15 de julio de 2010
Después del fútbol, ¿qué?
En mi entorno más cercano no he dejado de percibir cierta sensación de desasosiego una vez concluido el Suráfrica 2010. Estado de ánimo que, lejos de lo que pudiera pensarse, no guarda relación alguna con el desenlace – celebrado por unos, desestimado por otros. Se trata, en cambio, de una sensación asociada a algo que pudiera traducirse como vuelta forzada a la realidad, a la brega cotidiana.
Que el fútbol es el opio de los pueblos es algo que se ha dicho mil veces ya. Como declaración de principios, luce irrebatible. El problema aparece cada vez que se intenta explicar por qué los pueblos prefieren drogarse a mantenerse alejados del vicio. Acaso aparezca una y otra vez, el insondable problema, porque tal vez se trate, más que de adoptar la actitud profesoral de quien se cree en la obligación de ofrecer explicaciones, de intentar entender a los pueblos y sus deseos, sus anhelos y sus tribulaciones. "En estos días andamos todos drogados por el fútbol, qué cosa impresionante y fantástica", escribía Galeano el pasado 29 de junio.
Que tal sensación de desasosiego afecte al antichavismo, es cosa que se entiende. Luego de cuatro semanas de ligarle a los grandes y fuertes europeos y apostarle a las derrotas suramericanas, venir a estrellarse contra la realidad, esto es, descubrir que después de acabada la magia y superada la resaca de la celebración, éste sigue siendo un país gobernado por el zambo, no debe ser un trámite fácil. Digamos que es el furor esnobista del pastelerismo vernáculo devenido en el mismo desencanto de siempre.
Pero que el mismo desasosiego se apodere del chavismo, ese sí es un dato que no debe ser subestimado. Sucede que hemos regresado del fútbol y nos hemos reencontrado con el malestar de los nuestros; intacto el espíritu de defensa del terreno conquistado, pero con el mismo hastío por la política y por los políticos. La política, incluso la que se autodenomina revolucionaria, puede ser como el opio que los pueblos se niegan a consumir.
Revolución y desasosiego – de los partidarios de la revolución – son palabras que no riman. Como en el fútbol y en el beisbol – y como en todo juego de conjunto – la revolución deviene contienda maravillosa, exuberante, cuando el juego es colectivo, que es lo contrario del desasosiego de los pueblos que juegan banca.
Si algo ha demostrado el pueblo chavista, durante años, es no sólo sus ganas de jugar, sino además que sabe hacerlo. En lugar de sancionar que está fuera de forma o fuera de juego, más bien habría que pasarle la pelota.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Estimado compa, la sensación de desasosiego que notas a tu alrrededor sobre la forma como terminó el Surafrica 2010 es algo como para no preocuparse, pues lo más impactante o triste, no es como terminó, sino como continua, el Africa, sumida en la pobreza crítica, el sida, y otras patologías que hacen de esta región, el sitio que para los creyentes se diría, olvidada por Dios. Que el futbol, es un opio pero ciclico, cada cuatro años, mientras la miseria africana es permanenete, eso si froduce desasosiego. Pero lo no admisible, es el que catalogas como dasasosiego chavista, pues la lucha es continua y permanente, y no es mas que la lucha de clases y esto, solo se resuelve cuando las fuerzas de la revolución, ganen la batalla, a pesar de los sujetos a los que el lider de la misma revolución tiene que mantener arreados, reclamandoles celeridad en las ejecutorias. Del desasosiego de la oposición,¿Para que hablar? esa es su condición habitual
ResponderBorrarAmigo Chucho:
ResponderBorrarLa clave está en "admitir" que el desasosiego chavista existe.