(Robert Scheer es un periodista estadounidense de larga trayectoria: fue corresponsal en Vietnam, editor en jefe de la revista Ramparts, entrevistó a Jimmy Carter para la revista Playboy, reportero de Los Angeles Times - que lo despidió en 2005, presumiblemente por sus críticas contra la administración Bush - columnista del San Francisco Chronicle y editor en jefe de la web Truthdig).
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¿Es posible que esta vez la sorpresa de octubre se intentara en agosto, y que toda la basura sobre la valiente y pequeña Georgia luchando por su supervivencia de las garras del oso ruso haya sido avivada para influenciar la elección presidencial estadounidense?
Antes de que descarte esa posibilidad, considere el rol de Randy Scheunemann, por cuatro años un lobista asalariado del gobierno georgiano que culminó su labor oficial apenas en marzo, meses después de convertirse en el director de política exterior del candidato presidencial republicano, John McCain.
Randy Scheunemman (izquierda) conversa con el candidato presidencial republicano, John McCain, a bordo de un vuelo charter en el Aeropuerto Ronald Reagan de Washington, el 16 de mayo de 2008. Por: Jeff Chiu (AP).
Anteriormente, Scheunemann era mejor conocido como uno de los neoconservadores que tramó la guerra en Irak, cuando fuera director del Proyecto por un Nuevo Siglo Americano (Project for a New American Century). Fue Scheunemann quien, después de trabajar para la campaña presidencial de McCain en el 2000, encabezó el Comité por la Liberación de Irak (Committee for the Liberation of Iraq), que defendió la invasión de Estados Unidos a Irak.
Hay signos reveladores de que él ha desempeñado un rol similar en el reciente estallido en Georgia. ¿De qué otra manera puede explicarse el disparate de su cercano amigo y antiguo empleador, el presidente georgiano Mikheil Saakashvili, de ordenar la invasión de la disidente región de Osetia del Sur, una invasión de la que claramente se esperaba que produjera una reacción rusa? Es inconcebible que Saakashvili haya provocado esta peligrosa escalada sin que americanos influyentes y de confianza, como Scheunemann, le dieran alguna seguridad de que Estados Unidos le respaldaría. Scheunemann ha orientado durante largo tiempo a McCain en estos asuntos, incluso antes de dirigir la política exterior de su campaña presidencial.En 2005, mientras estuvo registrado como un lobista asalariado de Georgia, Scheunemann trabajó con McCain en la redacción de un borrador de resolución del Congreso para impulsar la incorporación de Georgia a la OTAN. Un año después, aún en la nómina del gobierno de Georgia, Scheunemann acompañó a McCain en un viaje por ese país, en el que se reunieron con Saakashvili y apoyaron sus belicosos puntos de vista contra la Rusia de Vladimir Putin.
Scheunemann está en el centro de la camarilla neoconservadora que ha llegado a dominar las posturas en política exterior del candidato republicano, en una repetición del período previo a la guerra contra Irak. Estos tipos están siempre buscando un enemigo exterior en el cual basar una nueva guerra fría, y con el colapso del régimen de Saddam Hussein, es la Rusia de Putin la que viene a llenar este vacío.
Sí, suena diabólico, pero quizá sea ésta la manera más acertada de evaluar los propósitos de la campaña de McCain en cuestiones de guerra y paz. Todo indica que la demonización del líder ruso Putin que hace el candidato, es un plan aún más ambicioso que el empleado previamente contra Saddam, para exacerbar el militarismo americano con el aterrador enemigo que éste desesperadamente necesita.
McCain pretende lucir fuerte con una nueva guerra fría que luchar, mientras que el candidato presidencial demócrata, Barack Obama, peleando por hacer comprensible una postura más moderada en política exterior, lucirá débil en comparación. Mientras tanto, las nefastas consecuencias del legado de Bush que McCain ha heredado, desde el desastre de Irak hasta el colapso económico, serán convenientemente ignoradas. Pero el complejo militar-industrial, que ha ayudado a financiar a los neoconservadores, será provisto de una excusa para elevar un presupuesto militar que ya es más grande que el del resto de los países del mundo.
Lo que está en desarrollo aquí es una profecía neoconservadora autorrealizada, según la cual Rusia se convierte en un enemigo que expande su ejército durante mucho tiempo disminuido, y Putin es representado como el nuevo cuco, Josef Stalin, evocando imágenes de la vieja Unión Soviética. McCain ha condenado a la "Rusia revanchista", que debe ser contenida una vez más. Aunque Putin ha sido el enormemente popular líder electo de la Rusia post-comunista, se supone que el imperialismo está siempre al acecho, no sólo en su ADN, sino también en el del pueblo ruso.
Cuán conveniente olvidar que Stalin fue un georgiano, y si en efecto tropas rusas han ocupado el amenazado pueblo georgiano de Gori, habrán encontrado un museo que aún rinde honores al héroe local, que hizo bien tomando el control de la Revolución Rusa. Es más, cinco bombas rusas supuestamente han sido arrojadas en la calle Stalin de Gori el pasado martes.
También debe mencionarse que los georgianos post-comunistas tienen planes imperiales en Osetia del Sur y Abjasia. Qué completa contradicción la de Estados Unidos, que defendió la independencia de Kosovo frente a Serbia, y ahora ignora la invasión de Georgia a estas provincias étnicamente rebeldes.
El hecho de que McCain adopte tan fervorosamente la línea neoconservadora de Scheunemann, de demonizar Rusia con la intención de lucir fuerte durante una campaña electoral, es un recordatorio de que el senador puede ser viejo, pero aún sí completamente irresponsable.
Traducción: Reinaldo Iturriza López
Publicado originalmente el 12 de agosto de 2008 en:
http://www.truthdig.com/report/item/20080812_georgia_war_a_neocon_election_ploy/?ln
Teníamos miedo que la misma treta se aplique en Sudamérica.
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