24 de octubre de 2008

¡Austeridad! ¡Austeridad!

Ejemplos sobran de esa particular manía del antichavismo que consiste en valorar la realidad, desde los grandes acontecimientos hasta los hechos más cotidianos, de acuerdo al grado de simpatía o rechazo que estos despierten en el mismo Chávez. Incluso, me atrevería a afirmar que el antichavismo suele apelar a una patética versión de la suspensión del juicio, a la espera ansiosa de la valoración de Chávez sobre tal o cual hecho. Una vez conocida la opinión de Chávez, puede el antichavismo proceder a opinar en sentido contrario, y el frágil equilibrio del mundo es restituido. Se juzga preferible no correr el terrible riesgo de coincidir con el hombre, así esto implique desobedecer a lo que dicte la propia conciencia. Singular forma de dictadura ésta, la de aquellos que son capaces de renunciar a los propios dictados con tal de oponerse al "dictador".

En aquellos casos extremos en que la coincidencia es inevitable, por ejemplo en el caso de los magallaneros, introducir un matiz, marcar una mínima diferencia es considerado un punto de honor. De allí el coro que de vez en cuando se escucha en el Estadio Universitario: "¡Endy sí, Chávez no! ¡Endy sí, Chávez no!", al que se sumarán, sin duda alguna, unos cuantos caraquistas o guaireños advenedizos, que son capaces de vitorear a la figura del equipo contrario si el objetivo es hacer barra contra el apellido monstruoso.

De allí que los medios opositores denigraran de la participación venezolana en las recientes Olimpíadas o se sumaran a presentar la matanza de indígenas en Pando, Bolivia, como un enfrentamiento - en total sintonía con los medios opositores bolivianos. De allí el lamentable episodio de la señora que reaccionara indignada luego de que el Indepabis decomisara paquetes de arroz que estaban siendo vendidos con sobreprecio en el Excelsior Gama de Santa Eduvigis, y procediera a venderlo al público a precio regulado en Parque del Este. De allí que se valore a Sean Penn no como actor, sino como un desgraciado que tuvo el desatino de retratase con Chávez. (Lo de "desgraciado" es casi un eufemismo: basta entrar en el enlace arriba y leer algunos comentarios. Uno de los pocos presentables: "... menos mal que nunca me gustaron las películas del perro ese"). De allí que en ciertos medios se anuncie el estreno del film W., de Oliver Stone, con el titular: "Oliver Stone saca la pecula que hará gozar a Chávez". (Naturalmente, ya circulan las versiones de que Chávez habría financiando a Stone). Por idéntica razón, mientras Oliver Stone declara: "No creo que Sarah pueda entender la película. Tiene muchos diálogos complicados. George Bush es un intelectual comparado con ella", y Madonna le prohíbe asistir a sus conciertos, el grueso del antichavismo delira por Sarah Palin: "... parece más bien venezolana por ser aguerrida, bonita y capaz de asumir tantos retos" o ésta otra: "... una mujer íntegra, luchadora, emprendedora, con vocación de servicio. No tipo Lina [Ron], acomplejada, llena de odio, arrodillada y sin objetivos".

De nuevo, sobran los ejemplos. Pero vale detenerse en un caso bastante reciente, y que ilustra una cierta modalidad de la manía ya descrita.

Tal vez pueda afirmarse que las transnacionales de noticias en general, pero sin ninguna duda los medios opositores venezolanos quedaron mudos frente a una "crisis financiera global" que, por demás, no termina de expresarse en toda su magnitud. Las explicaciones fueron sustituidas por una andanada de tecnicismos (ante los cuales los simples mortales respondemos con indiferencia o escepticismo, porque no nos dicen nada), como suele ocurrir, además, cuando la economía es "debatida" en televisión, todo lo cual acompañado de las familiares imágenes de cifras en rojo y corredores de bolsa con rostros desencajados, que indican que la cosa va realmente mal y que señalan el momento justo en que uno debe proceder a revisarse el bolsillo o la cartera, por si acaso. ¿Y los adalides del libre mercado? Los tipos son tan cínicos que... pero no, hace unas tres semanas, en el diario argentino Página 12, Juan Sasturain lo describió perfectamente: "Da asco... el verso de economistas 'realistas' que nos hablan -casi con suficiencia y satisfacción: es increíble- de cómo la crisis yanqui afectará no sólo a la Argentina si no está 'debidamente preparada' sino a 'la economía familiar' de cada uno, incluso... Pero no sacan ninguna conclusión de eso. Lo único que falta, en algunos casos, es que a la crisis yanqui... le pongan nombre de mujer -Nelly, Shirley, Carla- como a los huracanes. Porque es así: para muchos analistas, el 'problema' que tienen estos ladrones parece una catástrofe natural, un lamentable fenómeno meteorológico que ha arrasado con todo y debido al cual hay que realizar operaciones de 'salvataje' -no es otra la palabra utilizada-, y se espera la solidaridad internacional. Qué hijos de puta...".

Poco más de una semana antes, el 20 de septiembre, reunido en Miraflores con la Comisión de Presupuesto, Chávez anunciaba: "En Venezuela estamos en condiciones de aguantar el terremoto financiero mundial, el país sigue su marcha con tranquilidad, gracias a las medidas que hemos tomado desde hace varios años... Nosotros, afortunadamente - sin que esté diciendo yo que esto no nos va a afectar, va a afectar a todo el mundo y también a América Latina, y por tanto a nosotros -, pero hemos venido desenganchándonos de ese sistema perverso... Los grandes medios de comunicación privados están tratando de minimizar e incluso negar los efectos de la gran catástrofe financiera occidental...". Luego, dirigiéndose a gobernadores, alcaldes y a su equipo de ministros, exhortaba: "Hay que tener claro para dónde vamos: el socialismo... La mejor manera... es cero derroche, la lucha contra el burocratismo, invertir en lo que realmente se necesita, es necesario eliminar todo tipo de gasto innecesario".

¿Cuál fue la reacción, al día siguiente, de los principales diarios de circulación nacional? Cosa curiosa: ni el anuncio, pero mucho menos el exhorto merecieron primera página. El Nacional, en la página 3 de su cuerpo A, en el extremo inferior derecho, resumía todo en una nota de 152 palabras, como quien se espanta una mosca en la oreja: "Hugo Chávez sostuvo que 'hay tres medios de comunicación que tratan de minimizar la catástrofe del sistema occidental capitalista'. Indicó que ignoran el presunto magnicidio y que el plan conspirador tiene como fin evitar las elecciones regionales". Tres líneas más dedicadas al anuncio del aumento del subsidio para los productores de arroz y tres líneas más sobre algún asunto relacionado con el PSUV. El Universal, por su parte, fue seis veces más elocuente: en la página 12 del cuerpo 1, publicó una nota de 158 palabras: seis palabras más. "La Comisión de Presupuesto del Gobierno realizó una revisión de la asignación que se ejecutará para el próximo año. En ese contexto, el presidente Hugo Chávez Frías anunció... que en el nuevo ejercicio se racionalizará el gasto público e insistió en que se recortaran los "gastos superfluos"."Chávez dijo anoche que 'en Venezuela estamos en condiciones de aguantar el terremoto financiero' internacional. Reiteró que 'el país sigue su marcha con tranquilidad'".






















Nótese la absoluta ausencia de referencia al discurso presidencial en ambas portadas

Empleando una lupa tal vez pueda verse, en el extremo inferior derecho, la nota de 152 palabras de El Nacional

Nota de 158 palabras del diario El Universal

Más suspicaz, sin embargo, y sin duda marcando pauta, resultó ser la agencia Associated Press (AP). El 21 de septiembre distribuía alrededor del mundo una nota intitulada: Apunta gobierno de Chávez a la austeridad. "El gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez busca racionalizar el gasto público para eludir los riesgos que se vislumbran de cara a los problemas económicos mundiales y la reducción de los precios del petróleo. Chávez dijo que Venezuela está bien posicionada para soportar los problemas financieros internacionales, y que el 'cero derroche' es un concepto clave en el diseño del presupuesto del 2009". ¿Dijo Chávez en algún momento que el "cero derroche" estaba orientado a "eludir los riesgos que se vislumbran de cara a los problemas económicos mundiales y la reducción de los precios del petróleo"? No. ¿Es la primera vez que Chávez exhorta al "cero derroche"? No. Pero de qué vale ya.

La palabreja había sido desenfundada: ¡Austeridad! ¡Austeridad!

Alguien con más paciencia sabrá determinar el momento exacto en que los medios opositores nacionales fueron capaces de comprender la jugada retórica de la AP. Incapaces de ofrecer a su base social una explicación razonable sobre el "terremoto financiero internacional", la impotencia era de tal envergadura que fueron incluso incapaces, hace un mes, de hacer lo que mejor hacen: evaluar el discurso de Chávez para, acto seguido, posicionarse en contra. Uno puede hasta ser condescendiente y pensar: se entiende la impotencia, porque ¿cómo negar, por ejemplo, que la decisión de retirar nuestras reservas de la banca estadounidense fue una medida acertada y oportuna? ¿Cómo contradices a un tipo que no niega que la economía venezolana se verá afectada por la crisis global, pero que gracias a las medidas que ha adoptado su gobierno los efectos no serán lo devastadores que son en otras latitudes? Allí es donde la ¡austeridad! entra en juego.

Tal y como lo supo hacer la AP en su momento, a estas alturas todos los medios opositores nacionales se han sumado al reclamo histérico: ¡Austeridad! ¡Austeridad! Austeridad porque el gobierno ineficaz no sabe qué hacer frente a la crisis. Austeridad porque la dictadura se tambalea. Describen
la caída de los precios del petróleo como sólo podría hacerlo un reportero de guerra del tipo Fox News, que relata extático el avance de las tropas invasoras en Irak. Ante cada repunte del barril venezolano, reaccionan como si estuvieran presenciando una batalla perdida.

La AFP, desde Caracas, reporta: "Tras la fuerte expansión del gasto público en Venezuela, impulsada por el boom petrolero, el gobierno del presidente Hugo Chávez habla de austeridad por primera vez en casi diez años, temiendo que la actual crisis financiera reduzca los precios del crudo, según analistas". Del otro lado de la frontera, El Espectador se suma gozoso al coro: "El derrumbe de los precios del petróleo amenaza la estabilidad del gobierno de Hugo Chávez. El auge económico que Venezuela experimentó en los últimos cinco años terminó de manera abrupta. La caída de la cotización del crudo redujo los ingresos fiscales a un nivel crítico para el gobierno. Al agotarse la chequera, por primera vez desde que llegó al poder en 1999, el presidente bolivariano utiliza una palabra que no figuraba en su vocabulario: austeridad". Y así, distintas versiones del "Chávez habla de austeridad por primera vez" circulan alrededor del mundo.

De esta forma, la noticia va dejando de ser el fulano "terremoto financiero internacional", y ya sólo pretenden hablarnos de la ¡austeridad! y de los precios del petróleo. Los expertos, no faltaba más, cuestionan las "medidas de austeridad" de Chávez. Sólo falta quien denuncie estas "medidas de austeridad" como neoliberales, y califique a Chávez como un adalid de la misma doctrina económica que hoy se está viniendo abajo. Ya lo veo: Chávez el neoliberal, uno del tipo Carlos Andrés Pérez, del que sólo cabría salir con un nuevo 27 de Febrero.

Cómo diría Sasturain: qué hijos de puta.

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Una versión más breve de este mismo artículo aparece publicada hoy en el semanario Temas Venezuela.

19 de octubre de 2008

Si tú lo dices...

Escribe hoy Emeterio Gómez en el diario El Universal (La defensa del mercado hoy):

"Ante la andanada de críticas que se nos viene encima, los defensores del Mercado no podemos seguir aferrados al anacrónico argumento de la Mano Invisible. No podemos seguir atados a esa noción según la cual basta con que cada quien ejerza su egoísmo individual, para que todo funcione de la mejor manera posible".

Si tú lo dices...

Eso sí: no pierde oportunidad para aclarar que "la crisis que vive nuestra ideología" (es decir, el neoliberalismo) de ninguna manera puede considerarse "tan grave como la demolición del marxismo".

Vamos Emeterio, deja la envidia hombre.

13 de octubre de 2008

Blogs: la internacional bolivariana 2

Devuelvo el gesto:

De toda la gente piola con la que tuvimos oportunidad de reunirnos y conversar durante nuestra visita a la Argentina (Lía y familia; el pana Manuel Cullen y familia; los cumpas del Darío Santillán: Guillermo Cieza, Martín Obregón y Manuel), sólo con Felipe tuvimos la suerte de encontrarnos en tres oportunidades. Nos sobraban las ganas de reencontrarnos con todos, pero no nos alcanzó el tiempo.

Felipe es el cerebro detrás de una genialidad que se llama Verboamérica, un blog nuestroamericano que ya he recomendado aquí en otras oportunidades, y que yo mismo frecuento todos los días en procura no sólo de una mirada inteligente sobre lo que sucede en Argentina, sino en general en nuestro continente. Periodismo en los márgenes, y quizá por esto mismo periodismo del bueno.

Nos vimos la primera vez en el Hotel Bauen (empresa recuperada por sus trabajadores y trabajadoras en 2003), donde asistimos a una de la reuniones que organiza periódicamente la Agrupación Oesterheld (en homenaje a Héctor Germán Oesterheld, desparecido en 1977), que ese día tenía como invitado a Tristán Bauer, el mismo de Iluminados por el fuego, actual presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos y director del canal Encuentro.

En lugares como éste uno aprende a distinguir entre el martirologio y los espacios concebidos para preservar la tradición de los oprimidos. Al entrar a la sala nos impresionan los afiches que cuelgan de las paredes: Perón, Evita, Rodolfo Walsh, John William Cooke, Susana Valle, Arturo Jauretche, Rodolfo Kusch, y tantos otros y otras que desconocemos, de los que tal vez oímos hablar alguna vez, o de los que simplemente no sabemos nada. Uno recuerda que el desconocimiento sobre nosotros mismos es condición de nuestra subordinación. Se dice 17 de octubre de 1945, 19 de diciembre de 2001, Cordobazo o Malvinas, y uno entiende de inmediato que no se trata de un panteón de los recuerdos, sino de una tradición de luchas que permanece viva, en el cuerpo y en el alma de todos los presentes y en el ejemplo de los ausentes. Por eso alternan en las mesas los viejos luchadores con los más jóvenes y de allí la frase de Jauretche: "No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila, porque siempre es así: se gana con los nuevos". Así se explica que una reunión de este tipo se realice en el Bauen: porque es el mismo combate que se libra en nuevos frentes. Y tal vez por eso el inmerecido aplauso con el que nos saludó el auditorio: porque nuestra lucha es también la de ustedes.

Sobre éste, nuestro primer encuentro en el Bauen, ha escrito Felipe en su blog una entrada: Blogs: la internacional bolivariana. Como allí narra, el hombre resultó un admirador de nuestro pana y cámara José Roberto Duque, cuyo trabajo y militancia muchos de ustedes conocen. El blog del Duque, Discurso del Oeste - una de las fuentes de inspiración de Felipe al momento de concebir su Verboamérica - no necesita presentación, y es sin duda lo mejor que desde el campo revolucionario se realiza en la blogósfera venezolana.

La segunda vez que nos encontramos, el Felipe nos llevó a conocer un par de librerías donde pudiera encontrar alguna bibliografía básica sobre el peronismo. Al final, tipo, no me traje lo que hubiera deseado: algo de Walsh, Jauretche, Kusch, y Soldados de Perón, de Gillespie. Terminamos esa vez en un viejo pero confortable restaurante, lugar habitual de gente de izquierda, donde Sandra comió algunos churros y se quemó la lengua con el chocolate, la pobre.

Nos vimos la última vez la víspera de nuestro regreso, de nuevo en el Bauen - en donde finalmente pudimos hospedarnos unos tres días. Extenuados ya por el trajín de los días precedentes, concluimos sin embargo nuestra estadía en Buenos Aires de la mejor forma posible: conversando amenamente con el Felipe, con su novia, la de la voz melodiosa, y con su hijo de nueve años, un chamín inquieto y simpático que le regaló a Sandra un buen rato de juego infantil.

Muchas gracias che.

7 de octubre de 2008

Volver a Caracas

Es casi imposible resistirse a la tentación de concluir que un lugar como Maiquetía, y sobre todo si se está en el Aeropuerto Internacional, es el escenario de un fenómeno tan curioso como patético: en él se multiplica exponencialmente el malestar de ánimo que es distintivo de la pequeña burguesía venezolana, esa que dedica una buena parte de su tiempo a comunicar de viva voz los horrores que le ha tocado padecer en la era del chavismo. Nadie está a salvo de ellos: se les identifica en el ceño fruncido, en la velocidad inusual con la que transitan por los pasillos, en la molestia desproporcionada que les produce un leve retraso en Inmigración, en los diarios que llevan bajo el brazo, en la mirada desconfiada que escruta severamente el entorno. Y, por supuesto, en los comentarios. Basta detenerse un instante y echar un ojo, escuchar un poco: están por todas partes.

Lo percibí por primera vez en marzo de 2002, cuando me tocó viajar a San José de Costa Rica. Cualquiera podrá opinar que es muy fácil decirlo a seis años de distancia, pero igual va: entonces, ese mismo malestar se expresaba de forma más violenta, más vociferante. Más que un lugar en el que compartíamos inevitablemente chavistas y antichavistas, los primeros teníamos que hacernos a un lado, a riesgo de que nos pasaran por encima. No es una metáfora. Me sucedió con una mujer en sus treinta y algo, a quien tuve que darle espacio, mientras hacía malabares con la maleta, para no estorbarle el veloz paso que acompasaba con ruidosos insultos contra el gobierno, contra Chávez, contra el país y contra todo. Una escena que anunciaba, a su manera, lo que acontecería un mes después.

Seis años después, el mismo malestar no se expresa con tanta violencia. A riesgo de no encontrar el término exacto, diría que lo que mejor describe la actual situación, el estado de ánimo presente es la frustración. O la resignación. Una frustración, digamos, no pasiva, que no oculta su deseo de revancha, pero frustración al fin. Resignación que se confunde con el goce que les produce poder marcharse del país al menos durante un tiempo. Como todo malestar, es más poderoso que cualquier evidencia concreta: nada importa que nuestra pequeña burguesía hoy disponga de mejores condiciones para costearse un viaje al exterior. Sería interesante tener los números a la mano, pero difícilmente alguien en su sano juicio podrá negar que hoy la pequeña burguesía venezolana viaja con una frecuencia impensable no sólo hace veinte años - por emplear una cifra redonda - sino incluso a comienzos de la era Chávez. Pero seguramente viajará convencida de que esta particular bonanza será producto del esfuerzo individual, o hasta de la fortuna, pero jamás de las medidas gubernamentales que han hecho posible el crecimiento económico - para emplear la jerga clásica. Un crecimiento económico del que la pequeña burguesía ha sido una de las más beneficiadas - si no la más. Es la misma clase que disfruta las ventajas del Bolívar oficial, pero critica el control de cambio.

Este malestar clasemediero se expresa de formas verdaderamente grotescas. Ya de regreso en Maiquetía, y aún a bordo del avión, fuimos testigos de las "recomendaciones" que un grupo de venezolanos impartía a una pareja de argentinos que venían a Venezuela en plan turista. Para más señas, "un grupo de venezolanos" traduce en realidad a dos muchachas y un tipo que difícilmente sobrepasan los treinta años. En resumen, las advertencias fueron:

1. Si permanecen entre Chacao y Altamira no les va a suceder nada. Aunque el centro de la ciudad tiene algunos lugares "lindos" como para visitar, lo conveniente es permanecer alejado de él, porque es muy peligroso.
2. No confíen en nadie.
3. La sentencia del tipo: es bueno que visiten Caracas para que la comparen con Buenos Aires, y se convenzan de que el lugar al que han llegado no tiene nada bueno que ofrecerles.

Es decir, señoras y señores, welcome to the jungle.

No es necesario aclarar que puesto en semejante situación, difícilmente alguien sería tan imbécil - y hasta irresponsable - como para retratarle a una pareja de turistas un cuadro idílico de Caracas, del tipo sucursal del cielo. Pero así funciona el chantaje: todo aquel que no suscriba esta versión de Caracas como el infierno, seguramente piensa que Caracas es el cielo. Claro, porque no piensa. Todo aquel que no suscriba la versión de que vivimos en una dictadura totalitaria, seguramente convalida cualquier cosa que haga el gobierno. Claro, porque no piensa. Sólo piensan los que están convencidos del infierno totalitario, y los demás no pensamos. Obviamente, Caracas no es ni una cosa ni la otra. Ni tampoco el purgatorio - antes de que alguien me venga con el mal chiste.

Lo que el micro-relato anterior revela es la imagen que un segmento minoritario de venezolanos tiene de Caracas, y en general del país y de sus circunstancias históricas. Más allá del lugar común de que la ciudad termina donde comienza el oeste - una valoración social y geopolítica que es una constante histórica de la clase media venezolana - lo que resulta clave, a mi entender, es la advertencia: no confíen en nadie. Que más que una advertencia necesaria - como de quien realiza la buena acción del día - a un par de turistas desprevenidos, lo que revela es la desesperanza y el desaliento del propio antichavismo. El problema, por así decirlo, se presenta cuando esta desconfianza, y con ella la resignación, y con ambas el miedo, se expresan políticamente. Porque en el miedo reside el capital político de los conservadurismos. Y de allí la miseria de la oposición venezolana, que no es capaz de movilizar a su base social si no es a condición de convencerla de que vivimos en el peor de los infiernos posibles.

Luego, el taxi. Antichavista. Un tipo grueso y enorme, brasileño con años en el país, un tipo simpático, de conversación amena. Pregunta de rigor: cómo ven a Chávez en Buenos Aires. Le doy cuenta de nuestra experiencia: al saber que éramos venezolanos, muchos nos preguntaban por Chávez. De estos, todos lo valoraban positivamente. Sólo un taxista nos preguntó qué llevábamos en la "valija", a manera de joda. Y vaya que le han dado duro a lo del maletín los medios anti-K, que está de más decir son casi todos. El taxista guarda un silencio incrédulo. Se lanza un discurso sobre el maletín, nos dice que en Venezuela no se habla de otra cosa. Le pregunto sobre los planes de magnicidio, que cómo marchan las investigaciones. Me responde que el problema es que nadie cree en eso. Le comento que a pesar de estar bastante desinformado de lo que ha sucedido la última semana, pude saber que había varios detenidos, más de veinte, si mal no recuerdo. Que hay unas grabaciones. Responde que... bueh... que sí... que es cierto, y de repente nos encontramos todos escuchando una historia hilarante, de un cable submarino que nos conecta con Cuba, y de cómo todas estas grabaciones se hacen en realidad desde La Habana. Las mismas grabaciones que evidencian los planes de magnicidio. Planes en los que no creen los que creen, sin embargo, en la hipótesis del cable submarino. Le cuento que escuché decir - en Caracas, antes de viajar - que la gasolina que usamos en Venezuela no es venezolana sino brasileña, que es de mala calidad, más inflamable, y que por eso se han incrementado los accidentes viales que resultan en carros devorados por el fuego. El tipo se ríe. Todos nos reímos. Le comento que hay algo que nunca he podido entender: cómo es posible que en San José, Quito o Buenos Aires las tarifas de los taxis sean mucho más baratas que en Venezuela, siendo el caso no sólo que nuestra gasolina es casi regalada, sino que en estas ciudades es bastante cara. El hombre no atina a responderme. Pero no importa. Me conformo con pensar que al menos pudimos reírnos un buen rato.

Así fue volver a Caracas.

1 de octubre de 2008

Love Guevarade: fiesta rodante el miércoles 8 de octubre, Caracas, Venezuela

Lo envían los cámaras de Tiuna El Fuerte, en El Valle, que organizan junto con los del Colectivo Alexis Vive, del 23 de Enero.

Viene con el texto:
X26+

Por 26 leyes habilitantes más
Caracas es nuestra: de los que andan en sus calles
de los que revolucionan la realidad
por la movilización de los movimientos
salgan de sus casas combatan al televisor
salgan de las oficinas combatan la burocracia
salgan del barrio démosle clases a la ciudad

¡¡Hordas y Turbas UNÍOS!!
y reproduciros
¡¡Que quiebre Wall Street!!

Música
Djs
Vjs
bicicletas
patinetas
metras
stencil
trompo
chinas
relax
bulla
arrechera
paz
música
micrófono abierto
etc...

Todas las señas en el volante abajo, que va para su reproducción: