(Les dejo mi tercera contribución con el diario Ciudad CCS, publicada en la edición de ayer jueves 3 de septiembre. Tiene que ver con una verdadera joya, una que estuve persiguiendo durante mucho tiempo. Me topé con ella en Cumaná, de pura casualidad, hace unos pocos días. Debo a la tía Elsie la gentileza de compartirla conmigo, previo compromiso de que la devolvería en perfecto estado. Es la historia de Julius Fucík.
Les adelanto: resulta que puede leerse, íntegra, en línea. Abajo les dejo el enlace.
Salud).
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En un par de sentadas me leí, con unos cuantos años de retraso, uno de esos clásicos que todo militante debe leerse digamos que a los 18 años: Reportaje al pie de la horca, de Julius Fucík. Detenido por los nazis la noche del 24 de abril de 1942, en su natal Praga, antigua Checoslovaquia, Fucík fue ejecutado en Berlín, el 8 de septiembre de 1943.
Más que entrar en detalles sobre las extraordinarias circunstancias en que fue escrito y luego publicado; más que hacer la reseña sobre su destino ulterior – primero ensalzado por la propaganda soviética, luego cuestionado y olvidado en la era pos-soviética -, vale la pena resaltar aquello que hace del Reportaje un texto ejemplar e imperecedero.
Si tuviera que resumirlo en una sola palabra, diría que el Reportaje es un texto rebosante de carácter. Es el relato escrito por un hombre que sabe próxima e inevitable su muerte, que es sometido a torturas incesantemente, y que sin embargo es capaz de reunir arrestos para enviar un mensaje a sus camaradas de la resistencia contra la ocupación nazi: “Sólo pido una cosa: los que sobrevivís a esta época no olvidéis… Reunid con paciencia testimonios sobre los que han caído por sí y por vosotros. Un día, el hoy pertenecerá al pasado, y se hablará de una gran época y de los héroes anónimos que han hecho historia. Quisiera que todo el mundo supiese que no ha habido héroes anónimos. Eran personas con su nombre, su rostro, sus anhelos y sus esperanzas…”.
Carácter que se expresa en el buen humor que Fucík es capaz de expresar a lo largo de su relato. Eso es, tal vez, lo que más sorprende y cautiva de la lectura del Reportaje: que no se trata de un relato lúgubre y apesadumbrado, a pesar de todo. Al contrario, es un canto a la alegría: “Amaba la vida y por su belleza marché al campo de batalla… Que la tristeza jamás se una a mi nombre”.
Carácter, buen humor y alegría, a pesar de todo. Por eso las palabras de Fucík perviven, aún cuando Checoslovaquia ya no sea una, sino dos, y aunque la Unión Soviética se haya venido abajo. Carácter es entender que nuestro socialismo será el nuestro o no será. Y esa tarea habrá que acometerla con buen humor y alegría. Falta de carácter es presumir que el viejo estalinismo aún tiene algo que enseñarnos, tanto como resulta un mal chiste ese ejercicio al que es tan proclive la intelligentsia opositora: el de comparar la revolución bolivariana con el nazismo o el totalitarismo. Ya han usufructuado el nombre de Hannah Arendt. Sólo falta que se inventen el Premio Julius Fucík al periodista heroico.
Gracias Reinaldo, excelente regalo. En este libro se dibuja una verdadera subjetividad militante y una práctica para sobrellevar y superar la adversidad. Lectura obligada en la educación de los adolescentes. De este libro extraigo una cita (p.49):
ResponderBorrar“¿Y el hombre, en medio de este terror?
Vive.
Es increíble. Pero vive, come, duerme, ama, trabaja y piensa incluso en miles de cosas
que no guardan ninguna relación con la muerte. Quizás soporte en su nuca una carga
terrible, pero la lleva sin bajar la cabeza, sin sucumbir bajo su peso.”
Un fuerte abrazo,
EDB
Y debe ser porque la lucha por eso que no conocemos en su esencia y que se llama Libertad, es un acto de amor puro. Debe ser por eso que algunos hombres y mujeres, en esa lucha le cantan a la vida, y lejos de amargarse y volverlos lúgubres y hasta el hermétismo, se vuelven como niños, de esos que persiguen hasta lograr sus sueños.
ResponderBorrarVino a mi el recuerdo, en contraposición, de aquel "revolucionario" no preciso su nombre, que aparecía en la película Dr. Zhivago, que acabó con medio mundo en medio de una profunda amargura y odio.
El odio siempre envenena y corroe el alma así haya justuificación para sentirlo, no crees?
Las circunstancias en que fue escrito el Reportaje, hubieran desvastado a cualquiera al grado de aniquilar ese espíritu y su alegría por la vida. Sin embargo, fue todo lo contrario.
Me gustó haber leído esto, recordar esa lectura. Hay que trabajar en función de esa alegría colectiva.
Gracias.
Un abrazo.
Erik:
ResponderBorrarSí, es un libro extraordinario. Gracias por tus comentarios.
Abrazo fraterno.
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Exactamente: "Hay que trabajar en función de esa alegría colectiva".
Un abrazo.
Intanteré encontrar al libro.. prometedor.
ResponderBorrarJauretche decía que nos querían tristes porque nadie gana sin alegría...