31 de diciembre de 2012

No será en vano

Hace casi tres años fue asesinado Yorsiño Carrillo

Sucedió el 26 de enero de 2010.

Tenía apenas dieciséis años.

Hoy lo recordamos. Desde la ciudad que lo vio morir. Mientras nos preparamos para recibir un año que promete calle y pelea.

Su muerte no será en vano.

Por: Sandra Mikele.

15 de diciembre de 2012

Chávez nuestro - Marjiatta Gottopo

(Esto lo escribió mi panita Marjiatta Gottopo y lo reproduzco aquí con su permiso. Se lo he leído a varias personas cercanas, y siempre estoy a punto de quebrarme, hacia el final del poema. Tengo que hacerme el duro.

Es uno de esos textos maravillosos sobre los que uno dice: cómo me hubiera gustado haberlo escrito.

Que lo aprovechen.

Salud).


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Chávez nuestro que estás quién sabe dónde siendo mutilado
No nos dejes con estos cabrones de la economía de mercado
No nos dejes con estos cínicos ni con estos desalmados
Permítenos tenerte arrechera por la veces que te has equivocado
Chávez nuestro demuestra que eres tan solo un humano y sálvate y sálvanos
De ser unos descerebrados 
Chávez querido que a veces la has cagado
Pero que has sido un loco un poeta y un mago,
quédate con nosotros en este mundo macabro
Chávez lindo que haces horrorizar a todas esas pajúas que se parecen
A Nitu Pérez Osuna,
Chávez cara de indio cara de choro cara de desarrapado
Chávez cara del mío, loco, militar y comunista, católico y arribista
Panita no te me mueras en este 2012 y no nos dejes a los que siempre
Perdimos soñando que ganamos en este paraíso
Vive tu humanidad y demuestra que se puede ser mejor de lo que se espera
Pana te quiero, le ganaste a las mentiras, déjalos locos y resucita,
Chávez panita
No te me vayas ahorita.
Sígueles jodiendo la guachafita, Chávez panita, no te me vayas ahorita
Porque será peor para todos que no te puedan encontrar el ruedo que sigas siendo ese aventurero
Ese loco jodedor y a veces mojonero
Pero también ese genio prometeico que nos regalaron
Deja a todos esos pajúos y cínicos callados.
Chávez panita no se te ocurra morirte ahorita.

13 de diciembre de 2012

Innumerablemente


Doce más doce más doce a mí no me dice nada. Demasiado misticismo para mi gusto. El único número que me dice algo es: tres. Ya son tres años. Seguramente a ti te diga algo veintisiete, que son los días de Ainhoa Michel. Michel en honor a Louise, la de la Comuna. Ainhoa porque nos gustó. Quizá te diga algo cuatro, que son los días que han pasado desde que tu única hija se unió en sagrado matrimonio con Elio José, que así lo mientan. Te mentiría si te dijera que no sentimos una felicidad inmensa cuando vimos consumado aquello, finalmente. ¿Lo que sentimos cuando nació Ainhoa? Eso sí que es indescriptible. Será un lugar común. Para nosotros fue lo más parecido a algo extraordinario. Como si todo comenzara de nuevo. Aún no sabemos qué es más conmovedor: si los ojazos de Ainhoa o la forma como Sandra Mikele la contempla. A veces, cuando la vida nos asalta de esta forma, es como si el tiempo quedara suspendido. Ya no hay muerte, no hay tristeza, sólo tu sangre corriendo por sus venas, sus manitos que se aferran a mis dedos, sus bracitos que ya quisieran abrazarte doce veces, veinticuatro, treinta y seis. Innumerablemente.

Caracas, 12 de diciembre de 2012.

11 de diciembre de 2012

Fieles al milagro


Escribo estas líneas mientras el comandante Chávez es operado en La Habana. Lo hago convencido de que saldremos de ésta.

No insistiré en lo ya dicho: que el pueblo venezolano se crece en las dificultades, y que esa hermosa obstinación lo constituye y lo define. Lo sabemos. Lo hemos vuelto a demostrar innumerables veces a lo largo de los años recientes. Nuestros enemigos (no es tiempo para eufemismos: nuestros adversarios no desearían nuestra muerte) lo saben y padecen, y por eso vuelven a refugiarse en sus miserias.

En esta hora habría que insistir, en cambio, en lo siguiente: ceder un milímetro frente a la miseria de nuestros enemigos, distraerse con su risa macabra, es casi un acto de traición. Perder el tiempo lidiando con su resentimiento raizal es perdernos.

Vamos a salir de ésta, comandante. Vamos a vivir. La cuestión está en el cómo.

Para vivir, lo ha dicho claramente el comandante el sábado 8 de diciembre, habrá que permanecer junto al pueblo y subordinados a los intereses del pueblo. Tales palabras no admiten interpretaciones a conveniencia. Es junto al pueblo y subordinado a sus intereses.

Por eso es que hoy el comandante puede decir que tiene un pueblo, y por la misma razón nosotros podemos decir que por fin tenemos a alguien como Chávez.

Por eso hay patria. Esta revolución habrá de reafirmar con cada paso su carácter profundamente nacional y popular.

"Chávez es un gran colectivo", ha dicho el comandante el sábado, y qué felices nos sentimos de vivir esta historia y de militar y hacer parte de ese gran colectivo.

Mi amigo Juan Antonio Hernández ha escrito palabras para la ocasión: "¿Y qué otra cosa ha sido nuestra historia sino una sucesión de milagros? Una hermosa secuencia en la cual aquello que se pretendía imposible se convierte, rápidamente, en umbral de metas más altas. ¿Y qué otra cosa es nuestra militancia sino una terca fidelidad a cada uno de esos milagros, a esa secuencia que se resume, sabiamente, cuando el pueblo pronuncia el nombre de Chávez?".

Escribía Mayakovski hace noventa y un años:

"Vinimos, 
millones 
de impíos, 
paganos 
y ateos - 
golpeándonos 
con la frente, 
con hierro oxidado, 
con el campo - 
todos 
con fervor 
recemos a Dios 
¡Aparece, 
no del lecho estelar, 
mullido, 
Dios de hierro, 
Dios de fuego, 
no el Dios de Martes, 
Neptunos ni Vegas, 
Dios de carne, 
Dios-Hombre! 
¡No el envarado allí 
entre las estrellas, 
el terrenal, 
el que está entre nosotros 
sal, 
aparece! 
No el que 
«que estás en los cielos». 
Nosotros mismos 
a la vista de todos, 
hoy 
obraremos 
milagros. 
Para batallar 
en tu nombre 
en el fragor, 
entre el humo 
nos encabritamos. 
Nuestra proeza 
será tres veces más difícil que la de Dios, 
que creó 
llenando de cosas la nada. 
Nosotros 
debemos construir lo nuevo 
discurrir, dinamitar lo viejo. 
¡Sed, abreva! 
¡Hambre, alimenta! 
Es hora 
de llevar 
el cuerpo al combate".

Chávez no es Dios, sino Chávez-Hombre, un gran colectivo. Este gran colectivo que hoy somos y que mañana seguiremos siendo es el milagro de la política. A ese milagro tendremos que seguir siendo fieles para que siga habiendo vida.

Para que siga habiendo vida tendremos que seguir obrando milagros; tendremos que seguir haciendo la proeza de construir lo nuevo y dinamitar la viejo.

Los cobardes tiemblan y los tránsfugas hacen cálculos. Nosotros, llevemos el cuerpo al combate.

7 de diciembre de 2012

Con Elías, Miranda Será Otro Beta




Luidig Ochoa es el talento creador de esa genialidad al mismo tiempo transgresora y aleccionadora que es Cárcel o Infierno, serie animada cuyos primeros once capítulos acumulan más de 9 millones 300 mil vistas en YouTube, algo sin precedentes en Venezuela.

El motivo de la pieza de Luidig es el respaldo que viene prestando Elías a Miranda Será Otro Beta, un movimiento/campaña de alcance estadal que tiene trajinando desde finales de 2011, y que comienza a replicarse en otros estados del país.

Pero, ¿de qué se trata Miranda Será Otro Beta? ¿Acaso es una iniciativa restringida a lo electoral?

Leamos detenidamente lo que plantean en su Manifiesto:

"Somos jóvenes, colectivos de colectivos, activistas y luchadores. Jóvenes que nos movilizamos a través de la acción directa. Estamos inventando nuevas formas de organización. En el Otro Beta estamos los que la sociedad excluye, nos producimos un lugar, un reconocimiento. Nuestras formas de accionar (deportivas, artísticas, culturales, productivas) se rebelan contra las formas y modelos que nos imponen. Nos movilizamos para generar transformaciones y procesos de organización colectivos. Por eso somos autogestionarios. El Otro Beta no espera una ayuda, sino que juntos somos los que resolvemos nuestras problemáticas (no comemos cuentos). Y es que en el Otro Beta no somos beneficiarios. Somos actores de cambio, agentes de creación, creemos en el trabajo horizontal. Defendemos el trabajo y reconocimiento colectivos.

"Estamos en contra del Beta, que representan las acciones o situaciones que nos desmovilizan (acciones burócratas), la delincuencia de menores, la indiferencia y desocupación juvenil. Todos los sistemas y acciones que nos excluyen y quieren dominarnos. El Beta es cualquier forma de violencia, es la discriminación, la rutina, el aburrimiento, la monotonía, la utilización de los mismos modelos, el embarazo adolescente y el capitalismo, que vemos representado por un sistema en el que pocos pueden mucho y muchos están jodidos.

"Pero el Otro Beta representa cruce de realidades, nuevas formas de organización, de producción de vida que nos construimos los jóvenes, nosotros para nosotros. El Otro Beta busca reconocimiento y liderazgo para los menores que no tienen opciones de ocupación del ocio, sin violencia y con nuevas opciones de recreación. El Otro Beta es libertad de expresión, de acción, a través de la capacitación, formación, no exclusión, utilizando nuevos métodos que proporcionen bienestar colectivo para los jóvenes. En el Otro Beta nuestros principios son el amor, la cultura, la enseñanza, el anticapitalismo y el poder de elección de las chamas y chamos".

Dice la voz en off en la animación de Luidig:

"Los chamos del barrio en Miranda por mucho tiempo teníamos cancha sólo en la cárcel y en el cementerio. No contábamos sino para las crónicas de sucesos. Hoy estamos es luchando porque Miranda sea Otro Beta. El pueblo está inventando y el gobierno obedeciendo. Juntamos fuerzas y nos apoderamos. Elías es Otro Beta porque confía en nosotros. Y con Elías, Miranda Será Otro Beta".

No sólo está claro que el Otro Beta es una iniciativa que va más allá de lo electoral. Lo notable del Elías candidato a la gobernación (y antes lo hizo como Vicepresidente Ejecutivo) es haberse sumado a la tarea de crear las condiciones que hicieran posible la emergencia o la visibilización de este sujeto rebelde que reivindica nuevas formas de acción y organización, que exige un lugar ("nos producimos un lugar"), que se define como apoderado y no como beneficiario, y que exige reconocimiento.

Esta idea-fuerza del reconocimiento, que se repite una y otra vez en el Manifiesto, y que está presente de manera implícita en la animación de Luidig ("Elías es Otro Beta porque confía en nosotros"), es una de las más poderosas y movilizadoras, y en ella es preciso detenerse para entender el profundo impacto que ha tenido una serie como Cárcel o Infierno.

De entrada hay que desconfiar de toda interpretación que se limite a dejar constancia de la supuesta intención que tendría Luidig Ochoa de hacer apología de la violencia. Luidig no sólo es un animador extraordinariamente talentoso. Es además un joven que ha padecido el infierno carcelario venezolano, de manera que conoce de primera mano la historia que nos cuenta por entregas. Nada más alejado de una visión "romántica" del autor sobre la violencia, las cárceles o la delincuencia.

Luego, el mismo Luidig lo ha expresado en numerosas oportunidades: Cárcel o Infierno envía un mensaje a los jóvenes encandilados por el mundo de la delincuencia. Les hace un llamado a la "conciencia", porque la cárcel no es juego ni es fiesta, sino sufrimiento. Esto es lo que la serie tiene de aleccionadora.

Pero también es transgresora, y no podía ser de otra forma. Si Cárcel o Infierno transgrede, sorprende, impacta o hiere sensibilidades, es porque muestra una realidad que algunos quisieran mantener oculta, porque de su invisibilización depende, por ejemplo, que la cárcel siga siendo un espantoso negocio que se paga con sangre.

Una revolución no puede desconocer esta realidad. De hecho, se diría que una revolución tiene sentido sólo en la medida en que significa el esfuerzo por transformar radicalmente tal estado de cosas.


Reconocer un problema es el primer paso para solucionarlo. Lo que nos plantean los jóvenes de Miranda Será Otro Beta es que ellos son parte de la solución, no el problema. Ellos exigen reconocimiento, que cese la violencia simbólica que los excluye e invisibiliza, de la misma forma que Luidig Ochoa clama porque cese la violencia en las cárceles, en las calles.

Elías reconoce estos problemas. Es por eso que con Elías, Miranda Será Otro Beta.

2 de diciembre de 2012

Corre, oligarquía, corre

"La amenaza roja es real. Reportar toda actividad sospechosa de..." ¡castrocomunismo!

El sábado 25 de junio pasado, pocos días antes del inicio de la campaña electoral presidencial, María Corina Machado estuvo de visita en El Cartanal, Valle del Tuy. El objetivo era continuar con el trabajo de zapa contra las Misiones sociales, intentando horadar la base social de apoyo a la revolución.

A estos fines, Machado se inventó una historia truculenta sobre las mujeres del pueblo que, para comprar en Mercal, "esperan varias horas bajo el sol, la lluvia, a la intemperie, y hasta en sus brazos las identifican con un número".

Así mismo como lo lee: números en sus brazos. Como en los campos de concentración nazis. ¡ Totalitarismo!


Existen varios testimonios audiovisuales de la visita de Machado. Haga la prueba y busque en la Internet: no conseguirá el más mínimo indicio de prueba sobre lo denunciado por la diputada, con todo y que la acompañaban varias cámaras que han podido registrarlo.

Normal.


¿A qué le huía Capriles Radonski? ¿Y el pueblo dónde estaba?


¿Vamos entendiendo?

Así se comporta la oligarquía: el pueblo venezolano comienza a tener acceso a alimentos a bajo costo y ella se lamenta, se retuerce, se rasga las vestiduras. El pueblo festeja y hace chistes y ella pone mala cara, como Machado en la Asamblea Nacional. Ella y su inolvidable cara amarrada que desentona y provoca risa. Por eso cuando ella ríe y lisonjea, el pueblo sospecha. Por eso no creemos en sus historias.

Por eso cuando el pueblo camina, Capriles Radonski pega la carrera.

Se parecen tanto, Capriles Radonski y María Corina Machado. Ella alertando desde siempre contra el ¡castrocomunismo! El otro logró evitarlo durante algún tiempo, pero recientemente hemos visto cómo terminó fracasando en el intento.

El punto es que ellos son diferencia de grado, pero no de naturaleza.

La pregunta es muy pertinente, y va principalmente para el electorado antichavista: ¿acaso tendremos que resignarnos a lidiar con este liderazgo devaluado y anacrónico, que nos habla como si viviéramos en la década de los 50, cuando Joseph McCarthy perseguía comunistas en Estados Unidos y Pérez Jiménez hacía lo propio en Venezuela?

"Los candidatos del partido rojo", le gusta repetir a Capriles Radonski, y se supone que la frase tendría que producir el mismo efecto que el "miedo rojo" (red scare) macarthista. "Qué pena con ese señor", diría Carola Chávez.


¿Para qué tomarse la molestia de organizar unas elecciones primarias si luego van a desconocer los resultados? ¿Siempre estuvo en los planes del partido Primero Justicia desconocer la voluntad del electorado opositor, que se inclinó mayoritariamente por la opción de Carlos Ocariz?

Cada vez que se hacen las preguntas correctas se hacen los desentendidos. María Corina Machado ensaya su sonrisa de gato de Cheshire y Capriles Radonski pega la carrera.

Corre, oligarquía, corre.

Este 16 de diciembre hagamos como hizo el pueblo de la parroquia El Cartanal el 7 de octubre pasado, cuando la abstención fue menor al 20%: votemos abrumadoramente por el candidato de la revolución, que por eso mismo es el candidato de la democracia. Una democracia que tendremos que seguir fortaleciendo y profundizando para que no tengamos que seguir lidiando, cual si se tratara de una fatalidad, con una clase política que jamás creyó en la voluntad popular.

29 de noviembre de 2012

Comunicación y revolución: el día después

Por: Etten Carvallo.


Tal vez sea oportuno agregar algunos comentarios a propósito del foro Comunicación y revolución. Desafíos de la nueva etapa. Retomar, volver sobre los aspectos centrales, replantearnos nuevas preguntas, ensayar algunas respuestas.

En ocasiones es mejor dejar que las aguas se asienten para volverlas a agitar. Nadie se acuerda de las tormentas de un día.

Sin duda alguna existe mucha expectativa en torno a posibles cambios en la pantalla de nuestros medios públicos. Hay una demanda de cambio. Se puede discutir sobre la orientación que habrá de tener, lo que no puede hacerse es desconocer tal aspiración colectiva.

Al respecto, es necesario tomar algunas previsiones: la programación, eso que se llama la pantalla, sólo es importante como punto en la agenda en la medida en que expresa una manera de concebir lo comunicacional, que a fin de cuentas es una manera de entender la política. Es allí a donde hay que apuntar.

No perdamos el foco: no se trata de que ignoremos lo que se dice, muestra y oculta en los medios antichavistas, y así lo planteé expresamente en mi intervención. Se trata, una vez más, de saber administrar nuestros esfuerzos, y de revisar lo que decimos, mostramos y ocultamos nosotros mismos.

Ya que hablamos de ocultar, encaremos el problema: de la misma forma que se puede seguir la huella de un proceso de burocratización de la política, que se expresó en la imposición de la lógica del partido-maquinaria y la entronización de la figura del representante, puede identificarse una clara tendencia a la entronización de la figura del explicador, suerte de correlato comunicacional del extravío que se ha producido en el campo político.

El problema con ambos, representante y explicador, es que terminan promoviendo la pasividad: el primero porque pretende hacer profesión de hablar por los otros; el segundo porque pretende pensar por los otros. La cuestión es, claro está: ¿y los otros no hablan, no piensan?

El detalle es que cuando hablamos aquí de unos "otros" no nos estamos refiriendo a una entelequia, sino al pueblo chavista, nada más y nada menos. Si bien puede ser cierto que una porción minoritaria exige que otros hablen y piensen por ella, que alguien haga el trabajo de desenmascarar a la "canalla", no es menos cierto que el chavismo ya derrotó más de una vez a la misma "canalla", cuando los representantes brillaban por su ausencia y los explicadores ni siquiera soñaban con aparecer.

La comunicación en tiempos de revolución tendría que poner el acento en lo que dice y piensa el pueblo chavista, lo que por cierto vale para la política en general. En lugar de encorsetar al chavismo, lo que equivale a restarle potencia al proceso bolivariano, tendríamos que comenzar por poner en su lugar a representantes y explicadores, que han venido asumiendo un protagonismo que no les corresponde.

Dicho lo anterior, y vistas algunas reacciones, es preciso insistir: aquí lo que está en discusión es muchísimo más que un par de programas: La hojilla o Cayendo y corriendo. De nuevo, la programación de VTV, toda ella y no sólo un par de programas, es objeto de discusión sólo en la medida en que expresa una manera de concebir la comunicación.

Pero no todo es VTV: está la programación del resto de las televisoras públicas, de las radios, los medios impresos, los medios alternativos o comunitarios, etc. Además, cabe la reflexión que hacía el mismo Ernesto Villegas durante el foro: ¿acaso lo comunicacional se agota en lo mediático?

¿Cómo es que un campo de discusión tan vasto, que supone desafíos inmensos, termina reducido a una polémica estéril sobre el eventual destino de un par de programas? ¿Cómo es que alguna gente llega a estar convencida de que el destino de la revolución está ligado al destino de estos programas?

La buena noticia es que siguen siendo menos los que razonan de esta manera. La mala noticia es que los mismos que han interpretado mi intervención en el foro como un ataque artero contra un par de programas, han vuelto a recurrir al lenguaje policial: "quinta columna", "traidor".

Pero no importa tanto quién es el destinatario de tales agresiones y mi intención no es sumarle drama a una historia que para algunos es un culebrón. Lo preocupante es que lleguemos al punto de considerarlas normales. En todo caso, su recurrencia da cuenta de la instalación de un chavismo profundamente conservador, minoritario pero ruidoso, y que es necesario mantener a raya.

Mucho ruido y pocas nueces. ¿A qué viene tanto escándalo, tanta tribulación de ánimo? ¿Acaso se vino abajo la revolución bolivariana porque el comandante Chávez dejó de realizar el Aló, Presidente?

No será la primera vez que el tamaño de nuestras derivas guarde relación directa con el tamaño de nuestros egos. Tal vez tampoco sea la última. Pero si así fuera, eso sí sería revolucionario.

23 de noviembre de 2012

Entregado al anticomunismo


La verdad, dudo mucho que el antichavismo, entendiendo por tal a su base social y no a los políticos que dicen representarlo, incurra alguna vez en el desatino de elegir a María Corina Machado como candidata para unas elecciones presidenciales.

Es más, en justicia debo agregar que cualquiera de mis amigos antichavistas consideraría un insulto que se le emparentara con el personaje. Digamos que no es nada personal: simplemente son muy pocos los que quieren aparecer retratados al lado de una de las figuras políticas más supremacistas, y por tanto más impresentables, de la política venezolana.

Recordemos el resultado de las primarias opositoras para elegir a su candidato presidencial de 2012: de un total de 3 millones 40 mil 449 votos, Machado apenas y superó los 110 mil, lo que equivale a menos del 4%. Capriles Radonski se llevó el 65%.

Aun cuando en política también juegan el azar y la necesidad, se pensaría que la diputada Machado es cosa del pasado. Un obstáculo salvado. Una de esas candidaturas que a lo sumo cumplen la función de amenizar la contienda, por más que lleguen a producir cierto pavor en el grueso del electorado, más sensato de lo que pudiera pensarse, pero que a fin de cuentas no inspira mayores sobresaltos, como sucede con los despropósitos que sabemos irrealizables.

Para decirlo rápido, podría concluirse que María Corina Machado, en reñida pelea con Arria y Medina, fue para las primarias opositoras lo que María Bolívar para las elecciones presidenciales.

Sin embargo, he aquí que el tal obstáculo es hoy el camino.

Más allá de todo chiste, lo que hemos presenciado durante las últimas dos o tres semanas es la progresiva, y todo apunta que indetenible, "machadización" de Capriles Radonski, lo que sin duda es signo de que algo debe andar muy mal por los predios de Primero Justicia.

Pongámoslo así: hace dos o tres meses Capriles Radonski hacía un denodado esfuerzo no sólo por parecerse a Chávez, sino por apropiarse y resignificar algunas de las ideas-fuerza del chavismo.

Un esfuerzo del cual podía esperarse uno u otro resultado, pero en el que se reconocía una apuesta por la audacia política. Y usted podrá pensar lo que quiera de un adversario que recurre a la mímesis, tan cercana a la trampa, a la pantomima. Pero un adversario político audaz es uno que merece respeto, y eso está fuera de toda discusión.

Antes del 7 de octubre, Capriles Radonski era un candidato "progresista", que coqueteaba con la "izquierda", preocupado por lo "social". A Chávez le cuestionaba, mucho más que su "ideología", el abismo entre lo dicho y lo hecho, su aparente desconexión con la realidad, lo abstracto de su propuesta de programa de gobierno, que ofrecía, según denunció reiteradamente, resolver los principales problemas de la humanidad, pero no la solución de los problemas concretos del pueblo venezolano.

Hoy día, mire usted las vueltas que da la vida, Capriles Radonski ha terminado siendo un gobernador derrotado por los problemas concretos del pueblo mirandino, y un candidato que denuncia ¡el castrocomunismo! contenido en el programa de gobierno de Elías.

Este anticomunismo trasnochado, tan característico de María Corina Machado, y asociado a fenómenos tristemente célebres, como Mujeres por la Libertad, el Frente Institucional Militar o CEDICE, por nombrar sólo unos pocos, siempre tuvo un lugar, y hasta cierto protagonismo, en el seno del antichavismo.

Habitués de las manifestaciones en Plaza Altamira, partidarios del golpe militar o fanáticos del neoliberalismo, lograron ejercer una influencia nada despreciable en el campo político opositor, que fueron perdiendo como consecuencia de las sucesivas y estrepitosas derrotas a manos del pueblo chavista.

Un anticomunismo trasnochado que siempre estuvo a medio camino, o más bien justo en el borde que separa la política más elitista de la anti-política más ramplona, y que afloró precisamente cuando se produjo la politización del pueblo venezolano. Si éste último es el agua y por tanto la vida de la democracia, el fulano anticomunismo siempre fue el aceite.

La audacia de Capriles Radonski, de su equipo de campaña para las elecciones presidenciales, consistió en reconocer esta realidad: con todo y sus limitaciones y sus fallas de origen (fundamentalmente de clase), al menos hizo el amago de hablarle a un pueblo politizado, y que se ha sentido convocado, movilizado por, y partícipe de la revolución bolivariana.

¿A qué obedece, entonces, este desplazamiento a los tópicos sobre el castrocomunismo? Además, ¿a quién está orientado este discurso?

"Nosotros no vamos a entregar Miranda al castrocomunismo", declaró Capriles Radonski el martes 20 de noviembre desde Valles del Tuy. Pero no es el pueblo tuyero, abrumadoramente chavista y refractario a semejante ramplonería discursiva, el destinatario de este mensaje.

Todo apunta a que esta "machadización" del discurso busca insuflar de ánimos a la base social opositora. Esto supone, en mi modesto juicio, no sólo un curioso, casi inexplicable, extravío de la estrategia de campaña de Capriles Radonski. Me refiero: inclinarse por un discurso que fue abrumadoramente derrotado en las primarias opositoras.

Pero lo que más llama la atención es lo que esto dice de la manera como la clase política opositora, incluso la "nueva", valora a su base social.

Suponer que para motivarlo a votar Capriles Radonski debe recurrir al manido recurso de la amenaza castrocomunista, es una clara expresión de subestimación del electorado antichavista, por cierto equivalente al menosprecio que históricamente la oligarquía ha profesado por las clases populares.

Volver sobre el discurso anti-totalitario, como lo ha hecho Capriles Radonski, y creer que ésta es la vía más expedita para "conectarse" con la base social opositora, es asumir que ella está compuesta por tarados mentales.

De estos asuntos los chavistas sabemos bastante. Somos expertos. Es que así nos trató siempre esa misma clase política, y por eso es que, de Chávez a esta parte, viven de fracaso en fracaso.

Buscando acabar con la mala racha, intentaron "conectarse" con nosotros: hablar como nosotros, remover nuestros malestares. Intentaron entendernos, pensar como nosotros. Eso fue lo que hizo Capriles Radonski durante la campaña para las presidenciales.

Pero en el camino ya no supo más cómo "conectarse" con los suyos. Por eso ya es incapaz de hablarle al 65% que lo hizo candidato. Ahora le habla al 4% o menos que votó por María Corina Machado.

Por eso hoy está entregado a ese discurso pavoso y patético sobre el anticomunismo que, parafraseando al mismo Capriles Radonski, ya es parte del pasado.

Quién lo diría.

19 de noviembre de 2012

Desempolvar a Maneiro para no enterrar a la revolución


En 1971, Alfredo Maneiro redactó uno de los documentos más lúcidos que se hayan escrito sobre el tema de la organización revolucionaria: Notas sobre organización y política. Sin duda, es una extraordinaria contribución de los revolucionarios venezolanos al debate histórico sobre la forma partido. Se trata del documento en el que Maneiro desarrolla los conceptos de eficacia política y calidad revolucionaria.

Al hablar de eficacia política, Maneiro se refería a "la capacidad de cualquier organización política para convertirse en una alternativa real de gobierno y para, eventualmente, llegar a dirigir éste". Para ello, debe "ofrecer una solución posible, coherente y de conjunto a los problemas del encallejonado y permanente subdesarrollo venezolano". En otras palabras, es necesario "ofrecer una política concreta para los problemas del presente". Por su parte, la calidad revolucionaria es definida como "la capacidad probable de sus miembros para participar en un esfuerzo dirigido a la transformación de la sociedad, a la creación de un nuevo sistema de relaciones humanas".

Según Maneiro, "no se puede afirmar a priori la calidad de una organización política cualquiera", puesto que primero debe resolverse "el problema político" central: la toma del poder (para lo que se requiere eficacia política). "Como quiera que tenemos el íntimo convencimiento de que un esfuerzo de tal naturaleza sólo se puede realizar desde el gobierno, sólo puede ser un propósito estatal, parecería entonces que una petición de calidad revolucionaria no puede realizarse antes, sino después de resolverse en beneficio de una organización cualquiera, el problema político".

No obstante, advierte y profundiza Maneiro, "si bien es cierto que no se puede afirmar a priori la calidad de una organización política cualquiera, sí se puede negar a priori la calidad de algunas de ellas. Es decir, ciertas estructuras partidistas desarrollan un espíritu de secta tan marcado, sustituyen de tal manera la disciplina por la obediencia, vician a sus afiliados con un juego tan complicado de jerarquías, gradaciones, amiguismos, arbitrariedades, etc., y, sobre todo, crean tales dificultades de confrontación libre de opiniones, que la lucha interna sólo puede expresarse a través de zancadillas, corrillos, pactos ominosos y manejos oscuros. Estructuras así terminan por producir un militante condicionado, de mediocres aspiraciones y cuya audacia, valor y espíritu crítico se resuelve, a menudo, en una racionalización forzada de las verdades, valores e intereses del partido. En realidad, abundan modelos organizativos que, no importa sus reclamos ideológicos, devienen modelos en escala reducida del mismo 'sistema a cuya destrucción dicen aspirar. En realidad, existen organizaciones revolucionarias que parecen sólo preparadas para adueñarse del aparato de Estado existente con el objeto de 'ponerlo en marcha para sus propios fines'".

Dicho esto, cabe la pregunta: ¿qué significa eficacia política hoy día? En primer lugar, puede hablarse de la eficacia política de la revolución bolivariana. Es decir, si estamos inmersos en este proceso bolivariano, es porque hemos sido eficaces políticamente. Fuimos primero "una alternativa real de gobierno", en 1998, y lo hemos seguido siendo durante todos estos años. Luego, hemos sido capaces de dirigir el gobierno, al "ofrecer una política concreta para los problemas del presente".

Pero afirmar que ha sido resuelto "el problema político" central (la toma del poder o el control efectivo del aparato de Estado) es una verdad a medias. No sólo porque el ejercicio de gobierno supone nuevos problemas ("Territorio nuevo. Miles de problemas", decía Rosa Luxemburgo), sino porque éste supone a su vez el problema crucial de cómo conservar el control de la institucionalidad, pero transformándola, creando así las condiciones que hagan posible la continuidad del proceso revolucionario.

En las actuales circunstancias, esto es lo que define la eficacia política: la capacidad para seguir siendo gobierno, pero transformando el aparato de Estado. Su control debe suponer una ventaja inestimable para impulsar prácticas de gobierno y autogobierno popular transformadoras (que no es igual, por cierto, a plantear que la revolución se hace desde el Estado). En esto último consistiría la calidad revolucionaria. En impedir a toda costa el desdibujamiento del horizonte de cambios revolucionarios.

9 de noviembre de 2012

Una pregunta obligada

Un par de meses atrás, exactamente el 10 de septiembre de 2012, tuvo lugar uno de los actos centrales de la campaña electoral de Capriles Radonski: la presentación de su plan "Primeros 100 días para tu progreso".

Aunque no ha pasado tanto tiempo, nunca está de más recordar algunos elementos de contexto: el acto, celebrado en la exclusiva Universidad Metropolitana, fue concebido como un intento por cubrir los flancos débiles del candidato de la oligarquía: la casi nula confianza que inspiraba a las clases populares, su origen de clase, su programa de gobierno de corte neoliberal, etc. Por entonces, y afincándose en estos aspectos, el comandante Chávez lograba imponer los términos del debate electoral, y su adversario histórico intentaba reaccionar con alguna mínima eficacia, huyendo hacia adelante, prometiendo esto y aquello, pero fundamentalmente haciendo un denodado esfuerzo por proyectar una imagen de candidato preocupado por lo social.

Aquel día, más que hacer alguna promesa novedosa, Capriles Radonski se limitó a reunir en un solo discurso lo que había venido planteando de manera desperdigada: creación de empleos, reparación de escuelas, dotación de hospitales, recuperación de vialidad, titularidad de viviendas, etc. Todo esto aderezado de una "defensa" en extremo demagógica de las Misiones, que estarían siendo "eliminadas" por el gobierno nacional (particular manera de responder al hecho cierto de que nunca se tomó en serio la posibilidad de darle continuidad a las Misiones creadas por Chávez). Visto en retrospectiva, tal parece que su equipo de campaña depositó excesiva confianza en el "impacto" que habría de tener el anuncio de un aumento del salario mínimo a hacerse efectivo el 10 de enero de 2013, el improbable día de la toma de posesión del "nuevo" Presidente. Capriles Radonski ofrecía como "nuevo" lo que Chávez no ha dejado de hacer desde que llegó al poder, ni siquiera luego del mayor atentado que ha sufrido la economía venezolana en su historia: el paro-sabotaje petrolero.

En fin, aquel día, el candidato de la oligarquía volvió a demostrar que su pretendida "oferta social", con la que intentaba que desviáramos la mirada del contenido de su programa real de gobierno, así como todo su discurso, no eran más que una versión desmejorada de la obra de gobierno de Chávez y de las ideas-fuerzas que movilizan al chavismo.

Pero además, una gran contradicción estética saltaba a la vista. Había algo en la puesta en escena que no encajaba. Seamos serios: ¿quién hace una exposición de las líneas maestras de su oferta social de gobierno desde la Universidad Metropolitana? Capriles Radonski, que es lo mismo que decir el sifrinaje metido a la política, quizá el candidato más genuinamente mantuano de los últimos cien años en Venezuela, y cuya campaña fue concebida para recorrer la retaguardia territorial del chavismo y así "conectarse" con lo popular, se replegaba de las calles de los pueblos olvidados por Dios y el gobierno nacional, para reunirse con los suyos: un auditorio integrado por una muestra representativa de lo que es su base social de apoyo.

Esta circunstancia, y no otra, es lo que explica la tibieza con la que el auditorio recibiera cada una de sus propuestas. Un auditorio para el cual la referencia al salario mínimo era una referencia lejana, ajena, no apta para ser incluida en un pliego de demandas sociales. La misma circunstancia explica el hecho, que pasó desapercibido, de que lo más aplaudido, rabiosamente aplaudido y celebrado, fuera la promesa de no "regalar" más petróleo a Cuba, un tópico caro al antichavista promedio, que en materia de política petrolera es al mismo tiempo militantemente chauvinista y vergonzosamente cipayo.

Un auditorio, por cierto, particularmente sensible a los discursos sobre la "inseguridad", y fue por eso que Capriles Radonski comenzó el suyo hablándole a las madres de los jóvenes asesinados. Entre otras generalidades, anunció su disposición a iniciar un programa de desarme: "El que tenga un arma ilegal o la entrega o vamos por ella"; y la reasignación de escoltas y funcionarios policiales: "Este gobierno llegó prometiendo que no iban a haber escoltas".

Pero más allá de los discursos y de la demagogia, está la realidad: es un hecho indiscutible que Capriles Radonski ha sido sobradamente incapaz de enfrentar el problema de la criminalidad violenta. Al llegar a la Gobernación, el estado Miranda presentaba un índice de 49 homicidios por cada 100 mil habitantes. Ese índice es hoy de 79 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Para más colmo, el mismo Capriles Radonski que tanto se quejara de la supuesta estrategia del chavismo consistente en atribuirle intenciones que no eran las suyas (aplicar, en caso de triunfar en las elecciones presidenciales, el programa neoliberal que suscribió ¡públicamente! el 23 de enero de este año, por ejemplo), declaró este 25 de octubre, en una reunión con funcionarios policiales en Valles del Tuy, y refiriéndose a la victoria de Elías el próximo 16 de diciembre: "En el caso de Miranda… se los digo responsablemente a nuestros funcionarios: aquí vienen es… a cerrar la policía".

¿Seguirá repitiendo Capriles Radonski que se le "insulta" cuando se le llama por su nombre y apellido: incapaz y mentiroso?

Ya para terminar, una pregunta obligada: ¿será cierto que Capriles Radonski ha dispuesto una cantidad no determinada de funcionarios de la Policía de Miranda para escoltar a políticos antichavistas, incluso fuera de Miranda? Es algo lo suficientemente grave como para pensarlo e indagarlo.

"No se entregarán más regalos a otros países, los recursos petroleros deben dirigirse a atender los problemas de los venezolanos", exclamaba Capriles Radonski en aquel acto del 10 de septiembre, y el auditorio aplaudía entusiasta.

En caso de ser cierto aquello de los policías escoltas, ¿ese mismo auditorio no estaría llamado a exigirle al gobernador que la Policía de Miranda se encargue de lo que le corresponde?

5 de noviembre de 2012

Video: Intervención en el Foro "Comunicación y revolución. Desafíos de la nueva etapa", miércoles 31 de octubre de 2012

Ayer en la mañana, en Los Teques, algunos compañeros me preguntaban por qué no había publicado el video de mi intervención en el foro "Comunicación y revolución. Desafíos de la nueva etapa", que tuviera lugar este miércoles 31 de octubre. Bien, aquí les va: en versión grabada por los compañeros de Aporrea. Allí cito algunos fragmentos de un artículo de 2010: Repolitizar los medios públicos.

Salud.




2 de noviembre de 2012

Al mal humor de la oligarquía, alegría


Un Goliat aparatoso, desencajado, adolorido, desorientado, a punto de derrumbarse, luego del impacto que ha recibido el pasado 7 de octubre. Así luce hoy Capriles Radonski.

Eso era lo que proyectaban sus palabras y su mirada este jueves 1 de noviembre, durante el inicio de la campaña electoral.

El buen humor en política es algo que se agradece, y no es posible concebir al chavismo sin ese ingrediente. Antes de Chávez, la política se había convertido en sinónimo de burla al pueblo. Chávez entendió que para reírnos de últimos, es decir, para reírnos mejor, era necesario dignificar la política, que en Venezuela implicaba reinventarla, "refundarla", devolverle el respeto perdido, que era recuperar el respeto propio. Y algo así sólo podía hacerse con alegría y audacia, entre otras cosas rompiendo el protocolo, intentando subvertir el universo simbólico de la oligarquía vernácula.

Algún día tendrá que hacerse el inventario de las múltiples expresiones de estupor de la oligarquía horrorizada por los primeros atrevimientos del zambo, como ¡saludar al pueblo en la calle en medio de un acto oficial! o ¡contar un chiste en cadena nacional!, gestos que no podían interpretarse sino como un completo irrespeto a las normas del decoro político. La oligarquía, acostumbrada a la carcajada ruin, perdía el semblante, palidecía. Se ponía de mal humor.

Y todavía no lo recupera. La oligarquía sigue de mal humor.

"El barloventeño tiene humor, sabor y despierta energía. Pero hay excepciones. Yo nunca había visto a un barloventeño que generara sueño", declaraba Capriles Radonski el jueves 1 de noviembre refiriéndose a Elías.

Pero sus ojos desorbitados lo ponían en evidencia: aparatoso, desencajado, adolorido, desorientado luego del 7 de octubre, Capriles Radonski, el improbable David, la última esperanza del Goliat oligárquico malhumorado, vio llegar el día de inicio de su segunda campaña electoral en lo que va de año, haciendo un esfuerzo desesperado por arrancar. Por arrancar alguna sonrisa.

De la oligarquía puede decirse que la energía no le falta para gobernar de espaldas al pueblo: entonces es cuando "mejor" y más "eficientemente" gobierna. Puede decirse que una que otra vez provoca risa: como cada vez que Capriles Radonski intentaba parecerse a Chávez, en la campaña electoral previa. Pero lo que nunca podría decirse de ella es que tiene sabor.

La oligarquía es, por definición, insípida, en el sentido de que nada que sea del gusto popular es de su gusto. Si de los sabihondos se puede decir que saben tanto que saben a pescado frito, de la oligarquía venezolana habrá que decir siempre que sabe tanto que no sabe a nada.

Por eso es que usted nunca escuchará a Chávez presumiendo que sabe a "chocolate dulcito". Por eso es que cada vez que Capriles Radonski intenta hacer una gracia le sale una morisqueta.

Más revelador aún del mal humor que embarga a la oligarquía, es la frecuencia con la que Capriles Radonski apela al insulto para referirse a Elías. Ya lo hizo durante la campaña electoral, lo que mereció una contundente respuesta del hoy candidato bolivariano para el estado Miranda. En días recientes ha recurrido a la burla: "bate quebrado", "trasnochado", "aburrido", etc.

Cosas que se dicen al calor de la batalla política, y más si se trata de la batalla electoral, podría pensar cualquiera. Pero el punto es que, por favor, no se trata de cualquiera, sino de Capriles Radonski, el niño-bien que jamás en su vida rompió un plato, que jamás peleó en la escuela. (Bueno, sí, sólo una vez, y "ni siquiera salió bien parado").

Es decir, un candidato que se cansó de repetir durante meses que mientras era víctima de los insultos del "candidato del gobierno", él se dedicaba a pregonar el amor y la paz. Lo cual, dicho sea de paso, no es cierto: a Elías no sólo lo acusó de "bandido" y "sinvergüenza", sino que trató de "jalabolas" a los trabajadores venezolanos. Sí, nunca está de más recordarlo.

Con todo, podría decirse que es curioso cómo se "invierten" los papeles: insultos de Capriles Radonski van y burlas vienen, y a Elías lo vemos es pateando calle, recorriendo las catacumbas del pueblo mirandino, como le corresponde a un candidato revolucionario. Sin prestarle atención a los arrebatos y furores de un hijo de la oligarquía que bien sabe que se le acaba el tiempo.

En Miranda, con Elías, vienen mejores tiempos. Al mal humor de la oligarquía, buena cara y más alegría. Dejemos que los muertos entierren a sus muertos. Nosotros a lo nuestro. Nosotros a seguir haciendo revolución.

31 de octubre de 2012

A mi equipo, en sus cincuenta años

(Brevísimo texto que aparece publicado hoy en Ciudad CCS, y que escribí a solicitud del pana guairista Ildegar Gil.

Salud).

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No se apoya a un equipo porque sea el mejor, sino porque juega bien, por eso no caben las burlas contra los fanáticos de otros equipos, especialmente cuando han sido derrotados. Nada duele más que el propio equipo humillado en el terreno, víctima de sus errores o de la superioridad de su adversario. Entonces, es cuando corresponde acompañar. Es muy sencillo apoyar en la victoria. Se requiere mucho coraje, mucha dignidad, para aguantarse nueve innings de pesadilla, de paliza o blanqueo. Siempre los ha habido pragmáticos, claro que sí, los que dicen que para ganar no importa cómo, porque lo importante es ganar. Nada más falso. Todos queremos ser campeones, por supuesto, pero haciéndolo bien. Cuántas jugadas de ensueño, cuántas remontadas, cuánta fiesta en el diamante, en los jardines, en las tribunas. Si hay épica es porque hay tragedia. Tragedia es la trampa, la violencia, la arrogancia, el darse por vencido de jon a primera. Épica es también perder con la frente en alto, no rendirse nunca. Todo esto me lo enseñó mi viejo, fanático de los Tiburones de La Guaira desde su fundación, hace ya cincuenta años. Llevándome al estadio, inculcándome el amor por el beisbol, me dio varias lecciones de vida. Hoy lo recuerdo, cada día, cada vez que Sandra Mikele me pregunta: "Papá, ¿ganamos?".

29 de octubre de 2012

Un pequeño pedazo de historia

Esta semana entraremos nuevamente en campaña. El jueves 1 de noviembre, para ser exactos. Valga tal circunstancia para compartir con ustedes este pequeño pedazo de historia: el momento en que Tibisay Lucena, Presidenta del CNE, anuncia la victoria de Chávez el domingo 7 de octubre pasado. Un minuto de historia, registrado con mi teléfono en algún lugar del centro de Caracas, a donde fui a parar por puro azar. De allí salimos a fundirnos con la multitud emocionada que se asoma alrededor del segundo veintiocho. 

Vamonós pues. Ahora, Elías.

23 de octubre de 2012

Ahora, Elías

El 7 de octubre estaban en disputa dos proyectos de país. La mayoría del pueblo venezolano ha ratificado su voluntad de seguir profundizando la revolución bolivariana. El neoliberalismo, insólitamente redivivo en el programa de gobierno suscrito públicamente el 23 de enero de este año por Capriles Radonski, ha sido derrotado una vez más. De manera contundente.

El 16 de diciembre, como en cada elección desde el 6 de diciembre de 1998, ambos proyectos volverán a enfrentarse. En Miranda, Elías Jaua es el candidato indiscutible de la revolución bolivariana. A Elías le corresponderá luchar electoralmente contra más de lo mismo: otra vez Capriles Radonski. Una vez más el neoliberalismo.

Pero esto, que parece todo, no es lo único que está en juego: como consecuencia inexorable de la derrota encajada el 7 de octubre, a lo interno de la clase política antichavista tiene lugar una enconada disputa por el liderazgo opositor.

Los hechos son los hechos. Veamos: 

- La oposición ha sido derrotada en 22 de 24 estados (si contamos Distrito Capital), incluyendo el estado Miranda, donde Chávez sacó una ventaja de poco más de 7 mil votos. En otras palabras: ha sido literalmente arrollada. 

- La médula del discurso de Capriles Radonski durante la campaña estuvo dirigida a granjearse el apoyo de al menos una parte del chavismo descontento, y en menor medida a desmovilizarlo. El resultado ha sido un índice de participación histórica, en particular en los sectores populares.

- 2 millones 188 mil 702 personas votaron por la tarjeta de la Unidad (14,78 % del total de votos opositores), y sólo 1 millón 829 mil 178 personas lo hicieron por la tarjeta de Primero Justicia (12,35 %). Si esto no es un mensaje claro contra la arrogancia y el sectarismo del partido de Capriles Radonski, no imaginamos qué puede serlo.

No hay excusas que valgan. El miércoles 17 de octubre, entrevistado por Leopoldo Castillo en Globovisión, Capriles Radonski hacía la siguiente valoración sobre los resultados electorales: "Si usted descuida una mesa, le quitan los votos… En el caso de Miranda… yo veo que hay centros donde tenemos cero votos, hay centros donde tenemos un voto. Eso no es una trampa en una máquina, eso es un descuido".

¿Quién le ha quitado los votos a Capriles Radonski? Nadie, por supuesto. Pero después de su irrefrenable tendencia a la victimización, ¿alguien puede sorprenderse de tales declaraciones? De ninguna manera. Pero ellas constituyen un detalle casi pintoresco. Un nuevo arranque de malcriadez del sifrinaje metido a la política.

Lo central es la disputa por el liderazgo opositor. Sí, está bien, la de Capriles Radonski fue una campaña "heroica, grandiosa, histórica", caracterización que, a lo sumo, despeja cualquier duda que pueda existir sobre la modestia del líder de Primero Justicia. Pero los resultados están a la vista.

Es absolutamente normal, por tanto, esta disputa, y es noticia que reviste de mucho interés para toda la sociedad venezolana, urgida como está de una oposición digna de llamarse tal.

Lo que no podemos interpretar como "normal" es que Capriles Radonski utilice las elecciones del 16 de diciembre como un camino para intentar garantizar la supervivencia de su partido político, aún a costa del pueblo mirandino.

Lo que no es aceptable es que esa rancia oligarquía, heredera del mantuanaje, que encarna Capriles Radonski, obsesionada como está por retomar el control de la Presidencia de la República, pretenda utilizar la Gobernación de Miranda, una vez más, como trampolín político.

Seguramente Capriles Radonski volverá a poner el énfasis en el tema de la gestión: pero esta vez no tanto para criticar al gobierno nacional, sino para "mostrar" la suya propia. Seguramente lo veremos intentando convencernos de que el país real es el país de fantasías en el que él vive: uno donde logró reducir los índices de criminalidad, por ejemplo. Pero la verdad es que eso es asunto suyo.

Lo que debe quedar claro de entrada es que, tal y como lo hizo durante la campaña presidencial, el partido Primero Justicia hará hasta lo imposible por despolitizar la contienda de cara al 16 de diciembre. Todo su empeño estará puesto en ocultar su agenda real.

¿Cómo lo hará? ¿Seguirá haciendo mímesis de las ideas-fuerzas del chavismo? Puesto que el 7 de octubre ha dejado claro que no es muy popular que digamos esa versión descafeinada y baja en grasas de Chávez.

El 7 de octubre hemos reelegido a Chávez, el original, y ahora vamos con Elías, quien por cierto ya fue blanco de los insultos de Capriles Radonski durante la campaña. Así son: se disfrazan de lo "nuevo" y resultan ser más de lo mismo. Elías, en cambio, es otro beta.

22 de octubre de 2012

“La base chavista rechaza prácticas típicas de los politiqueros de oficio” (entrevista en Ciudad CCS, 22 de octubre de 2012)

(Entrevista realizada por Clodovaldo Hernández, con quien siempre resulta muy grato intercambiar. Un honor, además.

La versión original puede leerse aquí.

Salud.)

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El sociólogo Reinaldo Iturriza pertenece a una especie poco común: la de los analistas revolucionarios que no solo critican a la oposición, sino que también reivindican la necesidad de la autocrítica. Al requerir de él un análisis de los resultados del 7 de octubre, es posible entonces abarcar el espectro político nacional completo. 

- Comencemos, como debe ser, por la autocrítica: usted dice que hay una clase política, una burocracia chavista que se engaña al asimilar el triunfo del presidente Chávez como propio, sin tomar en cuenta que si bien se ratificó al líder, hay un rechazo al resto del movimiento. ¿Cómo es eso?
- Lo fundamental es que en Venezuela hay un proceso de cambio real. Ese proceso nos agarró descolocados a todos, incluyendo a militantes de partidos, a quienes venimos de la izquierda, intelectuales en general, opinadores y académicos. Yo he dicho que el chavismo, como corriente, produjo una clase política que desde hace años ha dado síntomas de agotamiento. No es para echarse a llorar y pensar que todo se perdió, pues eso sucede con todos los procesos de cambio: hay gente que "se acomoda", otra que traiciona, otros que se asustan y dicen "hasta aquí llego". Yo estuve en campaña y pude ver el rechazo que genera el partido realmente existente, no el partido del que habló Chávez en 2007. Pude ver el repudio que siente la base chavista hacia lo que ha terminado siendo el partido, no hacia la idea de que haya un partido. Y no es tanto un rechazo a personas, sino a prácticas que son muy parecidas, si acaso no las mismas o peores, a las prácticas de lo que siempre conocimos como política, de los politiqueros de oficio, los que cuentan votos y quieren cambiarlos por cuotas de poder.

- ¿Qué hacer al respecto?
- Aceptar que hay un agotamiento de esa clase política y volver sobre el tema de la representación, que fue el elemento desencadenante de todo. El punto es que la gente sigue involucrada en política, interesada en participar y ese es uno de los más fenomenales logros de este proceso, pero es necesario sacarse los lentes con los que hemos visto tradicionalmente la política.

- Viene una etapa de "administración de la victoria". En 2006, Chávez arrancó con la idea de la reforma constitucional. Esta vez se plantea profundizar el socialismo, pero ¿podría plantearse a través de una nueva reforma?
- De la experiencia de la reforma constitucional lo que debe quedarnos es el aprendizaje de que no puede haber ninguna propuesta exitosa si no es ampliamente debatida por el colectivo. Puedes tener la idea más magnífica de socialismo, pero si las bases no la han debatido, está condenada al fracaso. Esa es una gran lección que ha dado el pueblo. En el caso actual, el Presidente ha sometido la propuesta de gobierno para 2013-2019 al debate general y ha insistido una y otra vez en la necesidad de que se discuta.

- Vemos ahora hacia el lado opositor. Usted ha dicho que este sector no termina de entender lo que le ha pasado desde que perdieron el poder. ¿Por qué les pasa eso?
- En justicia hay que decir que el antichavismo no es uno solo. Obviamente hay un ala profundamente fascista, clasista, racista, pero no se puede generalizar. En la oposición hay gente que no se reconoce en Marta Colomina. Esa gente tiene todo el derecho de vivir acá, de no querer a Chávez y de reclamar lo que considere que debe reclamar. La cosa se pone peliaguda cuando no se trata de oponerse a un hombre, sino a la mayoría del pueblo que no solo vota por él, sino que participa cada vez más y ha dejado de ser invisible. El antichavismo rechaza esa participación, reacciona con pavor porque creen que esas grandes masas populares no debieron haber salido nunca de donde estaban. El opositor promedio aspira a volver a una democracia formal, en la que esa gente no se cruzaba en su camino y en la que prevalecía la idea muy liberal de que la democracia comete errores, pero es perfectible. El lugar del antichavismo era el privilegio.

- ¿A la luz del 7-O, la dirigencia opositora ha comenzado a comprender esa situación o sigue anclada en la lucha por retomar sus privilegios?
- Hay una pelea, un proceso de recomposición del liderazgo. La pugna es entre los factores tradicionales, AD y Copei, y los emergentes, fundamentalmente Primero Justicia y Voluntad Popular. Uno de los datos más interesantes de la campaña de Capriles Radonski es que, siendo él de la tendencia más elitista y antipopular de la oposición, haya tenido la suficiente audacia para tratar de mimetizarse con el chavismo, de vestirse de un ropaje de centro-izquierda. A pesar de eso, un político al que hay que tomarse en serio, como Henry Ramos Allup, le ha dicho a ese sector: "ustedes no entienden al pueblo venezolano", y eso, en boca del secretario general de AD son palabras muy gruesas porque es un partido que perdió legitimidad, pero que fue, en los 50 años antes del chavismo, el que más de cerca conoció el alma del pueblo venezolano. Vemos entonces que la dirigencia de la oposición tiene dos bloques: la clase política defenestrada, que entiende lo que está pasando, que comprende el fenómeno del chavismo, pero que no tiene con qué hacerle frente; y una dirigencia emergente, con muchos recursos, con mucha audacia, con habilidad para desmarcarse de una clase política de la que es heredera en toda la línea, pero que no comprende al pueblo. 
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Comentarista de un rudo deporte.
Reinaldo Iturriza López (Puerto Ordaz, 1973) es articulista de Ciudad CCS y otros medios y autor del blog Saber y poder (http://saberypoder.blogspot.com/),en el que se define como comentarista deportivo. "Es en broma porque la primera vez que me entrevistaron en VTV, pusieron en pantalla 'comentarista deportivo'… además, así me desligo de la imagen de los 'intelectuales' que no conocen los gustos populares". A pesar de estar inmerso en la política, un "deporte" rudo, Iturriza se declaró asombrado por reacciones poselectorales, como un mensaje en las redes sociales en el que se invita a la gente de clase media a dejar de darles propinas o ayudas a trabajadores domésticos, parqueros, bomberos de gasolina, muchachos de automercado y otras personas presumiblemente chavistas "que viven de nosotros y del rebusque". Advierte que son síntomas del grave daño que la dirigencia opositora y los medios causan en su militancia. Le preguntamos si se sumaría a quienes dicen que Globovisión, cuya concesión vence en 2015, debería correr la misma suerte que RCTV en 2008. Respondió: "Pienso que canales como Globovisión son necesarios, no por la idea maquiavélica de que los ataques nos cohesionan, sino porque nos permite develar las estrategias, las líneas maestras de la oposición. Sin embargo, no tengo duda de que causan un daño tremendo. Lo que hemos visto últimamente se parece tanto a 2002 que resulta urgente ponerle un remedio".