28 de septiembre de 2012

El dilema de la derecha venezolana

"Me ubico en el corazón de nuestra Venezuela, viendo hacia la izquierda". No deja de resultar curioso: uno lee la frase, sin saber todavía a quién se le atribuye, y de inmediato sabe que algo anda mal. Es sencillo concluir que se trata de una impostura. Hay algo que no encaja: un cierto exceso que raya en la cursilería, una construcción gramatical tan "perfecta" que resulta artificial.

Pongámoslo así: Chávez hace campaña y lo que logra proyectar es que más que un candidato, incluso más que un Presidente, el que habla y se desplaza es un líder popular. Usted podrá desconfiar del pueblo y menospreciarlo, podrá espantarse cuando lo ve atestando las calles, podrá llamarlo ignorante y rabioso. Lo que usted no podrá dejar de reconocer es que ese pueblo se reconoce en Chávez.

Popular. La clave está en lo popular. Los expertos podrán versar sobre los tipos de liderazgo, y los asesores seguirán intentando convertir a tal o cual candidato en un líder político, pero lo que se llama liderazgo popular es algo que se forja desde abajo, que no se improvisa, y mucho menos se compra. Lo popular: eso que los entendidos pocas veces entienden.

Usted podrá disfrazar a Capriles Radonski de candidato de "izquierda" y podrá convencerlo de que se autodefina como tal, que es lo que ha hecho en entrevista concedida al diario español El País, y publicada el domingo 23 de septiembre. Podrá ponerlo a hablar de corazones, unicornios y arcoíris. Pero no podrá convertirlo en un candidato popular.

Digamos que se trata de un dilema shakesperiano: se es o no se es popular. He allí el dilema de lo que, sin riesgo de yerro, se puede llamar la derecha venezolana: cómo ser como el pueblo chavista. Para lograr vencerlo.

Claro, la derecha venezolana no puede serlo, pero tiene que intentarlo. En el camino, sus expertos, asesores o entendidos al parecer concluyeron que lo que sucedió en este país durante la revolución bolivariana es que el pueblo se volcó a la izquierda. Se "izquierdizó", podría decirse.

¿Y si lo que aconteció es que lo que había de izquierda, en la calle, en los cuarteles, devino popular? ¿Si fue la izquierda la que se "popularizó"?

"¿Pero cuál izquierda? Chávez y su modelo están llenos de profundas contradicciones, de acciones absolutamente fascistas como cuando obligan a la gente a inscribirse en un partido político para tener acceso a beneficios", declaró Capriles Radonski al diario español.

La pregunta es absolutamente pertinente: ¿cuál izquierda? De allí puede derivarse una lista larga: ¿la izquierda tránsfuga que hoy se sienta al lado de sus verdugos históricos? ¿Cuál fue la izquierda que se hizo hegemónica con Chávez?

Capriles Radonski, por supuesto, no llega hasta allá. Su única ambición consiste en lograr transmitir el mensaje de que Chávez es un izquierdoso facho, avejentado y trasnochado, mientras él mismo manifiesta sentirse "muy cómodo con la definición de progresista porque significa tener una visión abierta en términos económicos, pero teniendo claro que la economía tiene que estar al servicio de la sociedad".

En otras palabras, Chávez representaría una izquierda rancia, que huele feo. En cambio Capriles Radonski sería el portaestandarte de una izquierda nueva, lozana, "abierta", todavía sin fecha de vencimiento.

Como no puede ser de otra forma, el candidato-producto que la oligarquía especuladora pretende vendernos como nuevo, expele el tufillo neoliberal: "En lo económico, mi plan es atraer a la inversión extranjera. Hoy no viene nadie a invertir", cantinela sobre la seguridad jurídica, etc. Pero atención con lo que viene: "Planteo aumentar la producción petrolera, pero también abrir la economía a otras áreas: turismo, agricultura, oro, gas, carbón, hierro, bauxita, coltán. Más que ajustar el tipo de cambio, hay que cambiar el modelo".

Con todo, el premio se lo lleva una frase que deja colar como quien repite algo obvio: "Venezuela nunca ha sido gobernada por la derecha".

Así mismo como usted lo está leyendo: José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, todos, según Capriles Radonski, presidieron gobiernos de izquierda. Una izquierda… cuál es la palabreja que la intelligentzia "progre" no puede dejar de usar… ¡decimonónica!, una izquierda decimonónica y fracasada de la cual Chávez sería su versión más acabada.

Visto así, Capriles Radonski, el izquierdista, no vendría a liberarnos de un yugo que dura ya ¡catorce años!, como repite en cada discurso, sino de una verdadera calamidad que sobrepasa los 180 años, y eso si decidimos seguir la convención y contamos desde 1830.

Tal vez eso explique por qué, en rueda de prensa ofrecida el pasado 25 de septiembre, representantes del Comando Venezuela se refirieron al acto de cierre de campaña de Capriles Radonski, que tendrá lugar en la Avenida Bolívar de Caracas, como el "Gran Caracazo". Un "sacudón" han prometido.

El razonamiento parece ser el siguiente: de la misma forma que basta con autodefinirse como "izquierdista" o "progresista", sería suficiente con invocar la rebelión popular del 27 de Febrero de 1989 para lograr disimular un programa de gobierno de inocultable corte neoliberal y, por tanto, profundamente anti-popular.

Forma parte del mismo dilema de la derecha venezolana: no haber entendido todavía lo que aconteció el 27F del 89, no entender al chavismo, pero hablar de él, copiarlo, intentar "representarlo". Hace tiempo que una parte de la izquierda venezolana, de por sí pequeña, logró entenderlo. Una parte. Ni siquiera toda.

Pues bien, ahora es cuando la derecha más rancia, esa que encarna Capriles Radonski, ha decidido doblar la esquina y disfrazarse de "izquierda". Pero popular y revolucionaria, eso nunca lo será.



25 de septiembre de 2012

Preservar el legado

El "loco" Simón Rodríguez

El extravío: tal es el riesgo que corremos si olvidamos las raíces que alimentan la revolución bolivariana: Bolívar, Zamora, Robinson. No se trata de resguardar celosamente la "verdad" que nos fuera revelada, una "verdad" definitiva e inmarcesible, sino de recordar que la verdad siempre resulta de la lucha. Tampoco se trata de reclamar una vuelta al "origen", algo así como el rescate de una identidad heroica que terminamos traicionando. Al contrario, la clave está en recordar que esto que somos es el resultado de una invención desprejuiciada.

Nuestra fatalidad consistiría en olvidar que somos el producto de la lucha y de la invención. Si Bolívar, Zamora y Robinson dejan de luchar en nosotros, si no podemos más que convertirlos en una mala copia, estamos perdidos.

En sus "Consejos de amigo, dados al Colegio de Latacunga", Samuel Robinson distinguía tres tipos de maestros: "Unos, que se proponen ostentar sabiduría, no enseñar. Otros, que quieren enseñar tanto que confunden al discípulo. Y otros, que se ponen al alcance de todos, consultando las capacidades".

La distinción cabe para el caso de los líderes políticos, y aun para los militantes en general: la revolución bolivariana no necesita "sabios", ni políticos que quieren enseñar de todo, porque saben de todo, a quienes no saben nada. Siguiendo a Robinson, "obedecer ciegamente" no puede ser el principio que gobierne.

Ponerse al alcance de todos. Eliminar las distancias. La trampa de los "sabios" es que presuponen la distancia: como si el pueblo tuviera que obedecerlos para reducir su ignorancia, para ser un poco como los "sabios".

Robinson planteaba que enseñar es, ante todo, enseñar a preguntar, para que "se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad, como los limitados, ni a la costumbre, como los estúpidos".

Cuando el sábado 22 de septiembre, en Valera, Chávez exhortó a la juventud a que asumiera posiciones "en la conducción del proceso político revolucionario" para luchar contra "el burocratismo, la corrupción, la ineficiencia", estaba justamente reduciendo a cero la distancia que se procuran los "sabios" y se reservan los tiranos.

Aún más, cuando Chávez reivindica la "audacia revolucionaria" y "esa actitud permanentemente irreverente de la juventud, crítica y autocrítica", no sólo está reconociendo capacidades, sino que todo su discurso es un alegato contra la obediencia ciega y en favor del criterio propio.

De esas raíces venimos y nos alimentamos. Por ellas somos. Queda de nosotros preservar el legado.

23 de septiembre de 2012

Para que la revolución no se ponga vieja

Pongan cuidado. Éste es Chávez hablando desde Valera, estado Trujillo, el sábado 22 de septiembre de 2012.

Tomar las riendas. Profundizar la revolución.
Audacia. Irreverencia. Crítica. Autocrítica.
Lucha a brazo partido contra el burocratismo, la corrupción, la ineficiencia, enemigos internos de la misma revolución.

Más claro no puede ser. O nos despabilamos y dejamos de mirarnos el ombligo o envejece la revolución.

No se trata simplemente de una cuestión generacional.

Una revolución decrépita es aquella donde incluso los más jóvenes hablan y actúan como si ya todo hubiera sido dicho, como si no hubiera nada nuevo que inventar. Copia, cliché, monserga y soberbia, son capaces de arrancar un bostezo al más despierto. Con sus uniformes y sus cargos, la franelita y el folletico debajo del brazo. Campeones de las tarimas, insuperables cuando hay que mover el pescuezo. El complemento perfecto de aquellos que dijeron, el día cero, revolución, sí, pero no tan lejos, lo que hay es que acomodarse. Y se acomodaron. Impotentes, no conducen a nada sino al despeñadero, y es lo único en lo que se emplean a fondo. Timoratos, obsecuentes, desaparecen en los momentos de las resoluciones, cuando aparece el pueblo que no se deja conducir, administrar, amaestrar.

Pongan cuidado. Para que la revolución no se ponga vieja.

21 de septiembre de 2012

Chávez es otro beta








Chávez el mío. El que está activo. El que porta la lírica. El que porta el estilo. A mediados de año, la campaña de los jóvenes que integran Miranda Será Otro Beta irrumpió con fuerza en distintos barrios de Los Teques, Guarenas, Guatire, Petare y Valles del Tuy, y fue como una bocanada de aire fresco: este Chávez popular, que recrea distintos personajes del barrio, tiene la misma potencia y el mismo influjo que el hombre que se autodefine como un subversivo en Miraflores, ajeno al protocolo, a los privilegios, y que no gobierna siguiendo el dictado de las elites de este país. 

El 28 de julio pasado, día de su cumpleaños, el mismo Chávez conoció y reconoció a los jóvenes de Miranda Será Otro Beta, durante un acto de campaña en la redoma de Petare, y se declaró militante del movimiento.

Como es costumbre cuando los que irrumpen son los signos inaccesibles de lo popular, el antichavismo de elites, y particularmente el que tiene como función formar opinión, reaccionó con sorpresa y, salvo contadas excepciones, permaneció en silencio. Una burla por aquí, un insulto por allá. Pero no mucho más. El discurso, la estética de Miranda Será Otro Beta les resultaba todavía intraducible.

Tres semanas después, exactamente el 21 de agosto, un diario mayamero creyó haber descubierto el agua tibia: en una nota titulada "Pretenden mostrar una imagen juvenil de Hugo Chávez", se refería a "imágenes que saldrían pronto a las calles venezolanas como parte de una campaña dirigida a los jóvenes que busca proyectar la imagen de un presidente menos viejo y enfermo".

Las "imágenes", claro, tenían al menos dos meses en "las calles", pero eso era irrelevante para El Nuevo Herald. La intención era muy clara: "proyectar la imagen" de un Chávez "viejo y enfermo", y de un gobierno desesperado, intentando ocultar la realidad.

Al día siguiente, y como por arte de magia, la campaña de Miranda Será Otro Beta se había convertido en noticia para las agencias internacionales y para todos los diarios de circulación nacional. El Nuevo Herald había hecho el trabajo de traducción: se había producido un desplazamiento de lo popular a lo juvenil, y se asimilaba el esfuerzo con la campaña "oficial", ocultando la verdadera naturaleza y propósito de la iniciativa.

Pero lo más revelador estaba por ocurrir. El 30 de agosto comenzó a circular por las redes sociales una versión de la misma campaña que modificaba, hasta invertirlo, su sentido. Así, donde se veía al Chávez motorizado acompañado de la frase "Chávez el mío", ahora se leía: "Chávez te tumba el BlackBerry". El Chávez "activo" era representado como "el gran jíbaro". El Chávez rapero ahora portaba la lírica "violenta". El Chávez que "porta el estilo" fue convertido en un criminal que "te quiebra si le ves la cara".

Lo significativo es que todo esto ocurre en una campaña electoral en que el candidato de la oligarquía ha invertido todo su capital político en un esfuerzo por comprar y proyectar la imagen de candidato "popular", que está al tanto de los padecimientos del pueblo (aunque no los conozca, porque nunca los ha vivido en carne propia). Persiguiendo este propósito, ha hecho mano de varias de las principales ideas-fuerzas del chavismo (muchas de las cuales ha vaciado de contenido), ha copiado el discurso de Chávez, ha imitado su lenguaje corporal, se ha autodefinido como un político "progresista" y ha intentado convencernos de su agenda "social". Éste es el núcleo de su estrategia, que complementa con la denuncia de la mala gestión del gobierno nacional, la otra constante de su discurso. Un Capriles Radonski "popular", primero, y después, sólo después, un candidato "joven", que representa un "nuevo liderazgo", una suerte de Chávez en sus primeros años, pero de tez blanca y de buenas maneras. Un Chávez descafeinado y bajo en grasas.

Pero basta que aparezcan los rebotaos y los resteaos históricos, los excluidos, los explotados, los invisibilizados, los silenciados por las elites, siempre enfiestaos, plenos de vida, rebosantes de irreverencia, ansiosos de pelea, exigiendo revancha, reclamando derechos, hastiados, ocupando su lugar, sudorosos, anhelantes, deseosos, fulgurantes, bulliciosos, hermosos, nunca movidos por el odio, porque sólo odian los que defienden privilegios; basta que irrumpa lo popular para que se le vean todas las costuras a la oligarquía que se disfraza de "popular", para que la mala copia ceda ante el original inimitable, para que aparezca el horror.

Entonces sucede que las elites y sus portavoces y sus mentes más "brillantes" y sus hombres y mujeres más "capaces" intentan ponerlo todo de vuelta en su lugar. Eso explica por qué en la versión antichavista de la campaña de Miranda Será Otro Beta, Chávez, pero sobre todo quienes le apoyan, sólo pueden aparecer como criminales, violentos e ignorantes: porque tales son los lugares que les han sido reservados por los virtuosos y los pacíficos, por la "gente pensante". Si la buena vida parece estar reservada para los hombres y mujeres de bien, que bien merecen tener su BlackBerry, el destino del chavista será, según esta manera de entender el mundo, la de robarle el BlackBerry a la gente de bien. Porque ser chavista, más que un destino, es una fatalidad.

Contra esta violencia brutal, que llevamos marcada en la piel, pero que también se ejerce contra nosotros de manera simbólica y sistemática, a través de este discurso que nos criminaliza y nos estigmatiza, que nos discrimina por razones de clase, por nuestro color de piel, por nuestras inclinaciones políticas, es que hemos decidido juntarnos: en José Félix Ribas, Laguna de Turumo en Caucagüita, 5 de Julio, Píritu, El Winche, El Morro, San Blas, El Encantado, Canteras de Miranda, El Nazareno, Invasión La Suiza, Unión, Maca, La Línea, Las Clavellinas, Ruiz Pineda, 27 de Febrero, Zulia, Las Casitas, La Rosa, El Rodeo, Las Barrancas, Buena Vista, Valle Verde, El Ingenio, El Nacional, Quebrada La Virgen, La Matica, Dos Lagunas, Altos de Soapire, Sector 1, Mopia, Lozada, Macuto, Virgina, El Rincón, Quebrada de Cúa, Terrazas de Cúa, Nueva Cúa, Santa Cruz, La Laguna, Ciudad Miranda, Arichuna, Las Brisas, Ciudad Betania, Mata de Coco, Parosca, El Placer, San Francisco.

Porque Chávez es otro beta.



Arriba el original. Abajo la versión antichavista.


Arriba el original, abajo la versión antichavista.


Arriba el original, abajo la versión antichavista.


Arriba el original, abajo la versión antichavista.

18 de septiembre de 2012

Para eso es que son los hermanos


Quizá no todos los que han visto "La revolución no será transmitida" (The Revolution Will Not Be Televised), de Kim Bartley y Donnacha Ó Briain, estén al tanto de que el título del documental se inspira en una pieza del músico, escritor y poeta negro estadounidense Gil Scott-Heron (1949-2011), de quien se dice es uno de los precursores del hip hop. 

En efecto, The Revolution Will Not Be Televised es la pista inicial del primero de los discos de Scott-Heron, de 1970, una joya llamada Small Talk at 125th and Lenox. Pero es de la tercera pista, "Hermano" (Brother), de la que quería contarles.

En la breve intro de Brother, Scott-Heron explica que el poema cantado se inspira en la actitud de algunos negros revolucionarios en Harlem a finales de los 60, que se paraban en las esquinas a predicar la buena nueva sobre la revolución que se avecinaba, y para lo cual había que estar preparados.

"Nos ocupamos demasiado de los aspectos externos, hermano / siempre afros, apretones de manos y dashikis… / siempre el hombre lee a Mao o Fanon… / parados sobre una caja en la esquina, hablando de liquidar al hombre blanco… / llamándole a este hombre Tío Tom y diciéndole a esta mujer que se deje el afro / pero no le hablarías si ella luciera como el demonio, ¿o sí lo harías, hermano? / Algunos de nosotros hemos estado observando tus actos muy de cerca / y hasta ahora nos parecen un tanto flojos… / Fue demasiado fácil para ti olvidarte de que eras un "negro" antes de Malcolm / Paseabas a tu novia blanca por el barrio todos los viernes por la noche… / Necesitas organizar tus bancos de memoria, hermano / Muéstrale a ese hombre que llamas Tío Tom por qué está equivocado / Muéstrale a esa mujer que llamas hermana que eres un hombre negro sincero / Todo lo que necesitamos es verte cerrar la boca y ser un negro / Ayuda a esa mujer / Ayuda a ese hombre / Para eso es que son los hermanos, hermano".

Está claro: no basta con haber visto "La revolución no será transmitida" y sabérsela de memoria. Lo decisivo es aprender de lo vivido y estar prevenidos contra quienes tanto se ocupan de lo superficial: las mismas consignas siempre, el uniforme, las mismas lecturas manualescas. Jefecillos que hablan del pueblo ignorante o la burocracia, según sea el caso. Hacerles saber que los estamos observando; que se comportan como rémoras. Recordarles lo que eran antes de Chávez. Explicarles que de nada vale llamarse "revolucionarios" si siguen actuando como politiqueros. Exigirles que cierren la boca, que se hagan a un lado, si es que ya no tienen nada qué ofrecer.

Para eso también son los hermanos. Bróder.



14 de septiembre de 2012

La política, la controversia y el escándalo

Un "nuevo liderazgo"

En el pronunciamiento hecho este jueves 14 de septiembre para informar sobre la decisión de "separar" de su militancia a Juan Carlos Caldera, el partido Primero Justicia alegaba que todo político corre el riesgo de verse involucrado en "situaciones controversiales y escandalosas", y lo que "marca la diferencia es cómo se responde ante estos hechos".

Primero Justicia tiene razón.

En 1998, cuando el partido socialcristiano COPEI lanzó a Capriles Radonski, entonces una joven "promesa", como candidato a diputado por el estado Zulia, la política se había convertido para la mayoría de la población venezolana en sinónimo de controversia y escándalo. En motivo de hastío y rechazo.

Entonces, los viejos y aborrecidos partidos hacían esfuerzos de última hora intentando lavarse la cara, acudiendo al auxilio de sangre nueva que les permitiera disimular tanta decrepitud.

Pero ya era demasiado tarde. Si bien la vetusta partidocracia tuvo arrestos suficientes como para hacerse del control del Congreso Nacional, símbolo de la decadencia política, no fue capaz de frenar el avance de la candidatura del comandante Chávez.

Chávez, el chavismo, la progresiva politización de las mayorías populares, al fin y al cabo tres formas de enunciar un mismo fenómeno político, fueron una respuesta colectiva frente a la crisis terminal de la "democracia representativa", con todos sus vicios y crímenes a cuestas.

Fueron y siguen siéndolo.

Una respuesta acorde al "escándalo" o al triste espectáculo que llamaban "democracia".

Nadie lo dude siquiera un instante: Chávez, el chavismo y el pueblo politizado están obligados a hacer todo lo posible por no incurrir en las mismas prácticas detestables de la vieja política. Pero lo anterior presupone que la vieja política ya no tiene nada qué buscar: sus representantes mal pueden pretender erigirse en alternativa de absolutamente nada. Su tiempo ya pasó.

Porque su tiempo ya pasó, Capriles Radonski, flamante Presidente de la Cámara de Diputados y Vicepresidente del último Congreso Nacional, nada pudo hacer cuando llegó el momento de la Asamblea Nacional Constituyente, y con ella el inicio de un proceso de refundación de la República.

Impotente, Capriles Radonski no pudo "marcar la diferencia" porque representaba, como ahora, exactamente lo mismo que la vieja clase política.

En el caso de Juan Carlos Caldera, Capriles Radonski ha vuelto a hacer lo que siempre ha hecho: desmarcarse, que por cierto es muy distinto de "marcar la diferencia". Desvincularse. Desentenderse.

Es su marca de fábrica: Capriles Radonski nunca fue.

Los representantes del partido Primero Justicia han intentando subrayar la "rapidez" de la repuesta de su abanderado, como si realmente se tratara de un asunto de velocidad. ¡Pero si siempre hace lo mismo, tarde o temprano!

Este Capriles Radonski que se desmarca y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que ha dicho, para el asombro de la mayoría de la población venezolana, que él no suscribió públicamente el documento contentivo de los "Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)".

Este Capriles Radonski que se desvincula y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que habla en sus mítines de los problemas de acceso al servicio eléctrico, pero nunca dice que su plan es aumentar las tarifas, como se desprende de los puntos 976 y 984 del programa:

976… "En materia financiera, Corpoelec está en rojo; sus ingresos se redujeron a la mitad en términos reales en diez años. Se ha politizado el sector y abultado la nómina. No se han ajustado las tarifas y hay una caída abrupta en la cobranza".

984… "Paralelamente a una reducción de las ineficiencias del sector, ajustar gradualmente las tarifas…".

Este Capriles Radonski que se desentiende y sacrifica a su compañero de partido es exactamente el mismo que habla en sus mítines de los problemas de acceso al servicio de agua potable, pero nunca dice que su plan es aumentar las tarifas, como lo plantea expresamente el punto 1001 del programa:

1001. "Adecuar las tarifas del servicio para evitar su despilfarro…".

¿Dónde queda la "transparencia" de la que habla Primero Justicia en su pronunciamiento?

En su defensa (es decir, en defensa de Capriles Radonski), Juan Carlos Caldera declaraba que había utilizado el dinero para algo que, no obstante, todavía no ha ocurrido: la campaña para las elecciones municipales.

Pero si bien puede cuestionarse la discordancia de los tiempos de Caldera, lo que pretende Primero Justicia en esta campaña electoral por la Presidencia es realmente insólito: convencernos de que lo que todos atestiguamos nunca sucedió. Es decir, Capriles Radonski jamás suscribió los "Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)".

Así, entre lo que todavía no ha ocurrido y lo que nunca sucedió, transcurre la campaña de Capriles Radonski, una campaña "de altura", como les gusta decir a los representantes del partido Primero Justicia, aunque se parezca tanto a las campañas electorales que se hacían cuando la política no era más que controversia y escándalo.

Hasta que llegó Chávez.

12 de septiembre de 2012

Coraje siempre


Con alguna frecuencia le pregunto a Sandra Mikele sobre qué temas escribir. Es un ejercicio divertido. Yo exagero la pose de articulista desesperado en busca de algún motivo. Ella suele recomendarme extravagancias, como la vez aquella que me sugirió que escribiera una reseña sobre su libro inédito: "El mundo de los locos". Otras veces me ha dicho que escriba sobre alguna película de terror. Me parece que nunca me ha pedido que escriba sobre música. 

La semana pasada me propuso que contara sobre la ocasión en que la perdí en una apuesta con uno de sus tíos paternos, y del sollozo inconsolable de la Tía Gladys, que no podía creer cómo un padre podía ser tan desalmado como para sacrificar a su propia hija ante la diosa fortuna.

¿Qué pasará por la cabeza de Sandra Mikele cada vez que le hago la misma pregunta?

Está circulando un video que parece corresponder a una escuela rusa, grabado furtivamente por algún estudiante, en el que puede verse a un maestro de inglés, regordete y bigotudo, de pantalón oscuro, camisa manga larga de cuadros y pullover de rombos, interrogando de la manera más humillante a una niña que con absoluta seguridad no llega a los diez años.

La niña permanece de espaldas al pizarrón, casi siempre con la cabeza gacha, aguantándose los gritos del maestro, hasta que éste pasa de la agresión verbal a la física: a partir del segundo cuarenta y ocho, pone su dedo índice sobre la cabeza de la niña una, dos, tres veces, cada vez con más violencia, hasta que intenta tomarla por el hombro izquierdo. Entonces la niña sacude con fuerza su brazo izquierdo, en un gesto de defensa, se voltea, le propina al maestro un soberbio patadón por los testículos y sale corriendo.

No dispongo de más detalles sobre el video. No sé si se trata realmente de una escuela rusa (no logro distinguir el idioma del maestro), y tampoco sé cuándo fue grabado. Pero esto es lo de menos. Lo importante es que constituye un testimonio vergonzoso, indignante e incluso doloroso de todo el daño que puede hacer un idiota que se cree con derecho a ejercer la autoridad de manera brutal, sin importar las consecuencias. Al mismo tiempo, es un ejemplo maravilloso de coraje y rebeldía, de insumisión contra la autoridad que, como sucede tantas veces, ocurre cuando el poderoso menos se lo espera.

¿Qué estaría pasando por la cabeza de esa niña mientras el maestro la molía a preguntas?

Así es, Sandra Mikele, hija querida: con frecuencia uno debe lidiar con personajes parecidos: jactanciosos, autoritarios, sin escrúpulos. Frente a ellos, sumisión nunca. Coraje. Coraje siempre.

7 de septiembre de 2012

El hombre que pedía confianza

 La banca internacional y multilateral antes de Chávez

La banca internacional y multilateral en el programa de gobierno de Capriles Radonski

"Yo ando recorriendo el país para ganarme la confianza de todos los venezolanos", reconoció el ex gobernador Capriles Radonski el pasado jueves 6 de septiembre en Monagas. Ese mismo día, temprano en la tarde, también dirigió palabras a una concentración en Cariaco, Sucre: "Yo estoy aquí para pedirles a ustedes la confianza".

En Monagas, ante un auditorio repleto de mujeres, hizo gala de un repertorio de clichés y cursilerías que son difíciles de encontrar en revistas para quinceañeras. Usted no conoce a nadie que se largue frases como ésta: "Las mujeres son todo para mí: mi fortaleza y mi debilidad". Mucho menos: "Mi vida tiene nombre de mujer, porque mi vida es Venezuela".

Pero nada como este pasaje: "Les digo a todas las mujeres que están en una Misión. He conversado con muchas en muchos pueblos. Nos hemos visto a los ojos. No hay nada más bonito que cuando nos vemos a los ojos. Porque además, yo que soy un eterno enamorado, las mujeres leen los ojos de uno. Por eso es que cuando usted ve que un hombre está diciendo una mentira, ve para otro lado".

Cursilería mató a confianza.

Y sin embargo, la cursilería es lo de menos. Puro entretenimiento. Corín Tellado con MTV.

Lo importante es el asunto de la confianza.

Si Capriles Radonski está intentando ganarse la confianza de los venezolanos, si nos ve directo "a los ojos" (a través de los personajes imaginarios que el candidato recrea permanentemente, esta vez mujeres que están en Misiones), no es porque sea "un eterno enamorado", sino porque está al tanto de la profunda desconfianza que le tiene la mayoría del pueblo venezolano.

Alguien que pide confianza es porque no la tiene.

Si Capriles Radonski no tiene la confianza de la mayoría del pueblo venezolano es porque es un mentiroso. ¿Se puede decir más claro?

¿De qué otra forma se puede llamar a alguien que promete solucionar los problemas de los venezolanos en un año? ¿Acaso nos toman por tontos?

Claro que nos toman por tontos. La oligarquía jamás ha dejado de pensar que si la mayoría del pueblo venezolano vota por Chávez, es por inmadurez o ignorancia. Ambas dos inclusive. Nos creen incapaces de sacar nuestras propias cuentas, de discernir, de decidir qué es lo mejor para nuestras vidas y cuál debe ser nuestro destino.

Capriles Radonski miente porque la mentira es otra forma de desprecio.

Naturalmente, seguirá intentando hacer el papel de víctima, tal y como lo manda el guión, y nos seguirá echando cuentos del David que lucha contra el "miedo" que inspira el Goliat totalitario.

Las razones de la desconfianza, lo sabemos, son otras muy distintas. Pero además son públicas. Están a la vista de todos. No son un secreto para nadie.

Seguramente usted nunca habrá escuchado hablar de un señor llamado Miguel Ángel Santos. Pues bien, una breve nota publicada en el diario El Universal, este martes 4 de septiembre, ofrece señas suficientes:

"El economista Miguel Ángel Santos, quien forma parte del equipo que diseñó el programa de Henrique Capriles, explicó durante el video chat que realizó en El Universal el pasado 15 de agosto los lineamientos a aplicar en materia cambiaría si Hugo Chávez es derrotado".

¿Qué es lo prioritario, según el economista Santos? Reseña El Universal: "Lo primero son anuncios para generar confianza en los mercados. 'Hay un conjunto de medidas que van a tomar tiempo pero existen acciones tempranas como nombrar un directorio del Banco Central con experiencia y declarar que se le restituye la autonomía a esta institución'".

Acto seguido, respectiva retahíla sobre la propiedad privada: "Agrega que también está previsto dejar claro que se respeta la propiedad privada, 'utilizar el superávit en cuenta corriente para fortalecer las reservas internacionales…'", etcétera, etcétera, etcétera.

¿La propiedad privada de quiénes? ¿La de usted, lector? ¿Acaso la mía? No. La propiedad privada de quienes históricamente tuvieron el control del Banco Central de Venezuela, los mismos que retomarían el control de la institución una vez restituida su "autonomía".

Por supuesto, usted nunca escuchará a Capriles Radonski diciendo lo que su asesor en materia económica confiesa sin complejos de ningún tipo: la prioridad es generar confianza en los mercados. De hecho, casi podría decirse que el titular de la nota de El Universal es insidioso, y no le ayuda en nada: "Capriles, crear confianza para atraer capitales".

Usted nunca escuchará a Capriles Radonski explicar, por poner un ejemplo, los puntos 402 y 403 del documento "Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional (2013-2019)".

El primero plantea que "mejorar la gestión fiscal sin provocar una severa caída del producto y el empleo obligará al próximo gobierno a solicitar créditos adicionales a la Asamblea Nacional y a examinar opciones de endeudamiento que no hayan sido agotadas por la actual administración, en el marco de una estrategia coherente de financiamiento público que reclame para Venezuela el nivel de valoración de riesgo que debe corresponderse con sus recursos y potencial".

No son impresiones suyas: el lenguaje excesivamente técnico de Miguel Ángel Santos y compañía impide que quede suficientemente claro. Tal vez una lectura del punto 403 ayude un poco a esclarecer dudas:

"Para ello tocará al nuevo gobierno informar a la banca internacional y multilateral, y a la comunidad financiera internacional en general, la situación de las finanzas públicas, la planificación fiscal del nuevo gobierno, sus necesidades previstas de endeudamiento y el cronograma proyectado de pagos y amortizaciones, con la intención de contribuir a reducir la prima de riesgo del país y abrir nuevas fuentes de financiamiento".

Eso explica tanta desconfianza: si Capriles Radonski apela a tantos clichés y a tanta cursilería, es porque necesita disimular las intenciones de la clase que representa. Lo que el candidato de la oligarquía tiene planeado, y está escrito, es volver a los tiempos en que nuestra nación estaba rendida a los pies de la banca internacional y multilateral, esa que nos dictaba recetas de hambre mientras saqueaba nuestros recursos.

Mientras tanto, Capriles Radonski viendo para otro lado. Y pidiendo confianza.

2 de septiembre de 2012

Amuay: el odio, la mentira, el miedo

Y la frivolidad frente a la tragedia, ¿también es "natural"?

Si no atenemos a los hechos, lo cierto es que ningún vocero oficial se ha referido a la explosión ocurrida en la refinería de Amuay la madrugada del sábado 25 de agosto como un acto de sabotaje.

Sabotaje hubo, sin duda alguna, en diciembre de 2002. Es un hecho, y no lo olvidamos.

También es un hecho innegable que la oposición venezolana intentó capitalizar políticamente la explosión en Amuay. Pescar en río revuelto. Sin escrúpulos. Sin importarles los muertos y el dolor de heridos y familiares. Sin detenerse a pensar, por ejemplo, en todo el daño que causó entre los afectados la brutal campaña de rumores sobre la inminencia de una tragedia de mayores dimensiones, que ella misma puso a circular. Sin pensar un instante en la angustia que pudo haber provocado en toda la población venezolana la difusión masiva de una "información" que resultó absolutamente falsa: la inminente escasez de gasolina.

Cuando hablo de oposición venezolana no me refiero a todo aquel venezolano o venezolana que está en contra de Chávez, como es su derecho, porque vivimos en una democracia. Me refiero a los politiqueros de oficio y a los mercenarios de la noticia. A los que emplean, de manera sistemática, el odio, la mentira y el miedo, para suscitar adhesiones y rechazos.

Usted, que me lee, que piensa distinto a mí, y que probablemente no votará por Chávez el próximo 7 de octubre, sabe que estoy en lo cierto. No importa si las circunstancias le impiden reconocerlo públicamente. Tampoco tiene por qué hacerlo.

Usted, como la inmensa mayoría de nosotros, considera su derecho señalar los errores del gobierno, pero sabe que eso es distinto a movilizar, insisto, a través del odio, la mentira y el miedo.

Es un hecho que desde tempranas horas de la mañana del sábado 25 de agosto, autoridades del gobierno nacional ofrecieron, como es su deber, información veraz sobre el lamentable acontecimiento. Lo hicieron desde el terreno. Lo siguieron haciendo durante todo el día, siempre que hubiera algo que informar al pueblo venezolano. Mezquino sería no reconocerlo.

Es un hecho indiscutible que la oposición venezolana, con sus medios más recalcitrantes y sus voceros más conspicuos a la vanguardia, dictaron sentencia desde temprano: la tragedia había sido culpa del gobierno nacional. Por su incapacidad para gestionar la industria petrolera, por su impericia, por su ignorancia, por su indolencia, por despilfarrar el dinero del petróleo en Misiones sociales.

Es un hecho verificable que los "expertos" en materia petrolera pronto desplazaron a los más legos: entonces vimos desfilar, en estudios de televisión y notas de prensa, a la tristemente célebre "Gente del Petróleo", los mismos que paralizaron y sabotearon PDVSA diez años atrás.

Porque sabotaje hubo, sin duda alguna, en diciembre de 2002. Es un hecho, y no lo olvidamos.

Y como es un hecho que hubo sabotaje, y como no olvidamos, es un hecho incontrovertible que la fulana "Gente del Petróleo" no tiene absolutamente nada que decirnos.

Sin embargo, dijeron: "Eddie Ramírez, coordinador de Gente del Petróleo, exigió que se conforme una comisión para investigar los hechos registrados en Paraguaná, donde se incorpore a técnicos expertos". Sobre su participación en el paro-sabotaje de la refinería de Amuay, en 2002, "advirtió que en esa época la paralización se hizo cumpliendo los protocolos de seguridad internacionales".

Pero si estos son los hechos, algo muy distinto son las percepciones. Esto fue lo que nos "explicó" el encuestólogo Luis Vicente León, la mañana del sábado 25 de agosto: "Desastres naturales no suelen afectar popularidad [del] gob[ierno], pero accidentes en infraestructura operada por él es otra historia". "Ch[ávez] intentará desviar atención hacia damnificados d[e] lluvias (sin costo pol[ítico]). Opo[sición] deberá tomar tema d[e] cárceles y refinería". "Política no es un asunto de realidades sino de percepciones. Gob[ierno] tratará de reducir costos y opo[sición] de elevarlos. Es natural".

¿Es natural? Esa es la versión del encuestólogo. Pero "tomar" los temas de las cárceles y Amuay e intentar elevar el costo político para el gobierno, en un intento desesperado por revertir la tendencia que anuncia una derrota para el ex gobernador Capriles Radonski, está lejos de ser algo "natural". Se trata de una decisión política.

¿Será cierto que Chávez intentó "desviar" la atención hacia los damnificados por las lluvias? ¿Debemos suponer que cuando hizo acto de presencia en Amuay, y se reunió con los trabajadores, con las víctimas, con las familias que quedaron sin vivienda, también estaba intentando "desviar" la atención?

Tanto en el caso de las lluvias, como en el caso de Amuay, el presidente Chávez volvió a hacer lo que siempre lo he visto haciendo: asumir la responsabilidad que le corresponde.

En contraste, ya se trate de un "desastre natural" o de un "accidente en infraestructura", la oposición venezolana seguirá haciendo lo que siempre ha hecho: lavarse las manos y culpar a Chávez. Al mal gobierno.

Eso es lo que explica que, diez años después, la "Gente del Petróleo" se crea con el derecho de venir a "advertirnos" que ellos sí saben cómo paralizar una refinería como Amuay: "cumpliendo los protocolos de seguridad internacionales".

No es natural. No es natural apelar al odio, a la mentira, al miedo, para imponer una percepción. Es una decisión política. Y ya viene siendo tiempo de que la oposición venezolana comience a asumir las responsabilidades que se derivan de sus decisiones. De sus pésimas decisiones.

1 de septiembre de 2012

El hombre que no podía reír


Alrededor de mediodía del sábado 1 de septiembre de 2012, Globovisión transmite declaraciones de Leopoldo López, Coordinador Nacional del Comando Venezuela y dirigente del partido Voluntad Popular. Destacan los micrófonos de Venevisión y Televén. Lo acompaña un pequeño grupo de personas, tal vez una decena, todas de franela anaranjada, a excepción de un hombre blanco, en sus cincuenta o un poco más, de barba canosa, que porta una chaqueta tricolor y una gorra anaranjada que identifica a su partido. Detrás de todos ellos, una avenida del suroeste caraqueño por donde el tráfico avanza lentamente. Es un acto más de campaña. Un discurso de rutina. El hombre de barba canosa y chaqueta tricolor voltea a todos lados, a la derecha, a la izquierda, hacia atrás, dialoga con sus ojos, gira instrucciones con sus labios. Leopoldo López habla:

"... Sobre todo lo más entusiasmante, lo que nos llena de más optimismo, es que en todos los edificios, en los barrios, en los carros, lo que hay es apoyo por Henrique Capriles, apoyo por el progreso, apoyo por una Venezuela distinta. No tenemos ninguna duda que día a día crece la cantidad de venezolanos, de venezolanas que están dándole su respaldo y le darán su voto a Henrique Capriles el próximo 7 de octubre...".

Entonces, se escucha una voz masculina que proviene de una camionetica blanca con rayas azules que avanza por la avenida:

"¡Viva Chávez!".

El hombre de la barba canosa voltea violentamente y maldice para sus adentros una maldición como sólo pueden ser proferidas las peores de las maldiciones.

Le sigue un sonoro coro de voces, que se pierde a la distancia:

"¡Viva Chávez!"

Leopoldo López desvía ligeramente la mirada hacia los chavistas y ensaya una risita nerviosa, similar a la del ladrón desvergonzado que ha sido pillado in fraganti. En el rostro de la mujer apostada a su izquierda se dibuja un sonrisa de vergüenza. En cambio, el hombre de barba canosa permanece imperturbable. Tal vez porque, pensará, la situación no está para chistes.

Así fue como un discurso gris y rutinario, autocomplaciente y plagado de mentiras y lugares comunes, se convirtió en la triste historia del hombre de la barba canosa que no podía reír.