25 de enero de 2012

Que la vida misma zanje la cuestión




Escenas al inicio de Tiempos Modernos, de Charles Chaplin. No hay tal cosa como una organización neutra. Que lo diga Taylor.

El domingo pasado, en diálogo con José Vicente Rangel, el comandante Chávez expresaba que "las organizaciones sociales del Gran Polo Patriótico tienen una naturaleza muy diferente a la de los partidos políticos". Acto seguido, proponía "dos mecanismos de alianza": una de partidos y otra de movimientos. Es un asunto sobre el que sin duda profundizará más adelante, y respecto del cual tendríamos que discutir públicamente, puesto que no se trata de un detalle sin relevancia.

Mi punto de partida es el siguiente: en última instancia, lo central de la discusión no es si los partidos deben ocupar un lugar distinto de los grupos y movimientos. Consideraciones tácticas mediante, incluso puede suscribirse sin trauma alguno la propuesta de los "dos mecanismos de alianza". Lo peligroso, a mi juicio, es cuando se insiste en una distinción artificiosa entre lo social y lo político, que no nos permite avanzar.

Esta distinción, la falsa dialéctica entre lo social y lo político, ha hecho que nos encontremos, para decirlo con palabras de Alfredo Maneiro, en un "punto muerto entre la inercia y la iniciativa". Para ir más allá de este punto muerto e iniciar con paso firme el proceso de acumulación política, tendríamos que emplearnos a fondo en la tarea de trascender el falso dilema: partido versus movimientos, en todas sus variantes. Ni "movimientismo" ni "defensa" del partido. Todos son necesarios. Incluso si no están reunidos en el GPP.

La clave para salir de la trampa está en asumir que la contradicción fundamental se da entre los opuestos: movimientos, colectivos, organizaciones, partidos, de un lado, y problemas concretos de la población, allí donde debe discurrir la política revolucionaria real, del otro. Movimientos, partidos, toda forma de organización revolucionaria, tendrían que estar al servicio de lo que Marx, en La ideología alemana, llamaba la "liberación real", que "no es posible si no es en el mundo real y con medios reales".

Partidos, movimientos, grupos: ninguno aporta mayor cosa si lo que pretende es "colonizar" lo real. Los primeros suelen hacerlo desde una pretensión de universalidad que termina quedándoles muy grande (impuesta la lógica del partido/maquinaria, lo que predomina es el sectarismo), y los demás (grupos, pero también gremios, etc.) desde lo sectorial. Nada más "anti-político" que una política divorciada de lo real. Ponerse al servicio de  los problemas reales de la población, pasa entonces por combatir tanto el sectarismo como la "sectorialización" de la política, para dejar de excluir a la mayor parte del pueblo.

Siempre hay que optar por apelar a la vida real de nuestro pueblo, a sus condiciones materiales y espirituales de vida. De hecho, allí radica la potencia del Chávez líder. Como diría Aimé Césaire, en su célebre Carta a Maurice Thorez: "la vida misma zanja la cuestión". "El atolladero en el que estamos hoy en las Antillas, pese a nuestros triunfos electorales, me parece que zanja la cuestión: opto por lo más amplio contra lo más estrecho; por el movimiento que nos coloca codo a codo con los otros contra aquel que nos encierra; por aquel que reúne las energías contra aquel que las divide en capillas, en sectas, en iglesias; por aquel que libera la energía creadora de las masas, contra aquel que las canaliza y finalmente las esteriliza".

En cuanto al GPP, esta apertura hacia el movimiento real debe expresarse en sus documentos programáticos, claro está, pero sobre todo en el funcionamiento de las Asambleas Patrióticas Populares y, más clave aún, en la estructura que termine adoptando. De nuevo: el problema no es dotar al GPP de una estructura para evitar que los grupúsculos anarcoides que no creen en la autoridad se salgan con la suya (versión paranoica). Esto es desviarse del asunto central. El problema es concebir una forma de organización que obedezca a los problemas reales de la población, a sus luchas concretas, a campos específicos, en los términos en que los define Dussel. De lo contrario, y en nombre de la lucha contra los grupúsculos, podemos terminar reproduciendo la misma lógica aparatera y excluyente de los partidos tradicionales. No existe tal cosa como una organización neutra. Si no que lo diga Frederick Taylor, creador de la "organización científica del trabajo".

Incluso el "desdoblamiento", que como lo ha planteado el mismo comandante Chávez es uno de los objetivos actuales del grupo promotor, tendría que ser no sólo territorial, sino también por problemas reales, luchas concretas o por campos. La tarea de identificar estos campos, de definirlos, equivale a identificar ámbitos de gobierno, y es una forma expedita de vincular la lucha política con el acto de gobernar socialistamente. En este nivel, considero, es donde se construye realmente dirección colectiva, más allá de la retórica: en el acto de gobernar, desplegados en el movimiento real. Es allí donde se construye, simultáneamente, agenda popular de luchas y propuesta de programa de gobierno para impulsar la candidatura del comandante Chávez.

23 de enero de 2012

Samba pa ti

Bajo una gigantesca bandera roja y azul de La Guaira, en plena celebración. Luz de los reflectores al fondo

Llegué justo a tiempo para ver el jonrón de Eliézer Alfonzo en el octavo inning, que igualaba la pizarra entre Caribes y Magallanes, en el primer juego de la doble jornada. Los fanáticos de La Guaira sentados en los alrededores de la boca de acceso a la sección A6 estaban ligándole en su mayoría a Caribes, por lo que celebraron aquella tabla como si fuera propia. Sin embargo, el señor sentado a mi lado, guairista del pueblo de La Guaira, me confesó que él prefería al Magallanes. Según su análisis, del que no ofreció mayor detalle, Tiburones le jugaba mejor a ellos que a los de Anzoátegui. Estuve a punto de replicarle amablemente, esgrimiendo algunos números, en particular los de la ronda regular, pero en cambio asentí con la cabeza, manifestándole mi acuerdo. En sus sesenta, diría que casi cercano a los setenta, de tez morena, la piel cuarteada por el sol y por los años, de barba incipiente y descuidada, los ojos alegres, como de niño, el viejo yacía en su silla con los brazos cruzados. Cuando un batazo encendía las tribunas, repletas de magallaneros, permanecía en su puesto, sonriendo, inquiriendo, esperando el desenlace. Poco antes de comenzar el juego decisivo, me contó que vivía en La Guaira, que le preocupaba lo tarde que era, que le tocaría dormir debajo de un puente, pero que no podía perderse un juego como ese. Cuando, en el mismo primer inning, comenzamos a anotar carreras, el viejo  ya se había convertido en una compañía entrañable: la primera vez le choqué las manos con algo de timidez. Luego lo haría con absoluta confianza, varias veces durante el juego. En cada oportunidad, el viejo, emocionado, sorprendido, sin embargo me miraba como diciéndome satisfecho: "¡Te lo dije!". A la altura del sexto inning, cuando todos en el estadio sabíamos que el destino de ambos equipos estaba sellado, mientras saltaba y cantaba y cantaba y saltaba, me invadió ese vacío en el fondo del pecho: un grito ahogado, como una deuda pendiente. La saldé pensando que estabas allí conmigo, mi viejo, en alma sin duda, pero también en cuerpo, un poco al menos, manifestándote a través de la sonrisa cómplice del viejo a mi lado.

En tu memoria, va esta canción que tanto te gustaba. Un poco de samba, un poco de tristeza. Un poco de lo que sentí en ese instante del sexto inning. Samba pa ti.



22 de enero de 2012

Pueblo, programas y "meritócratas"



Construir un Programa del Pueblo.
Una de las principales tareas del Gran Polo Patriótico (GPP), todavía en pleno proceso de constitución, es la elaboración de lo que podría denominarse un Programa del Pueblo, que serviría de insumo fundamental del programa de gobierno que presentará el comandante Chávez al país durante la campaña electoral que se aproxima. Así ha sido ratificado en varias oportunidades por el mismo Presidente, reafirmando su compromiso con el principio de mandar obedeciendo la voluntad popular.

Ahora bien, ¿cómo se elaborará este Programa del Pueblo? ¿Se redactará a puertas cerradas? ¿Será diseñado por expertos? ¿Le corresponderá al partido, a los movimientos? Comencemos por decir que las Asambleas Patrióticas Populares (APP), cuya multiplicación por todo el país es inminente, serán determinantes para cumplir este propósito. Las APP no serán espacios catárticos, de desahogo, el lugar donde la base social del chavismo irá, simplemente, a expresar sus malestares; antes bien, uno de sus objetivos básicos es lograr transformar ese malestar, allí donde exista, en propuesta, traducir las aspiraciones y demandas en un plan de luchas, una suerte de programa popular local, que vendría a ser el insumo básico de aquel Programa del Pueblo.

¿Las aspiraciones y demandas de quiénes? En un primer momento, las APP tendrían que fungir como instancias de rearticulación de todas las fuerzas que se hayan dispersas. Pero más allá, en un segundo y decisivo momento, esas fuerzas, esa porción de pueblo organizado que ha logrado reunificarse durante las primeras asambleas, tendrán la tarea de ir tras el pueblo todavía desmovilizado, desorganizado, incluso hastiado de la política. El Programa del Pueblo habrá de ser no sólo creación de miles de grupos de militantes convencidos, sino que tendrá que recoger también la voz de los que yacen en el silencio o, según se trate, de aquellos que no están siendo escuchados.

¿Qué hay de los campesinos, de los trabajadores, de los jóvenes de los barrios, de los buhoneros, de los motorizados, de los sexo-género diversos, por sólo citar unos pocos sujetos con demandas y propuestas concretas? Siguiendo una metodología que aún se construye (y que debe ser objeto de debate público), éstas también tendrán que ser incorporadas al Programa del Pueblo. 

¿Este Programa del Pueblo es una iniciativa electorera, una especie de pliego de peticiones de gente que asiste a tres o cuatro reuniones buscando pescar en río revuelto? Al respecto, basta con recordar el objetivo estratégico del GPP: la construcción del socialismo bolivariano, la radicalización democrática de la sociedad venezolana, la reafirmación de nuestro horizonte de cambios revolucionarios. La victoria del comandante Chávez es un objetivo táctico, vital para seguir avanzando en pos de lo estratégico. Por tanto, el Programa del Pueblo deberá ser expresión de esa voluntad de cambio revolucionario del pueblo venezolano, voluntad que queda reducida a su simulacro si ni siquiera somos capaces de reconocer las causas que han producido la desmovilización y el hastío de parte considerable de la base social de apoyo a la revolución bolivariana.

Programa de la "Unidad".
En la red circula un documento intitulado Lineamientos del Programa de Gobierno dela Unidad Nacional (2013-2019). Es posible que no sea la versión última del programa que hará público el antichavismo este próximo 23 de enero, y de hecho aparece identificado como un "documento en revisión". Lo que sí es seguro es que se trata de una versión muy aproximada.

Vale la pena revisarlo con detenimiento. Pero incluso si se lee por encima, saltando de un lugar a otro, yendo de la oferta en materia petrolera, por ejemplo, a las líneas programáticas en materia eléctrica, telecomunicaciones o vivienda, el resultado es el mismo: un despliegue del neoliberalismo más rancio, las ya clásicas invectivas contra el Estado interventor (y ahora súmele "autoritario"), las mismas loas al mercado, y por doquier la receta mágica: privatización aquí, privatización allá, privatización más acá y más allá. Oferta programática que desdice abiertamente, y esto no es un dato menor, del discurso pretendidamente "social" de los precandidatos con mayor opción.

En efecto, el documento no sólo pone al descubierto las verdaderas intenciones de la oligarquía vernácula. Si indagáramos en su significado histórico, podría decirse que constituye una verdadera afrenta contra el pueblo venezolano, un acto del mayor cinismo, en la medida en que actúa como si aquí no ha pasado nada; como si la irrupción del chavismo y luego el triunfo de Chávez en 1998 no tuviera nada que ver con la aplicación, a sangre y fuego, del mismo programa que hoy ofrecen.

¿Quiénes han redactado el documento? Pues nada más y nada menos que "31 grupos de especialistas". Ciertamente, el estilacho característico de la academia al servicio de la oligarquía sale a relucir a lo largo del documento. Una pieza maestra de la "meritocracia" que ya atentó contra el país, y que pretende volver por sus fueros.

19 de enero de 2012

La mujer que me acompaña

Grégor Blanco anota la novena de La Guaira (la sexta de la entrada), 
impulsado por César Suárez. Por: News Flash JC


Agradezco a la diosa fortuna por la mujer que me acompaña, porque entiende y ama mi pasión por el beisbol. Ayer, en el cuarto inning, cuando se derrumbó el picheo de La Guaira, me derrumbé yo también. Me sentí derrotado como nunca en toda la semifinal. Sentí todo el peso del par de derrotas previas, de los veintiséis años sin ganar una final. Sentí el dolor de la eliminación inminente. Me sentí sin fuerzas. Casi deseé el batazo que terminara de abrir el juego de una vez. Pagué las cuatro cervezas que me había tomado. Entonces, le envié un mensaje. Supongo que esperando en respuesta algo que me permitiera lidiar con mi mala conciencia. Pero ella me convenció de quedarme. Me recordó que yo siempre había sido un "buen fanático". Quiso decirme que no podía abandonar a mi equipo. Ella, que le va al Cardenales de Lara, que se aburre horrores en el estadio, que se queda dormida cuando ve los juegos por televisión. Ella, que no tiene idea de quién es Luis Jiménez. Tres innings después, La Guaira remontó el juego: hit del Cafecito, hit del novato del año, hit del más valioso, hit del campeón bate. Por fin. Ojalá fuera capaz de contar lo que se vivió en el estadio después del hit de Grégor Blanco, alma y corazón de ese equipo, para irnos arriba en el marcador. Pero no puedo. Me remito a la fórmula gastada: indescriptible. De lo que me hubiera perdido si no hubiera contado con un punto de apoyo. No hubiera vivido eso que ni siquiera puedo nombrar. ¿Todavía hay quien no entienda que no se trata del beisbol? Se trata de amar con pasión, de compartir las derrotas, de tener el valor de buscar consuelo en un momento de debilidad o tristeza, de dar y recibir apoyo, de compartir los triunfos. De acompañar siempre.

18 de enero de 2012

Hacer lo imposible


Después de todo, yo lo que soy es un comentarista deportivo. ¿Sobre qué puedo escribir un día como hoy, si respiro y exudo beisbol?

Algún día de diciembre, al término de un juego en el Universitario, llamé a Rommel para contarle que lo que acababa de presenciar daba para pensar que los Tiburones de La Guaira podían ser campeones esta temporada. Estuvo de acuerdo. No recuerdo las circunstancias. Pero sé que aquella confesión y, más allá, aquel gesto fraterno y cómplice, no fueron el resultado de la impresión que dejó en nosotros un descomunal despliegue de bateo, una joya de picheo, una defensa maravillosa.

Más allá de los números, de los lances extraordinarios, de las manifestaciones de talento y del virtuosismo, hay una materia muy difícil de discernir, una suerte de intangible, de extra que no es igual a la suma de las partes, que es lo que hace a los equipos invencibles. Verlo allí, en el terreno, presentirlo, casi tocarlo, saborearlo, maravillarse con su belleza, por primera vez después de tantos años, fue para nosotros una revelación, un acontecimiento. Tanto, que comencé a preocuparme por los fanáticos más jóvenes, los más impacientes, los que tal vez no han entendido que el beisbol no se trata de trofeos, sino de jugar bien a la pelota.

Hoy, sin embargo, cuando faltan tres jornadas para que culmine la fase semifinal, de nuevo está La Guaira contra las cuerdas, en el tercer lugar, a tan solo un juego del segundo, a dos del primero, pero ya oficialmente dependiendo de otros resultados para ir a la final. Nuestro destino ya dejó de estar en nuestras manos.

¿Cómo ha sido posible? Más de treinta años viendo beisbol y no sé responder a esa pregunta. Si todavía quedaba alguna duda, ahora está más que claro que no basta con tener al campeón bate, al jugador más valioso, al novato del año, al mánager del año. No basta con semejante carro de leña: tres criollos con más de cuarenta impulsadas. No es cuestión de números. ¿Picheo? Ayer vimos cómo se desplomaba Enrique González, nuestro mejor relevista, en el séptimo inning, luego de acercar el juego por una carrera, lanzándole a la parte baja de la alineación de los Tigres.

Sin menospreciar, por cierto, al equipo de Aragua, seguro finalista, ¿cómo ha sido posible?  ¿Qué más se le puede pedir, por ejemplo, al capitán del equipo, Oscar Salazar, que hoy amaneció bateando .340, con 5 jonrones y 17 impulsadas? Una vez más: no es cuestión de números. Cabe la pregunta: ¿qué es eso que no sabemos los siete mil fanáticos que ayer acompañamos a nuestro equipo en el Universitario, y tal vez sepa alguno de los miles que optaron por no hacer acto de presencia?

Ayer, cerca de la medianoche, cuando manejaba de vuelta a la casa, me preguntaba una y otra vez: ¿cómo le explico a Sandra Mikele que perdimos? Esta mañana le di un abrazo y le dije: "Hice lo que pude. Grité, ligué. Hice lo que pude".

Esta noche, las que restan, hasta el último out, seguiré haciendo lo posible. Ligando porque mi equipo descifre aquella incógnita y haga en el terreno lo que ya parece casi imposible.

4 de enero de 2012

La tiranía de los doctos


Aníbal Ortizpozo. Meritocracia.

"Si no hubiera tiranía, todos fuéramos hermanos". 


Importa poco qué día fue publicada la entrevista. Basta con saber que fue recientemente. El nombre del entrevistado importa menos aún. Lo clave es tener clara la tarea: ésta consiste en abonar a la idea de que, en una eventual derrota de Chávez, el chavismo no tendría nada qué temer. Simplemente sobrevendría una "transición democrática" y gobernaría la Unidad.

Tal idea, por cierto, se funda en un profundo menosprecio: el chavismo sólo sería capaz de refrendar su apoyo a Chávez y a la revolución bolivariana si lo hace por miedo. Porque todo chavista tiene un poco de sinvergüenza y cobarde, de pedigüeño y delincuente. De idiota. Por eso hay que convencerlo de que todos sus desvaríos igualitaristas de los últimos años, todas sus afrentas, su revanchismo, su altivez, su impertinencia, incluso todas sus victorias serán perdonadas. No habrá castigo. La Unidad será magnánima.

A esta tarea, decía, se han sumado las mentes más lúcidas del antichavismo. Con un airecillo a superioridad moral que haría palidecer a los "meritócratas". A uno de esos cerebros le ha dedicado El Universal una página completa, un domingo de estos.   

Justo porque la identidad del personaje es lo de menos, lo que importa es la autoridad que le confiere la academia, Roberto Giusti juega de entrada a impresionarnos: "Denso, variado y abigarrado es el currículum de Benigno Alarcón". Por ahí se va: profesor de la UCAB, "abogado con diversas especializaciones en campos como la Gerencia Pública, el Derecho Internacional Económico o los Procedimientos Alternativos de Resolución de Conflictos". Omite decir que Alarcón ha sido asesor en Venezuela de transnacionales como British Petroleum, Citibank, Ford Motors, Coca Cola, Philip Morris, entre otras. Lo que hay que resaltar ahora es su perfil académico.

Y Alarcón es un tipo que sabe. Tanto sabe, que no pierde una sola oportunidad para contarnos sobre todos los libros que se ha leído. Por ejemplo:


1.- Para demostrar que el venezolano es un "régimen no propiamente democrático", a pesar de que hay elecciones, cita a Larry Diamond. En Venezuela impera el "autoritarismo hegemónico".
2.- Para demostrar que el gobierno venezolano está "perfeccionando" el autoritarismo, aparentando ser democrático, lo que le "permite cierto grado de legitimidad, tanto hacia dentro como hacia afuera", cita a Martin Lipset.
3.- Para demostrar que el "proceso de democratización" en Venezuela dependerá fundamentalmente de lo que hagan "actores internos", cita a Samuel Huntington.
4.- Para demostrar que la oposición no tiene la fuerza suficiente como para derrocar al gobierno de Chávez, pero éste último, a su vez, ha entrado en una fase de decadencia irreversible, y por tanto lo que corresponde es "negociar una transición que les permita (a los salientes) conservar algunos privilegios y evitar el peor de los escenarios", cita a Juan Linz.
5.- Para demostrar que la oposición tiene que salir a la calle a protestar, para que el gobierno reprima (como en Egipto o Yemen), y esto acelere el fin del régimen, cita a Robert Dahl.

Casi parece una alineación de Todos Estrellas: en el jardín central y como primer bate, el veloz Larry Diamond, el Diamante de Stanford. Lipset tiene nombre de tercera base, bateador de contacto. Huntington en primera y tercero en el orden. Por supuesto Juan Linz es el cuarto bate: hombre de poder. Dahl es quinto y receptor. Ya sabemos quién es el batequebrao.

¿Tanta especialización y tanto libro para venir a repetirnos la misma cantinela sobre el autoritarismo que nos aprendimos de memoria hace muchos años? Pero cuidado, hay que saber leer entre líneas, separar la abundante paja del trigo. Alarcón plantea que el antichavismo no puede cometer los mismos errores, que no hay que inspirar miedo, que es necesario "negociar".

¿A qué errores se refiere? Según Alarcón, siguiendo a Robert Dahl, el 11 de abril de 2002 "el costo de la opresión se volvió demasiado alto para Chávez y el sector militar dijo que no estaba dispuesto a parar a la gente a sangre y fuego. Chávez decidió renunciar… Luego vinieron los errores".

Al bate, Benigno Alarcón. Rolling al picher. El tipo no la conecta con fuerza ni bateando con la puerta de una Iglesia. Qué manera de matar un rally.

Casi una década después, cuando su concurso activo es de lo más necesario, cuando más peso tendría que tener la fuerza de las ideas que la idea de la fuerza (porque es crucial no espantar a los chavistas), un tipo de currículum "denso, variado y abigarrado", la encarnación del Saber (sobre el Poder autoritario), nos cuenta que primero fue el golpe de Estado, y "luego vinieron los errores".

Así cualquiera resuelve un conflicto de manera alternativa o asesora una "transición democrática". Así es muy fácil servir de perro guardián del capital transnacional. Repitiendo lugares comunes y disimulándolos con la grandilocuencia característica de los charlatanes. Haciendo demagogia pura y dura en nombre de la Ciencia. ("Una de las grandes discusiones en el mundo, hoy en día, estriba en plantearse si, en un régimen no propiamente democrático…"). Es la tiranía de los doctos.

No es cierto que estaríamos obligados a elegir entre una tiranía de los doctos y otra de los legos o ignorantes (que sería chavista, naturalmente). Siempre habrá que elegir luchar contra la tiranía, sea del signo que sea. El lugar que hoy ocupa en la vida pública este falso dilema se lo debemos, precisamente, a los partidarios de la primera de las tiranías: sin los "ignorantes" y "autoritarios" que ellos mismos suscitan con su discurso, no podrían reclamar su condición de doctos y demócratas. No podrían erigirse como "solución" al "problema" de la situación venezolana. Pero el problema es siempre la tiranía.