I.-
En octubre del año pasado, en algunos puntos del norte de Maracay, los buhoneros ambulantes ya tenían en sus manos el blockbuster del momento: 2012, de Roland Emmerich, el mismo de The day after tomorrow (El día después de mañana, 2004) y la otra igual de apocalíptica, Independence day (Día de la independencia, 1996).
El detalle, como se ha hecho usual en estos casos: los tipos nos ofrecían, a un módico precio, una película que no sería estrenada en Venezuela sino dos o tres semanas después: el 13 de noviembre. El dilema me duró un par de milésimas de segundo: pobre Emmerich, pobre Hollywood, pobre oligopolio de las salas de cine locales... ¿La compro o no la compro?
Mentira, no hubo tal dilema. La compré por dos razones: en primer lugar, porque hasta entonces, simplemente, no había podido conseguir un torrent que valiera la pena: puro fake, como se estila en el argot propio de los criminales partidarios del copyleft. En segundo lugar, porque Sandra Mikele llevaba un buen tiempo queriendo verla.
Hacía meses que habíamos visto un par de tráilers de la película, y la reacción inicial de Sandra Mikele había sido una mezcla de incredulidad, fascinación, ansiedad y miedo. Diría que incredulidad, en primer lugar, porque las escenas de destrucción pura y dura que se asomaban ante sus ojos le resultaban inconcebibles; y en segundo lugar, porque no podía creer que yo me riera hasta la carcajada de todo aquello. Comprendí de inmediato que para ella no era juego, porque no puede ser juego ver al mundo partirse en cuatro pedazos en unos pocos segundos.
Desde entonces, me comprometí en una suerte de pequeña cruzada familiar que consistía en explicarle a Sandra Mikele, de la manera más didáctica posible, a qué lógica obedecía esta versión del apocalipsis según la industria gringa del entretenimiento. Por supuesto que sí: le hablé de cómo el capitalismo está destruyendo el planeta, pero le advertí que tal destrucción no era inevitable. Claro que sí: le expliqué que para salvar al planeta teníamos que acabar con el capitalismo. Que se olvidara de Nostradamus, de las profecías y del tan publicitado fin del mundo - contenidos que se cuelan con alguna frecuencia en la programación de canales como National Geographic o The History Channel: que no permitiera que le atravesaran el cuerpo con miedos y complejos. Al contrario, que sobraban las razones para luchar por un mundo mejor.
Definitivamente, no soy de los que creen que el problema se resuelve prohibiéndoles ver tal canal o tal película. El bombardeo es permanente, omnipresente, inclemente. Vale más enseñarles a ignorar, a saber interpretar. Vale más enseñarles la capacidad de descubrir. Nos quieren desmoralizados, entristecidos, aterrorizados. Yo quiero una Sandra Mikele sonriente.
Próxima parada: reirnos de aquella película. Debo decirlo: Emmerich no nos defraudó. Creo no equivocarme cuando afirmo que todo cuanto 2012 tiene de "espectacular" estaba ya incluido en los tráilers: un maremoto cubriendo nada menos que el Himalaya o empujando al USS Jhon F. Kennedy sobre la Casa Blanca; el Cristo Redentor del Corcovado viniéndose abajo o la cúpula de la Capilla Sixtina requebrajándose justo a la altura del brevísimo espacio que media entre el dedo divino y el índice de Adán - nada más esta insuperable metáfora sobre el fin de los tiempos paga la copia pirata. Pero, ¿y además de todo esto qué?
Ya sabemos lo que escribiría un Santiago Mute, prolijo crítico de cine, personaje de Aníbal Nazoa: "Entonces surge una serie de situaciones equívocas y comprometedoras, saturadas de un irónico humorismo, que el cameraman sabe llevar hábilmente a través de la sabia utilización del dolly in, las disolvencias y travellings apoyados en una rígida economía del patotage".
Como no soy crítico de cine, y no tengo idea de lo que habla Mute, sólo agregaría que al margen de las "espectaculares" escenas de destrucción, toda 2012 es "una serie de situaciones equívocas y comprometedoras". Mi favorita: el momento en que Jackson Curtis (interpretado por John Cusack) corre por su vida, intentando alcanzar a la frágil avioneta a punto de despegar, y donde le aguardan sus hijos y su ex esposa. Cuando el tipo finalmente logra aferrase a la avioneta y todos suspiramos de alivio porque se ha salvado, el viento salvaje le arranca el mapa que lleva en mano - sin él no hay camino a seguir, no hay destino. ¿Tanto nadar para morir en la orilla? Nada de eso, público presente: Jackson Curtis, cual Indiana Jones del fin de los tiempos, en un ágil, heróico y desesperado movimiento, logra hacerse de nuevo con el mapa y una vez más suspiramos de alivio.
En cuanto a Sandra Mikele, me consta que sigue prefiriendo El día después de mañana. Cuando le comenté, ayer por la tarde, que pensaba escribir sobre 2012, me respondió, con una incredulidad de distinto signo: "¿Vas a escribir sobre esa película tan vieja?". De algo sirvió la pequeña cruzada.
II.-
Pero mira tú qué cosa tan curiosa: los mismos vendedores de la copia pirata de 2012, ofrecían "el nuevo CD", también pirata, de El Conde del Guácharo. He aquí el gancho publicitario: "Está con Chávez muy arrecho". Me atrapó: decidí comprarlo para ver por dónde venían los tiros.
Transcurridos unos pocos minutos, ya había caído en cuenta de que se trataba de una oferta engañosa: no era el nuevo CD de El Conde, sino uno de hace tres años, quizá. Es el show en el que el tipo comienza haciendo referencia a las elecciones presidenciales de 2006, y hace un par de chistes sobre su frustrada candidatura. A pesar de todo, seguí escuchándolo.
Durante la primera media hora de show, El Conde resume, en tono de joda, lo que constituye la médula del discurso antichavista: la viajadera de Chávez, la peleadera de Chávez, la regaladera de Chávez. Tanto, que en algunos pasajes pareciera que es un Julio Borges el que habla. De lo que se desprende una primera conclusión: El Conde no sólo se ha convertido en un vehículo a través del cual se difunde masivamente el sentido común antichavista, sino que el liderazgo opositor está persuadido de que la única manera de lograr conectarse con lo popular, es apelando a un discurso básico, ramplón, pueril y en extremo repetitivo, cuyo máximo exponente es un tipo que tiene por profesión contar chistes subidos de tono. De lo que se desprendería una segunda conclusión: el liderazgo opositor identifica a lo popular con lo básico, lo ramplón y lo pueril. Y va la tercera: por eso es que el liderazgo opositor no pasa de ser, en sí mismo, un mal chiste subido de tono.
Pero además, el show de El Conde es un monumento al discurso autodenigratorio, tan característico de la vocería política - y militar - del antichavismo. He aquí las palabras de El Conde:
"... cómo van a poné a los soldaditos de nosotros... unos carajos que sacan de aquí, del barrio Los Cocos... unos carajos que sacan de Petare, flaquitos... que son felices cuando le meten una tarjeta de veinte al teléfono, los van a poné a pelear con unos marines, unas mierdotas así... ¿Tú has visto a los coñoemadres esos de las películas? ¡Son así! Unas vergotas así, con unos trajes térmicos... Unas mierdotas así, chico... Coño, ¿tú los has visto? En estos días salió en el 2001: «Así se preparan las fuerzas de milicia que defenderán al pueblo en La Guaira». Una viejita... Y la viejita no podía comer, porque se le caía la bolsa de comida, que la llevaba guindá por aquí. De Mercal. Le dan una bolsa de Mercal... y la gorra y la franela roja. Esos carajos tú los pones, los soldados americanos, tú los pones a pelear con los venezolanos, y los venezolanos les piden autógrafos, y se echan fotos con el celular: «Coño, es que mi novia no cree que estoy luchando contra ti». ¿Tú crees que es necesario, tú crees que esos peos son buenos pa los venezolanos? Nosotros los venezolanos lo que queremos es ser feliz, más nada".
Ahora vaya y léase esta lindura de entrevista que le hiciera El Universal al ex Canciller y ex Ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, el 8 de noviembre de 2009, intitulada "Venezuela no resistiría una guerra con Colombia y EEUU", y dígame si existe alguna diferencia de fondo.
Y va la cuarta conclusión: es El Conde, y no un Laureano Márquez, el tipo que constituye la avanzada del sentido común antichavista en el terreno del "humor". Un "humor" que es un mal humor básico, ramplón y pueril que desmoraliza y entristece. Un mal humor inclemente, permanente, omnipresente en los medios antichavistas y que se vende en calles, avenidas y autopistas cuando arrecia el tráfico y por tanto se multiplica el mal humor. El mismo mal humor ilustrado y biempensante que destila la carta de Laureano Márquez a El Conde: "... la victoria de Chávez se producirá en medio de una mamadera de gallo, sabrosona y criolla, que hará más llevadera y aceptable la instalación de su proyecto político autoritario".
Ahora creo entender el por qué de la supuesta oferta engañosa: ese combo, ese double pack está concebido, originalmente, para el consumidor antichavista. Qué importa si se trata realmente de "el nuevo CD" de El Conde. El mal humor es siempre el mismo. Haga más llevadero y aceptable el apocalipsis. Total, el mundo se acabará en 2012. Llévese la película para que se vaya acostumbrando.
Saludos mi amigo:
ResponderBorrarEl año pasado me enviaron este video que hace un señor que sabrá Dios quién es, pero que intentaba explicarle a la gente atemorizada este asunto de la película. Aquí te dejo el link:
http://www.youtube.com/watch?v=W4q6J8fEMtY
Para que se lo muestres a la niña, que no dudo que entienda (la maquinaria del capitalismo)porque ella sabe más que tú y yo juntos.No la he visto ni la quero ver, digo la película, justo porque vi El día después de mañana.
Por lo menos la película no termina con la clásica de los "gringos" salvando al mundo.
Hay una, creo que es el día de la independencia, en que los carajos mandan a unos albañiles y unos borrachos en una nave,comandados por Bruce Willis a ponerle una bomba a un meteorito que viene rumbo a la tierra para que explote en el espacio y no nos muramos todos.
Moraleja: nosotros los gringos somos los salvadores del mundo así seamos drogadictos, obreros-perforadores en un pozo petrolero o violemos las leyes de tránsito. Somos superiores y ustedes unos infelices.
Vayan a la mierda!!
Y con lo del Conde: bueno los discursos de Borges, Ismael y toda esa parranda de gafos es el mismo siempre.Por eso es que cada vez que a Chávez le da la gana se los... se los pasa por las armas (para no decir procacidades en horario infantil).
Besitos pa ti y pa Sandra Mikele.
Primo, procura que Sandra no lea este comentario "procaz" de innegable origen cumanés.
ResponderBorrarEl Conde del Guácharo podría decirlo con mucho más encanto que yo, que no soy cómico:
¡¡¡A TIRAR QUE EL MUNDO SE VA A ACABAR!!!... en 2012
Un abrazo,
JB
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ResponderBorrarGracias por el enlace. Desconocía ese video.
Sí, esa película a la que te refieres es Día de la independencia. Es la peor de las tres. Jamás pude verla completa, pero no tanto por su trasfondo ideológico, sino porque es sumamente aburrida.
Recuerda que Borges ya hizo el papel de "comediante": en RCTV, cuando condujo el programa Justicia para todos.
Así mismo es primo.
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