de alto valor inmobiliario ya no para un negocio, sino para dárselo a los históricamente excluidos. Entonces tú tienes esos dos fenómenos: el pueblo luchando en la calle por terrenos de alto valor inmobiliario y el Estado, con una política de recuperación de suelos, en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela, recuperando pedazos de la ciudad, es decir, sacando del circuito de la especulación inmobiliaria pedazos importantes en el sureste. Y eso es realmente lo que ellos están atacando. Por un lado, la política de expropiaciones y de recuperación de suelos que tiene el gobierno nacional, y por otro lado criminalizando las formas de lucha popular.

Pero el gobierno nacional ha llamado a la "disciplina" popular, a no emplear métodos de lucha inadecuados.
JCR: Nosotros llamamos a la organización y a la lucha articulada. En esta lucha contra el negocio inmobiliario, el que lucha solo está condenado. Para nosotros la organización de las familias, la articulación y la conciencia de la batalla que tú vas a dar, los niveles de entendimiento político de lo que implica esta lucha contra el latifundio urbano son fundamentales. Porque si no, estas acciones aisladas, dispersas, lo que terminan es produciendo un efecto contrario, que en vez de profundizar, radicalizar, politizar el escenario de lucha, es utilizado por la derecha para criminalizar el pueblo, para atacar al gobierno. Por cierto, también es utilizada por factores oportunistas para sacarle plata a la gente, para montar negocios, etc. En la medida en que haya mayores niveles de organización, de articulación y de conciencia, esta lucha será más efectiva.

Ahora, sobre el escenario concreto que estamos viviendo esta última semana, la burguesía, la oposición, están aprovechando la ausencia del comandante Chávez para generar confrontación, es decir, un escenario de conflictividad en el municipio Sucre. El gobierno ha dicho que no iba a mandar a la Guardia Nacional a reprimir al pueblo, y nosotros por supuesto estamos de acuerdo, porque hay que sentarse a negociar, persuadir, porque sí es pueblo chavista con necesidad de vivienda lo que hay ahí, aunque se dice que hay gente que tiene vivienda, que son extranjeros, etc. Pero basta con ir a una ocupación y verle la cara a la gente para darte cuenta de que es gente con necesidad real, que quizá está siendo utilizada o está actuando de manera desesperada, porque no está viendo cuál es el canal concreto para esa lucha. Pero frente a la posición del gobierno de no reprimir al pueblo chavista, sale el Alcalde diciendo que su policía no puede hacer nada, lo que es falso. Porque la policía sí puede intervenir. No lo hace para que sea la gente de los sectores sociales que los apoyan a ellos los que confronten a ese pueblo chavista.

Nosotros tenemos información de que han estado reuniéndose con sectores de la clase media, por ejemplo en Guaicoco, en Filas de Mariches, etc., para que la gente se organice en función de contrarrestar la "ola de invasiones". Hablan de una "ola de invasiones" y de que la clase media se tiene que organizar en función de contrarrestarla de forma armada, de forma violenta, porque supuestamente la policía municipal no puede hacer nada.

Esa es la manera de crear un clima de zozobra.
JCR: Exactamente. Ahí se está jugando, aún no sabemos a qué escala, a crear un clima de desestabilización, confrontación y zozobra, para sembrar miedos. Entonces, la lucha popular termina siendo utilizada para intereses que son contrarios al mismo pueblo. Ahora, ¿qué planteamos? Que se definan con más claridad los mecanismos que le permitan al pueblo organizado participar en el rescate del suelo urbano. El gobierno nacional ha venido desarrollando, los últimos dos años, una política de rescate de la ciudad para los sectores populares, para construir viviendas, pero los mecanismos de participación del poder popular no están claros, no están afinadas las reglas de juego, lo cual hace que la gente no sepa cuáles son los procedimientos. Entonces cualquiera de estos grupos puede ser presa fácil de un oportunista que los lance por un barranco.

¿Ustedes han elaborado una propuesta?
JCR: Nosotros tenemos una propuesta elaborada, detallada, que trabajamos junto a la gente del Vértice Tierra de la Vicepresidencia Territorial, el Vértice Tierra de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Sabemos que iba a ser evaluada por el Órgano Superior de Vivienda y Hábitat, pero hasta ahora eso no se ha concretado. Para ponerle orden a ese asunto es necesario establecer ese mecanismo, que la gente sepa: si yo me organizo a dónde voy, si yo tengo visto un terreno que está ocioso quién lo evalúa, cómo se evalúa, cuáles son los pasos, cómo se afecta, cuándo puedo yo ocupar, cuánto lo puedo tomar en custodia. Ya hemos elaborado una propuesta en torno a eso, junto con el gobierno. Porque ésta no es una pelea que el pueblo pueda dar solo, porque el enemigo es poderoso. Tiene que ser una política corresponsable, desarrollada tanto en el campo popular como por el gobierno revolucionario para que sea efectiva, porque si no podemos tener retrasos importantes.

¿Pobladores tiene alguna relación con las ocupaciones recientes en el municipio Sucre?
JCR: No, no tenemos vinculación directa con ellos. No nos buscaron. Les hemos planteado: nos hubiesen buscado para poder orientarlos, porque nos ha llamado gente, pero cuando ya se ha dado la ocupación. Hemos tenido contacto con algunos grupos, gente que conocemos, porque son luchadores sociales de toda la vida en Petare, gente de los sectores populares.

IM: Pero nosotros le hacemos un llamado a todos esos colectivos, que no paren su lucha, que ahora toca el proceso de organización. La lucha continúa, pero en estas circunstancias, en este proceso revolucionario, continúa distinto. Antes aquí nadie te planificaba. Hoy en día la gente ha comenzado a planificar.

AA: Reconociendo que este fenómeno de ocupación es un fenómeno histórico, que tiene que ver con las profundas desigualdades de la ciudad, con las profundas exclusiones, que no hay nada nuevo en todo esto, sí vale la pena detenerse en el caso particular del municipio Sucre. Hay una utilización clara, explícita, a partir de una agenda política, por parte de la oposición, y por parte de otros intereses que no son los del pueblo. Por parte de la oposición, justamente, para intentar crear inestabilidad, confrontación pueblo contra pueblo, producir una sensación de caos y de conflicto generalizado, intentar criminalizar las luchas populares y además intentar restituir los privilegios de los propietarios que han sido de algún modo tocados por la política de rescate de suelos que el gobierno revolucionario, junto con el pueblo, se ha planteado en los últimos años.

Ahora bien, sobre las mal llamadas "invasiones", nosotros siempre hemos cuestionado ese término porque está cargado de una profunda descalificación, por su carácter de clase; por cierto, sería interesante revisar muchas de las titularidades de terrenos en el municipio Sucre, porque nosotros tenemos elementos como para afirmar que buena parte de los terrenos del este de la ciudad fueron mal habidos por los propietarios estos "correctos" y "honestos" que sí son invasores y ladrones. Son tristemente célebres las corruptelas en el municipio Sucre, cómo hace treinta años y más se traficaba con terrenos que eran de la nación y se les entregaban a particulares, así que si hablamos de invasores, estos son otros.

Hay un intento de la derecha de criminalizar al pueblo y meter en un mismo saco los proyectos, los inmuebles, los terrenos que han sido rescatados por el gobierno revolucionario junto con el pueblo, como por ejemplo los terrenos donde las nuevas comunidades socialistas vienen desarrollando propuestas en el municipio Sucre y en el resto de la ciudad y en otras ciudades del país, es decir, todo este esfuerzo gigantesco que el gobierno revolucionario y el pueblo movilizado ha hecho para el rescate del suelo y la producción de viviendas.

¿Cuál ha sido la participación del partido Primero Justicia en todo esto?
AA: Nosotros tenemos evidencias de que sectores de Primero Justicia han intentado soliviantar a la gente desesperada para que ocupen terrenos que están siendo desarrollados por el gobierno revolucionario, o en combinación con comunidades organizadas. Entonces, aquí hay una agenda clara de la derecha, sin contar agendas de grupos que intentan sacar ganancia económica especulando con las necesidades del pueblo.

Las ocupaciones son una consecuencia, entonces, de las desigualdades urbanas. Uno podría decir que son formas "inconvenientes" de responder a una situación injusta, o una expresión "incorrecta" de una lucha justa, que es la lucha por el suelo urbano, por la democratización de la ciudad. Consideramos que el rescate de suelos es, en este momento, y va a ser cada vez más, una de las formas de lucha más claras del pueblo contra el capital inmobiliario, que es uno de los capitales más importantes del país. Si aquí la lucha contra el latifundio rural ha sido tan importante y ha costado tantas vidas, a pesar de que la actividad económica de los terratenientes es relativamente escasa en términos de rentabilidad, la lucha por la tierra urbana va a ser mucho más cruenta y mucho más dura. Por eso, tenemos que entender que la lucha por el rescate del suelo ya es, en este momento, y lo será cada vez más, un terreno de lucha fundamental para el pueblo venezolano y para el gobierno revolucionario, para democratizar las relaciones sociales en la ciudad.

En ese sentido, planteamos que hay que saber dar la lucha en las mejores condiciones, y todo proceso de desorganización, de instrumentalización por otra agenda, terminan, por un lado, exponiendo a la gente que ocupa en esas condiciones a situaciones de vulnerabilidad; por otro lado, terminan fortaleciendo el discurso de los terratenientes urbanos, con este tema de los "invasores", etc., y genera más desorganización. Nosotros creemos que la respuesta no puede ser la criminalización, porque ésta acentúa más los conflictos: nunca se han parado los procesos de luchas populares a través de la criminalización. La respuesta tiene que ser un proceso que, por un lado, suponga niveles crecientes de organización popular, prepararnos para dar en las mejores condiciones una lucha que va a ser dura, porque es una lucha desigual, contra los dueños de esta ciudad, que son los dueños del país; y por otro lado, exigiéndole al gobierno políticas claras, audaces, transformadoras de la relaciones sociales en la ciudad. Pero aun entendiendo todos estos aspectos de la lucha contra el latifundio urbano, lo fundamental es la organización popular y la movilización. Nosotros jamás criminalizaremos ni cuestionaremos la lucha del pueblo, pero sí consideramos que hay que saber dar estas peleas en condiciones que permitan conquistar victorias y denunciar los intereses asociados al latifundio urbano.

IM: La que nos criminaliza a nosotros, pueblo organizado, y se aprovecha del pueblo que no está organizado, es la oposición, claramente. Ocariz, Capriles. Su gente nos provoca diariamente, recogen firmas, etc. Yo le digo a los otros compañeros: no caigamos en la provocación de la oposición, no nos pongamos en la boca del lobo. Razón tenía Chávez cuando le decía a Capriles: quítate la careta. Ellos nunca van a aceptar que nosotros, la gente humilde, la gente que construye la ciudad, viva al lado del Unicentro El Marqués, por decir algo, o que viva en Chacao.

AA: Es que ese discurso de la armonía, de la unidad nacional, de que aquí cabemos todos, en realidad es un discurso tramposo, porque eso va acompañado del discurso de la criminalización del pueblo: aquí todos cabemos, aquí todos podemos ir juntos, siempre y cuando se respeten los privilegios y los intereses de los poderosos y el pueblo sepa cuál es su lugar. En nuestro caso específico, bien lejos de la ciudad.

¿Este clima de zozobra que, según el análisis que ustedes hacen, ha venido promoviendo la oposición, anticipa el clima social que predominaría de triunfar Capriles en las elecciones presidenciales del 7 de octubre?
AA: Claro. Es una evidencia de la manera como tratan al pueblo, en una escala muy pequeña, como es el municipio Sucre. Carlos Ocariz, el principal vocero de esta arremetida contra los sectores populares, es un delfín de Capriles, es decir, que no podríamos esperar algo distinto. Esta arremetida se expresa en el discurso racista, clasista, que criminaliza las luchas populares que, insistimos, han sido dadas en condiciones "inconvenientes", pero son luchas legítimas. Además, es la convocatoria al linchamiento, porque ni siquiera tienen el valor de usar la fuerza pública, que podría haber mediado en esto, sino que mandan a los vecinos de clase media, apelando al temor de la clase media, a que linchen a la gente.

Pero no solamente se trata de este discurso racista, de esta incitación al linchamiento, de esta defensa irrestricta de los intereses más perversos de la especulación inmobiliaria, sino que es una práctica persistente en la gestión del municipio Sucre. Por ejemplo, el problema de la basura: en el municipio Sucre tú puedes taparte los ojos y saber, por el olfato, si estás en un barrio o estás en una urbanización de clase media o clase alta. Porque mientras las urbanizaciones de clase alta tienen un impecable servicio de aseo y de ornato, la gente de los barrios tiene que caminar y vivir entre basura y ratas. Es decir, que es una gestión clasista, contra el pueblo y a favor de los poderosos. Cualquiera que tenga duda de cómo va a ser Venezuela en el supuesto negado de que ganara Capriles, que se dé una vueltica por los barrios de Petare.

JCR: Pero además hay otro elemento. En Venezuela estamos conscientes de que sin el voto popular ellos no pueden llegar al poder. ¿Qué están buscando? Escenarios donde el gobierno aparezca como represor de los sectores populares, para ganar base popular para su candidato. Y esa es una estrategia que ya nosotros hemos detectado en varias oportunidades. Están buscando forzar la represión por parte del gobierno nacional, para poner al pueblo en contra de la revolución, en contra del comandante Chávez, y además ganar sectores populares para su candidatura. Eso lo hemos diagnosticado, no sólo en este escenario que se dio en Sucre, donde fue bastante obvio, que pedían la intervención a gritos de la Guardia Nacional, y se abstuvieron ellos de cualquier tipo de intervención, pero eso ha sucedido en otras partes de Caracas, donde la revolución es gobierno, gobierno local, y en otras partes del país.

Entonces hay que hacer un llamado a todos: al alto gobierno, a los gobiernos locales, de no caer en la trampa de reprimir al pueblo, que es lo que está buscando la derecha para sacarle provecho político y hacer ver que es un gobierno represor del pueblo y ganar votos dentro de los sectores populares, y más bien apelar a la persuasión, a la mediación, y llamar a la organización y a la lucha conjunta de todo el campo revolucionario: gobierno revolucionario, pueblo organizado, todos los factores, el partido, todo el mundo.

Esto nos tiene que servir para polarizar y politizar la lucha en la ciudad. En este momento no nos sirven posiciones de medias tintas: todos los que estamos en contra del proyecto neoliberal, en contra del proyecto del capital, tenemos que tener claro que es una sola lucha, y lo que hay que hacer es articularla, para que sea coherente, efectiva. Y este año, evidentemente, el escenario es de lucha política, y es tarea de todas las organizaciones revolucionarias y de todo el campo revolucionario elevar los niveles de conciencia para la lucha, por eso es que estas acciones no favorecen a polarizar la lucha y a politizar los campos, y ellos están buscando escenarios de desmovilización y confusión. Y lo que se quiere es polarizar y politizar la lucha.

26 de febrero de 2012

Rezar no es igual a lamentarse


Chávez vía Maiquetía, acompañado por su pueblo, viernes 24 de febrero de 2012. Cortesía de Teresa Maniglia, @tmaniglia.

Más que profundo respeto, siento una gran admiración por el pueblo que acompaña al comandante Chávez, en este momento de dificultad, a través del rezo. A diferencia de lo que podría pensar cualquier marxista de librito, no veo en ello ningún signo de enajenación.

Como lo diría mi amigo argentino Felipe Real, cuando los pueblos creen en sí mismos y luchan por cambiar su realidad terrenal, inventan dioses a su medida. Pero a despecho de la firme creencia del antichavismo, Chávez nunca ha sido un dios para el pueblo chavista. Lo que hay que entender es que un pueblo en lucha no reza por la salud de sus dioses, construye dioses a su imagen y semejanza para rezarles por la salud de los suyos.

En el acto de rezar por su salud, el pueblo venezolano no sólo está reafirmando la humanidad de Chávez, sino expresando su solidaridad con alguien que considera como propio.

Para la inmensa mayoría, rezar será la acción más inmediata, más a la mano, para sumarse a un esfuerzo que, sin embargo, sabe colectivo: en medio de las dificultades, el aliento siempre es fuerza.

Lo anterior quiere decir, naturalmente, que es un error concebir la oración popular como un acto pasivo. Un error inducido por la soberbia característica de quienes se asumen como los portavoces de la Razón, por encima del pueblo ignorante, irracional, que vive en la oscuridad, etc.

Lo que habría que hacer es aprender de nuestro pueblo que reza y sacudirse la pasividad. No es momento para lamentaciones. Lo que corresponde es interrogarnos: ¿qué va a hacer cada uno de nosotros para que esta revolución continúe y se profundice? Cada uno, lo que supone un acto personal. Nosotros, porque si no lo asumimos como un asunto colectivo, deja de tener sentido.

Nada de perder tiempo pensando en lo que pudo ser, sino ocuparnos de lo que es y de todo cuanto puede ser. Una revolución es la multiplicación de lo posible, y aquí hay y seguirá habiendo revolución bolivariana.

Ocuparnos colectivamente significa dejar atrás el ombliguismo, es decir, perder la costumbre de que sea otro, siempre, el responsable del avance o retroceso de la revolución. Pero nunca nosotros mismos que, mientras tanto, nos miramos el ombligo. En ocasiones somos ombliguistas incluso cuando manifestamos estar de acuerdo con la necesidad de construir dirección colectiva de la revolución: estamos de acuerdo, siempre y cuando sea Chávez el que la construya.

Para el antichavismo, Chávez fue siempre Dios o demonio. En el primer caso, porque no había otra manera de explicarse su arraigo popular. En el segundo, porque sólo algo tan maligno puede estimular tantos odios. En otras palabras, el antichavismo nunca ha sido capaz de vencer al Chávez-hombre porque optó por deshumanizarlo.

Mal haríamos algunos de nosotros endiosando a Chávez, porque es la vía más expedita para debilitar a la revolución bolivariana. Al contrario, aprendamos de nuestro pueblo que reza, el mismo que, cuando sabe que ya no basta con rezar, se lanza a la calle a pelear por lo que cree. Como ya lo ha hecho muchas veces, como lo seguirá haciendo. 

24 de febrero de 2012

¿Larga vida a Chávez?

Chávez vía Maiquetía, acompañado por su pueblo, viernes 24 de febrero de 2012. Cortesía de Teresa Maniglia, @tmaniglia.

Religiones populares.
Escribía en agosto pasado mi amigo argentino Felipe Real que "las religiones populares deben ser incorporadas a la política (en nuestros propios términos)".

Argumentaba, en tono deliberadamente polémico, que "hicieron muy bien los primeros patriotas latinoamericanos en fomentar la quema simbólica de iglesias: había que 'comunicar' que llegaba el fin del dominio político y espiritual del conquistador. Fue un gran éxito propagandístico". En cambio, "hizo muy mal la segunda generación de patriotas latinoamericanos en no inventar un cielo propio. Estaban rotas las relaciones con el Vaticano y era hora de cortar el cordón umbilical espiritual con Roma. No se jugaron a fondo y la erraron. Había que inventar un dios en el cual podamos reflejarnos, con nuestro rostro y nuestra forma de ser. Nada de barbas largas y muchos pómulos anchos".

Agregaba: "Existe otra razón que nos lleva a pensar que la religión debe ser usada en nuestros propios términos: cada vez que a los pueblos se les da por creer en sí mismos y modifican su realidad terrenal, se juegan e inventan dioses y semidioses".

Entonces, ponía el ejemplo de Venezuela: "También podemos mirar a la Venezuela politeísta. El Chávez de hoy, enfermo y calvo, que va a misa a pedir por su salud (que es la del pueblo y su revolución) es más fuerte. Es más fuerte porque con los altares populares y las jornadas ecuménicas, llega a todos aquellos que no pudo convencer con argumentos lógicos-terrenales. Esos creyentes son cooptados por el brazo espiritual de la revolución y la religión se convierte en un canal propagandístico".

La procesión por dentro del antichavismo
¿Cómo ha reaccionado el antichavismo frente al anuncio hecho por el presidente Chávez, este martes 21 de febrero, sobre la necesidad de una intervención quirúrgica para removerle una nueva lesión? De manera variada, sin duda. Pero digamos que se pueden distinguir, básicamente, dos posiciones: 1) la de aquellos que se frotan las manos porque creen que en el chavismo todo se viene abajo, y por tanto es el momento oportuno para sembrar cizaña, multiplicar las especulaciones sobre eventuales "sucesores", esparcir rumores sobre divisiones; 2) la de aquellos que se limitan a expresar sus "buenos deseos" por la salud del Presidente, pero que eventualmente cuestionan la "politización" que el "oficialismo" hace de la enfermedad del comandante para cohesionar filas y captar nuevos apoyos.

Por supuesto, habrá quienes sigan creyendo que todo se trata de una gran conspiración, que la enfermedad de Chávez siempre ha sido una farsa; los habrá quienes denuncien la "politización" de la enfermedad y siembren cizaña; en fin, hay múltiples cruces posibles. ¿Por qué identificar dos posiciones centrales? Por aquello que las distingue: para algunos, la debilidad de Chávez es una oportunidad como nunca antes para derrotar a la revolución bolivariana; los otros, en cambio, están conscientes de que una eventual victoria opositora tendría que ser, al mismo tiempo, la derrota de un Chávez sano, robusto, en pleno uso de sus facultades físicas. Porque, ¿qué merito puede tener vencer a un convaleciente?

He aquí el gran dilema opositor: ¿es preferible vencer a un Chávez debilitado físicamente, y por tanto indispuesto para asumir la campaña a plenitud, o derrotar a un Chávez sano, fuerte, desplazándose de un extremo a otro de la geografía nacional, gobernando, arengando al pueblo?

Después de todo, lo que dejan traslucir ambas posturas es un gran temor: la posibilidad de que, aún convaleciente, Chávez los derrote nuevamente, y de allí la virulencia de los ataques de unos, y los "buenos deseos" de los otros. Pensándolo bien, dirán estos últimos, es infinitamente preferible perder contra un Chávez sano. Ya lo decía Capriles, el fin de semana pasado: "¿Que qué le deseo? Larga vida porque quiero que vea, con sus ojos, los cambios que vendrán, desde el estancamiento y el atraso de hoy a la Venezuela del progreso".

Larga vida a Chávez
Si parte de la oposición le desea "larga vida" a Chávez es porque hoy, más que nunca, lo necesita sano y fuerte. Porque dada la imposibilidad de vencer al Chávez-mito, resulta imperioso vencer al Chávez-hombre, "demostrarle" al pueblo venezolano que es un ser humano de carne y hueso, y por tanto derrotable.

El detalle es que no ha sido el pueblo venezolano el que endiosó a Chávez. Contrario al dogma de fe que mueve a un antichavismo que, irónicamente, presume ser el adalid de la Razón, la fortaleza del comandante radica en su humanidad. Fue el antichavismo el que lo convirtió en Dios, porque sólo una deidad podía ser capaz de concitar semejante apoyo popular. Sin mucha dificultad podrá identificarse cuánto desprecio por lo popular hay detrás de semejante razonamiento. Al mismo tiempo, lo convirtió en demonio, porque sólo un personaje tan maligno podía promover tantos odios.

La cruda verdad es que el grueso del antichavismo nunca se tomó la molestia de pensar cómo podía derrotar al Chávez-hombre, porque antes prefirió endiosarlo y demonizarlo. Restarle humanidad, en pocas palabras.

Un pueblo en lucha no reza por la salud de sus dioses, construye dioses a su medida para rezarles por la salud de los suyos. De eso se trata, para decirlo con Felipe Real, incorporar las religiones populares a la política, pero en nuestros propios términos. Por eso el pueblo venezolano reza por la salud de Chávez, y por eso éste se fortalece con el aliento popular.

Si el antichavismo lo hubiera entendido alguna vez, hoy lo veríamos rezando. Pero eso es algo que nunca veremos.

21 de febrero de 2012

Chávez: "Esta revolución ya tiene su impulso dado"

La tarde de este martes 21 de febrero de 2012, desde el estado Barinas, el Presidente Chávez anunció que tendrá que ser sometido a una nueva intervención quirúrgica. No está de más recordarlo: aquí no vale lamentarse. La pregunta clave es: qué va a hacer cada uno de nosotros para que esta revolución siga y se profundice.

20 de febrero de 2012

"En evitar la abstención deben centrarse los esfuerzos del chavismo" (entrevista en Ciudad CCS, 20 de febrero de 2012)


(Entrevista realizada por Clodovaldo Hernández. Además de articulista de lujo, tremendo entrevistador. La versión original puede leerse aquí.

Salud).

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Con mucha serenidad, pero con firmeza, Reinaldo Iturriza sentencia que "es imposible que un Gobierno de derecha haga algo parecido a lo que está haciendo la Revolución Bolivariana en materia social". Se queda pensativo unos segundos y remacha: "absolutamente inconcebible".

Iturriza no es un analista político más en un país donde los practicantes de tal "oficio" crecen como la verdolaga. Claramente ubicado en el campo revolucionario, este sociólogo de 38 años, natural de Puerto Ordaz, utiliza un enfoque autocrítico que se ha convertido en su marca de fábrica, en especial después de un crudo análisis que hizo sobre los resultados de las elecciones parlamentarias de septiembre de 2010.

En esta oportunidad, comenta los resultados de otro proceso electoral: las elecciones primarias opositoras y el escenario que se ha definido con Henrique Capriles Radonski como candidato presidencial, con una campaña basada en la oferta de la reconciliación política y la paz.

—¿Aquí cabemos todos?
—Sí, aquí cabemos todos, a condición del reconocimiento mutuo de la fuerza de los iguales y del adversario. El problema esencial de la política venezolana es que a la oposición le costó demasiado tiempo reconocer la legitimidad, la dignidad y la fortaleza del chavismo, en tanto fuerza política.

—¿Ya la reconoció?
—Parcialmente, a partir de 2006, después de las elecciones presidenciales. No estoy muy seguro de si han tratado de ponerse a la altura del chavismo o han hecho un esfuerzo por reconocer sus propias debilidades y actuar en consecuencia.

—¿Un presidente de derecha podría, si quisiera, hacer un Gobierno con sentido social o, por su propia naturaleza, la derecha se lo impediría?
—Habría que ver qué se entiende por sentido social. Si hablamos de planes destinados a mitigar los efectos de políticas económicas, sí sería posible. Pero si hablamos de reducir la brecha entre pobres y ricos, claro que no. Es imposible que un Gobierno de derecha haga algo parecido a lo que está haciendo la Revolución Bolivariana en materia social. Absolutamente inconcebible.

—¿La campaña de Capriles está tratando de imitar el discurso del chavismo?
—Absolutamente. Sin una mímesis del discurso chavista no habría campaña de Capriles. Ellos nunca lo van a reconocer, pero vienen en eso desde hace tiempo. Desde que la facción más lúcida de la oposición comenzó a recomponerse, la imitación de los códigos chavistas ha ganado cuerpo. Copian la simbología, las ideas-fuerza y hasta ciertos vocablos, como el caso del poder popular. Recuerdo a (Carlos) Ocariz, después de las elecciones legislativas, diciendo que él era el verdadero líder del poder popular de Petare, porque el de Chávez era pura paja. Claro, copian solamente el espíritu, no el cuerpo porque en el fondo, sus ideas son las del neoliberalismo. Saben que la única manera de vencer es hablándole a los chavistas para convencerlos de que voten por su candidato o, al menos, de que no voten.

—El temor a perder la propiedad –aunque no se sea propietario de nada– funcionó en 2007, en el referendo de la reforma constitucional. ¿Podría funcionar en 2012?
—El equipo de campaña de Capriles cree que sí; y por eso, uno de los temas fuertes es el de las expropiaciones. En general, lo vienen trabajando hace tiempo, a través de campañas ligth sobre la propiedad privada y los pequeños empresarios. Es posible que eso se conecte con las aspiraciones de un segmento social, la clase media popular, que es bastante numerosa. Pero no pasa de ser un elemento de campaña más. Yo diría que ni siquiera cuando la reforma eso fue lo determinante.

—Pero, entonces, ¿es viable un Gobierno de derecha con paz social, luego de todo lo que ha pasado en estos años?
—No. Si un hipotético gobierno de Capriles aplicase, aunque sea, la mitad de lo que está planteado en el programa de gobierno, sería absolutamente inconcebible que haya paz social. Esto siempre se interpreta como un chantaje, sobre todo cuando lo dice el Presidente. Se afirma que es típico de los liderazgos carismáticos decir que "después de mí, el caos". Pero no es un chantaje, pues el programa opositor es privatizador, implica un retiro del Estado de la economía en general, un desmontaje de todo el aparato jurídico que sostiene a Pdvsa. Tendría unos efectos inmediatos tremendos, por ejemplo, en los costos de los servicios básicos: el agua, la electricidad, todo. Además, la paz estaría amenazada porque hay muchos indicios de que vendría una arremetida bastante fuerte contra el chavismo. Por cierto, lo que sucedió cuando Capriles resultó electo gobernador de Miranda es un buen indicio de lo que podría pasar en materia de desmantelamiento de misiones. Claro, todos esos son supuestos negados. Para vivir ese escenario tendríamos que darle la oportunidad a la oposición de llegar allá. Y es mejor no dársela.

—Ahora, viéndolo desde el ángulo opuesto: ¿tiene Chávez alguna posibilidad de incidir en la clase media y restarle votos a Capriles en su feudo?
—El Presidente no puede dejar de dirigirse a todos los sectores de la sociedad, incluso, a los ricos, porque es el Presidente de todos. Yo creo que él lo hace, pero indudablemente su compromiso fundamental es con los sectores populares. A mi juicio, allí debe seguir centrando sus esfuerzos porque son la mayoría y porque hay malestar en ese segmento. Si esa gente se abstiene puede decidir las elecciones presidenciales. En evitar la abstención de los sectores populares chavistas debe centrarse la atención, no sólo del Presidente, de todos los revolucionarios.
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Crítica leal
Fue el mismísimo Hugo Chávez quien convirtió en celebridad a Reinaldo Iturriza, al elogiar su artículo del 2 de octubre de 2010: "Parlamentarias 26-S: un análisis preliminar". El Presidente destacó el valor de esa crítica leal. Le preguntamos a Iturriza si aquel gesto fue un hecho aislado o marcó una tendencia a la autocrítica.

"La institucionalidad sigue siendo bastante refractaria a la crítica –respondió-. Si en nuestros medios se asumiera esa actitud del Presidente, no serían como son. No digo que no sirvan, pero necesitan más crítica rigurosa y responsable. Lo que más me marcó del episodio con el Presidente fue lo que me dijo la gente. Alguien me escribió: 'Tremendo compromiso tienes: decir lo que decimos los invisibles y no nos escuchan, no te conviertas en otro burócrata'. Estoy en contra del pernicioso desbocamiento de la crítica, pero la realidad que predomina en las instituciones es el rechazo a la crítica y eso no le hace ningún favor a la Revolución".

Para aprovechar su vocación autocrítica, le pedimos que evalúe la respuesta dada a las primarias. Dijo:

"Si se iba a cuestionar las condiciones acordadas con la MUD, debió hacerse antes de las elecciones. No le encuentro sentido a hacerlo después. Fue contraproducente centrar la política comunicacional del Gobierno en la denuncia de fraude. Está muy lejos de ser lo medular y arroja, se quiera o no, un manto de dudas sobre el CNE".

19 de febrero de 2012

Morder la mano del amo


La política venezolana según el equipo de campaña de Capriles. 
Qué mal le queda a Goliat tirársela de David...

Si nos guiáramos por las palabras que ofreciera el todavía gobernador Capriles durante la rueda de prensa del lunes 13 de febrero, tendríamos que concluir que en un gobierno distinto al de Chávez reinaría el "equilibrio" en la información que difunden todos los medios, sean impresos, radiales o televisivos, públicos o privados.

Luego de cuestionar el desempeño de los medios públicos, éstas fueron sus palabras exactas: "En todos los medios privados hay información del gobierno". "Hace falta equilibrio".

Estas declaraciones son absolutamente coherentes con lo que está escrito en el documento Lineamientos del Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019), suscrito por Capriles: "Se ha ido articulando la hegemonía comunicacional. La presencia de toda una estructura de medios en manos del Estado evidencia una política bien orquestada de un 'Estado-comunicador' que ha visto en la información y la comunicación el espacio privilegiado para la educación e ideologización en pos de una 'sociedad socialista' que es el objetivo prioritario hacia donde se orienta este proceso gubernamental".

En resumen: el buenazo de Capriles estaría combatiendo contra una fuerza "hegemónica", contra un "Estado-comunicador" que impide el "equilibrio". El problema con este discurso, sin duda inspirado en la literatura de ciencia-ficción, pero al mismo tiempo truculento y ampuloso, es que la realidad lo desmiente todos los días.

No existe tal cosa como "hegemonía comunicacional", en tanto que la propiedad de la amplísima mayoría de los medios de todo tipo continua bajo control privado y, consecuentemente, la línea editorial continua siendo, como siempre lo ha sido, contraria a la revolución bolivariana. Mucho menos existe un "Estado-comunicador", suerte de correlato del Goliat "totalitario" a punto de devorarse al David que, con un pequeño micrófono en mano, resiste heroicamente, esperando su oportunidad  para dar el golpe de gracia.

En cuanto al "equilibrio", no sólo nunca ha existido: según todos los estudios del Observatorio Global de Medios, los medios privados son los más propensos al desequilibrio informativo. Sin este desequilibrio no habría sido posible, por ejemplo, el golpe de Estado de 2002. Más aún, sin desequilibrio, es decir, sin el apoyo expreso y decidido de los principales medios privados de este país, no existiría Capriles en tanto figura política que viene a reclamar el liderazgo opositor. Si no, que lo diga cualquiera de los otros precandidatos.

Capriles, hijo del desequilibrio, mal puede venir a reclamar ningún "equilibrio" de nada. Para tener un mínimo de credibilidad, tendría que comenzar por cuestionar la línea editorial de los medios privados, expresión prístina del más descarado desequilibrio, es decir, asumir una postura autocrítica. En otras palabras, tendría que seguir los pasos de Chávez, que no sólo cuestiona, con todo derecho, la actuación de los medios privados, sino también la de los medios públicos, con toda razón.

Pero tal cosa equivaldría, en el caso de Capriles, a morder la mano del amo, es decir, la de la burguesía. Sería, por tanto, un curioso acto de autoflagelación. 

15 de febrero de 2012

El día en que se puso de moda hablar como chavista


Capriles, 12 de febrero de 2012. Por: Reuters - Carlos García Rawlins

El antichavista promedio no lo reconocerá jamás, por supuesto,  pero buena parte del discurso que emplea hoy el candidato Capriles, y que celebra por novedoso y esperanzador, es una singular versión (permítaseme el eufemismo) del discurso chavista, o de eso que podríamos identificar como las ideas-fuerza de la cultura política chavista.

¿Cultura política chavista? Si usted se cuenta entre quienes se han reído burlonamente al leer tal sucesión de palabras, sepa que no está solo: en esa actitud lo acompañan algunos millones más, no la mayoría por fortuna, que también profesan un profundo desprecio por lo popular, y es ese desprecio y no otra cosa lo que explica que consideren sencillamente inconcebible que puede asociarse la idea de cultura con la existencia del chavismo. Usted se acostumbró a sacar la cuenta contraria.

El problema con el desprecio, entre otras cosas, es que nubla el juicio, y eso en política se paga caro: si usted se cree la encarnación de la cultura, de lo bello, de la razón y de la civilización, y subestima una y otra vez a la fuerza política que, siempre según usted, representa todo lo contrario, lo más probable es que esa fuerza política, si tiene la suficiente potencia, lo derrote sucesivamente. Usted, enceguecido por la soberbia, no se detendrá a pensar qué está haciendo mal: se limitará a denunciar que se la ha hecho trampa.

Esa es, en resumen, la penosa historia del antichavismo, al menos hasta el momento en que algunos comenzaron a considerar la alternativa de intentar entender qué cosa es lo que pasa por la cabeza de esa cosa abominable que se autodenomina como chavista: qué es lo que hace de él un adversario tan formidable y poderoso (aunque jamás se le reconozca públicamente), cuáles son aspiraciones, sus demandas, sus temores, etc.

Cierto estudio realizado en 2009 arrojó pistas invaluables para el que quisiera tomárselas en serio: para casi las dos terceras partes de la población venezolana, la democracia significaba la existencia de un Estado fuerte (adiós neoliberalismo), democratización política (Estado fuerte con participación popular activa), disminución de la brecha entre ricos y pobres, políticas sociales contra la exclusión, nacionalización de las industrias básicas, entre otras ideas-fuerza. Tal era un cuadro, siempre aproximado por supuesto, de la cultura política resultante de la irrupción del chavismo. Tal era su huella indeleble.

Fue mi hipótesis entonces que las fuerzas que reclamaban la necesidad de un liderazgo alternativo dentro la oposición, habían tomado nota de aquellos datos (y sin duda de algunos otros, arrojados por otros estudios): ya entonces se apropiaban de manera deliberada de algunas de estas ideas-fuerza, en un esfuerzo por articular un discurso que le dijera algo al chavismo.

Esas mismas fuerzas han logrado hacerse con el liderazgo opositor. Tal liderazgo ha sido refrendado el pasado 12 de febrero. Su cara visible es el candidato Capriles.

Escuchando con detenimiento la rueda de prensa que ofreciera al día siguiente, es posible identificar abundantes referencias a los tópicos característicos del discurso chavista. Veamos:
  • Capriles, el candidato, no es sólo el adalid del progreso, sino que se autodefine como "progresista", en contraste con el "gobierno de izquierda retrógrado" que encabezaría Chávez. Más allá, afirma estar encabezando un "proceso de cambio".
  • Estado fuerte: afirma creer en un "Estado orientador, promotor, fuerte cuando tiene que regular", pero limita el rol regulador a determinadas materias: seguridad ciudadana, salud, educación, empleo. Cuando de las fuerzas del mercado se trata, el Estado deja de ser fuerte o simplemente desaparece.
  • Democratización política: distingue entre "acercar el poder al ciudadano" y "controlar todo el poder". Y nosotros que criticábamos a Chávez porque hablaba de empoderamiento, porque el poder no es algo que se otorga. Capriles apenas lo "acerca".
  • Disminución de la brecha entre ricos y pobres: ¿ricos y pobres? Ese discurso estimula el odio de clases. La división. La desunión. Sin embargo, Capriles dice creer en "un país donde nadie se quede atrás". Ya basta de conflicto: "No creo en chavistas y escuálidos, todos somos venezolanos".
  • Políticas sociales contra la exclusión: no eliminará las Misiones, pero plantea que hay que "ir más allá"; que piensa reducir el hambre a cero, pero que también hay que dar empleo. ¿Cómo "ir más allá"?
  • Nacionalización de las industrias básicas: afirma que no privatizará PDVSA, pero suscribió un programa de gobierno que plantea todo lo contrario.
  • Dice marcar distancia con la vieja forma de hacer política, pero no marca distancia de los viejos partidos. Dime con quién andas…

El mismo 13 de febrero, Capriles afirmó: "Hoy Venezuela amaneció con una nueva realidad política, con un nuevo liderazgo". En efecto, ese día la oposición amaneció con un candidato "progresista", que apuesta por un "proceso de cambio", que cree en un "Estado fuerte", que cree en "acercar el poder al ciudadano", que desea "un país donde nadie se quede atrás", que no eliminará las Misiones, que no privatizará PDVSA y que encarna una nueva forma de hacer política. Ese día, Capriles pretendió pasar por un chavista más. Ese día se puso de moda hablar como chavista.

Por supuesto, el antichavista promedio no lo reconocerá jamás, y jurará haber descubierto el agua tibia; cosa que, dicho sea de paso, es lo que pasa cuando se tiene tal obsesión por hacerse el distraído cuando se trata de saldar cuentas con un pasado vergonzoso, en el que se maldecía a todo el que osara hablar de "proceso de cambio".

Vaya qué cosas: la misma burguesía que ya nos quisiera repitiendo sus sandeces, ahora pretende hablar como nosotros. Sólo que lo hacen mal. Sólo que ella no es como nosotros. 

13 de febrero de 2012

Contra el fraude interpretativo


Esto no es un análisis. Es un llamado de atención, a quien pueda interesar.

Es mucho el daño que el triunfalismo le hace a la revolución bolivariana: la autocomplacencia, expresada en la difusión por doquier de las trescientas veintisiete encuestas que dan como ganador a Chávez, de una vez y sin haber peleado; el autoengaño, que ilustra cierta "interpretación", según el cual el chavismo superaría por más de cuatro millones de votos a la oposición el próximo 7 de octubre;  la miopía que nos hace tener ojos sólo para las miserias de la oposición, reina y señora de los medios privados, cuando tendríamos que dedicarle la mayor parte de los espacios de nuestros medios a darle voz a quienes no la tienen.

Luego van y se estrellan de frente contra la realidad y cunde el derrotismo: se quedan sin habla, sin iniciativa, sin propuestas, sin discurso; o bien hacen como si nada está pasando, porque aquí no ha votado nadie; o hacen malabarismos matemáticos, comparando, por ejemplo, los resultados de las presidenciales de 2006 con los de las primarias; o bien denuncian "fraude".

Porque es así: el triunfalismo de ayer es el derrotismo de hoy, y el triunfalismo de hoy anuncia la derrota de mañana.

De manera que no se trata de cantar "fraude", como se acostumbró a hacerlo lo más vil del antichavismo durante años, sino de acabar de una vez por todas con el fraude interpretativo que pretenden imponernos triunfalistas y derrotistas.

Ya basta.

12 de febrero de 2012

Más allá de Chino y Nacho - Comunicado de Tiuna el fuerte



COMUNICADO DE TIUNA EL FUERTE 

Más allá de Chino y Nacho

Tiuna El Fuerte, organización de jóvenes militantes de la cultura y la política de la calle; jóvenes venezolan@s revolucionari@s, músic@s, bailarin@s, intelectural@s, poetas urban@s, graffiter@s, patineter@s, raper@s, cyber-guerriller@s y constructor@s de plataformas de producción cultural contra-hegemónica en Venezuela, tenemos que decir publicamente a partir de la celebración del Día de la Juventud 2012, que más allá de las críticas al concierto de Chino y Nacho que, según las voceras de Ministerio del Poder Popular para la Juventud, busca la "inclusión" de todos los jóvenes venezolanos, es decir, generar espacios de convocatoria masiva y no sólo para los jóvenes de izquierda, nos preguntamos:


1. ¿Cómo es que en 13 años no hemos creado las condiciones objetivas y subjetivas para contar con nuestros propios Chino y Nacho, con artistas que logren los mismos niveles de fanaticada y movilización masiva que logra este dúo? Más allá de las letras de Chino y Nacho, de las que se podría decir bastante, se trata de que la Revolución Bolivariana, a efectos de convocatoria masiva juvenil, siempre se ve obligada a recurrir a los artistas que la industria del entretenimiento ha posicionado como referentes de la juventud, configurando masivamente el gusto juvenil venezolano. Desde allí nos preguntamos:  ¿si la Revolución Bolivariana busca sobre todo construir hegemonía, por qué no se plantea estrategias claras para producir nuevos gustos en la juventud venezolana?  ¿Cómo es que no hemos podido generar plataformas o circuitos sólidos de producción cultural que hagan que nuestros talentos de barrios se conviertan en guerrilleros de la industria cultural y en verdaderos referentes de la mayoría de la juventud venezolana?


2. La "inclusión". La Revolución Bolivariana ha entendido inclusión en su sentido más tradicional, es sobre todo garantía de oportunidades de educación formal, y oferta cultural y recreativa que satisfaga los gustos masivos de la mayoría de la juventud. Pero si inclusión es sólo oferta educativa formal, ¿qué pasa con los miles de jóvenes cuyas condiciones de vida no les permiten mantenerse en los circuitos formales de educación? o ¿qué pasa cuando sus expectativas de vida y bienestar se remiten a ganar dinero y acceder a bienes de consumo de manera inmediata, y la trayectoria educativa formal pierde sentido? ¿Qué política juvenil se ha pensado más allá de estos circuitos clásicos de inclusión? Del otro lado, si inclusión es sólo oferta cultural y recreativa que satisfaga los gustos que la industria cultural produce, ¿qué pasa luego del concierto? ¿Qué pasará entre este concierto y el próximo, donde se generará la misma necesidad de convocatoria masiva? Preguntas que hablan de la necesidad de valorar no sólo como un asunto "cultural" sino como una estrategia política de inclusión social y construcción de hegemonía socialista, los circuitos de producción cultural contra-hegemónica que desde ya se vienen gestando en todo el país desde múltiples experiencias e iniciativas juveniles. 


También sobre la juventud, el joven revolucionario, la inclusión y la participación política, habría que decir, a propósito del documento que se le entregó hoy al presidente Chávez como propuesta de "la juventud venezolana" para el Plan Nacional Simón Bolívar 2013-2019: ¿cómo y con quiénes se deciden las políticas juveniles en el país? Se dijo que esas propuestas fueron construidas con 10.000 jóvenes, ¿pero quiénes son estos jóvenes? ¿Son los que irán al concierto de Chino y Nacho o los que reniegan de ellos? ¿Por qué para los eventos masivos no se tienen pruritos para convocar a quien sea y como sea, para "incluir", pero para la importante tarea de diseñar políticas públicas efectivas, masivas y diversas, ajustadas a las expectativas de vida de la mayoría de jóvenes de hoy, se convoca sólo a los jóvenes clásicamente politizados y/o pertenecientes a las estructuras de inclusión formal generadas hasta el momento? 


Tiuna El Fuerte y muchos de los colectivos conectados en REDADA (Red de colectivos culturales urbanos) fuimos invitados a estos círculos de discusión sobre las políticas juveniles que promovió el MPPJ en Caracas y el interior del país, pero ¿quiénes se encontraban allí? Los exclusivos jóvenes de siempre: INJ, JPSV, FFM y los Gabinetes Juveniles. ¿Qué pasó ahí? La agenda de las mesas de trabajo estaba previamente definida, sólo se nos indicó "las problemáticas" que se debían debatir. ¿Alguien nos preguntó si esas eran problemáticas para nosotros? Nos preguntábamos: ¿la agenda estaba abierta para plantear propuestas desde otras experiencias de organización y participación? Pero sobre todo: ¿allí se definirían políticas masivas? Creemos que no había suficiente preocupación porque la participación fuera tan masiva y diversa, como la que hubo para llenar el concierto del Día de la Juventud.


En marzo de 2011, entendíamos que el MPPJ se creaba como una instancia rectora en políticas de juventud, que buscaba superar las formas de diseño y gestión de políticas públicas que hasta ese momento habían prevalecido en la Revolución Bolivariana para este sector. Sin embargo, hoy nos preguntamos si esta lógica se superó. No conocemos el contenido de este documento, aun así instamos al MPPJ a hacer público su contenido, para que la mayoría de los jóvenes de este país (incluyendo a los que van al concierto de Chino y Nacho) se reconozcan o no en sus propuestas. 


El Gran Polo Patriótico bien podría ser una instancia para debatir sobre estos temas. Esperemos que el MPPJ respete y acompañe los mecanismos propios de participación social y política que nosotros como jóvenes, desde nuestros espacios, desde nuestras formas y desde nuestros quehaceres e intereses, venimos construyendo desde hace más de 7 años. Esperamos que el MPPJ acompañe, fortalezca y no compita con las políticas informales para la juventud que en la práctica, desde nuestros limitados recursos materiales, cientos de colectivos a niveles nacional venimos inventando y desarrollando de manera efectiva en múltiples territorios. Este acompañamiento resulta vital para convertirnos en núcleos masivos de multiplicación revolucionaria, para la necesaria agitación y movilización juvenil que nos llevará a contribuir sólidamente con el éxito electoral del comandante Hugo Chávez el próximo 7 de octubre de 2012. Este proceso pasa, entre muchas otras líneas estratégicas, por generar plataformas reales de producción cultural (y de inclusión) que hagan de los talentos que existen en todos nuestros barrios, los referentes del gusto masivo de la juventud venezolana. Si esto no pasa, ¿quién cantará en el concierto para la juventud en octubre de 2012?


La Revolución Bolivariana ha acertado en las políticas deportivas. Si tenemos campeones del mundo y una "Vinotinto", fuente de orgullo nacional, que llena estadios y canchas, ¿por qué no hemos podido desarrollar políticas acertadas en lo cultural-juvenil que potencien artistas socialistas capaces de llenar un Poliedro o un estadio? Chino y Nacho no llegaron allí solos, ni de "manera independiente", cuentan con una industria con claros objetivos mercantiles que los respalda. ¿Qué política respalda a los jóvenes artistas de nuestros barrios?

TIUNA EL FUERTE
– FEBRER0 2012 –

8 de febrero de 2012

Esa cosa loca llamada chavismo


Claro está, cuando las tenemos...

Me gusta imaginarme a los académicos y a los intelectuales en general intentando definir qué cosa es el chavismo, sobre todo cuando se trata de aquellos que militan en el antichavismo: escritores, opinadores, profesionales, nunca nadie les preguntó y sin embargo todos tienen algo que decir.

Me gusta imaginármelos en su intimidad, dando tumbos, haciendo malabarismos, quebrándose la cabeza, los mismos que luego vemos alardeando de su incomparable capacidad para poner a funcionar la inteligencia, ejercer el universal derecho al más libérrimo albedrío y hacer gala de la virtud que supone pensar con cabeza propia, cuando la verdad es que están condenados a pensar la realidad que los rodea (esa realidad amenazante, opresiva) con categorías extrañas, inventadas para pensar otras realidades que poco o nada tienen que ver con la nuestra.

Me gusta cuando hablan y dicen ¡presente!, cuando, por ejemplo, se aprestan a enumerar las razones por las cuales no puede hablarse de un "pensamiento" chavista, de un ideario, de un cuerpo de doctrina, y se orinan en los pantalones de tanta risa, porque el chavismo no será jamás y nunca capaz de parir un Aristóteles, un Hegel, un Marx, un Carlos Raúl Hernández.

Me gusta cuando lo tratan como un accidente, una mancha, una rémora del pasado, una variación del totalitarismo, un heredero de nazismo, una encarnación del castro-comunismo, el regreso de los muertos vivientes, un experimento monstruoso, todos los malos y los feos reunidos bajo el mismo estandarte, lo innombrable, una falta, un exceso, un momento de locura, una secta, una pesadilla.

Me gusta particularmente cuando lo reducen a masa que sigue ciegamente a un hombre, porque suponen que el problema se soluciona eliminando al hombre. Me gusta el gesto, que se debate entre la audacia y la negación, de aquellos que sostienen que esa cosa loca llamada chavismo no existe. Me gusta porque no han entendido nada, absolutamente nada, a pesar de que crean saberlo todo. Me gusta imaginar la expresión en sus rostros, luego de leer lo que sigue: no seré yo quien se los explique.

No me gusta, es mi obligación decirlo, ese tono nostálgico con el que algunos "chavistas" hablan del chavismo en estos días de celebración. Como si el chavismo fuera un asunto del pasado, cuando vivimos en peligro, una cosa ya hecha, un hermoso recuerdo, una conquista y no una pelea, una meta y no un horizonte, un rosario de cruces y no una ferviente creencia, un discurso acompasado y no un reclamo histórico, un testimonio y no una vivencia cotidiana, un gobierno y no una revolución, un cuerpo uniforme y no un pueblo bullente, un objeto de culto y no un "nosotros", un acto oficial y no una fiesta.

No me gusta escuchar a los que se conforman porque con el chavismo todo cambió, de manera que el cambio revolucionario ya no sería necesario. Porque plantearlo así, incluso si lo hace alguien que ha luchado durante veinte años, sería traicionar al chavismo.