28 de febrero de 2011

27F de 1989 y rebeliones en el mundo árabe

Preparen, apunten... rebelión. Túnez, 18 de enero de 2011. Por: Fred Dufour

La semana pasada discutía con algunos compañeros sobre las rebeliones populares que tienen lugar en el mundo árabe (Túnez, Egipto, Libia, Argelia, Omán, Yemen, Baréin, Marruecos...), y alguien puso sobre la mesa la posibilidad de establecer algún tipo de analogía con el 27F de 1989.

Esto fue lo que escribí entonces:

1.- Dima Khatib, hija de refugiados palestinos y, como ustedes saben, corresponsal de Al Jazeera para América Latina, lleva semanas relatando con detalle las rebeliones en los países árabes a través de su cuenta Twitter. Khatib no ha parado de subrayar el carácter novedoso y sorpresivo de las revueltas. Hoy mismo, y aun cuando ha denunciado de manera reiterada el esfuerzo que están haciendo tanto Estados Unidos como el resto de las potencias occidentales por torcer a su favor el rumbo de los acontecimientos, escribía: "Las revoluciones en el mundo árabe son actos espontáneos. Son una explosión natural del pueblo. No son revoluciones de color made in USA".

No creo que se trate de una declaración ingenua. En todo caso, lo de "actos espontáneos" puede traducirse como un reconocimiento del carácter imprevisible de los acontecimientos: ninguna fuerza política, ningún partido, ni siquiera el Imperio más poderoso en la historia de la humanidad, tiene la capacidad para organizar o conducir revueltas de tal naturaleza. "Actos espontáneos" porque en cada país, todas las fuerzas políticas, sin excepción, están involucradas, pujando en una dirección u otra, estableciendo alianzas más o menos circunstanciales, pero el verdadero sujeto de la revuelta es algo más que la suma de las partes, es algo que sobrepasa los cálculos políticos e incluso militares de las fuerzas que intentan capitalizarla. Tal como sucedió el 27F.

Naturalmente, una o más fuerzas, con mayor o menor apoyo extranjero, terminarán imponiéndose, y la situación tenderá a la "normalidad". Es previsible que, sobre todo en el corto plazo, incluso parezca que nada ha cambiado realmente, porque identificaremos claras de líneas de continuidad entre los viejos regímenes y los que han surgido a partir de las rebeliones. Pero, ¿acaso no fue esto lo que sucedió con el 27F?

Creo que, sin duda alguna, se está produciendo un importante "quiebre" histórico, de profundas e imprevisibles implicaciones geopolíticas. Hay un antes y un después de estas rebeliones. Por esto, insisto, es necesario tomar nota de su carácter novedoso y sorpresivo. No renunciando, de ninguna manera, a la necesidad de comprender lo que está sucediendo, sino sentando posición frente a las interpretaciones maniqueas e interesadas sobre las revueltas (que también prevalecieron en el caso del 27F). Si no reconocemos las serias limitaciones de nuestros esquemas de interpretación, corremos el riesgo de ocultar la potencia de los acontecimientos. Con todo y las reservas que cualquiera pueda tener con algunos aspectos de su análisis, me quedo con una frase de Toni Negri: "La cultura de la impotencia ha sido abatida con fuerza en las calles de Túnez".

2.- Lo anterior quiere decir, entre otras cosas, que es una impostura abusar del discurso anti-imperialista. No se trata de dejar de exigir el cese de la injerencia estadounidense en la región. De hecho, esta exigencia debe hacerse. Lo que bajo ninguna circunstancia podemos permitirnos es atribuirle a Estados Unidos mayor influencia de la que realmente tiene (que ya es mucha). En primer lugar, porque implicaría desconocer la lucha de millones de personas, de múltiples sujetos, que han salido a las calles a manifestarse, dando una extraordinaria e impresionante demostración de fuerza. Y en segundo lugar, porque implicaría "reconocer" que Estados Unidos tiene el poder se suscitar tales manifestaciones, lo que no es de ninguna manera cierto.

Durante las últimas semanas, y en líneas muy generales, he percibido en el chavismo una tendencia a sobredimensionar el papel desempeñado por Estados Unidos (en radio y televisión, en artículos de opinión, etc.). No me atrevería a decir que es la tendencia predominante, pero sin duda tiene mucha fuerza. A mi juicio, se caracteriza no sólo por su maniqueísmo, sino por su paranoia. Además, es francamente derrotista, está fundada en la impotencia, en la medida en que supone que, a fin de cuentas, pase lo que pase, terminará de imponerse la voluntad del Imperio. Implica, además, la renuncia al pensamiento, al ejercicio reflexivo y crítico, al análisis de situaciones concretas: basta apelar al monstruo imperial para explicarlo todo, y para no tener que hacer el trabajo de investigar qué es lo que realmente sucede. Pero lo peor de todo es que estamos hablando de rebeliones en acto, de pueblos que siguen luchando. ¿Resultado? Los verdaderos protagonistas quedan relegados al papel de actores secundarios, en muchos casos "manipulados", simples títeres de la puesta en escena imperial.

3.- Tampoco es cierto que se trata de rebeliones Twitter o Facebook. Es imposible negar la importancia de la convocatoria de las protestas a través de las redes sociales, como quedó en evidencia en el caso de Egipto. La argentina Sandra Russo ha escrito un buen artículo sobre este punto:

"Es un dato duro de la realidad que el de Mubarak era un régimen de esa especie [opresivo], pero no es un dato más blando que ese régimen viniera aplicando a rajatabla las recetas económicas del FMI. Lo curioso es que la prensa hegemónica internacional se limite a recargar el sentido de la crisis egipcia en la demanda ciudadana de libertades políticas y civiles, y que recorte el capítulo en el que los egipcios gritan a viva voz que quieren también y en concordancia otra política económica. No bien asumió el actual gobierno militar, los egipcios volvieron a salir a la calle para pedir aumentos salariales. Como eso no encaja en el relato sobre el autarca derrocado, sino más bien echa luz sobre el tipo de autocracia que llevó adelante Mubarak, esos reclamos no son televisados: el foco pasa directamente a la plaza ya vacía por la fuerza, y se hace silencio sobre el estado de la economía egipcia, tan neoliberal como fue la de Menem, Bucaram, Collor de Melo, Fujimori o Carlos Andrés Pérez. Las coberturas sobre Egipto replican ahora ese relato, que no es antojadizo ni inocente, sobre millones de ciudadanos de clase media que merced a las redes sociales lograron imponer su voluntad democrática a un régimen cuya naturaleza dictatorial fue no obstante negada, tapada, encubierta y eclipsada por sus socios mundiales. Pese a que las coberturas de los grandes medios no abundaron en esos detalles, pudo saberse, como informó el sitio canadiense The Global Research, levantado a su vez por el periódico digital Rebelión, que Estados Unidos no fue tomado por sorpresa, sino que más bien fue un actor importante en los movimientos políticos egipcios. En un artículo titulado 'Los dictadores no ordenan, obedecen', se indicaba que desde noviembre de 2010, el Departamento de Estado venía manteniendo reuniones con la oposición a Mubarak, y el Freedom House, incluso, capacitó a decenas de los blogueros que luego fogonearon la protesta. Ahora se menciona como un posible candidato a la presidencia al director de Google regional. Quizá tenga que ver. La protesta no fue inventada, claro. Y los millones de egipcios que salieron a la calle y los centenares de muertos que dejó atrás el régimen dan sobradas muestras del caldo de cultivo extraordinario que había en ese país. La pregunta es quién capitalizará esa fuerza política sin líderes claros por el momento, y de qué manera intentará Washington que cambie el gobierno pero no la política neoliberal que llevaba adelante Mubarak. Lo que aparece claro en África del Norte es la anticipación en el uso de las nuevas tecnologías, un globo de ensayo para instalar en ellas discursos y relatos que encaucen voluntades de un modo que ya no pueden conseguir los medios de comunicación tradicionales, toda vez que en todo el mundo los ciudadanos son cada vez más conscientes de que no es de ellos de donde proviene la información, sino que apenas son transmisores de intereses".

También habría que tomarse la molestia de leer lo que ha escrito gente como Vicenç Navarro: "Así, la imagen general promovida por aquellos medios es que tal evento se debe a la movilización de los jóvenes, predominantemente estudiantes y profesionales de las clases medias, que han utilizado muy exitosamente las nuevas técnicas de comunicación (Facebook y Twitter, entre otros) para organizarse y liderar tal proceso, iniciado, por cierto, por la indignación popular en contra de la muerte en prisión, consecuencia de las torturas sufridas, de uno de estos jóvenes. Esta explicación es enormemente incompleta. En realidad, la supuesta revolución no se inició hace tres semanas y no fue iniciada por estudiantes y jóvenes profesionales. El pasado reciente de Egipto se caracteriza por luchas obreras brutalmente reprimidas que se han incrementado estos últimos años".

4.- Pero tampoco se trata de "revueltas obreras", en sentido estricto. Es decir, no sólo los obreros se han rebelado, ni son ellos los que han asumido la vanguardia. Tampoco se trata de "revueltas de hambre", como lo sostiene alguna intelectualidad "progre". El término "revueltas de hambre" proviene de la historiografía marxista inglesa, y remite a los "motines" protagonizados por los hambrientos y descamisados europeos de los primeros tiempos del capitalismo. Por tratarse de revueltas que tuvieron lugar, principalmente, antes de la consolidación del capitalismo "moderno", se les considera como pre-modernas, pre-capitalistas o pre-políticas.

Tal fue, por cierto, la interpretación que predominó entre la intelectualidad de izquierda (y no tanto) en Venezuela, a propósito del 27F. El caso es que no podemos seguir estableciendo analogías entre las rebeliones "tercermundistas" (como la del 27F, pero también las que tienen lugar actualmente en los países árabes) y las rebeliones europeas de los siglos diecisiete o dieciocho, con todo lo que esto tiene de reproducción de la lógica occidental del progreso: salvajes/civilizados, atrasados/desarrollados, etc. En otras palabras, las "revueltas de hambre" son las que ocurren en los países "salvajes" o "atrasados", y es a los países "modernos" y "democráticos" a quienes correspondería establecer el "orden", la "democracia" y el "progreso".

18 de febrero de 2011

El plácido sueño de Omar Barboza (y la lucha contra el latifundio en Sur del Lago)

Omar Barboza duerme plácidamente durante la interpelación al gabinete territorial.
Asamblea Nacional, jueves 17 de febrero de 2011.


Ayer por la tarde, mientras Omar Barboza (presidente del partido opositor Un Nuevo Tiempo, y diputado por el Zulia) dormía plácidamente en la Asamblea Nacional, cinco campesinos, militantes del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ), se encontraban detenidos en el retén policial de San Carlos, en Santa Bárbara del Zulia, luego de ser golpeados salvajemente, a tempranas horas de la mañana, por efectivos de la Policía Regional del Estado Zulia.

¿El "crimen" de los compañeros campesinos? La lucha contra el latifundio en el Sur del Lago. Fueron golpeados y detenidos por encabezar la toma pacífica del Fundo El Banco, en la parroquia Heras del municipio Sucre del Zulia.

Ayer por la noche, seguramente Omar Barboza volvió a dormir plácidamente, tal vez soñando en la briosa lucha que la oposición ha emprendido por la liberación de los "presos políticos" en Venezuela, en la gloriosa huelga de hambre que protagoniza un puñado de jóvenes OTPOR en reclamo de una amnistía a favor de los mismos "presos políticos". "Operación Libertad", le llaman, y nada importa que los tales "presos políticos" sean en verdad ladrones o asesinos. Hoy por la mañana, Omar Barboza debe haberse despertado sin ningún sobresalto.

Mientras tanto, los cinco compañeros salvajemente agredidos ayer por su lucha contra los latifundistas, hoy amanecieron detenidos en el mismo retén policial. Sus nombres: Heber Montilla, Miguel Cáceres, Álvaro Molina, Deisy Guerra y Carmen Chinchilla. El primero, contra quien se ensañaron los funcionarios policiales, arrastrándolo por el pavimento, es vocero del Consejo Federal de Gobierno por el sector campesino del Sur del Lago.

Heber Montilla no sólo amaneció hoy escupiendo sangre. Además, se encontró con la sorpresa de que la Policía Regional del Estado Zulia le había sembrado un arma de fuego, y un tribunal pretende sentenciarlo a ocho años de cárcel. Que alguien me diga si Heber, Miguel, Álvaro, Deisy y Carmen no son presos políticos.

Omar Barboza volverá a dormir plácidamente esta noche. Se siente guapo y apoyado. Está convencido de que el Fundo El Banco seguirá formando parte del patrimonio de la familia Barboza. Tal vez volverá a soñar que lucha por la liberación de los "presos políticos". Mañana amanecerá risueño y orgulloso, porque en este país los verdaderos presos políticos, como los campesinos que luchan contra el latifundio, siguen siendo tratados como criminales.

17 de febrero de 2011

Contra el ombliguismo

Chávez no es la cabeza de la revolución bolivariana, sino su ombligo. Al menos eso es, tal parece, para muchos, de un lado y del otro del espectro político. Eso que muchos ven para no tener que mirar hacia delante, para no rendir cuentas y librarse de toda responsabilidad, para evitar el trance de pensar con cabeza propia. Lo que muchos señalan con el dedo en un intento desesperado por desviar la atención, para dejar hacer y dejar pasar.

Los hay quienes han acumulado todo su capital político repitiendo que Chávez es el responsable incluso del menor aleteo de una mariposa, de manera que cuando sobreviene alguna catástrofe natural, también es culpa de Chávez. Chávez el principio y el fin, el frágil orden y el pavoroso caos. Pero esto tiene su correlato entre los partidarios: Chávez como el principio sin fin, como única garantía de orden, no importa cuál sea. De un lado, el mico mandante. Del otro, mande, comandante, ordene.

Ni sol ni agujero negro. Pero hay quienes, dentro del bando llamado a empujar una revolución, truecan zambo por astro y rey, y el efecto no puede ser más pernicioso: un Chávez mito, perfecto, endiosado, infalible, lo más alejado posible de los simples mortales, agujero negro por donde se cuela toda la potencia, toda la energía, todo el combustible que debía propulsar la radicalización democrática de esta sociedad. Chávez reducido a ombligo sin fondo, sin pueblo, a despeñadero.

Se dirá que el antichavismo tiene una propensión inocultable e inevitable al ombliguismo: nunca resultó tan sencillo ir contra algo: basta que cualquier ladrón o asesino apunte al ombligo Chávez, para que los que están contra Chávez absuelvan a ladrones y asesinos. Se dirá que es menos fácil reconocer a los ombliguistas entre las filas revolucionarias. No lo es tanto: basta que sean objeto de alguna crítica, por más tímida o pertinente que sea, para que los personajes, apuntándose al ombligo, conviertan aquella crítica en un ataque despiadado contra Chávez. Si los ánimos se caldean, y el rumor de la protesta se convierte en estruendo, siempre será posible apelar al recurso retórico: es orden de Chávez. Del zambo líder al Chávez que, en boca de ombliguistas demagogos, termina avalando atropellos, vejámenes e injusticias.

El Chávez reducido a ombligo termina siendo la excusa perfecta para no avanzar. No sólo por obra y gracia de los demagogos, sino también por omisión: la de aquellos que no desean renunciar a la comodidad que supone que sea siempre otro, y siempre el mismo, el que haga el trabajo por ellos. Si algo sale mal, o avanza lento, la culpa es del ombligo.

Chávez mismo, cómo no, también se distrae con su propio ombligo. Se equivoca, lo hace mal. Es responsable de errores. Cada cual puede hacer su balance: cuánto hemos avanzado en la destrucción del viejo Estado burgués, corrupto y esclerosado; cuánto hemos avanzando en la construcción de nueva institucionalidad; cuánto hay de retórica en el discurso sobre el socialismo y cuánto de concreción; cuánto hemos avanzando en la construcción de poder popular no tutelado ni cooptado; cuánto sí, cuánto no, y todo cuanto haya que sumar a la lista. Vamos a darle: interpelemos al zambo.

Pero una cosa es igualmente cierta: yo no voté por Chávez para que hiciera la revolución por mí, para que pensara por mí, para que construyera por mí. Una revolución no se hace mirándose al ombligo. No me siento responsable ni cómplice de los que se lucran en nombre de la revolución. Ni de la palabrería de los discurseros ni de la mediocridad de los mediocres. Pero es igualmente cierto que cada espacio que usurpan es un espacio que no hemos sabido defender ni reconquistar. Hay quienes confunden revolución con espectáculo, y alientan la pasividad y la desmovilización. De nosotros depende, principalmente, asumir el papel de actores de reparto o el protagonismo. Romper los hilos, movilizarnos, sacudirnos la modorra.

El movimiento popular no puede sentarse a esperar que el zambo construya movimiento popular. Intelectuales, artistas, poetas, cultores, escritores: aquí afuera hay un pueblo que bulle, reclama, se estremece y convoca. Hay mucho funcionario que alienta y acompaña las luchas populares, pero muchos otros hace tiempo que renunciaron al criterio propio: alguien más, siempre el mismo, debe tomar la iniciativa, decir lo que está bien y lo que está mal. No son pocos los sujetos y las luchas que permanecen en la oscuridad durante años, como si estuvieran condenados al ostracismo, hasta que viene Chávez y se ocupa del asunto, y un buen día todos somos Pobladores, campesinos, trabajadores, motorizados, buhoneros o indígenas. Basta que el zambo voltee la mirada para que todos volvamos a ser nadie, el ojo propio siempre puesto en el ombligo.

Mucho se habla de la necesidad de dirección colectiva, y la demanda es absolutamente pertinente. Pero no pocas veces actuamos como si la construcción de tal dirección fuera obra de un solo hombre, y no obra colectiva. Como tierra árida, esperando, resignadamente, que alguna vez llueva socialismo. O más democracia. Se nos olvida que una revolución supone conflicto, transgresión, insumisión, rebeldía.

Interpelemos al zambo, claro que sí, pero también a los ombliguistas, donde quiera que se encuentren. Dejemos de mirarnos el ombligo.

10 de febrero de 2011

(Serie música) No compares: esto es Campesinos Rap

Los escuché por primera vez en noviembre de 2010, vía Facebook, cortesía de Sara Hebe, rapera argentina, y desde entonces les sigo la pista. El mayor de ellos, de apenas 23 años, se llama Reinaldo Rivas, quien hace dúo con Pablo Cardoza, de 21. Vaya, escúchelo, disfrútelo o ponga cara de escándalo: lo que suena es Campesinos Rap, Hip Hop proveniente de Elorza, estado Apure.

No apto para oídos delicados, Campesinos Rap es puro liriqueo campesino, hecho a contravía de quienes idealizan, restándole toda su potencia, al llano venezolano. Intelectuales de izquierda y demás mojigatos, temblad: esto también es arpa, cuatro y maraca. Invéntense otra que no sea decir que eso es música del Imperio. Suenan a disco rallado.

No compares, canción emblemática de los elorzanos, y tal vez la que más ha sonado por Caracas, se las canta todas en una sola pieza: "… Machete con garabato y alpargata con espuela / represento desde Elorza lo más criollo e Venezuela / Si tú te crees campesino dejesé vení a mi escuela / donde abunda garrapata y me chupan las sanguijuelas… Si usté se deja vení para mi tierra lo invito / pa que coma morrocoy, cachapa y coporo frito / Como Elorza nunca hay y sus mujeres tan bellas / de poetas ni de se diga todos han marcado huella… Elorzano puro llano lo más criollo del mapa / jalenmé la camoruca arpa cuatro y maraca / con mi letra campesina les zumbo guasacaca / no compares con el llano Maracay ni Caracas… Nos resteamos desde el llano haciendo un rap venezolano / oiga tome tenga venga a mi escuela pa que aprenda / Nos tragamos una pista escupiéndola rimamos / con poesía filosofía como quieras primo hermano / Desde Elorza galopando sin mucha ropa sin mucho escándalo / con nuestras rimas campesinas representando a nuestro llano / No compares a Caracas Maracay contra mi llano / diciendo ser campesino toda esa cuerda de sifrinos / Esto es Hip Hop venezolano pa la calle pa mi barrio / tome y lleve pa su casa a lo criollo rap del llano / Nos metimo en la melaza desde el micro se desplaza / dos rapers de mera raza gallos puros de siete plazas / De lo más limpio sale un tigre de lo más seco sale un caimán / desde Elorza tú o yo con la potencia lirical / Criollo humildes y sencillos demostrando una vez más / que estas tierras se respetan a la hora de rimar…".

El pana Roberto Díaz, productor musical del dúo, e integrante de Hip Hop Revolución, me comenta que están trabajando para grabar su primer disco, en marzo próximo. Andan buscando apoyo para reproducir al menos unos mil. Roberto no sabía siquiera que existiera algo llamado Centro Nacional del Disco. Talento abunda: en los llanos de Apure, en los barrios de Caracas, y en toda Venezuela. Sólo hay que aguzar las orejas.


7 de febrero de 2011

"La invisibilización de la crítica produjo mucho daño a la revolución" (entrevista en Correo del Orinoco, 6 de febrero de 2011)

(Esta entrevista, realizada por Vanessa Davies, fue publicada el domingo 6 de febrero en La artillería, el suplemento dominical del Correo del Orinoco.

Salud).

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¿Se siente corresponsable de la revisión emprendida dentro del PSUV?

Sí, pero sólo en la medida en que la postura pública que he asumido intenta resumir y transmitir las críticas, propuestas y también el malestar de muchísimos compañeros y compañeras que militan en el partido, o que militan en la revolución bolivariana sin pertenecer al partido, y para los cuales resultaba tan evidente la necesidad de esta revisión, que no podían comprender por qué se seguía postergando. Es decir, mi voz es sólo una de muchas, y sólo tiene importancia en la medida en que contribuye a la multiplicación de voces.

A su juicio, ¿el PSUV se había apartado del pueblo?
Sí, definitivamente. En primer lugar se produjo un peligroso distanciamiento entre los órganos de dirección y las bases del partido. Luego, entre el partido y el pueblo. Terminó imponiéndose la lógica del partido/maquinaria, según la cual el propósito fundamental del partido es ganar elecciones, sin importar si se recurría a prácticas clientelares o simplemente demagógicas. Se fue acentuando la tendencia a la burocratización de la política. El partido se fue desvinculando progresivamente de las luchas populares, desconociendo la existencia del movimiento popular. Aquí llegó a suceder, por ejemplo, que el movimiento popular organizaba alguna manifestación, y el partido intentaba persuadir a su militancia para que no asistiera, u organizaba alguna movilización paralela. Esa soberbia, ese chantaje, esta suerte de pulsión por monopolizar la política revolucionaria produjo un daño terrible al movimiento popular, y los resultados los vemos ahora: desmovilización, desarticulación e incluso hastío por la política. Todo eso se hacía en nombre de Chávez. Lo peor es que el partido/maquinaria ha demostrado que no es capaz siquiera de ganar elecciones, y es normal que así sea: el pueblo que sigue a Chávez insurgió más de una vez contra esa forma de hacer política, y lo seguirá haciendo. No comparto la conseja de que nuestros resultados electorales, en los casos en que han sido adversos, se explican por la falta de formación política del pueblo. Al contrario, creo que la mayoría de nuestro pueblo tiene bastante claro a qué políticos rechaza y cuál es la política que desea hacer. Es el partido el que tiene que ponerse a la altura del pueblo.

¿Se puede hablar de una resurrección de los partidos políticos de la cuarta república por los errores del partido de la revolución?
Hasta donde yo he avanzado en el análisis, la pérdida de apoyo a la revolución bolivariana no se ha traducido en un incremento del apoyo a la vieja clase política. Ese es el gran problema de la oposición: que ninguno de sus partidos goza de verdadero respaldo popular. Hasta ahora no existe algo como migración de la base social del chavismo a las filas de oposición, y si existe, es poco significativa. Sin embargo, también es cierto que el voto contra Chávez viene creciendo lenta, pero sostenidamente. No son datos en absoluto contradictorios: hay que recordar que en cada contienda electoral se incrementa el número de votantes. El voto opositor es constante, y se incrementa con el padrón electoral, mientras que el voto del chavismo es variable: sube, baja, vuelve a subir. Este cuadro de fuerzas, digamos, es lo que explica el esfuerzo que realiza una parte de la oposición para desplegar un discurso "social", intentando apropiarse de algunas ideas-fuerza del discurso chavista: participación, poder popular, etc. Después de las elecciones parlamentarias, parte de la oposición está convencida de que puede ganarse el apoyo de parte de la base social del chavismo, imprescindible para poder derrotar a Chávez en 2012.

¿Las líneas estratégicas del PSUV recogen o no recogen lo que usted había planteado en sus reflexiones?
Sí, recogen parte de lo que he venido planteando, pero más allá de esa coincidencia, el documento desarrolla otras líneas de análisis que considero imprescindibles. En el punto cuatro, por ejemplo, se lee que el partido "no puede ser identificado como una suerte de apéndice del Estado, sino como un instrumento que acompaña al pueblo en sus luchas". La no demarcación de una clara línea infranqueable entre partido y Estado es la fuente de muchos vicios políticos: clientelismo, asistencialismo, sectarismo, nepotismo y corrupción. Un partido que se confunde con el gobierno, es un partido imposibilitado para impulsar el control popular de la gestión. Lo hemos visto con las elecciones primarias: candidatos impuestos por gobernadores o alcaldes, cuando las candidaturas de un partido revolucionario deberían provenir de las bases. El detalle está en que se deben crear las condiciones para que las bases realmente tengan voz y voto.

Usted hace alusión al chavismo originario. ¿Qué es, en su opinión, el chavismo originario? ¿Es posible recuperarlo?
Esto del "chavismo originario" se presta a muchos equívocos. No creo, y nunca ha sido mi intención plantear que exista algo parecido a una "esencia" del chavismo que tendríamos que recuperar para resolver todos nuestros problemas. En todo caso, me refería a la necesidad, por ejemplo, de recordar que el chavismo de los primeros años no ocultaba su profunda desconfianza hacia los partidos. El chavismo insurgió contra la partidocracia, e incluso contra la izquierda tradicional, contra su dogmatismo y su cortedad de miras. Entonces, cuando hablaba de "chavismo originario" quería llamar la atención sobre los riesgos que implicaba el singular proceso de "partidización" del chavismo, sobre todo de 2007 para acá, y que a mi juicio terminó expresándose en el disciplinamiento forzoso de un conjunto de sujetos realmente bravíos e insumisos. Muchos compañeros y compañeras temían este desenlace, y no se incorporaron al partido. Sobre ellos llovieron infinidad de acusaciones: traidores, anarcoides, etc. A estas alturas, pienso que ha quedado suficientemente claro que el chavismo no es una masa uniforme que se viste de rojo para asistir a una concentración, que es el sueño de los partidarios de la lógica del partido/maquinaria: el chavismo como masa de maniobra. También ha quedado claro que hay chavismo más allá del partido. Hay compañeros que incluso prefieren no hablar de chavismo, lo que no implica que no sean revolucionarios, y pienso que están en todo su derecho.

Usted habla de repolitización. ¿Cómo entiende esa repolitización? ¿Vale para el PSUV, vale para la oposición?
La repolitización tiene que ver principalmente con la gestión de gobierno, más que con el partido. Hay múltiples evidencias de un importante giro discursivo opositor desde 2007, luego del abrumador triunfo de Chávez en las presidenciales de 2006. Desde entonces, y progresivamente, buena parte de la oposición fue dejando de lado el discurso confrontacional y violento, y se concentró, sobre todo, en la crítica de la gestión de gobierno. Esta táctica discursiva adquirió mayor fuerza en 2008, luego del intento frustrado de aprobar una reforma constitucional. Para la oposición, lo que había sido derrotado era el socialismo. Según el discurso opositor, el socialismo implicaba un "exceso" ideológico, una abstracción, que no contribuía en nada a la resolución de los problemas concretos de la población. Si a ese "exceso" de ideología le sumas la denuncia de la ineficiencia gubernamental, tienes el núcleo del discurso opositor desde entonces. ¿Cuál es el problema? Que el gobierno tardó mucho tiempo en descifrar este importante giro táctico discursivo. Al contrario, respondió "gestionalizando" la política, concentrando casi todo el esfuerzo en "demostrar" los logros de la revolución bolivariana, pero sobre todo, y aquí está la clave, invisibilizando la crítica popular, las demandas y luchas populares. Es completamente cierto que el gobierno está en la obligación de difundir sus logros, y es igualmente cierto que la oposición es incapaz de reconocer cualquier logro gubernamental, que además son muchos. Lo que no puede hacerse, en ningún caso, es condenar y despachar la crítica popular, bajo el argumento de que así se le dan armas al enemigo. La invisibilización de la crítica produjo mucho daño a la revolución. En la medida en que Chávez retoma la interpelación popular, promueve, atiza e instiga la crítica popular de la gestión de gobierno, en esa medida está repolitizando la gestión.

¿Cómo entiende la repolarización en el contexto de una sociedad en la que supuestamente hay chavismo-antichavismo y ni-ni?
Cuando hablo de repolarización, de la necesidad de reconocer, para ser capaces de superar, la crisis de polarización chavista, me refiero al conjunto de tácticas orientadas a recuperar los mecanismos de interpelación mutua entre Chávez y la amplia base social del chavismo, pero también entre el gobierno, el partido y el pueblo. ¿Por qué crisis de polarización? Justo porque se desestimó, durante un buen tiempo, el peso, la importancia de la interpelación popular. La crítica fue silenciada, muchos problemas fueron invisibilizados, y eso produjo malestar, hastío, desmovilización popular. Contrario a las interpretaciones interesadas que se hacen desde la oposición, la idea de repolarización no implica promover el "odio de clases", ni nada por el estilo. Se trata, en primer lugar, de profundizar la democracia a lo interno del chavismo: que Chávez mande obedeciendo, que el gobierno se abra a la interpelación popular, que las bases adquieran protagonismo en el partido. Es en este sentido que hablo de radicalización democrática: el chavismo constituye, sin duda, la principal fuerza política del país, y todo lo que apunte a su democratización, contribuirá no sólo a su consolidación como fuerza política, sino a la democratización de la sociedad venezolana. El antichavismo, o una parte de la oposición, lo sabe muy bien, y por eso ha emprendido su propia táctica de repolarización: adoptando un discurso "social", reivindicando, incluso, al "poder popular", o la necesidad de "diálogo", en contraste con el "odio de clases" que supuestamente promueve Chávez. De esa manera intenta sumar fuerzas, captando parte del chavismo descontento. No te extrañe que los veamos hablando, muy pronto, de interpelación popular.

Usted dice que es un error enfrascarse en una pelea con la partidocracia. ¿Puede un partido político como el PSUV no ser parte de la partidocracia?
En primer lugar, el conflicto contra la partidocracia es inevitable. En segundo lugar, el PSUV está en la obligación de no reproducir la misma vieja lógica excluyente y anti-popular de la vieja clase política. A lo que me he referido en varias oportunidades, es a la necesidad de no enfrascarnos en una pelea sorda e inútil con la oposición. La pelea tiene que ser en primer lugar con el pueblo y junto al pueblo. Para ilustrarlo, podríamos hablar de nuestros medios públicos: durante mucho tiempo hemos concentrado demasiado esfuerzo en desmontar las "matrices" de los medios antichavistas, mientras se invisibilizan las demandas populares. Hablemos ahora de la Asamblea Nacional: tanta expectativa con la primera intervención de María Corina Machado, y resultó un completo fiasco. Nadie, o muy poca gente, está pendiente de lo que tienen que decir los diputados de Acción Democrática. La Asamblea tiene sentido en la medida en que funciona como caja de resonancia de las luchas y demandas populares. De lo que se desprende que la prioridad de nuestros diputados no puede ser responderle a los copeyanos, que no sé si tienen diputados en la Asamblea, sino hacer realidad la consigna del pueblo legislador. Caso contrario, nuestro pueblo le dedicará a nuestros diputados la misma atención que le dedica a Andrés Velásquez: ninguna. Igual sucede con los medios públicos: háblame de Leopoldo Castillo, está bien, pero primero que nada del barrio, de los jóvenes, de las cárceles, de los policías, jueces y fiscales corruptos. Pongamos por caso un eventual debate sobre la Ley de Arrendamientos: son millones las familias venezolanas que viven alquiladas. Ese sería, sin duda, un debate que despertaría su interés. Más que ostentar la mayoría, nuestros diputados deben ejercerla. Ser mayoría. Pero eso sólo es posible escuchando a las mayorías populares, y eso incluye a los venezolanos y venezolanas que están contra Chávez.

2 de febrero de 2011

Doce años

La noche del 6 de diciembre de 1998, conocidos los resultados de las elecciones presidenciales, fui testigo y partícipe de una de las demostraciones de júbilo popular más impresionantes que me haya tocado vivir. Era una mezcla de satisfacción y sorpresa: supongo que muchos sospechábamos que la vieja partidocracia recurriría a cualquier trampa para impedir la victoria de Chávez. Hacía mucho que habíamos dejado de creer en los políticos, en los partidos. El zambo vendría a saldar cuentas con todo aquello, o al menos eso era lo que encarnaba entonces. Pero además, sorpresa porque, con la fiesta colectiva, vino el descubrimiento, el reconocimiento igualmente colectivo de que no éramos pocos. En última instancia, comenzábamos a tener la certeza de que habíamos reunido la suficiente fuerza como para derrotar a los viejos partidos.

Entonces vivíamos alquilados en Residencias Tiuna, en Los Teques, justo al lado de los bloques de El Encanto. Recuerdo claramente que se hablaba poco de política, lo que es mucho decir de una ciudad en permanente estado pre-insurreccional durante los primeros noventa. Mucha rebeldía popular, mucha sangre, muerte y represión salvaje recorrieron y salpicaron esas calles. La política casi había desaparecido del espacio público, no sólo por hastío o desinterés, sino también por miedo. Teníamos el miedo metido en el cuerpo.

Recuerdo también que el hartazgo popular llegó a extremos insospechados cuando el entonces candidato presidencial de Acción Democrática, Luis Alfaro Ucero, incurrió en un acto del mayor cinismo: pretendió pedirle perdón al pueblo venezolano, por los errores cometidos durante décadas. La respuesta, en las calles, en las camioneticas, no se hizo esperar, y osciló entre la burla y la rabia. ¿Ahora sí van a pedir perdón? Comenzaba a romperse el silencio.

Por último, recuerdo un episodio que presencié muy pocos días después de la victoria de Chávez, sólo en apariencia insignificante: iba en camionetica, por Cabotaje, ya cerca de la casa, cuando se montó un tipo con boina roja. "¿Me da la cola compatriota?", le preguntó al camionetero. El compatriota le dio la cola. Es posible que el tipo de la boina roja no tuviera para pagar el pasaje, como me ha pasado a mí y le ha pasado a usted. Pero es imposible saberlo: simplemente no creyó necesario ofrecer explicación alguna. Quizá pensó que bastaba con llevar boina roja y emplear la palabra de moda.

A propósito de estos doce años de revolución bolivariana, es preciso recordarlo: hay mucho "compatriota" que se disfraza de rojo para no tener que pagar pasaje, o para pagar y darse el vuelto. Cuidado: hace mucho que no les tenemos miedo.