3 de septiembre de 2009

Sentido común del más puro y simple

Hago una breve pausa en el trabajo porque llegó la hora del almuerzo y Sandra Mikele quiere comer perros calientes. Bajamos, vamos al supermercado, compramos lo que nos hace falta. Regresamos. Esperamos al ascensor. Llega. Entramos.


Nos acompañan unos especímenes de esos que nos resultan familiares a todos los que vivimos en un edificio: esos grises personajes que se arrastran como fantasmas, solitarios y amargados, de mirada desafiante, ansiosos por transmitir la mala nueva. Justo porque la mayoría de la gente - despreocupada, ocupada en sus propios asuntos o simplemente feliz - no demuestra ningún interés en escucharles, aprovechan el reducido espacio del ascensor como auditorio. Hablan fuerte y claro, como quien debe alzar la voz en ausencia de micrófono. Desatenderles, ignorarles es considerado una afrenta. Te persiguen con la mirada, te emplazan. Aunque la reacción natural es la risa, es mejor hacerse el sordo. Si uno está de buenas, incluso puede atreverse a llevarles la contraria. Pero elementales razones humanitarias lo desaconsejan: aquel gesto puede precipitar un mayor desequilibrio en la ya frágil y volátil personalidad del espécimen. Adoran, como si no vivieran más que para ello, como si ese fuese su único propósito vital, las malas noticias: se dañó el otro ascensor, escasea el café, ayer violaron a una jovencita en el otro edificio, esta mañana no trabajó el ascensorista, esta noche van a quitar la luz, cuándo irán a arreglar el otro ascensor, el escándalo de anoche no me dejó dormir, seguro mañana nos quitan el agua, hubo fraude en las elecciones, cerraron justo la emisora que yo escuchaba, éste es un gobierno comunista, ese Chávez es un loco desgraciado, cuándo irán a arreglar el otro ascensor.


Hoy nos tocó, a Sandra Mikele y a mí, escuchar la siguiente conversación:

- Espécimen uno: Yo les dije a esas muchachas que no fueran a Sabana Grande, que eso estaba feo.
- Espécimen dos: ¿Y se fueron igual?
- Espécimen tres: No hay, no hay, no hay, no hay, no hay...
- Espécimen uno: Sí, ahí las monté a empujones en una camionetica...
- Espécimen dos: Ay, mi dios...
- Espécimen uno: Ahora que vean cómo se regresan.
- Espécimen tres: No hay, no hay, no hay luz...
- Espécimen uno: Sí, parece que no hay luz en toda Venezuela.
- Espécimen dos: Ay, mi dios...


Hasta que llegamos a nuestro piso, nos toca bajarnos, caminamos por el pasillo y la puerta del ascensor se cierra a nuestras espaldas. Justo cuando estoy abriendo la puerta del pasillo, Sandra Mikele me pregunta:

- Papá, y si no hay luz en toda Venezuela, ¿cómo es que subimos por el ascensor?

He allí el arma mortal contra los especímenes adoradores de las malas nuevas, almas errantes de los ascensores: sentido común del más puro y simple.

6 comentarios:

  1. Es un ascensor que se alimenta del ego antichavista y las ganas de creerse superiores

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  2. Como confundir a los demás, es un arte realmente.

    Implicar que los quejidos de aquellos que tienen angustia por HECHOS CIERTOS Y CONTUNDENTES, no son mas que manifestaciones de una mala honda infinita que, miente sobre la maravillosa realidad del país, es la muestra del dominio del arte de confundir.

    Si se tratara de quejidos absurdos, tendría sentido tu reflexión, pero en Sabana Grande hay inseguridad, La Luz se fue en toda Venezuela ayer - no hay duda de ello / ha venido ocurriendo con frecuencia- , eso afecta el Metros, de hecho me consta que fue caótica la tarde de ayer,y seguramente se sufre por la irregularidad de un ascensor, por la desconsideración de una fiesta hasta el amanecer a todo volúmen sin que haya autoridad aquien acudir, y lamentable miles de cosas no resueltas para nuestra mejor convivencia con los demás.

    No entiendo que quieres, que esperas de la gente, que exiges.

    La gente aspira poder vivir en paz, y las condiciones actuales no lo permiten, aunque tu intentes disminuir ese hecho a una simple mala honda y manía aterrorizadora de cierto tipo de gente gris, que evidentemente tu iluminación es capaz de ver, descifrar y finalmente irrespetar.


    EL MISMO ANÓNIMO,

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  3. Luigino:
    Visto de cerca, ese ascensor es el país.

    El mismo anónimo escribió: "La Luz se fue en toda Venezuela ayer", y también escribió: "se sufre por la irregularidad de un ascensor".

    ¿No será que tú eras uno de los que iba en ese ascensor?

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  4. Si Reynaldo, lo importante es destacar que yo soy uno de esos personajes que no hace sino quejarse, lo de los problemas que enfenta la gente y la delibarada misión, de tu parte, de menospreciar la queja eso es irrelevante, cierto?

    Llegará el día en que te parezca importante.

    EL MISMO ANÓNIMO,

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  5. El mismo anónimo:
    Ojalá que cuando llegue el día no suba por el ascensor. Porque ese se daña a cada rato. Tú sabes: por culpa de Chávez.

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