30 de mayo de 2012

Es momento de tomar la iniciativa

Hace casi un año ya de la movilización del 7 de junio, convocada por diversas organizaciones que integran el movimiento popular, en el marco de una campaña nacional contra la impunidad y la criminalización de las luchas del pueblo organizado.

No conforme su importancia, es probable que algunos de quienes tienen responsabilidades de dirección política en la revolución bolivariana ni siquiera la recuerden. Por mala memoria o quizá por falta de tino a la hora de realizar análisis de la situación política. Quienes la ignoraron entonces no harán algo distinto ahora.

Su importancia, su hondo significado, radica no sólo en su composición, sino en su mensaje, y fundamentalmente en su capacidad de iniciativa, un valor inestimable en la hora de las resoluciones históricas.

Aquel día marchó por las calles de Caracas una porción del movimiento campesino organizado junto a una representación del pueblo pobre expulsado de la ciudad formal, reunido en el Movimiento de Pobladores. Agrupaciones estudiantiles y de trabajadores, artistas, militantes de la comunicación alternativa y comunitaria, colectivos feministas o sexo-género diversos, entre otros, les hicieron el coro.

El mensaje, que pudiera calificarse de irrestricto apoyo crítico al gobierno nacional y al comandante Chávez, era producto de un intenso balance también autocrítico, que intentaba poner en perspectiva amenazas y fortalezas tanto internas como externas al chavismo. De esta postura se deriva su capacidad de iniciativa.

Desde entonces, es mucha el agua que ha pasado bajo el puente, y sin duda el momento político es otro. Entre otras razones, porque la salud del comandante Chávez, y las infinitas especulaciones que al respecto publica la envalentonada prensa antichavista, tiene a más de uno confundiendo deliberadamente malos deseos con pronóstico reservado, y con ganas de darle una patada al tablero político.

Vista la situación, es extraordinariamente oportuna la convocatoria que las mismas organizaciones que ya impulsaron la movilización de hace un año (reunidas ahora como Alianza Popular Revolucionaria), están haciendo para marchar este martes 5 de junio, reafirmando el horizonte anti-capitalista del proceso de cambios, su carácter decididamente popular (es el pueblo resteao con Chávez el que se moviliza), y por la defensa y la profundización de nuestra revolución.

Hoy, como ayer, cuando se agitan fuerte las aguas de la política, cuando hay tanto equivocado por ahí intentando pescar en río revuelto, tanto desubicado pretendiéndose el pez gordo que, llegado el momento, engullirá a los más pequeños, es momento de tomar la iniciativa (no de domeñarla). Qué tal ni qué nada, nosotros lo que somos es chavistas y estamos es con Chávez.

27 de mayo de 2012

Tener la piel lisa

Chávez en consejo de ministros, martes 22 de mayo de 2012: "La oposición, con esa candidatura que tienen, a mí me ha hecho un gran daño, me ha desprestigiado". "Pero bueno, eso fue lo que ellos escogieron, un chocolate dulcito y todo aquello".

Incluso en un país como Venezuela, donde estamos acostumbrados a los excesos retóricos de la oposición "democrática" – la injuria, la mentira, la abierta conspiración contra los intereses nacionales – sorprende el tono que vienen adquiriendo las intervenciones públicas de sus opinadores de oficio. 

Por doquier se multiplican las conjeturas, las elucubraciones de eso que Alberto Franceschi, ex trotskista y jefe de campaña de Salas Römer en 1998, califica como "un escenario atípico, realmente inédito en estos 14 años y es que en las cúpulas chavistas están percibiendo que la manguangua está llegando a su fin".

Si las palabras de Franceschi no auguran precisamente un análisis a profundidad del momento político, sino que más bien ilustran los pasmosos límites de la "inteligencia" antichavista, eso no debe desviarnos de lo central: la vieja clase política, decadente y desfasada, y que no pertenece a otro tiempo histórico que el pasado, realmente cree que "está llegando" su momento.

Tal desenlace no obedecería a las virtudes o las fortalezas de la clase política antichavista, a su improbable apoyo popular, sino a una circunstancia providencial: el estado de salud del comandante Chávez.

Dicho de otra forma, un hecho fortuito, el azar, la fortuna, vendría a servirle en bandeja de plata lo que el antichavismo partidista no fue capaz de ganarse ni en buena lid ni violentando las reglas de juego, esto es, apelando al golpe de Estado, al sabotaje, al terrorismo, y en general a la vía violenta y contraria a una Constitución que, y esto no es un dato menor, fue refrendada popularmente.

Si bien es cierto, como me comentaba recientemente mi amigo Javier Biardeau, que la fortuna cuenta, y que por eso hay que "zurrarla y zaherirla" (Maquiavelo dixit), también hay que decir que si hoy la vieja clase política le apuesta todo a un juego de dados, esto es un signo inequívoco de su impotencia política.

Impotencia que queda en evidencia, una vez más, en los cuestionamientos que el mismo Franceschi hace al entorno político más íntimo del gobernador Capriles, el pasado lunes 21 de mayo: "¿Quién puede creerse el cuento de hadas, que (sic) sustituir al chavismo en el poder es solo una cuestión de caer simpático a los votantes rojitos y ganar por algunos puntos la elección de octubre?". Como suele suceder, impotencia política que se disimula en la grandilocuencia, en la sobreestimación de la propia fuerza: "Hay talentos en Venezuela para armar 100 gobiernos de primera. Entre los banqueros, los industriales, los líderes de medios, y entre factores de liderazgo político viejo y nuevo, sobran quienes puedan ayudar al señor Capriles a montar una presencia electoral determinante. A veces dudo que él sea capaz de dar la talla, pero asumamos que sí, para no tener la tentación de sumarme a los escépticos que abundan y han ido creciendo".

Exactamente la misma impotencia que destilan las palabras del viejo adeco Rafael Poleo, del mismo 21 de mayo: "El Capriles que nos muestran es un candidato flojo con una estrategia equivocada. Ignora que en Venezuela el voto es emocional y que en todas partes la gente vota por la esperanza. Le han hecho una imagen de chayota creyendo que cada uno le pondría su propio sabor. Esa imagen y ese mensaje de muchacho decente ganará (sic) en el este de Caracas. Pero el resto no ve al hombre de las circunstancias".

Tal vez el gobernador Capriles "es un candidato flojo" precisamente porque es el candidato de los banqueros, los industriales, de la vieja partidocracia y de los partidos "nuevos", herederos de aquella. Pero supongamos que eso es harina de otro costal.

Mientras tanto, limitémonos a dejar constancia de la respuesta del aludido. Blanco, por una parte, de las crecientes críticas provenientes de sus propias filas, y objeto de la crítica implacable, como corresponde, del comandante Chávez, el martes 22 de mayo, el gobernador Capriles respondió al día siguiente adoptando un tono "frontal", en contraste con lo que ha sido su prédica de no confrontación.

Pero el gobernador Capriles, el mismo que, según cuenta la leyenda, sólo una vez en su vida peleó en el colegio, y además perdió; ese "muchacho de jeans, con la franela por fuera", pudiendo asestar un buen par de golpes, se limitó a decir, con el tono característicamente afectado de quienes tienen la piel lisa, que el "otro candidato" le había proferido "insultos y descalificaciones". Bien bueno pues. Segundos más tarde, y en un arranque de aparente valentía, advirtió: "Hugo Chávez: prepárate…". Y debemos suponer que tembló en Miraflores.

Un momento. ¿Hugo Chávez? ¿El mismo que el antichavismo se apresura a despedir, en medio de abucheos, de la arena política? Sí, "reapareció" el hombre, firme, sereno, de buen humor, y pegaron el grito en el cielo quienes tienen todas sus esperanzas cifradas en su definitiva desaparición. Los mismos que, esos sí, son cosa del pasado.

23 de mayo de 2012

Peronismo, intelectuales, iletrados


"Así concluía el largo debate, según la tradición argentina, que fija a la ciencia social un plazo de un cuarto o medio siglo, para admitir como cierto aquello que los iletrados del común evaluaban certeramente el mismo día del acontecimiento". 

Estas palabras, mordaces, severas, pero también una señal indiscutible de buen humor, pueden leerse en un libro extraordinario, La era del peronismo, escrito por Jorge Abelardo Ramos, uno de los principales artífices del pensamiento nacional-popular en Argentina y, me atrevería a decirlo, un texto que aporta claves inestimables para "entender" al chavismo, con todo y las distancias que haya que guardar.

Se refería Ramos, de manera concreta, a la forma como fue interpretada la política económica del primer peronismo por los "partidos del sistema oligárquico", por la "izquierda cosmopolita de todos los matices" y por el propio peronismo. "Apologistas y críticos dejan de lado, generalmente, las formidables dificultades de un país semicolonial para adoptar un camino independiente. En el peronismo se manifestaban varias clases sociales y el representante de todas ellas era un jefe militar que le imprimió a todo el proceso revolucionario su propio carácter, sus debilidades tanto como sus aciertos. Lo que queda fuera de toda discusión fue el carácter nacional de toda esta política".

Este último punto, plantea Ramos, estaba "fuera de toda discusión" para la clase trabajadora argentina. De allí, en buena medida, su resuelto apoyo a Perón.

Pero más allá de las circunstancias históricas concretas a las que refiere el párrafo inicial, está un asunto que Ramos aborda de manera recurrente en su libro: la tirante, y casi siempre antagónica, relación entre la intelectualidad argentina, proveniente en su mayoría de la pequeña burguesía, y el fenómeno del peronismo, de fuerte raigambre obrera, popular.

Algunas de las páginas más lúcidas de La era del peronismo son precisamente aquellas en las que se detiene a explicar las razones detrás de semejante postura de la intelectualidad: su penosa adicción al "europeísmo", al "librecambismo", a las modas intelectuales, y su desprecio por lo popular.

Pero no está implícito en el análisis de Ramos un anti-intelectualismo demagógico. Todo lo contrario, su apuesta es por una intelectualidad con una "visión singular de la Argentina, nacida y acariciada en el latido del subsuelo, formada en el aire, sabor y perfil del cielo hispanocriollo, sustancia única que no puede encontrarse, fuera de aquí, en el ancho universo".

En otras palabras, una intelectualidad con vocación político-estratégica, que no se limita a hacer propaganda en apoyo al gobierno (y que no aporta nada nuevo), pero también distinta de aquella que se mantiene al margen deliberadamente, esperando el desenlace de los acontecimientos, para después, dentro de uno, cinco años o un cuarto de siglo, venir a contarnos aquello que, para los "iletrados" de hoy, está tan claro como el sol.

18 de mayo de 2012

Cuando sea demasiado tarde

¿Qué fue a hacer el gobernador Capriles a Colombia, el pasado martes 8 de mayo? La versión oficial de su comando de campaña, y del inmenso aparato de propaganda que le brinda cobertura, es que "viajó a Bogotá… a reunirse con un grupo de venezolanos". Según nota publicada por el diario Tal Cual al día siguiente, "centenares de personas aclamaron a Capriles, con gritos y vítores. La visita a Bogotá, donde hay una creciente comunidad venezolana, es la primera etapa de una gira internacional de Capriles". Nos toman por tontos. 

Si fuera cierto que la visita forma parte de una estrategia orientada a establecer contacto cara a cara con los venezolanos en el exterior, pronto lo veríamos visitando Estados Unidos, España, Italia y Portugal, los "destinos preferidos", antes que Colombia, de los venezolanos que emigran, según reportaje del domingo 13 de mayo en Últimas Noticias, con título que no deja lugar a dudas: "La inseguridad 'expulsa' a talentos venezolanos", escrito por Lisseth Boon.

Dos más dos son cuatro: la "inseguridad" expulsa al talento venezolano, los venezolanos que emigran son cada vez más, por tanto es lógico que el gobernador Capriles entre en contacto con ellos, personalmente vale decir, durante la campaña. Por supuesto, no lo hará, porque la referida reunión con venezolanos en Bogotá es una simple y vulgar coartada.

Pero vale detenerse en el reportaje sobre la emigración, comenzando por la pregunta de rigor: ¿por qué aparece publicado en este momento? Tal parece una respuesta, entre otras similares aparecidas en otros diarios, al documental Caracas, ciudad de despedidas, fuertemente cuestionado por chavistas y antichavistas.

El efecto del documental en el plano simbólico fue demoledor, ente otras cosas porque develó, en pocos minutos, y con una franqueza perturbadora, el carácter militantemente anti-nacional de los jóvenes de clases acomodadas. Para el chavismo fue una muestra del verdadero rostro de la "gente decente", acostumbrada a la pose y a la hipocresía, y para parte del antichavismo fue como ver retratadas sus opiniones, exactamente las mismas, pero expuestas torpemente por un puñado de imberbes sifrinos veinteañeros.

Desde entonces, la "prensa seria" antichavista viene haciendo un sostenido esfuerzo por dar un tratamiento "serio" a temas igualmente "serios", pero que fueron abordados con excesivo desenfado por unos jóvenes irresponsables.

Mediante esta artimaña, el tema central del documental, esto es, la conciencia anti-nacional que distingue tanto a la oligarquía como a sus émulos, es ignorado por completo, y pasa a ser la "realidad" de la emigración del talento venezolano o la "inseguridad" que, según cuenta la leyenda antichavista, son fenómenos que los chavistas menospreciamos irresponsablemente, puesto que preferimos fingir que vivimos en el "mar de la felicidad".

Envilecida de tal forma la discusión, soslayado el tema de fondo, lo que queda es pura aritmética mediocre: dos más dos, la "inseguridad", el talento, la emigración, el gobernador Capriles en campaña. Normal pues.

Pero incluso si uno cede por un momento al chantaje argumentativo, y lee más allá de los titulares, se consigue con datos que no concuerdan. En las páginas que siguen al trabajo de Boon, aparece publicado otro, "Emigrantes criollos se concentran en 6 países", de Carlos Subero. Refiriéndose al caso de los venezolanos que emigran a Colombia, escribe: "En junio de 2011, la revista Semana publicó el reportaje Llegaron los venezolanos, en el que se precisa que en el sector petrolero comenzaron a arribar en 2005, después de que hubo despidos en masa en Petróleos de Venezuela".

De manera que el incremento de la emigración a Colombia tiene que ver principalmente con razones económicas, y no con la "inseguridad", y este comportamiento no puede explicarse si no se arroja luz sobre los protagonistas: quienes pararon la industria petrolera en 2002, en un intento por derrocar al gobierno democrático de Hugo Chávez. Éste es el "talento" que, luego de intentar torcer el destino marcado por las mayorías populares, se vio forzado a buscar otros destinos.

Los venezolanos en Colombia superan los 30 mil, según refiere el periodista Subero. Los colombianos en Venezuela son millones. No es el mismo tipo de migrantes: los hermanos colombianos que vienen a nuestro país lo hacen huyendo de la violencia y de la pobreza, es decir, de la violencia económica. ¿Cuántos de los venezolanos que se han marchado a Colombia no serán responsables directos del mayor atentado que haya sufrido la economía nacional? Tal vez unos cuantos miles.

Pero volvamos a la pregunta inicial: ¿qué fue a hacer Capriles a Colombia? La especie de la reunión con venezolanos en un hotel bogotano no resiste un mínimo análisis.

Habrá que recordar la visita realizada por Leopoldo López a Bogotá, en diciembre pasado, para reunirse con el ex mandatario Uribe, estrechamente vinculado con el narco-paramilitarismo. "Colombia es una referencia absolutamente necesaria e innegable de lo que significa éxito en materia de seguridad", declaró entonces López, hoy coordinador nacional del Comando Venezuela.

Lo cierto del caso es que cinco días después de la visita de Capriles, Uribe no sólo acusó a Chávez de "asesino" y "dictador" a través de su cuenta Twitter, sino que manifestó su apoyo al gobernador Capriles. Al día siguiente, Capriles le pidió que no se involucrara "en el proceso electoral de Venezuela". Agregó: "porque hay algunos que dan declaraciones que lejos de contribuir… estorban".

Pero mientras Capriles se esforzaba por hacer "control de daños", irrumpió Diego Arria, cual veinteañero irresponsable, a declarar sin vergüenza lo que tantos en el antichavismo piensan pero no pueden admitir públicamente: "Rechazar que nuestros amigos nos defiendan como @AlvaroUribeVel es un despropósito".

Henry Ramos Allup, adeco veterano, hizo un llamado público de atención, aunque sin referirse de manera expresa a esas declaraciones de Arria: "¡Cállate la boca! No estés publicando tus planes de combate en el periódico. Vamos a primero a ganar ¡No estés asustando a la gente por anticipado!".

¿Qué fue a hacer el gobernador Capriles a Colombia? Eso no se dice. No ahora. Que la gente se asuste después. Cuando sea demasiado tarde.

13 de mayo de 2012

No juntarse con la chusma



Arriba: Doña Florinda enamorada. Abajo: Doña Florinda dirigiéndose a la chusma.

La pieza de propaganda más hilarante que he leído en mucho tiempo fue escrita por Joseph Poliszuk, y fue publicada en el diario El Universal el domingo 19 de febrero de 2012, es decir, exactamente una semana después de las primarias opositoras. 

La nota, titulada El candidato del equilibrio, un empalagoso alegato en favor de las pretendidas virtudes del gobernador Capriles, deja deslizar un dato demostradamente falso, pero al que el antichavismo recurre con frecuencia cuando la intención es reforzar el mensaje de que Chávez es un tirano rabioso: "Aunque nunca quedó claro si el teniente coronel Hugo Chávez realmente habló de 'freír las cabezas de los adecos en aceite', buena parte de su base entonó los cantos de venganza que venía anunciando desde 1992".

Chávez, en efecto, jamás pronunció esas palabras, tal y como lo reconoció en su momento el correspondiente imitador. Pero se trata, por supuesto, de sembrar la duda (una vez más) o apostarle a la desmemoria. A veces, simplemente, de escribir lo que el público consumidor reclutado entre la "gente decente" desea creer. Como aquello de que para nosotros, los chavistas, participar en política es equivalente a entonar "cantos de venganza".

Además, la nota de Poliszuk vuelve sobre una idea-fuerza cara al "pensamiento" antichavista: aquella según la cual Chávez y el chavismo son sinónimos de "emoción", en contraste con la "razón" que encarnaría el gobernador Capriles. No obstante, y como la sola idea de un candidato sin carisma es un total contrasentido, el periodista se apresura a aclarar: esto "no quiere decir que Capriles no transmita sentimientos". Simplemente transmite los adecuados.

Así, a diferencia de Chávez, que, según cuenta la leyenda antichavista, ya una vez amenazó con freírle la cabeza a los adecos, el gobernador Capriles es uno que "evita la confrontación" y transmite "seguridad". Agrega: "el gobernador ha evolucionado como el país". Para demostrarlo, recuerda que cuando se lanzó como candidato a la Alcaldía de Baruta empleó la consigna: "Cero tolerancia al delito". Ahora, en cambio, nos dice que "hay un camino".

Traducción: si para resultar electo por Baruta a Capriles le bastaba con emplear el trillado lenguaje del populismo punitivo, para optar por la Presidencia de la República está obligado a moderar el lenguaje. Sobre todo frente al chavismo.

Pero en su empeño por pintarle esa imagen de candidato que no confronta, al propagandista se le va la mano. Y de qué manera: "La única vez que Capriles se cayó a golpes fue en una riña de estudiantes de sexto grado de la que ni siquiera salió bien parado". Sí, leyó bien: una sola vez y además perdió.

Realmente importa poco si el gobernador Capriles, ese "muchacho de jeans, con la franela por fuera", según Roberto Giusti, siempre fue tan bobo. Esto está infinitamente lejos de ser un asunto personal.

Esa imagen que pretende vendernos el omnipresente aparato propagandístico detrás de Capriles, de candidato que no confronta, porque a diferencia de Chávez es un muchacho "racional", porque jamás ha creído en la violencia, dice mucho de la imagen que el antichavismo tiene del pueblo venezolano. Del pueblo de abajo.

Si hubiera que ilustrar el punto, sólo basta recordar una escena que vimos decenas, acaso centenares de veces, quienes crecimos sintonizando El Chavo del Ocho (unos porque realmente les gustaba, otros porque entonces no existían muchas alternativas), el inolvidable programa mexicano. ¿Quién no recuerda a Doña Florinda, soberbia y mala pobre, diciéndole a su hijo: "Vámonos Quico, no te juntes con esta chusma", justo después de propinarle sonora cachetada a Don Ramón?

Exactamente así es como actúan los asesores y propagandistas del gobernador Capriles: como Doña Florinda. La soberbia les sobra, está claro, aunque de malos pobres no tienen nada. El dinero fluye a 
borbotones. 

Soberbia que se expresa en ese permanente tufillo a superioridad que le impide "rebajarse" a responder los ataques despiadados que le profiere el candidato de la sinrazón. La misma soberbia que lo obliga a referirse permanentemente a diálogos imaginarios con gente del pueblo, que jamás presenciamos, de los que nunca conocemos señas ni detalles, gentuza sin nombre y mucho menos apellido. Soberbia cuando le desea "larga vida" a Chávez, pero luego lo acusa de haberse alejado de las calles, de gobernar desde las pantallas de televisión.

Soberbia de candidato que no confronta con chusma, y que si tiene que extenderle la mano, "casa por casa", es porque en tiempos de elecciones hay que desfilar por el vecindario.

Es Quico candidato.

Sus asesores, cual Doña Florinda, le dicen que no vale la pena; le susurran al oído que el secreto consiste en no confrontar a Chávez. Que no lo merece. Que los pequeños como Chávez se engrandecen cuando los gigantes como Capriles tratan de igual a la chusma. Que el error ha consistido, todos estos años, en no respetar este sagrado orden de jerarquías.

Siempre hallarán una forma de subestimarnos.

Muy ingeniosos asesores de Capriles, va este dato invaluable: la única forma de derrotar a Chávez es confrontándolo. En su terreno, que no quiere decir copiar a Chávez. Con firmeza, audacia, carácter, inteligencia. No hay otra opción. Escurrir el bulto, mirar por encima del hombro, hacerse el distraído, es más bien cosa de cobardes, de niños malcriados.

En el fondo, sospecho, ustedes lo saben. Pero el dinero fluye a borbotones.

¿Será por eso que Quico ha corrido a buscar asesoría con los paramilitares? ¿O fueron ustedes mismos, genios, quienes se lo recomendaron?

10 de mayo de 2012

Crucigrama

Hoy vengo a contarles que en el Correo del Orinoco se hace propaganda subliminal.

El pasado domingo 6 de mayo, el CruciMarcha, realizado por Neptalí Segovia, publicado en la última página del encartado La Artillería, incluye la siguiente pregunta en el 28 del Vertical:

"28. Ganará sobrado en las elecciones del próximo 7 de octubre".


Seis letras.

Habráse visto.



9 de mayo de 2012

Un país en serio

(Esta mañana recibí un correo a través del cual un amigo, militante revolucionario desde los años 60, informaba sobre el fallecimiento de un viejo camarada de luchas. 

Escribía "Carlitos": "Cada vez que veo a algunos, más viejos o más jóvenes, envilecerse, degradarse en el pragmatismo a cambio de banalidades en estuche de cargos, 'buena vida', pequeños poderes, etc., admiro más a gente de su estatura moral y humildad. Su alegría e ilusiones, que nunca envejecieron, se quedan con nosotros y en la lucha. Honor y gloria a 'El Clásico', 'Juancho' Oswaldo Pérez".

Este texto lo terminé de escribir el 11 de abril pasado, pensando en gente como "Carlitos" o como "Juancho". Gente realmente admirable, a la que considero sangre de mi sangre. Gente como mi padre, y como tantos otros, que son muchos, que pelearon antes que nosotros, como muchos pelearán después de nosotros.

Lo comparto con ustedes.

Salud).

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A los asesinados, desaparecidos y torturados por la "democracia" adeco-copeyana

I.-
Tendríamos que hacer todo lo posible porque la reciente aprobación de una Ley para sancionar los crímenes, desapariciones, torturas y otras violaciones de los derechos humanos por razones políticas en el período 1958-1998, no termine convertida en una noticia más, condenada a pasar desapercibida. 

Se trata, sin duda alguna, de una noticia extraordinaria; ella misma, la Ley, un acto de justicia y reparación, al menos un signo que apunta en esa dirección, una ventana que se abre, luego de que fueran cerradas con llave todas las compuertas. Es uno de esos hechos a propósito de los cuales, una vez consumados, uno se pregunta cómo fue posible que no sucediera antes.

Parafraseando a Orlando Araujo, eso que decía sobre la "literatura de la violencia", podría afirmarse que sería monstruoso que en un país donde todo aquello sucedió careciera de una Ley para sancionarlo. Disparaba Araujo, a continuación: "Cierto que hay, en la hora del miedo, mucha pluma silenciosa, mucha sensibilidad apagada, mucha evasión temática. Pero hay, asimismo, una tradición de coraje… que va formando el rojo testimonio de los escritores contra la circunstancia pasajera de los asesinos, que sólo por el conjuro de aquella palabra vivirán en la mierda eterna".

Su palabra vaya por delante, camarada Araujo, contra los silenciosos (tan locuaces y tan dados al griterío, en otras circunstancias), los de la sensibilidad apagada, los que optan por la evasión. Porque ellos son cómplices de quienes asesinaron, torturaron y desaparecieron por miles, en nombre de la "democracia".

II.-
En Venezuela, como debe suceder en la inmensa mayoría de los países con un pasado colonial relativamente reciente, es una verdad indiscutible la irrefrenable tendencia de sus autodenominadas elites (intelectuales, culturales, pero también políticas, económicas) a la adopción del discurso autodenigratorio.

En su Manual de zonceras argentinas, Arturo Jauretche se refería a esa "natural predisposición denigratoria que no es otra que el producto de una formación intelectual dirigida a la detractación de lo nuestro". Formación intelectual que se expresa de innumerables formas, muchas de ellas escatológicas, como aquella tan frecuente: "Este país de mierda".

Uno se las consigue en cualquier parte. Se tropieza con alguna de sus variantes. Recién este domingo 8 de abril, por poner sólo un ejemplo, un articulista de la derecha más rancia escribía en El Nacional: "El día en que el país se enserie… se ponga todo en su sitio… y se establezcan responsabilidades… habrá un solo culpable y muchos cómplices". Por supuesto que la reacción natural es carcajearse (seguramente porque este país de mierda no es un país serio), pero alguna mínima consideración hay que tener con seres tan atribulados y tan golpeados por el infortunio que debe suponer verse desplazado, en tanto integrante del estamento intelectual, por esa cosa que mientan chavismo.

Sin embargo, mire usted, a ese inmortal que es José Martí no le dio la gana de ser tan considerado, y en ese texto maravilloso que es Nuestra América, y que deberían leerse nuestros hijos en la primaria para evitar que se formen en el desprecio por lo nuestro, les dedicó uno que otro piropo: "sietemesinos" que "no tienen fe en su tierra"; los que tienen "la pluma fácil o la palabra de colores" y acusan "de incapaz e irremediable a su república nativa, porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso".

En el muy específico campo de la sociología, el que conozco muy bien porque por allí pasé, ningún "concepto" es tan recurrido por quienes padecen de tal predisposición denigratoria como aquel de "anomia". No tiene idea Emile Durkheim de cuántas payasadas revestidas de "ciencia" se han dicho abusando del concepto por él creado.

El argumento no es sólo predecible, esto es decir poco. Es sobre todo pueril: Venezuela no es un país en serio porque no se respetan las normas. Porque vivimos en el caos permanente. Porque nada está puesto en su sitio. (Hay quienes afirman, incluso, que vivimos en un no-país). Pero no crea usted que al portador de semejante discurso le pasa por la cabeza la imagen de aquel representante de los terratenientes rompiendo la recién promulgada Ley de Tierras, o la imagen de los señorones de la oligarquía decretando o suscribiendo la derogación de la Constitución, aquel nefasto 12 de abril de 2002. No. Siempre son otros los que violan las normas, los que propician la "anomia" generalizada. El desorden. La violencia. Ya sabemos quién es el culpable.

Pero dejemos que sea un sociólogo el que nos dé su autorizado diagnóstico: "En medio de esta realidad, el venezolano se ha confundido con sus agresores, terminó siendo órgano destructor de la propia sociedad. El venezolano promedio de hoy es un agresor y un potencial asesino. Lo digo con dolor. Cualquier transeúnte de hoy alienta la agresión, es reactivo, sectario, se convierte en instrumento de agresión, siempre para sacar ventaja. Estamos hablando de la extinción de la vida societaria, de un primitivismo visceral. El venezolano, en medio de su desesperanza, concilió con el mal y la rutina anómica. Se perturbó la condición del individuo que ya no es tocado por la nobleza".

Si usted no se siente identificado con tal cuadro; si acaso no puede percibir que por sus venas corre la sangre de un "potencial asesino"; si no se asume como "reactivo, sectario", como "instrumento de agresión", como copartícipe del "primitivismo visceral" que se llevó todo al mismísimo carajo, será precisamente porque usted está abandonado a la "rutina anómica", que es más o menos como afirmar que usted es una persona poco seria que vive en un país poco serio, en el que ya se produjo la "extinción de la vida societaria".

Usted sufre de "anomia" y ni siquiera lo sabe. Animal.

Limitémonos a anotar que el sociólogo de marras se llama Miguel Ángel Campos, pero no porque el referido sea poseedor de algún atributo que lo haga descollar en medio del montón, sino simplemente porque un par de textos suyos nos permiten hacer visible cómo aquel diagnóstico tan escandaloso y sombrío al mismo tiempo, tiene su correlato en el campo de la política.

El primer ejemplo son sus opiniones (en entrevista que data de 2010) sobre el 27 de febrero de 1989, y cómo estos hechos retumban en la Venezuela de hoy: "Yo podría demostrar sociológicamente que el venezolano de hoy es menos solidario, menos piadoso, más cruel, que hace 10 ó 15 años. Me dan 3 meses y lo demuestro. Eso es un espanto. ¿Por qué reaparece este mal en un país que vive el esplendor de la modernidad en los años 50, que expulsa el caudillismo que parece enrumbarse hacia un futuro? En 1989 aparecen los saqueos. Los planes del Fondo Monetario Internacional en la época de Carlos Andrés Pérez es un asunto de economistas, lo importante es cuestionar que esta sociedad saquea a pesar del florecimiento de las décadas anteriores. Uno de los países más pobres del mundo -moral y materialmente- es la India y allá no hay saqueos nunca. Es grave la perturbación nuestra. ¡Gravísima! Y esta sociedad va a volver a saquear, en cualquier descuido, saquea".

Diagnóstico: el venezolano de la revolución bolivariana es más cruel. Esto se puede "demostrar sociológicamente". Las medidas neoliberales son "asunto de economistas". En India nunca hay saqueos. Brevísimo contrapunteo: falta demostrarlo; lo de las medidas es algo como para sostener una animada polémica con el pueblo insurrecto; si aquello sobre la India llega a las manos de Ranajit Guha o algún otro integrante del Grupo de Estudios Subalternos, es capaz de morir de un ataque incontenible de risa.

III.-
El segundo ejemplo es lo que Campos tiene que decir (en reciente artículo, titulado Clasificadores de infamias) a propósito de la Ley para sancionar los crímenes, desapariciones, torturas y otras violaciones de los derechos humanos por razones políticas en el período 1958-1998, tanto como de quienes están haciendo esfuerzos para darle concreción.

Comencemos por la Ley: ésta es calificada como el resultado del "divertimento de historiografía forense de sus autores", como un ejercicio de "bastarda arqueología". A quienes organizan actos para que ésta no se convierta en letra muerta, los acusa de "sociólogos metidos a propagandistas". Por si no bastara con ello, habla de las propias víctimas: "Habrá también, como corresponde, testimonios de los mártires, gente que relatará compungida aquellos días en los que su alma y psique quedaron hechos pedazos".

El argumento central de Campos es el siguiente: el problema con la Ley es que "establece que unos crímenes lo son menos que otros" y que tal circunstancia no sería una aberración "si no tuviera como telón de fondo una realidad fúnebre sobre la cual se levanta la farsa, para ocultarla y sobre todo para autorizar otros crímenes".

Es decir, según Campos, una Ley que persigue sancionar incontable cantidad de crímenes y atrocidades perpetrados por las "democracias" adecas y copeyanas contra miles de militantes de izquierda, práctica que no las distingue de las férreas dictaduras que debió padecer el continente durante las mismas décadas; Ley que no considera estos crímenes "peores" o "mejores" que otros, sino que los distingue; según el sociólogo, lo que el gobierno pretende ocultar es, por supuesto, "el espectáculo aterrador de las tasas de homicidios que exhibe Venezuela en los últimos años".

Pero va más allá, mucho más allá, hasta llegar al lugar que ocupan todos los "insegurólogos" de este país: "el estado general de miedo, angustia, zozobra que pesa sobre la población actúa como un agente de contención civil, es un eficaz desmovilizador". Este gobierno no hace nada, pero no por ineficiente, sino que se trata de "una decisión deliberada, un acto calculado".

IV.-
No existe, claro está, tal macabro plan, así como no es cierto que el venezolano promedio sea un potencial asesino. Es falso que se haya extinguido la vida en sociedad y que seamos víctimas del primitivismo. Es falso que el venezolano sea hoy más cruel y que el neoliberalismo sea un asunto de tecnócratas o economistas. Existen, eso sí, problemas de todo tipo, problemas graves y menores, deudas históricas que saldar, asuntos cotidianos que atender.

Pero existen también los que jamás atinarán en el diagnóstico del problema, porque son extranjeros en su propia tierra. Porque la desprecian a ella y a sus gentes. Actúan como si todos los días maldijeran el día en que tuvieron la mala fortuna de nacer aquí.

No les importa cuánto hagamos para que esta tierra, este mundo, sea un lugar digno de ser habitado y vivido por nuestros hijos. No les importa cuántas victorias logremos arrancarle a la muerte, al silencio, al olvido. No les importa todo nuestro esfuerzo. No les importan nuestros anhelos. No les importan todos esos motivos que nos hacen sentir alegres. No les importan nuestras fiestas, a las que consideran cosa bárbara. Estos personajes están condenados a vivir en el lugar que ya señalara Orlando Araujo. Porque para ellos, pase lo que pase, éste jamás será un país en serio.

6 de mayo de 2012

A propósito de Caracas, ciudad de despedidas



El hecho de que Caracas, ciudad de despedidas, haya devenido en fenómeno "viral", da para volver sobre las razones que hicieron de la emergencia del chavismo un verdadero acontecimiento. En un caso, los realizadores del documental mostraron "una opinión que muchos piensan y pocos dicen", tal y como lo han expresado ellos mismos a través de un comunicado. En cuanto al chavismo, cabe la pregunta: ¿acaso éste no consistió en la irrupción de voces silenciadas, reclamos históricos postergados, demandas ignoradas, cuerpos violentados, vidas reducidas a la nada que al fin "aparecieron" en la escena y asumieron un protagonismo hasta entonces impensable?

A diferencia del grupo de veinteañeros que "también cuenta, también son caraqueños, también existen y también sienten", eso que dio origen al chavismo nunca contó, nunca existió y nunca sintió. Pero eso es algo que "no se dice", a riesgo de ser calificado de "resentido", y no importa si usted simplemente está dando cuenta de lo evidente.

Para decirlo de otra forma, si los jóvenes en cuestión, por inmadurez (alguien los exculpó en los siguientes términos: "Esa es la edad perfecta para ser frívolo, para ser idealista, para creer en un mundo mejor y no para ser pisoteado una y otra vez por un Estado que te odia"), por irresponsabilidad o por brutal honestidad, dijeron lo que "pocos dicen" y no debieron decir, el chavismo amalgamó a millones de seres que tenían mucho que decir, pero su voz jamás fue escuchada.

Más allá del sonido redescubierto de los millones de invisibilizados (y que el antichavismo experimentó siempre como un bullicio traumático, un escándalo, un griterío), el chavismo significó la aparición de lo "horrible", de lo estéticamente insoportable, como si algún desalmado hubiera decidido remover los sedimentos bajo la superficie de un orden político imperfecto, es cierto, pero siempre "perfectible".

Por esta razón, atizada por el chavismo "igualado", y decepcionada de una clase política que siempre le fue servil, la alta burguesía entró también en la escena, y entonces vimos el desfile de los Meir, Velutini, Curiel, Carballo, De Sola, Campei, Phelps, Tovar, Rosso, Scannone, Lavega, Afelba, Cohen, Blasini, Galuci, Ferro, por la Plaza Francia de Altamira, por allá en 2002.

El profundo antagonismo de clase quedaba así al descubierto, y el antichavismo no hacía el más mínimo esfuerzo por disimular su odio, que no es lo mismo, aunque se confunda deliberadamente, que su disposición a luchar. Si el chavismo es también una clase que lucha, la burguesía es una clase que lucha porque odia.

De allí venimos. Eso éramos y eso seguimos siendo. Ya sean diez, trece o cinco años después. Y no hay mejor demostración de que tal cosa es así, que la supuesta "unanimidad" en el rechazo al documental. Más allá del vendaval de críticas mordaces y el caudal de chistes que ha suscitado en el chavismo, basta ver el tenor de algunos de los comentarios hechos por antichavistas: "hasta ganas de meterme a chavista me dio haber visto ese video" o "peores que los hijos de perra chavistas".

Para una parte del antichavismo, develar, descubrir, exponer de tal forma un discurso tan cipayo, tan elocuentemente anti-nacional, tan transparentemente facho, tan nítidamente clasista, sólo podía ser obra del chavismo siniestro. Esto no sólo es falso, por supuesto, sino que además está lejos de ser lo principal.

Ésta es la cuestión: una parte del antichavismo fue capaz de identificar una fuerza más abominable que su enemigo histórico, y tal cosa, para un antichavista, sin duda tiene que representar toda una novedad. ¿Quién lo hubiera imaginado? Hay algo "peor" que el chavismo.

Pero ¿es así realmente? ¿Hay algo "peor" que el chavismo? La evidencia más clara de que el chavismo sigue siendo el alfa y el omega, el principio y el final de todos los males que pesan sobre Venezuela, la constituye el hecho de que sea tomado como referencia para opinar sobre lo dicho por un puñado de imberbes que, podría afirmarse, encarnan exactamente lo contrario de lo que sería el chavismo.

De esta forma, y como es costumbre, tendríamos que Chávez, el chavismo, nosotros los chavistas, terminamos siendo los responsables de lo dicho por unos "chicos" que sueñan con una Caracas sin Chávez, sin el chavismo y sin nosotros los chavistas. Sin alarmas. Origami. Agitar. Polly Pocket. Demasiado. Felicidad.

El antichavismo que denigró del documental podrá avergonzarse de los veinteañeros y celebrar que sus realizadores lo bloquearan (demasiado tarde) y abundar sobre la "inmadurez", la vacuidad o la "ignorancia" de los protagonistas, pero ¿acaso no es un signo patético de infinita inmadurez asumir que la responsabilidad de lo que sucede en el país la tiene siempre otro y siempre los mismos?

Podrá ser todo lo dudoso que usted quiera, pero estos jóvenes al menos tienen el "mérito" de haber dicho la palabra descarnada del antichavismo, de mostrar tal cual es, sin complejos de ningún tipo (o casi), el pensamiento de los hijos de la burguesía, y tal vez en un par de casos el de la pequeña burguesía. De tal forma que el tema no es la "inseguridad" ni el sifrineo y ni siquiera la aspiración de emigrar. La clave está en aquello que les hace renegar tan resueltamente del entorno que padecen. Ellos son los hijos de la Plaza Francia.

Finalmente, y respecto de aquellos que afirman que estos muchachos son "peores" que nosotros, "los hijos de perra chavistas", sólo resta decirles una cosa: ellos al menos se han atrevido a decir lo que piensan. Ustedes lo piensan, pero no lo dicen. Por cobardes, por conveniencia (son tiempos de campaña) o por la razón que sea. Por eso ustedes, "demócratas", corrieron a exigir censura. Porque ver a esos muchachos fue como verse en el espejo. Y lo que miraron, eso sí, fue pavoroso. Pero claro, siempre será más fácil insultarnos a nosotros.

3 de mayo de 2012

Eddie Vedder & Howard Zinn: El roquero y el profesor

(Dos décadas escuchando a Pearl Jam - desde su primer disco, Ten, de 1991 - y no fue sino hasta diciembre de 2011 que supe que su vocalista, Eddie Vedder, había sido entrevistado por ese grande de la historia que fue Howard Zinn, el autor de ese clásico imperdible que es La otra historia de los Estados Unidos (A People's History of the United States).

Si no es tan fácil ubicar la entrevista original, es sencillamente imposible conseguirla traducida al español. No existe. O no existía, hasta ahora.

La entrevista (en realidad es una conversación) fue publicada en Interview Magazine, en marzo de 1999, con el título de El roquero y el profesor (The Rocker and the Teacher).

La traducción, como siempre, es libre. Cuando se puso difícil, recurrí a mis amigos: Jesús Miguel y Jesús Daniel Bellorín, y Pablo Navarrete, quienes me echaron una mano. Agradecido.

Sin más, aquí se las dejo.

Salud).

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Howard Zinn, 24 de agosto de 1922 - 27 de enero de 2010. 

Poco después de su muerte, Vedder rinde tributo a su amigo Howard Zinn.

El roquero y el escritor 

Puede que el líder de Pearl Jam, Eddie Vedder, y el historiador Howard Zinn lleven vidas muy distintas, pero la siguiente conversación muestra que no hay puente más grande que el deseo de sacudir el status quo.

HZ: Recuerdo haber leído que cuando eras un muchacho tuviste un trabajo que te permitía leer mucho. ¿Eso fue cuando trabajaste como guardia de seguridad?

EV: Sí. En un turno de ocho horas, normalmente cuatro horas son tranquilas. Así que me llevaba cajas de ritmos (drum machines) al trabajo, lo que fuera para seguir haciendo lo que me apasionaba y cobrar un salario al mismo tiempo.

HZ: ¿En aquel tiempo no cobrabas por tu música?

EV: No.

HZ: ¿Pero ya escribías canciones?

EV: Sí, claro. [Escribir canciones] es como una maldición, de hecho: es algo que estás condenado a hacer (risas).

HZ: Mucha gente tiene el deseo secreto de hacer algo artístico, música, arte, poesía. Y saben que no van a recibir ningún pago por eso, entonces manejan un taxi, se dedican a la carpintería, trabajan como vigilantes, mesoneros o ayudantes de mesoneros. Y la mayoría de ellos nunca logran abandonar esos trabajos. Pienso en eso siempre que veo a alguien haciendo uno de esos trabajos considerados de baja categoría, como cuando alguien toma mis maletas en un hotel. Pienso: ¿cuáles serán sus talentos secretos?

EV: Esa es la razón por la cual no existen los taxistas silenciosos. Mi esposa y yo tenemos una teoría: [hazle a un taxista] una pregunta y aprende sobre otras partes del mundo.

HZ: ¿Fueron tus lecturas las que hicieron que te interesaras en el mundo, en temas sociales, más allá de la música? ¿O fue otra cosa?

ED: Pienso que, para mí, proviene del hecho de no tener nada, y saber cuánto miedo puede producir eso, saber que nadie va a ayudarte y que vas a extender tu mano y nadie te tomará en cuenta. Éramos gente joven y trabajadora, y me recuerdo pensando, "Puede que no haya forma de salir de aquí. No sé cómo vamos a lograr algo más, si nos alcanzará para pagarnos el viaje. ¿Cuán grande llegará a ser nuestro mundo? ¿Será del apartamento al autobús, al trabajo, y de regreso otra vez? ¿Cuánto lograremos experimentar de la vida?".

HZ: Así que, en tu caso, pensar sobre la gente que tiene poco es algo que surgió del hecho de que tú mismo tenías poco.

EV: Sí. Todavía recuerdo cómo se siente.

HZ: Creo que de eso se trata: de recordar cómo se siente. Hay gente que tenía muy poco, pero entonces se hicieron exitosos, prósperos, famosos, y se olvidaron – o quizá eligieron olvidar, quizá es más fácil – cómo era aquello de tener muy poco, cómo es para otra gente. Mis padres eran pobres; vivíamos en los barrios de Nueva York. Mi padre fue un mesonero con cuarto grado de educación; ¡mi madre tenía séptimo grado y era la educada de la familia! De hecho, era una mujer muy inteligente, y mi padre era un hombre muy trabajador intentando mantener a su familiar con vida. Siendo consciente de eso, viendo cuán duro trabajó mi padre, y mi madre cuidando de sus cuatro hijos, y después de todo, al final, viendo cómo es que no tenían nada [material] que mostrar, nada… A partir de eso, y por el resto de mi vida, jamás le creí a nadie cuando me decían – algunos de mis estudiantes me lo dirían, y mis estudiantes venían de familias acomodadas – "Mi padre lo logró; en este país si tú trabajas duro, lo lograrás". Lo que implica que si no lo lograste, no trabajaste duro. Yo sabía que era falso.

EV: Pienso que también ayuda aferrarse a eso como escritor. Creo que tengo material para toda una vida, a partir de mi experiencia.

HZ: Empezaste a escribir muy joven, ¿cierto?

EV: Muy joven, sí [pausa]. Yo no… Verás, yo no… No soy… ¿Ves? Por eso es que las canciones y el rock and roll son buenos para mí: tengo tiempo para ordenar los pensamientos [risas], y no tienes a nadie revisándote la ortografía…

HZ: Eres mejor de esa manera.

EV: Sí, bueno, escribir canciones es un buen medio.

HZ: Digo eso basado en el hecho de haber estado en el mundo académico. Tú ves gente que es meticulosa con la gramática, la puntuación y la ortografía, pero te quedas dormido en la segunda oración. No hay vida allí. Siempre quise leer ensayos que tuvieran vida, no me importaba si los estudiantes tenían buena ortografía. Lo importante es el sentimiento. Supongo que con el rock and roll, entiendes rápidamente que no tienes por qué prestarle atención a esas reglas. Puedes hacer lo que quieras. ¿Siempre fueron canciones lo que escribías?

EV: Sí, necesitaba algo que al final le diera volumen a la escritura. Con guitarras y batería detrás de ella, podías subírselo. Con melodía y ritmo, esas simples oraciones tienen un poco más de vida.

HZ: Es una mezcla, una cosa colectiva. No eres sólo tú como individuo haciendo algo grandioso. Eres tú más esta persona, aquella persona, aquella otra, y así te conviertes en un equipo. Es algo que yo mismo descubrí luego de pasar años trabajando en cierto número de proyectos individuales, escribiendo artículos y libros. Luego escribí una obra a mediados de los 70, sobre Emma Goldman, la anarquista-feminista de comienzo del siglo 20. Si alguna vez tienes la oportunidad, lee su autobiografía, Living My Life (Viviendo mi vida), porque eso fue lo que ella hizo. Ella dijo, "Voy a vivir mi vida de la forma que yo quiera vivirla. No permitiré que el gobierno, la Iglesia, mis jefes me digan cómo hacerlo. No permitiré que nadie me diga cómo voy a vivir mi vida, mi vida personal, mi vida sexual, mi vida política". Por supuesto, la encarcelaron por eso. Cuando escribí esta obra sobre ella, el mejor momento para mí fue cuando le entregué mis palabras, el guión, al director, para que pudiera elegir a los actores, escoger al escenógrafo, seleccionar la música adecuada, etc. De repente voy a la noche de estreno y veo esa cosa en escena y digo "¡Vaya!". Lo que tú estás describiendo suena como esa experiencia. La canción ya es algo más que simplemente tus palabras, ahora están todos esos otros elementos. Nunca he sido testigo de una escena como la que vi en tu concierto en Los Ángeles. Y lo que me pareció más interesante fue cómo todo lo que había en la atmósfera contribuía a lo que hacías en el escenario. Todo aquello creaba un clima fantástico. Y es excitante cómo la audiencia está allí contigo; siente que es parte de [lo que está sucediendo en el escenario].

EV: Es emocionante ver 20 mil personas todas de acuerdo en algo. Vaya, ahí tienes un tremendo concepto.

HZ: Cuando comenzaste a componer canciones, ¿pensaste que escribirías cosas que tuvieran algún tipo de mensaje social? ¿Tuviste ese deseo desde el comienzo?

EV: Sí, pero fue por la música que escuchaba en ese momento. La música que me ha afectado siempre ha tenido algún tipo de argumento o sustancia. No se trataba sólo de motocicletas o rock and roll.

HZ: ¿Qué música escuchabas?

ED: Un tipo llamado Pete Townshend.

HZ: Peter Townshend. De hecho, he escuchado de él.

EV: Él era un poco más teatral. Algunas de sus canciones contaban historias o describían personajes. Uno de los más importantes períodos de mi escritura, o en que aprendía a escribir, o mejoraba mi escritura, fue a comienzos de los 80, cuando la mayoría de la música simplemente era, no estaba comunicando nada. Se hizo muy tonta durante un tiempo. Yo sabía que podía hacerlo mejor que eso. Escribía música para mí mismo, para mantenerme inspirado, no necesariamente inspirado por la música, sino por la vida. Quería escuchar cosas que no podía comprar en ese entonces.

HZ: ¿Te parece que los otros integrantes de la banda están en tu misma onda, tanto como de las canciones que escribes? ¿Hay desacuerdos sobre la esencia de lo que haces, o de los contenidos de tus canciones?

EV: No, jamás ha sido así. Me gusta pensar que es porque soy tan duro conmigo mismo, que para el momento en que les llevo una canción es por lo menos medio decente. Los respeto a todos en la banda, por eso cuando captan algo, significa mucho para mí. De vez en cuando me dirán, "Vaya, he estado escuchando esto y me di cuenta de lo que estás diciendo allí" o "Veo el doble significado ahí". Eso lo considero un enorme cumplido. Y ellos han estado escribiendo también. Y traen cuestiones sociales y las ponen sobre la mesa. Nuestro guitarrista ha ido a reservaciones indias y ha ayudado a construir estructuras con nativos americanos y otros voluntarios. En Seattle, reunimos 500 mil dólares en dos conciertos, y el dinero fue usado para comprar libros para las escuelas (cosa de la que debería ocuparse realmente el gobierno, creo yo, y no las bandas de rock). Y luego está todo el dinero que entregamos por impuestos. Aquí es donde mi frustración se eleva a otro nivel. Todos los años entregamos una gigantesca cantidad de dinero [al gobierno]. Ninguno de nosotros usa un montón de fisuras legales, y todavía no hay suficiente dinero para cosas como libros escolares. Mi esposa dice que cuando uno llena su planilla de impuestos, debería haber una lista de opciones al final, para que cada uno pueda escoger tres cosas en las cuales le gustaría que su dinero fuera usado.

HZ: Creo que la mayoría de la gente diría, Usemos más dinero en las cosas importantes, como la salud, la educación, los niños – todo eso – y no para el gasto militar. Pienso que es una extraordinaria idea.

EV: He aquí una pregunta importante. Casi al final de tu libro, A People’s History of the United States (La otra historia de los Estados Unidos), citas a Marlin Fitzwater [Secretario de Prensa de la Casa Blanca, 1982-1992] hablando sobre cómo cuando individuos y corporaciones pagan cuatrocientos mil dólares para asistir a una cena del Partido Republicano, ellos tienen acceso. Y luego, cuando le preguntaron sobre la gente que no tiene tanto dinero, respondió que ellos tienen que demandar acceso de otra manera. Eso es lo frustrante. ¿Cómo tú obtienes tal acceso? ¿Y cómo consigues suficiente gente motivada y unida?

HZ: Es muy difícil mantener ese interés tan poderoso en la política. Fuimos capaces de hacerlo en los 60; hay algunas cuestiones que tienen como una atracción inherente, como un tirón en la conciencia de las personas, que permanece en ellas durante mucho tiempo. La segregación racial a finales de los 50-inicios de los 60 fue una de ellas. La guerra en Vietnam fue otra. Creo que lo que está sucediendo ahora es que no hemos encontrado el tema que entusiasmará a la gente lo suficiente como para construir un gran movimiento nacional, un tema dramático y central que enganchará a la gente y la mantendrá concentrada durante un buen tiempo. Tú sabes por los conciertos benéficos que haces que hay gente trabajando en el tema de Tibet, gente trabajando en Choice, gente trabajando proveyendo comida y medicinas. Hay una enorme cantidad de personas en este país que desconocemos y que están haciendo cosas buenas. Es importante saber esas cosas porque, de otra forma, te sentirías muy desanimado (verías la TV o leerías los periódicos y no encontrarías nada, salvo lo que tal senador o congresista o secretario de Estado dice). La televisión y los periódicos no te dicen lo que esas otras personas están haciendo. Pienso que la música puede desempeñar ese tipo de papel. Yo creo, Está la política en este nivel de arriba, y es corrupta y espantosa, y luego, debajo de la superficie, está el pueblo, hay cultura, hay música, hay escritura, hay pintura, hay poesía. Hay personas conectando cosas y están, poco a poco, teniendo un efecto. Las cosas están hirviendo bajo la superficie. Creo que la música es parte de eso.

EV: Realmente espero tomar clases de ciencias políticas algún día. Hasta entonces, estoy leyendo tu trabajo.

HZ: Creo que aprenderías más simplemente leyendo y hablando con la gente que tomando clases. Las personas que no han tomado clases tienen una noción romántica de lo que son las clases. Como esa gente que no ha ido a la universidad y piensa, Si tan solo hubiera ido a la universidad, sería realmente listo.

EV: Vaya, ¿así que simplemente puedo dejar de un lado todo eso?

HZ: Sí, absolutamente.

EV: Voy a salir a caminar por ahí sintiéndome mucho… más alto.

HZ: Para mí los artistas siempre han sido maravillosos, ¿qué haríamos sin ellos? Pero siempre que me cruzo con un artista que es un poco más que un artista, que no sólo hace su arte, sino que realmente piensa sobre el mundo allá afuera, para mí es una gran bendición. Cuando era un adolescente, y escuchaba a Pete Seeger, pensaba, Él no es simplemente un cantante de folk; él sabe, a él le importa lo que está sucediendo en el mundo. Y eso me hacía sentir por él algo que no sentía por otros buenos cantantes de folk.

EV: Por ejemplo Sinatra… Esto ha sido grandioso. Le agradezco cada momento de su tiempo. Y fue realmente agradable de su parte que viniera a vernos tocar. De hecho, me puso un poco incómodo.

HZ: Bueno, ir a un concierto de Pearl Jam fue toda una experiencia. No la habría tenido en mi vida si no hubiera sido por ti. Tan sólo tomar parte en todo aquel escenario y ser afectado por él, es algo que jamás hubiera imaginado.