16 de febrero de 2009

El día después, 10:30 am

Me estoy tomando un marrón pequeño en un banco contiguo a la panadería. Tengo un poco más de dos horas despierto, así que ya he tenido tiempo suficiente de revisar lo que dice la prensa opositora. Ventajismo, ventajismo, ventajismo. Que perdieron a causa del ventajismo.

Una pareja, cercanos a los cincuenta ambos, conversa a mi lado. Están a unos dos metros de donde estoy sentado, pero realmente no logro escucharlos. Tampoco es mi intención. Estoy concentrado en mi café, en que tengo que agarrar carretera, etc. En eso me llega una ráfaga, un fragmento de oración que no deja margen de dudas:

- ... porque nadie pensaba que iban a ganar.

Es la señora la que habla. No alcanzo a escuchar lo que responde el señor, pero es evidente que está de acuerdo. Sigue farfullando, hasta que remata:

- ... es que eso fue arreglado en el CNE.

Ventajismo, fraude, ventajismo, fraude, ventajismo, fraude.

Y pensándolo bien, es cierto que les llevamos cierta ventaja: nosotros no cantamos ¡ventajismo! o ¡fraude! cuando somos derrotados. Y en eso sí somos, definitivamente, ustedes y nosotros, absolutamente irreconciliables.

Porque el que asiste a una batalla pensando en los pretextos que tendrá que esgrimir para explicar su eventual derrota, tiene la mitad de la batalla perdida.

Hoy nos ofrecen incontables declaraciones lastimeras. No concitan solidaridad: en su lugar, están empeñados en convencernos de que son plenamente dignos de toda lástima. Dicen: "Se enfrentó David contra Goliat y ganó Goliat".

Lo que realmente sucedió fue que el Goliat antichavista acudió al campo de batalla sólo para interpretar una mala versión de David. Por supuesto, le zampamos una pedrada de más de seis millones de votos en el medio de la frente.

2 comentarios:

  1. Bueno a mi me convencieron: me dan una lástima!!! Una no: dos, tres, cincuenta y dos, cieto veinte, etc, etc, etc.

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