(Va el veintiseis en Ciudad CCS, publicado este jueves 18 de marzo de 2010. La versión que publico aquí es significativamente más larga - aunque no lo suficiente como para publicarla en el diario en dos partes.
El punto de partida son las impresiones que recogiera el estimado cumpa Guillermo Cieza durante su reciente paso por Venezuela. Además, puede leerse, hasta cierto punto, como la continuación o más bien el desarrollo de una línea de análisis que apenas esbozara en un artículo publicado aquí hace unas tres semanas: Sometimiento y línea crítica: lo que está oculto tras la traición de Henri Falcón.
De Guillermo he publicado dos artículos: Dos pirámides. Discusión sobre la organización y Cuba. Sensaciones a 50 años de revolución. Más recientemente - en junio de 2009, cuando todavía dirigía la EMPA de Ávila TV - he publicado otro artículo que tiene su origen en un intercambio de ideas con el mismo Guillermo: No olvidar de dónde venimos: lección en 6 pasos, el cual generó una agria, aunque necesaria, polémica con algunos amigos.
Salud).
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El pasado lunes 15 de marzo viajó de regreso a su natal Argentina el cumpa Guillermo Cieza, viejo intelectual y militante revolucionario, actualmente uno de los principales animadores del Frente Popular Darío Santillán, y a quien tuve la fortuna de conocer a expensas de una muy querida amiga en común.
Diez días estuvo Guillermo por Venezuela. No más llegó a la Argentina, compartió con nosotros algunas de sus impresiones, una suerte de diagnóstico preliminar de cuanto vio y palpó por estas tierras. Un documento inestimable y un gesto que se agradece, como se agradecen las impresiones de un experimentado militante que aporta una perspectiva no mediada por los rigores del fragor cotidiano.
Guillermo resume su visita a Venezuela en una frase: "una experiencia apasionante". Y agrega: "Sin lugar a duda, la experiencia de Venezuela merece ser vivenciada y constituye un acelerado curso de formación política. Los grandes temas están sobre la mesa: poder popular, socialismo, las limitaciones del Estado burgués, autonomía, comunicación popular, liderazgo, lucha política, estrategia de poder, economía alternativa". Sobre algunos de estos "grandes temas" discurre el análisis de Guillermo. Pero lo que más llamó mi intención fue el brevísimo relato que antecede a su diagnóstico.
Cuenta Guillermo que el día de su regreso decidió tomar un taxi hasta Maiquetía. El taxista resultó ser un policía que de joven había sido boxeador amateur. Le contó que era poeta y estudiante universitario. "Por supuesto era chavista y como todos los que conocí lo criticaba a Diosdado Cabello". Casi llegando a Maiquetía, Guillermo quiso conocer su opinión sobre la crítica que acababa de hacerle Chávez a Henri Falcón: "Me dijo que todavía no tenía un juicio cerrado sobre ese asunto. Le faltaba conocer más qué era lo que realmente había ocurrido". Relata Guillermo que le explicó el taxista: "Porque lo importante es pensar con cabeza propia, ¿no? Por lo menos, así dice el Comandante".
No se me ocurre una frase que resuma mejor la relación de Chávez con el grueso del pueblo chavista. Frente al razonamiento del taxista, palidecen buena parte de los análisis realizados hasta ahora sobre el liderazgo del zambo. Ni mansos corderos arrastrándose hasta el matadero encabezados por un lobo feroz ni ¡Comandante ordene! El detalle está en que el mismo Comandante que ordena, lleva años exhortando al pueblo a pensar con cabeza propia. Un pueblo pensando con cabeza propia es un pueblo que ordena y un Comandante que obedece. Porque sin pueblo no hay mando. Directo para que se entienda mejor: mal haría el zambo decidiéndose a marchar a contravía de aquel exhorto.
El problema con los apologistas del ¡Comandante ordene! es que no tienen nada que ofrecerle al pueblo chavista. Frente a ellos, reacciona con desdén y con sospecha, convencido de que debe beber de otras fuentes para terminar de hacerse un juicio sobre los hechos. De igual modo, el problema de muchos de los críticos del ¡Comandante ordene! es que tampoco aportan mucho, en la medida en que se limitan a dejar constancia, una y otra vez, de su derecho inalienable a disentir de la palabra del zambo.
¿Fue Noam Chomsky el que escribió alguna vez que los derechos no se conceden, se conquistan? La verdad no lo recuerdo y en última instancia es irrelevante. Lo relevante es el planteamiento. ¿Nos sentamos a esperar que el ¡Comandante! nos conceda el derecho a disentir? No se me ocurre una expresión más patética de alienación en torno a una figura política, justo a la cual se le reclama el derecho inalienable a disentir. ¿Nos sentamos a esperar que sean otros los que ejerzan nuestro derecho a formular las críticas que consideramos necesarias, pertinentes, urgentes, impostergables? ¿No es más sencillo, simple y llano ejercer ese derecho y, por supuesto, asumir la responsabilidad que entraña su libre ejercicio?
Al parecer no es tan sencillo. Porque ejercerlo supone rigor, autodisciplina, carácter. Es cierto: también supone paciencia para enfrentar el vendaval de ataques provenientes de los paranoicos que ven contrarrevolucionarios, pequeñoburgueses y anarcoides por todas partes. Pero el que se dispone a entrar en la pelea no puede pretender que no va a recibir ningún golpe, sobre todo golpes bajos, como todos los que propinan los policías del pensamiento. Supone, en fin, dejar el miedo, ir un paso adelante del malestar, para ser capaces de traducirlo, de interpretarlo.
Si es cierto, como decía el taxista, que lo importante es pensar con cabeza propia, no es menos cierto que una cosa muy distinta es andar haciendo alarde involuntario de la propia impotencia, en nombre del derecho a pensar libremente que cierto ¡Comandante! estaría conculcando.
Pienso que las críticas más serias y contundentes a este proceso provienen de los chavistas. La oposición tiene argumentos que normalmente se caen por sí solos. Por cierto yo tampoco conozco a chavista que apoye a Diosdado.
ResponderBorrarFelipe:
ResponderBorrarMira lo que escribía Rosa Luxemburgo en 1918, en La revolución rusa:
"El control público es absolutamente necesario. En caso contrario el intercambio de experiencias se limita al círculo cerrado de funcionarios del nuevo gobierno. La corrupción, inevitable. La praxis socialista requiere toda una revolución espiritual de las masas degradadas por siglos de dominio de clase burgués. Instintos sociales en vez de egoístas, iniciativa de masas en vez de rutina… Pero con el sofocamiento de la vida política en todo el país, también la vida de los soviets se paralizará cada vez más. Sin elecciones generales, libertad de prensa y de reunión sin restricciones, sin una libre lucha de opiniones diversas, la vida desaparece de todas las instituciones públicas, se convierte en una vida aparente y la burocracia pasa a ser el único elemento activo. La vida pública lentamente se duerme, algunas docenas de dirigentes de partido de energía inagotable y de idealismo sin límites dirigen y gobiernan, pero entre ellos dirige en realidad sólo una docena de cabezas privilegiadas, mientras que una elite de la clase obrera es convocada de vez en cuando a asambleas para asentir con aplausos a los discursos de los jefes y para votar por unanimidad a favor de las resoluciones presentadas: en el fondo, pues, el dominio de una camarilla, una dictadura, pero no la dictadura del proletariado, sino la dictadura de un puñado de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués".
Sobre el tema Diosdado, mira este artículo del 5 de diciembre de 2008: ¿Otra vez Diosdado Cabello?
Un abrazo.
¿Nos está leyendo Rosa desde el pasado?
ResponderBorrarManténgase duro ahí, mi pana, creyendo en lo posible, pensando y desmontando. Nos conocemos poco y no coincido en algunas de tus apreciaciones, pero sé, o creo que quiero saber que tienes una conciencia fuerte, que hace falta, inteligencia, atrevimiento y, lo mejor, buenos deseos. Es mejor leer ciertas verdades, aunque pesen, y aunque duelan, que hacerle el juego al autoengaño.
Abrazos, y salud.
Leo Felipe:
ResponderBorrarMe gusta pensar que Rosa todavía tiene mucho que decirnos, y que aún hay gente que está dispuesta a aprender de ella. Es decir, definitivamente hay que leerla desde el presente.
Del resto, gracias por tus palabras mi pana. El respeto es el mismo.
Abrazo.