3 de mayo de 2012

Eddie Vedder & Howard Zinn: El roquero y el profesor

(Dos décadas escuchando a Pearl Jam - desde su primer disco, Ten, de 1991 - y no fue sino hasta diciembre de 2011 que supe que su vocalista, Eddie Vedder, había sido entrevistado por ese grande de la historia que fue Howard Zinn, el autor de ese clásico imperdible que es La otra historia de los Estados Unidos (A People's History of the United States).

Si no es tan fácil ubicar la entrevista original, es sencillamente imposible conseguirla traducida al español. No existe. O no existía, hasta ahora.

La entrevista (en realidad es una conversación) fue publicada en Interview Magazine, en marzo de 1999, con el título de El roquero y el profesor (The Rocker and the Teacher).

La traducción, como siempre, es libre. Cuando se puso difícil, recurrí a mis amigos: Jesús Miguel y Jesús Daniel Bellorín, y Pablo Navarrete, quienes me echaron una mano. Agradecido.

Sin más, aquí se las dejo.

Salud).

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Howard Zinn, 24 de agosto de 1922 - 27 de enero de 2010. 

Poco después de su muerte, Vedder rinde tributo a su amigo Howard Zinn.

El roquero y el escritor 

Puede que el líder de Pearl Jam, Eddie Vedder, y el historiador Howard Zinn lleven vidas muy distintas, pero la siguiente conversación muestra que no hay puente más grande que el deseo de sacudir el status quo.

HZ: Recuerdo haber leído que cuando eras un muchacho tuviste un trabajo que te permitía leer mucho. ¿Eso fue cuando trabajaste como guardia de seguridad?

EV: Sí. En un turno de ocho horas, normalmente cuatro horas son tranquilas. Así que me llevaba cajas de ritmos (drum machines) al trabajo, lo que fuera para seguir haciendo lo que me apasionaba y cobrar un salario al mismo tiempo.

HZ: ¿En aquel tiempo no cobrabas por tu música?

EV: No.

HZ: ¿Pero ya escribías canciones?

EV: Sí, claro. [Escribir canciones] es como una maldición, de hecho: es algo que estás condenado a hacer (risas).

HZ: Mucha gente tiene el deseo secreto de hacer algo artístico, música, arte, poesía. Y saben que no van a recibir ningún pago por eso, entonces manejan un taxi, se dedican a la carpintería, trabajan como vigilantes, mesoneros o ayudantes de mesoneros. Y la mayoría de ellos nunca logran abandonar esos trabajos. Pienso en eso siempre que veo a alguien haciendo uno de esos trabajos considerados de baja categoría, como cuando alguien toma mis maletas en un hotel. Pienso: ¿cuáles serán sus talentos secretos?

EV: Esa es la razón por la cual no existen los taxistas silenciosos. Mi esposa y yo tenemos una teoría: [hazle a un taxista] una pregunta y aprende sobre otras partes del mundo.

HZ: ¿Fueron tus lecturas las que hicieron que te interesaras en el mundo, en temas sociales, más allá de la música? ¿O fue otra cosa?

ED: Pienso que, para mí, proviene del hecho de no tener nada, y saber cuánto miedo puede producir eso, saber que nadie va a ayudarte y que vas a extender tu mano y nadie te tomará en cuenta. Éramos gente joven y trabajadora, y me recuerdo pensando, "Puede que no haya forma de salir de aquí. No sé cómo vamos a lograr algo más, si nos alcanzará para pagarnos el viaje. ¿Cuán grande llegará a ser nuestro mundo? ¿Será del apartamento al autobús, al trabajo, y de regreso otra vez? ¿Cuánto lograremos experimentar de la vida?".

HZ: Así que, en tu caso, pensar sobre la gente que tiene poco es algo que surgió del hecho de que tú mismo tenías poco.

EV: Sí. Todavía recuerdo cómo se siente.

HZ: Creo que de eso se trata: de recordar cómo se siente. Hay gente que tenía muy poco, pero entonces se hicieron exitosos, prósperos, famosos, y se olvidaron – o quizá eligieron olvidar, quizá es más fácil – cómo era aquello de tener muy poco, cómo es para otra gente. Mis padres eran pobres; vivíamos en los barrios de Nueva York. Mi padre fue un mesonero con cuarto grado de educación; ¡mi madre tenía séptimo grado y era la educada de la familia! De hecho, era una mujer muy inteligente, y mi padre era un hombre muy trabajador intentando mantener a su familiar con vida. Siendo consciente de eso, viendo cuán duro trabajó mi padre, y mi madre cuidando de sus cuatro hijos, y después de todo, al final, viendo cómo es que no tenían nada [material] que mostrar, nada… A partir de eso, y por el resto de mi vida, jamás le creí a nadie cuando me decían – algunos de mis estudiantes me lo dirían, y mis estudiantes venían de familias acomodadas – "Mi padre lo logró; en este país si tú trabajas duro, lo lograrás". Lo que implica que si no lo lograste, no trabajaste duro. Yo sabía que era falso.

EV: Pienso que también ayuda aferrarse a eso como escritor. Creo que tengo material para toda una vida, a partir de mi experiencia.

HZ: Empezaste a escribir muy joven, ¿cierto?

EV: Muy joven, sí [pausa]. Yo no… Verás, yo no… No soy… ¿Ves? Por eso es que las canciones y el rock and roll son buenos para mí: tengo tiempo para ordenar los pensamientos [risas], y no tienes a nadie revisándote la ortografía…

HZ: Eres mejor de esa manera.

EV: Sí, bueno, escribir canciones es un buen medio.

HZ: Digo eso basado en el hecho de haber estado en el mundo académico. Tú ves gente que es meticulosa con la gramática, la puntuación y la ortografía, pero te quedas dormido en la segunda oración. No hay vida allí. Siempre quise leer ensayos que tuvieran vida, no me importaba si los estudiantes tenían buena ortografía. Lo importante es el sentimiento. Supongo que con el rock and roll, entiendes rápidamente que no tienes por qué prestarle atención a esas reglas. Puedes hacer lo que quieras. ¿Siempre fueron canciones lo que escribías?

EV: Sí, necesitaba algo que al final le diera volumen a la escritura. Con guitarras y batería detrás de ella, podías subírselo. Con melodía y ritmo, esas simples oraciones tienen un poco más de vida.

HZ: Es una mezcla, una cosa colectiva. No eres sólo tú como individuo haciendo algo grandioso. Eres tú más esta persona, aquella persona, aquella otra, y así te conviertes en un equipo. Es algo que yo mismo descubrí luego de pasar años trabajando en cierto número de proyectos individuales, escribiendo artículos y libros. Luego escribí una obra a mediados de los 70, sobre Emma Goldman, la anarquista-feminista de comienzo del siglo 20. Si alguna vez tienes la oportunidad, lee su autobiografía, Living My Life (Viviendo mi vida), porque eso fue lo que ella hizo. Ella dijo, "Voy a vivir mi vida de la forma que yo quiera vivirla. No permitiré que el gobierno, la Iglesia, mis jefes me digan cómo hacerlo. No permitiré que nadie me diga cómo voy a vivir mi vida, mi vida personal, mi vida sexual, mi vida política". Por supuesto, la encarcelaron por eso. Cuando escribí esta obra sobre ella, el mejor momento para mí fue cuando le entregué mis palabras, el guión, al director, para que pudiera elegir a los actores, escoger al escenógrafo, seleccionar la música adecuada, etc. De repente voy a la noche de estreno y veo esa cosa en escena y digo "¡Vaya!". Lo que tú estás describiendo suena como esa experiencia. La canción ya es algo más que simplemente tus palabras, ahora están todos esos otros elementos. Nunca he sido testigo de una escena como la que vi en tu concierto en Los Ángeles. Y lo que me pareció más interesante fue cómo todo lo que había en la atmósfera contribuía a lo que hacías en el escenario. Todo aquello creaba un clima fantástico. Y es excitante cómo la audiencia está allí contigo; siente que es parte de [lo que está sucediendo en el escenario].

EV: Es emocionante ver 20 mil personas todas de acuerdo en algo. Vaya, ahí tienes un tremendo concepto.

HZ: Cuando comenzaste a componer canciones, ¿pensaste que escribirías cosas que tuvieran algún tipo de mensaje social? ¿Tuviste ese deseo desde el comienzo?

EV: Sí, pero fue por la música que escuchaba en ese momento. La música que me ha afectado siempre ha tenido algún tipo de argumento o sustancia. No se trataba sólo de motocicletas o rock and roll.

HZ: ¿Qué música escuchabas?

ED: Un tipo llamado Pete Townshend.

HZ: Peter Townshend. De hecho, he escuchado de él.

EV: Él era un poco más teatral. Algunas de sus canciones contaban historias o describían personajes. Uno de los más importantes períodos de mi escritura, o en que aprendía a escribir, o mejoraba mi escritura, fue a comienzos de los 80, cuando la mayoría de la música simplemente era, no estaba comunicando nada. Se hizo muy tonta durante un tiempo. Yo sabía que podía hacerlo mejor que eso. Escribía música para mí mismo, para mantenerme inspirado, no necesariamente inspirado por la música, sino por la vida. Quería escuchar cosas que no podía comprar en ese entonces.

HZ: ¿Te parece que los otros integrantes de la banda están en tu misma onda, tanto como de las canciones que escribes? ¿Hay desacuerdos sobre la esencia de lo que haces, o de los contenidos de tus canciones?

EV: No, jamás ha sido así. Me gusta pensar que es porque soy tan duro conmigo mismo, que para el momento en que les llevo una canción es por lo menos medio decente. Los respeto a todos en la banda, por eso cuando captan algo, significa mucho para mí. De vez en cuando me dirán, "Vaya, he estado escuchando esto y me di cuenta de lo que estás diciendo allí" o "Veo el doble significado ahí". Eso lo considero un enorme cumplido. Y ellos han estado escribiendo también. Y traen cuestiones sociales y las ponen sobre la mesa. Nuestro guitarrista ha ido a reservaciones indias y ha ayudado a construir estructuras con nativos americanos y otros voluntarios. En Seattle, reunimos 500 mil dólares en dos conciertos, y el dinero fue usado para comprar libros para las escuelas (cosa de la que debería ocuparse realmente el gobierno, creo yo, y no las bandas de rock). Y luego está todo el dinero que entregamos por impuestos. Aquí es donde mi frustración se eleva a otro nivel. Todos los años entregamos una gigantesca cantidad de dinero [al gobierno]. Ninguno de nosotros usa un montón de fisuras legales, y todavía no hay suficiente dinero para cosas como libros escolares. Mi esposa dice que cuando uno llena su planilla de impuestos, debería haber una lista de opciones al final, para que cada uno pueda escoger tres cosas en las cuales le gustaría que su dinero fuera usado.

HZ: Creo que la mayoría de la gente diría, Usemos más dinero en las cosas importantes, como la salud, la educación, los niños – todo eso – y no para el gasto militar. Pienso que es una extraordinaria idea.

EV: He aquí una pregunta importante. Casi al final de tu libro, A People’s History of the United States (La otra historia de los Estados Unidos), citas a Marlin Fitzwater [Secretario de Prensa de la Casa Blanca, 1982-1992] hablando sobre cómo cuando individuos y corporaciones pagan cuatrocientos mil dólares para asistir a una cena del Partido Republicano, ellos tienen acceso. Y luego, cuando le preguntaron sobre la gente que no tiene tanto dinero, respondió que ellos tienen que demandar acceso de otra manera. Eso es lo frustrante. ¿Cómo tú obtienes tal acceso? ¿Y cómo consigues suficiente gente motivada y unida?

HZ: Es muy difícil mantener ese interés tan poderoso en la política. Fuimos capaces de hacerlo en los 60; hay algunas cuestiones que tienen como una atracción inherente, como un tirón en la conciencia de las personas, que permanece en ellas durante mucho tiempo. La segregación racial a finales de los 50-inicios de los 60 fue una de ellas. La guerra en Vietnam fue otra. Creo que lo que está sucediendo ahora es que no hemos encontrado el tema que entusiasmará a la gente lo suficiente como para construir un gran movimiento nacional, un tema dramático y central que enganchará a la gente y la mantendrá concentrada durante un buen tiempo. Tú sabes por los conciertos benéficos que haces que hay gente trabajando en el tema de Tibet, gente trabajando en Choice, gente trabajando proveyendo comida y medicinas. Hay una enorme cantidad de personas en este país que desconocemos y que están haciendo cosas buenas. Es importante saber esas cosas porque, de otra forma, te sentirías muy desanimado (verías la TV o leerías los periódicos y no encontrarías nada, salvo lo que tal senador o congresista o secretario de Estado dice). La televisión y los periódicos no te dicen lo que esas otras personas están haciendo. Pienso que la música puede desempeñar ese tipo de papel. Yo creo, Está la política en este nivel de arriba, y es corrupta y espantosa, y luego, debajo de la superficie, está el pueblo, hay cultura, hay música, hay escritura, hay pintura, hay poesía. Hay personas conectando cosas y están, poco a poco, teniendo un efecto. Las cosas están hirviendo bajo la superficie. Creo que la música es parte de eso.

EV: Realmente espero tomar clases de ciencias políticas algún día. Hasta entonces, estoy leyendo tu trabajo.

HZ: Creo que aprenderías más simplemente leyendo y hablando con la gente que tomando clases. Las personas que no han tomado clases tienen una noción romántica de lo que son las clases. Como esa gente que no ha ido a la universidad y piensa, Si tan solo hubiera ido a la universidad, sería realmente listo.

EV: Vaya, ¿así que simplemente puedo dejar de un lado todo eso?

HZ: Sí, absolutamente.

EV: Voy a salir a caminar por ahí sintiéndome mucho… más alto.

HZ: Para mí los artistas siempre han sido maravillosos, ¿qué haríamos sin ellos? Pero siempre que me cruzo con un artista que es un poco más que un artista, que no sólo hace su arte, sino que realmente piensa sobre el mundo allá afuera, para mí es una gran bendición. Cuando era un adolescente, y escuchaba a Pete Seeger, pensaba, Él no es simplemente un cantante de folk; él sabe, a él le importa lo que está sucediendo en el mundo. Y eso me hacía sentir por él algo que no sentía por otros buenos cantantes de folk.

EV: Por ejemplo Sinatra… Esto ha sido grandioso. Le agradezco cada momento de su tiempo. Y fue realmente agradable de su parte que viniera a vernos tocar. De hecho, me puso un poco incómodo.

HZ: Bueno, ir a un concierto de Pearl Jam fue toda una experiencia. No la habría tenido en mi vida si no hubiera sido por ti. Tan sólo tomar parte en todo aquel escenario y ser afectado por él, es algo que jamás hubiera imaginado.

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