27 de octubre de 2010

Repolitizar los medios públicos

Situación 1: Ocurrió pocos días antes de las elecciones parlamentarias, durante la emergencia provocada por las fuertes lluvias sobre Caracas. Parroquia Antímano. El gobierno nacional acude en auxilio de las víctimas. VTV llega hasta el lugar. Algún funcionario hace evaluación de los daños: familias en riesgo, etc. Le toca hablar a los afectados. Es una mujer de treinta y tantos años. Su rostro está horadado por el cansancio, que reflejan sobre todo sus ojos. Pero permanece firme, ayudando a los suyos. Ella simboliza a la comunidad organizada. En circunstancias tan adversas, es mucho lo que tiene que decir. Micrófono en mano, transmisión en vivo, el periodista quiere conocer su opinión sobre las gestiones que viene realizando el gobierno en el lugar de los hechos. La mujer le responde, palabras más, palabras menos, que está de acuerdo, pero reclama que la comunidad venía alertando… El periodista interrumpe la exposición. Insiste: quiere saber qué opina la mujer sobre la gestión de gobierno. Ésta ensaya una segunda respuesta, algo confundida. Desea, sobre todo, relatar la tragedia que han vivido, explicar cuáles son los problemas de la comunidad, pero la oportunidad no llega. El periodista insiste por tercera vez. Entre resignada y molesta, la mujer termina cediendo: se limita a agradecerle a Chávez por no dejarlos solos.

Situación 2: La mañana del lunes 18 de octubre, el hermano jesuita José María Korta inicia una huelga de hambre en pleno centro de Caracas, a pocos metros de la Asamblea Nacional. Entre otros puntos, demanda la "libertad inmediata para Sabino Romero Izarra y demás presos yukpas recluidos en la Cárcel Nacional de Trujillo". En comunicado público, expresa sus sentimientos de "gran admiración" por las "expresiones orales" del Presidente Chávez "respecto a su política indigenista". Pero advierte: "Hacen falta políticas públicas indígenas 'desde abajo'… como mecanismo de apropiación del derecho por parte del sujeto social. Es necesaria la desestatización de lo indígena. El derecho a la demarcación no es otra cosa que el derecho a la tierra y todavía, después de once años de Gobierno Revolucionario, no se ha podido concretar”. Inexplicablemente, los medios públicos guardan silencio. (¿Salvo algunas excepciones? No tengo conocimiento de ellas). En contraste, varios medios privados cubren la noticia. Sólo un par de ejemplos: el jueves 21 de octubre, el programa Radar de los Barrios (que transmite Globovisión) incluye un segmento en que el conductor del programa (devenido en improbable aliado de la lucha indígena) confraterniza con el hermano Korta. El mismo día, el diario El Nacional (a cuyos dueños les importa un pepino la suerte de los yukpas) reseña la noticia en primera plana.

El Nacional, primera plana, jueves 21 de octubre de 2010. La noticia de la huelga de hambre del hermano Korta reseñada debajo del titular central.

El Nacional, jueves 21 de octubre de 2001. Detalle de la nota: "Dar la vida es un regalo".

Pudieran citarse varias situaciones análogas, pero las circunstancias exigen concisión. Además, ambas son suficientes para ilustrar lo que podría denominarse la gestionalización de la política comunicacional. A grandes rasgos, ésta se expresa de dos formas:

1) en la primera situación, el esfuerzo está concentrado, exclusivamente, en "demostrar" el esfuerzo que sin duda realiza el gobierno bolivariano para atender una emergencia social. Sin embargo, el pueblo organizado no aparece como sujeto político, que trabaja junto con el gobierno, sino como objeto de la asistencia oficial. Los medios públicos dan voz al pueblo, pero esta voz se ve forzada a "traducir" la línea oficial, se ve obligada a adecuarse a ella, cuando debería ser a la inversa: a través de los medios públicos debería expresarse la línea popular, sus demandas, sus problemas y sus propuestas;

2) en la segunda situación, desaparece la voz popular. Los sujetos políticos populares son, simplemente, invisibilizados. La lógica sería más o menos la siguiente: darle voz a la protesta popular supondría dejar en evidencia los errores de la gestión del gobierno bolivariano. Equivaldría, por tanto, a darle armas al enemigo, que ha hecho de la crítica de la gestión el puntal de su discurso. En casos extremos, se visibiliza a los actores de la protesta, pero criminalizándolos: infiltrados, anarcoides, etc. Mediante la sanción moral, se intenta deslegitimar las causas de la protesta.

En la primera situación, nuestros medios públicos han desperdiciado una extraordinaria oportunidad para que el pueblo se exprese sin cortapisas. El pueblo chavista de Antímano ya no debe luchar sólo contra los estragos de la lluvia, sino además sobreponerse a la frustración que produce la imposibilidad de decir todo lo que tiene que decir. De la frustración al hastío hay un solo paso. El hastío, que significa desmovilización y desinterés por la política, es también una forma de protesta.

La segunda situación expresa más bien una absoluta falta de sentido de la oportunidad. Las implicaciones de ésta son más graves, sus efectos políticos más duraderos: bajo el pretexto de no darle armas al enemigo, terminamos cediéndole el campo de batalla. El terreno que conceden nuestros medios públicos es ocupado por los oportunistas y demagogos. Cierto: el pueblo no habla a través de los medios antichavistas, son las elites las que pretenden hablar a través de él. Las mismas que durante todos estos años han emprendido una feroz campaña de criminalización del chavismo popular. El mensaje siempre es el mismo: "El poder popular de que habla el gobierno es pura paja". Pero la clave es ésta: a un cierto apaciguamiento de la línea orientada a la criminalización del chavismo, va unido un interés creciente por visibilizar las demandas populares. Ésta es una variante del giro táctico del discurso opositor desde 2007, pero esto es algo que ya he intentado desarrollar en otros artículos, y no es mi intención insistir en el punto, sino en lo siguiente: el oportunismo de los medios antchavistas es la consecuencia inevitable de nuestra falta de sentido de la oportunidad. Mientras el antichavismo "dialoga" (repolariza) con el chavismo popular, los medios públicos le retiran la voz.

Frente a este cuadro, ¿cómo repolitizar los medios públicos? En adelante algunos aportes para la discusión:

1.- Lo primero que habría que terminar de entender es que no se trata de un problema de gestión, sino de un asunto político. Talento sobra en nuestros medios públicos, lo que falta es ponerlo al servicio de una política comunicacional orientada a la radicalización democrática de la sociedad venezolana. No se trata de cargos, ni de puestos (otra expresión más de la burocratización de la política que golpea a la revolución bolivariana), sino de política. Se trata de entender que hemos perdido demasiado tiempo en mezquindades y ruindades, postergando la discusión sobre los medios públicos que necesita la revolución bolivariana; apelando a la descalificación, y en algunos casos incluso a la criminalización (es el caso de la lucha de los trabajadores de Ávila TV), con la intención no sólo de eludir la discusión política, sino de preservar cuotas de poder. Ya basta de mirarnos el ombligo, es tiempo de volver a la calle.

2.- Si de "logros" se trata, no hay logro más importante que la participación popular. Insisto: el mayor aporte del chavismo a la sociedad venezolana fue la incorporación de las masas populares a la lucha política. Nuestros medios públicos deben funcionar como cajas de resonancia de las luchas populares. Lo contrario es traicionar el legado del chavismo originario. Esto supone, por supuesto que sí, hacer visible la relación conflictiva entre pueblo y burocracia (incluida la comunicacional). Pero una revolución no se plantea el falso dilema: pueblo o burocracia. Opta por el primero, en cada circunstancia. Las demandas populares, sus problemas, sus críticas (incluso contra los atropellos de la burocracia) deben aparecer en nuestros medios, antes que en cualesquiera otros.

3.- Lo anterior implica que nuestros medios públicos no pueden seguir concentrando tanto esfuerzo en "desmontar las matrices" de los medios antichavistas. De nuevo: la tendencia es a interpretar esta postura como un ataque despiadado e injustificado contra ciertos espacios televisivos. Al contrario, lo que planteo es la necesidad urgente de balance: ¿de qué vale una programación orientada a la crítica de medios, si no hay espacios para que el pueblo cuestione a los medios antichavistas, pero también a los medios públicos, y en general para que señale nuestros logros y aciertos, así como nuestras fallas y errores? Se habla mucho de usuarios y usuarias de medios públicos, pero una programación concentrada exclusivamente en divulgar los logros de la gestión del gobierno bolivariano y en la crítica de medios, supone una concepción según la cual el pueblo no es sujeto de la política, sino objeto, receptor pasivo, actor de reparto.

4.- Se habla mucho de usuarios y usuarias de medios públicos, pero lo cierto es que no hay medios públicos sin público. ¿Cuáles son los usuarios y usuarias de medios que nadie o muy poca gente ve o escucha? En este caso, la tendencia es a descalificar esta postura con el pretexto de que estamos sugiriendo implícitamente que nuestra televisión, por ejemplo, debe parecerse a Venevisión. Cuánta cortedad de miras. Mientras tanto, poco importa si nuestro mensaje no llega a ninguna parte. Lo peor del caso es que esta tendencia disimula un profundo menosprecio por nuestro pueblo, vuelve a reducirlo a receptor pasivo y acrítico. El problema sería el pueblo "alienado", que se refugia en masa en la programación de Venevisión y Televen, jamás la ausencia de una oferta alternativa: popular, revolucionaria, audaz, creativa. Frente a las narconovelas, "ideología" y crítica de Globovisión. Con razón nadie nos ve. Pero no lo digas muy duro: quedarás como un defensor de las narconovelas.

5.- Habría que leer y releer las palabras de Jesús Martín Barbero: "... la mayoría de nuestros intelectuales en América Latina sigue pensando que los gustos populares no son gustos. Y lo que no es el gusto de la burguesía y de la distinción no es el gusto. Y esto pasa con gente muy de izquierda; el gusto popular les da asco, y el asco es del estómago. Los intelectuales legitiman con toda una verborrea discursiva lo que es del estómago. En Colombia logramos por primera vez que el Ministerio de Cultura haga una encuesta nacional sobre consumos culturales. Esto significaba salir de la visión ilustrada, paternalista de que hay gente que sabe lo que el pueblo necesita y punto. Así como los medios te engañan diciéndote: 'yo sé lo que la gente sabe', los intelectuales llevan siglo y medio diciendo que ellos saben lo que la gente necesita, que es aún peor. Entonces, se hace esa encuesta, y se rasgan las vestiduras porque el acontecimiento cultural más importante para la mayoría de los colombianos es el reinado de belleza de Cartagena. En lugar de preguntarse qué significa eso, de dónde viene, con qué tiene que ver, dicen: 'este país es una mierda, un país donde el hecho cultural es el reinado de belleza, no es un país'... En ese sentido, para mí el escándalo es la incapacidad de los intelectuales para dejarse desestabilizar por la encuesta y salir de su castillo desde el cual ellos dicen cuál es el cine que tiene que gustar, cuál es la música que tiene que gustar, cuáles son los libros que tiene que leer la gente. Estamos atrapados. Los medios dicen: 'nosotros le damos a la gente lo que la gente quiere', y los intelectuales dicen 'los medios no le dan a la gente lo que la gente necesita'. ¿Y qué es lo que la gente necesita?".

6.- ¿Qué es lo que los jóvenes de nuestros barrios populares "necesitan"? Pero hablemos de datos gruesos: ¿sabía usted que, según cifras oficiales, el 64,1% de la población venezolana tiene 34 años o menos, y 56,5% tiene 29 años o menos? ¿Cuál es el mensaje que le estamos transmitiendo a ese público? Más aún: ¿los jóvenes de los barrios populares hablan a través de nuestros medios públicos? ¿Seguiremos permitiendo que nuestra revolución envejezca prematuramente, defendiendo a capa y espada la idea anacrónica y conservadora de que los gustos populares de nuestros jóvenes no son gustos, y lo que corresponde, por tanto, es "enseñarles" cuál es la televisión y el cine que tienen que ver, cuál es la música que tienen que escuchar y cuáles son los libros que tienen que leer?

Mientras avanzamos en la discusión (que no puede seguir postergándose), ¿por qué no pensar, por ejemplo, en la creación de una escuela de medios, que incorpore a trabajadores de los mismos medios públicos, donde se trabaje en una programación (sin excluir ningún formato) que responda a las exigencias de la radicalización democrática de la sociedad venezolana? Si avanzamos a paso firme, podríamos obtener resultados a corto plazo.

26 de octubre de 2010

Así se gobierna socialistamente: Frente a la emergencia habitacional, las organizaciones sociales se pronuncian por el hábitat popular

Mañana miércoles 27 de octubre de 2010, los Campamentos de Pioneros, los Comités de Tierra Urbana, la Red Metropolitana de Inquilinos, Conserjes Unidos de Venezuela, Ocupaciones Organizadas del Centro de Caracas y otras organizaciones de familias sin techo, se movilizarán al Ministerio del Poder Popular para la Vivienda y el Hábitat con el objetivo de manifestar públicamente su apoyo a las medidas anunciadas por el Presidente Chávez, a raíz de la emergencia habitacional ocasionada por las fuertes lluvias en la ciudad de Caracas y otras regiones del país, y solicitar la participación de las organizaciones sociales en el Plan de Vivienda planteado por el gobierno bolivariano para los próximos 10 años.

La concentración será desde las ocho de la mañana en la Plaza Brión de Chacaíto, para de ahí partir en una caminata hasta la sede del Ministerio, donde se hará lectura y entrega de un comunicado público.

Este comunicado (abajo) tiene la virtud de ofrecer algunas pistas que nos permitirían despejar la incógnita: ¿qué significa gobernar socialistamente? El aporte decisivo que están haciendo las organizaciones populares que se movilizarán mañana es ofrecernos un ejemplo concreto de lo que significa la repolitización de la gestión: gobierno y pueblo organizado trabajando juntos en la resolución de problemas concretos. Eso es creación de nueva institucionalidad democrática, autogobierno popular y políticas orientadas al fortalecimiento del poder popular. En suma, esto es lo que significa la radicalización democrática.


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FRENTE A LA EMERGENCIA HABITACIONAL:
¡Las organizaciones sociales nos pronunciamos por el hábitat popular!
Caracas, 27 de octubre de 2010

Hoy, diferentes organizaciones sociales que luchamos por el derecho al suelo urbano, una ciudad justa e incluyente, y el hábitat y la vivienda popular, queremos manifestar públicamente nuestro más contundente apoyo a los anuncios realizados por nuestro Comandante Presidente en la búsqueda de resolver de manera definitiva el "drama habitacional" que nuestro país y nuestras ciudades heredaron de la IV República.

La emergencia en la que hoy nos encontramos miles de familias de los sectores populares de Caracas, no es más que el resultado de décadas de exclusión social y segregación espacial a la que hemos sido sometidos como pueblo por la sociedad capitalista, la cual nos ha negado históricamente la posibilidad de acceder a un lugar digno donde habitar en la ciudad, reservando a través de los mecanismos del mercado los mejores terrenos y espacios para el negocio inmobiliario y de la vivienda. Afirmamos que si se mantienen intactos los mecanismos del mercado capitalista, nunca podrá ser resuelto de manera estructural este problema social. Proponemos que la emergencia habitacional decretada por nuestro Comandante debe ser permanente e indefinida, ya que esta situación se repetirá con cada periodo de lluvias, y no sólo debe ser un problema de Estado, sino también un problema de la Revolución, abriendo el camino a la implementación de políticas socialistas que permitan resolver de forma definitiva el drama de los excluidos urbanos.

En este sentido, creemos que los anuncios hechos por el Comandante, además de resolver de manera coyuntural la emergencia en la que se encuentran nuestras familias que han quedado sin vivienda, apuntan estratégicamente en la dirección correcta. Aun cuando muchas de las familias que han quedado damnificadas en esta oportunidad deben abandonar su comunidades de origen para trasladarse fuera de la ciudad, rompiendo con sus relaciones básicas de subsistencia y vida; el Plan de Viviendas anunciado para Caracas y otras grandes ciudades del país para los próximos 10 años, marca un giro en la política de vivienda histórico: la solución al problema de la vivienda de los sectores populares está dentro de la ciudad y no fuera de ésta, como siempre quisieron hacernos ver las clases dominantes enemigas del pueblo. Esto ratifica lo que desde hace varios años venimos sosteniendo los movimientos populares que luchamos por el derecho a la ciudad: en Caracas existen suficientes espacios vacíos y ociosos, en zonas seguras y dotadas de servicios básicos, como para resolver el déficit habitacional de sus habitantes, sin necesidad de "expulsarnos" sistemáticamente a ciudades dormitorio y otras partes del país.

La iniciativa presidencial de formular una Ley que permita rescatar esta gran cantidad de terrenos urbanos ociosos, para ponerlos al servicio de una política de vivienda y hábitat para los sectores populares, es un hecho que aplaudimos y apoyamos de manera contundente. Desde nuestras organizaciones hemos venido dando la batalla por el acceso al suelo, y hemos formulado propuestas de políticas y marcos jurídicos que permitan avanzar en la lucha contra la especulación inmobiliaria y el latifundio urbano, y nos ponemos a la orden de la Revolución para participar en el diseño e implementación de esta política. Creemos que es imprescindible que cualquier instrumento legal que se formule en esta dirección, combata de raíz las lógicas impuestas por el mercado capitalista inmobiliario al suelo urbano y la vivienda, para evitar el riesgo de seguir enriqueciendo a los sectores sociales causantes de los males de nuestro pueblo. El suelo, así como lo es el aire y el agua, es de naturaleza social, y debe cumplir una clara función social a fin de satisfacer las necesidades de las grades mayorías excluidas, por encima de las ambiciones mercantilistas de una minoría inescrupulosa, contrarrevolucionaria y apátrida de propietarios inmobiliarios.

Por otro lado, solicitamos que se abra un espacio para la participación popular en la concreción del Plan de Viviendas. No creemos que con las viejas herramientas del capitalismo, las empresas constructoras que históricamente han explotado al pueblo en función del negocio de la vivienda, puedan cumplirse las metas que ha puesto nuestro Presidente. El gran constructor de viviendas en Venezuela ha sido el propio pueblo, quien, donde pudo, como pudo y con los recursos que tenía, sin ningún apoyo del Estado burgués o el sector privado, construyó el 70% de las viviendas del país. Nuestro comandante regresa de una importante gira internacional donde consiguió el apoyo de países aliados y hermanos para cumplir esta gigantesca tarea, ahora bien, las organizaciones sociales que luchamos por el derecho a un hábitat y vivienda dignos queremos ofrecerle también nuestro apoyo con alternativas populares y socialistas para la producción social del hábitat.

Desde hace varios años hemos venido organizándonos y proponiendo políticas que nos permitan participar de manera directa en la solución a nuestra necesidad de una vivienda y hábitat, no queremos seguir siendo un problema y una carga para el Estado, tenemos una propuesta alternativa: la producción autogestionaria del hábitat, donde el pueblo se organiza para construir de manera colectiva, sin la participación de empresas constructoras y con el apoyo del Gobierno Revolucionario, sus viviendas, y lo mas importante, construir su comunidad. Además de propuestas políticas, contamos con algunas experiencias organizativas concretas, y las alianzas con otras organizaciones sociales de América Latina que trabajan en el ámbito de la producción popular del hábitat, que ponemos a la orden del Plan de Viviendas del Ejecutivo, las cuales pueden servir de punto de partida para comenzar a andar un camino alternativo y estratégico a la producción con empresas capitalistas.

Para todo esto, y antes de que aconteciera la coyuntura que estamos viviendo, hicimos llegar a manos del actual Ministro del Poder Popular para la Vivienda y el Hábitat, todas nuestras propuestas y experiencias, las cuales creemos ahora mucho más pertinentes para ser tomadas en cuenta por nuestro Comandante.

Desde nuestras organizaciones creemos que sólo con la organización y movilización popular en torno a políticas socialistas, y de la mano con el Gobierno Revolucionario, comenzaremos a combatir los males que nos ha dejado la sociedad capitalista.

¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!

Suscriben el presente comunicado:

- Campamentos de Pioneros -
- Asamblea Metropolitana de Comités de Tierra Urbana -
- Conserjes Unidos por Venezuela -
- Red Metropolitana de Inquilinos -
- Ocupaciones Organizadas del Centro de Caracas -
- Organizaciones de Nuevas Comunidades Socialistas -

19 de octubre de 2010

La repolarización antichavista: radicalización y diálogo

"Cuando la intentona militar del 4F de 1992, el país habló. El golpe no prosperó, pero hubo un cambio en el pueblo. Cambio que venía madurando desde el Caracazo. Pero en la Cuarta República no entendieron el mensaje, se siguieron comportando de la misma forma e incluso la radicalizaron. Ignoraron la señal popular exigiendo mayor participación, el combate a la corrupción, una democracia distinta".

Anímese, haga la prueba: lea el breve párrafo entre sus allegados y pregúntele de quién se trata. Yo mismo hice el ejercicio y la respuesta fue invariable: debe tratarse de algún analista del chavismo. José Vicente Rangel, quizá, Alberto Müller Rojas o algún otro. Ciertamente, buena parte de los tópicos del discurso chavista están concentrados en esas líneas: algunos de sus hitos históricos (4F del 92, 27F del 89), el cambio, el pueblo, la Cuarta República, "mayor participación", "combate a la corrupción", "democracia distinta".

Puede que todavía le sorprenda saber que no es un chavista el que habla, sino Carlos Ocariz, Alcalde del municipio Sucre del estado Miranda, y militante de Primero Justicia. ¿La circunstancia? Una entrevista concedida a Roberto Giusti, de El Universal, intitulada "Chávez actúa como la cuarta república luego de la derrota", publicada el 10 de octubre de 2010.

Si todavía nos sorprendemos, es porque nuestros análisis tienen más de tres años de retraso. Urge actualizarlos. Para hacerlo, es necesario remontarse hasta 2007, cuando se produce un notable giro táctico en el discurso opositor. No es un hecho casual que este giro táctico se produzca justo después de que el chavismo alcanzara su pico electoral (7 millones 309 mil 080 votos frente a 4 millones 292 mil 466 votos, el 3 de diciembre de 2006). Entonces, las fuerzas opositoras atravesaban por una severa crisis de polarización: su discurso confrontacional (¡Chávez vete ya!) y sus reiteradas e inútiles tentativas de disputarle (con inusitada violencia, en muchos casos) la calle al chavismo, las habían conducido a una derrota tras otra, incluida, por supuesto, la debacle electoral de diciembre de 2006. En lugar de sumar apoyos y crear consenso mayoritario en torno a su estrategia (la derrota de la revolución bolivariana), su táctica confrontacional y violenta había generado el amplio rechazo de la población, y en particular de las clases populares, bastión del chavismo. Para el chavismo popular resultaba claro que la oposición no sólo pretendía el derrocamiento violento de un gobierno legítimamente constituido, sino además que ésta estaba empeñada en obstaculizar el trabajo de un Presidente cuya intención era gobernar en beneficio de las mayorías.

¿Cómo encaró la oposición esta crisis de polarización? Abandonando progresivamente su discurso confrontacional y sus tácticas de violencia callejera. En artículos previos he intentado hacer visibles los signos de este giro táctico: el remozamiento de los actores políticos, vía el desplazamiento de la vocería de la vieja partidocracia y la entrada en escena del autodenominado "movimiento estudiantil" (sobre todo a partir del anuncio de la no renovación de la concesión a RCTV, pero también durante la campaña previa al referéndum por la reforma constitucional); la defensa a ultranza de la propiedad privada, supuestamente puesta en riesgo con la propuesta de reforma; la crítica de la gestión de gobierno (el verdadero pivote de este giro táctico, y el centro del discurso opositor desde entonces); y la progresiva mimetización o reapropiación del discurso chavista (significantes, prácticas, estéticas y afectos propios del chavismo originario).

Es mi hipótesis que durante estos tres años (y un poco más), la repolarización antichavista perseguía no tanto el reagrupamiento de las fuerzas opositoras, sino la progresiva desmovilización y desmoralización de la amplia base social del chavismo. Ante todo, era fundamental contener y si fuera posible disminuir el poderoso arraigo popular que la revolución bolivariana había alcanzado en diciembre de 2006.

En junio de 2009 escribía: "Si lo que estaba por constituirse o consolidarse... era un tipo de gobierno socialista... era preciso demostrar todos los límites y el caudal de defectos de una institucionalidad cuando mucho incipiente que, por demás, amenazaba con combatir al capitalismo vernáculo en todos los frentes. Lo que la oposición comenzaba a denunciar, y muy pronto lo hizo de manera sistemática, era lo que juzgaba como un 'exceso' ideológico: un discurso oficial completamente alejado de los 'problemas reales' del pueblo venezolano y, por supuesto, una gestión de gobierno que, inspirada en ese discurso, resultaría incapaz de resolverlos. Esta 'despolitización' del discurso opositor, que reclamaba menos 'ideología' y denunciaba la mala gestión gubernamental, fue respondida por una suerte de 'gestionalización' de la política: desde entonces, el gobierno nacional dedica buena parte de su empeño en 'demostrar' que, contrario a las consejas opositoras, realiza una buena gestión cuando, por ejemplo, sanciona a los especuladores y combate el desabastecimiento inducido, garantizando que a la mesa del pueblo venezolano llegue la comida que la oligarquía le niega".

Como consecuencia de esta "gestionalización" de la política que hizo suya el chavismo oficial, "sucedió lo que muchos de nosotros considerábamos un imposible: la siempre virulenta propaganda opositora logró establecer alguna relación de equivalencia con las demandas y el malestar de la base social del chavismo". Concentrados exclusivamente en difundir los logros de la gestión gubernamental, los medios públicos dejaron de ser concebidos como el espacio natural para que el chavismo popular expresara sus demandas, expusiera sus problemas, ejerciera la contraloría social, debatiera públicamente y sin chantajes sobre el curso de la revolución bolivariana, protestara contra la mala gestión y denunciara a los corruptos y burócratas. De esta manera, el chavismo oficial ponía seriamente en entredicho lo que había sido una de las principales banderas del chavismo: la democracia participativa y protagónica. Mientras tanto, los medios opositores se abalanzaban a recuperar, sin disparar un solo tiro, el terreno del que se retiraban atropelladamente los medios públicos. No está de más decirlo: el terreno donde se hace la política, donde se ganan y se pierden las batallas políticas.

Si a esto le sumamos el progresivo proceso de burocratización de la política que ha supuesto la lógica de funcionamiento del partido/maquinaria, con el saldo de disciplinamiento forzoso del espíritu bravío e irreverente del chavismo popular, con el aplanamiento de las múltiples subjetividades políticas que lo conforman (inexplicablemente, abrazando la causa de la profecía autocumplida opositora: convertir en "oficialismo" lo que una vez fue un torrente indomable), no es difícil entender el por qué de la "arritmia electoral" del chavismo, mientras el voto opositor crece lenta pero sostenidamente.

La crisis de polarización chavista es el resultado, también, de nuestra incapacidad para reconocer los efectos y las implicaciones de este giro táctico del discurso opositor. Durante todos estos años, el antichavismo viene empleando eficaces tácticas orientadas a la desmovilización y a la desmoralización de la base social del chavismo. Mientras tanto, el chavismo oficial no sólo ha mordido el anzuelo de la "despolitización" del discurso opositor, recurriendo a la "gestionalización" de la política (asumiendo, de hecho, la defensa de un Estado esclerosado, al que se supone debíamos combatir), sino que ha perdido tiempo y esfuerzo valiosos en la "pequeña batalla", olvidando lo estratégico:

"Hemos puesto tanto esfuerzo al servicio de informar de la pequeña batalla, que nuestros sentidos se han venido atrofiando: con nuestros ojos pegados a las pantallas y nuestras manos saltando de primera página en primera página, nuestro olfato político ya no nos alcanza para percibir que el hastío por la política, y en particular por los políticos, afecta a parte considerable de lo que durante todos estos años constituyó la base social de apoyo a la revolución. Hastío por los políticos que, por momentos, nos hace recordar a la Venezuela que hizo posible la insurgencia del chavismo. Si el chavismo significó la progresiva politización del pueblo venezolano, fue porque hizo visible a los invisibles y dio voz a los que nunca la tuvieron. Allí radica su grandeza. De la misma forma, el hastío por la política y por los políticos tendría que ser la medida de sus miserias. Porque hay hastío allí donde el chavismo no se siente visibilizado, cuando su voz no es escuchada, cuando sus demandas son ignoradas. Si el chavismo significó la quiebra histórica de la vieja clase política, mal haría prolongando una batalla cuya victoria tenía asegurada, empeñándose en subirse al ring para disputarse el título con rivales de poca monta, gastando pólvora en zamuro, perdiendo el tiempo en disputas verbales con dirigentes de partidos casi inexistentes, mofándose de sus sandeces, respondiendo a sus insultos y provocaciones. ¿Todavía tienen algo que decirnos un Ramos Allup o un Óscar Pérez? ¿O un Luis Ignacio Planas o un Andrés Velásquez o un Antonio Ledezma? Cierto, allí está Ledezma como Alcalde Mayor. ¿O es que acaso construimos adversarios a nuestra medida? ¿Quién era Julio César Rivas antes de que apareciera en las pantallas de nuestras televisoras? Mientras nos empantanamos en las trincheras de la pequeña batalla, ¿quién muestra el rostro del chavismo descontento? ¿Quién escucha su voz? ¿Quién atiende sus demandas? ¿O es que acaso hay algo más subversivo que el mal gobierno, que el político que roba o que mucho dice y poco hace? ¿Cuántas insurrecciones populares comandará Roderick Navarro?".

Distraído y entumecido por los rigores de la pequeña batalla, el chavismo oficial fue creando las condiciones para el surgimiento del discurso de la "despolarización", en el que la "encuestología" ha desempeñado un papel crucial (y como he intentado demostrarlo en una serie de artículos). Un discurso que adoptaron por igual tanto antiguos aliados del chavismo (el PPT y la "izquierda" antichavista), como Venevisión o Televen. A mi juicio, la tentativa del PPT de presentarse, en ocasión de las elecciones parlamentarias del 26-S, como una alternativa electoral real, como una "tercera vía", adoptando un discurso que se abriera paso entre el chavismo y la vieja partidocracia, estaba de antemano condenado al fracaso. En otra parte afirmé que el discurso de la "despolarización", que pretendía recuperar parte de los símbolos del "chavismo originario", constituía tan sólo un momento de un proceso incipiente de recomposición de la clase política opositora, y que enfrenta a actores políticos emergentes con la vieja partidocracia. En su concepción, se trata de un discurso de elites, o de un sector de ellas. El PPT (y quienes lo acompañaron) no fue más que un peón de un juego estratégico que lo trasciende, y que estaba muy lejos de controlar.

En mayo de este año me parecía claro que Leopoldo López (y su Voluntad Popular) era quien reclamaba más firmemente su derecho a asumir ese liderazgo opositor emergente. Sin embargo, fue el partido Acción Democrática (y su desprendimiento directo, UNT) el que terminó capitalizando el esfuerzo unitario opositor (UNT, 16 diputados con 998 mil 606 votos; Acción Democrática, 14 diputados, con 924 mil 339 votos; Primero Justicia, sólo 6 diputados, a pesar de haber alcanzado 974 mil 358 votos). He allí el sentido de lo que escribía en mi análisis preliminar sobre las parlamentarias: "Cantarán victoria, sin lugar a dudas, pero la procesión va por dentro (un proceso incipiente de recomposición de su clase política)".

Es desde esta perspectiva que hay que interpretar las palabras de Carlos Ocariz, en la entrevista concedida a El Universal: "Creo que de esto va a surgir un nuevo liderazgo que ya se está comenzando a ver. Ese liderazgo emergente es el llamado a construir la nueva Venezuela y ojalá no caiga en la tentación de hacerse el sordo ante el mensaje popular". Ese "liderazgo emergente" necesita coexistir, por ahora, con la vieja partidocracia, puesto que lo contrario implicaría poner en riesgo el objetivo estratégico: "La construcción de concepciones distintas no implica, necesariamente, partidos nuevos. Eso puede ocurrir en partidos que existían, que existen, capaces de sintonizar con el mensaje que el pueblo quiere escuchar. No tengo prurito en sentarme con quien sea si estamos viendo el país de la misma manera. No creo que estemos en disonancia con la Mesa. Todo lo contrario. La Mesa no es una necesidad, sino una esperanza para el país, siempre y cuando comprendamos que lo que está pasando no puede ser para mantener este presente ni para regresar al pasado. Se trata de construir un futuro distinto, con base en nuevas propuestas ante nuevas realidades".

Pero he aquí lo más relevante del discurso de Ocariz: por un lado, expresa que en las parlamentarias "hubo dos derrotados: el sector radical del gobierno y el de la oposición. El radicalismo fue el gran derrotado". Más adelante afirma: "Por ese camino, distinto al del enfrentamiento y la polarización, la gente comprendió que construimos entre todos, no para un solo sector y también que no se trata de 'ustedes contra nosotros', sino de todos juntos... Hay la convicción, incluso entre gobernadores y alcaldes oficialistas, que (sic) la polarización no conviene a nadie". Es preciso leer entre líneas: no se trata, realmente, de un discurso contra el "radicalismo", sino de la radicalización del mismo discurso que viene empleando la oposición desde 2007. Y la radicalización de ese giro táctico del discurso opositor ahora adopta, pero sobre todo resignifica, los contenidos del discurso de la "despolarización": "entre todos", "todos juntos". En otras palabras, no es un discurso contra la "polarización", sino clara expresión de la forma que adopta, en el actual momento político, la repolarización antichavista.

Si desde 2007 la repolarización antichavista perseguía, principalmente, la progresiva desmovilización y desmoralización de la base social del chavismo, y si adicionalmente ha conseguido reagruparse en una plataforma unitaria, a partir del 26-S su objetivo es más ambicioso: ganarse el apoyo de parte del chavismo. De eso se trata la radicalización antichavista: de movilizar, a su favor, parte del voto chavista. En palabras del propio Ocariz: "el camino para la reconstrucción de una mayoría, al lado del pueblo, con un trabajo de hormiguita, ganó un espacio". En eso consiste la repolarización antichavista: en granjearse el apoyo de las mayorías populares, tarea imposible sin el apoyo de parte del chavismo.

Esta repolarización antichavista que encarna el discurso de Ocariz continua, sin duda, con la línea de crítica de la gestión pública: "El gobierno habla de socialismo, pero en Petare las escuelas públicas no tenían ni baño, estaban destruidas, carecían de programas sociales. Los docentes, al igual que los policías, eran los peores pagados de Caracas. Los ambulatorios no tenían medicinas. ¿Eso es socialismo? No lo es". Pero sobre todo profundiza en la reapropiación del discurso chavista. El resultado es el siguiente: "No soy un alcalde socialista, sino con una visión profundamente social. Así como no tengo complejo de trabajar con la empresa privada, tampoco lo tengo para transferir poder al pueblo, que lo hace mejor que el Estado. Entonces, hay una diferencia ideológica. Mientras yo practico la transferencia de poder al pueblo, el gobierno piensa que el Estado debe ser más grande porque ya no puede transferir más nada a la comunidad. El poder popular de que habla el gobierno es pura paja. Hipocresía. Ahora, tampoco creo en la tesis, capitalista, según la cual el Estado debe ser más pequeño para transferir poder al sector privado. En Primero Justicia creemos en una sociedad civil más fuerte, que haga obras". Ni socialismo ni capitalismo: poder popular.

Atrás quedaron los tiempos en que Ocariz "denunciaba" (¡apenas diez días después del golpe de Estado de abril de 2002!) que "francotiradores" apostados en "edificios del gobierno" habían asesinado a manifestantes de la oposición: "Cada instante siento el palpitar de los cientos de miles de corazones que caminábamos hacia Miraflores con alegría y esperanza por una Venezuela distinta, moderna, libre, de primera... Y recuerdo las respiraciones agitadas, los gritos, el miedo traducido en carreras por las calles del centro de Caracas, mientras de los edificios del Gobierno veíamos a los francotiradores ensayando tiro al blanco con los manifestantes que caminaban en busca de la esperanza" (Justicia. El Nacional, 21 de abril de 2002). El mismo Ocariz que, después del criminal lock out empresarial y sabotaje de la industria petrolera (diciembre de 2002 y enero de 2003), y que costó la vida de venezolanos y llevó a la quiebra a la economía nacional, solicitaba la renuncia del Presidente Chávez (Coromoto y la fe. El Nacional, 3 de febrero de 2003). El mismo personaje que una semana después de la estrepitosa derrota opositora en el referéndum revocatorio contra Chávez, denunciaba (junto a otros dirigentes de Primero Justicia) un supuesto fraude, y se negaba rotundamente a la posibilidad de "diálogo" con el Presidente (Primero Justicia rechaza diálogo con Chávez y desconoce auditoría. El Nacional, 22 de agosto de 2004).

Los tiempos han cambiado. En entrevista concedida al diario Últimas Noticias, el 10 de octubre de 2010, Julio Borges se manifiesta "a favor del entendimiento, del diálogo y la concertación". Ensaya de diversas formas el mismo estribillo: "el país, mayoritariamente, no está alineado con el gobierno. Eso nos convierte a nosotros en una mayoría. Pero el gobierno, en lugar de buscar un centro democrático y de entendimiento, que es lo que fortalece cualquier sistema político, lo que ha dicho, claramente, es que ese centro no va a existir. El gobierno les ha negado a los venezolanos la posibilidad de que exista un espacio de diálogo y convivencia". Coherente con el propósito de resignificación de los contenidos del discurso de la "despolarización", insiste en el tema del "equilibrio": "vamos a sentarnos a ver cómo equilibramos el juego en Venezuela, donde haya un reconocimiento mutuo, como paso previo a la construcción de una agenda"; "los venezolanos, intuitivamente, buscamos ese equilibrio el 26-S"; "El mandato popular, tal como se expresó el 26-S, es una tarea que la oposición debe encausar como una presión social para que logremos construir el equilibrio"; "al gobierno le tocaría reconocer que hay un espacio enorme, que a mi juicio es mayoritario, que quiere un equilibrio"; "Éste es como un último experimento de equilibrio".

Al igual que en el caso de Ocariz, mediante su discurso contra la "polarización" disimula el propósito de la repolarización antichavista, que no es otro que sumar apoyos en la base social del chavismo: "La clave está, y yo lo viví en carne propia en mi campaña en Guarenas y Guatire, localidades que siempre se han vendido como un bastión oficialista, en que el país entero está listo para una nueva generación con nuevas ideas y con una nueva visión del país. Para mí fue muy impactante hacer campaña en la urbanización Menca de Leoni, llamada también 27 de febrero, tocar la puerta del apartamento de una familia que tenía la foto del presidente Chávez, que quizás el año pasado no me hubiera invitado a pasar a su casa, pero esta vez lo hizo, que a lo mejor no votaron por mí, pero me escucharon, que tal vez no compartieron todo lo que yo les dije, pero se quedaron pensando en lo que les dije, eso... es un cambio sustancial de un país que estaba polarizado y que en las bases advierte: 'no queremos enfrentamientos, queremos ideas y la posibilidad de que puede haber un futuro compartido por todos'". Nótese, adicionalmente, cómo subraya la necesidad de un liderazgo opositor emergente.

Algunos días antes, el 4 de octubre, en una entrevista concedida también al diario El Universal, Henrique Capriles Radonsky, Gobernador del estado Miranda, desarrollaba una línea expositiva en perfecta sincronía con los personajes ya citados. Idénticos tópicos están presentes en su discurso: necesidad de un liderazgo opositor alternativo ("Hay quienes quieren volver al pasado, a las viejas políticas, a las roscas, a los acuerdos entre mesas y creen que el país no ha cambiado. Otros, como Chávez, quieren mantener el presente. Pero estamos quienes miramos hacia el futuro"); crítica de la gestión ("Al Gobierno se lo tragan la ineficacia y la corrupción"); una apuesta por el diálogo, la reconciliación y una crítica de la "polarización" ("si miras las encuestas verás la aprobación, hacia nuestra gestión, por parte de los simpatizantes de Chávez. Eso demuestra que se puede construir para todos. El país de Chávez, sumido en la división, cada vez se parece menos a lo que quiere la mayoría"); y reapropiación del discurso chavista ("sí creo en la necesidad de construir una democracia con profunda visión social. Y quien no entienda eso debe tomar rumbo hacia otro lado porque 70% de la población es pobre"). La orientación es la misma: radicalización del giro táctico del discurso opositor de 2007 y resignificación del discurso sobre la "despolarización". En dos palabras: repolarización antichavista.

En definitiva, la oposición (o más precisamente, el conjunto de fuerzas políticas herederas de la partidocracia, pero que pugna por desplazar a los viejos partidos) ha levantado las banderas del "diálogo", y con este discurso pretende revertir los efectos negativos de la lógica de la pequeña batalla. Le habla a la oposición que vota disciplinadamente contra Chávez, pero no por la vieja clase política. Más aún: le habla al chavismo. Pretende convertirse en una "alternativa democrática", y cada vez parece más claro que cuenta con el apoyo decidido de los medios, del grueso de la oligarquía y del gobierno de Estados Unidos.

Frente a este discurso, resulta completamente inoportuno plantearnos el falso dilema: "diálogo" o "polarización". Tampoco se trata de optar entre "radicalización" o "despolarización". La apelación al recurso del "diálogo" es, en sí misma, la más clara expresión de una radicalización de la táctica que la oposición viene empleando desde 2007 (abandono del discurso confrontacional, crítica de la gestión de gobierno, reapropiación del discurso chavista, etc.), y es el resultado de una resignificación del discurso sobre la "despolarización". Si la oposición habla de "diálogo", es porque previamente ha radicalizado y resignificado. "Diálogo" es repolarización antichavista.

Pretender que el chavismo elija un camino distinto a la impostergable repolarización, que abandone el horizonte de la radicalización democrática, resulta no sólo ingenuo: equivale a capitular sin haber peleado, o peor aún, después de haber peleado tanto. La crisis de polarización chavista no es, como pudiera pensarse, resultado de los excesos del antagonismo y el conflicto políticos, sino todo lo contrario: de la atenuación del conflicto y del disciplinamiento del antagonismo que supuso la burocratización de la política.

Frente al "diálogo", lo que corresponde es recuperar los mecanismos de interpelación mutua entre Chávez y la amplia base social del chavismo, pero también entre el partido, el gobierno y el chavismo popular. Pero es poco lo que se ha logrado avanzar en esta dirección. Por un lado, buena parte del chavismo oficial luce confundido y aturdido. No logra interpretar el alcance de esta radicalización del discurso opositor: está persuadido de que la oposición en pleno acudirá a la Asamblea Nacional a "sabotear", cuando, insisto, la táctica apunta al "diálogo", y está orientada a mostrar al chavismo como enemigo acérrimo del "equilibrio" necesario (o como partidario de la "polarización", según la versión vulgarizada del sentido común antichavista). Por el otro, preocupa la inercia del chavismo oficial, la escasa voluntad demostrada hasta ahora para abrir los espacios de deliberación entre revolucionarios, indispensables para avanzar en las 3R²; la apuesta por el silencio como vía para neutralizar el llamado de Chávez a revisar, rectificar, reimpulsar, recuperar, repolarizar y repolitizar; la tendencia a concebir la convocatoria a un Polo Patriótico como una nueva alianza entre partidos (exactamente lo contrario de lo expresado por Chávez: "más allá de los partidos hay un país social que no milita y no tenemos por qué aspirar a que milite en ningún partido y es una masa muy grande... la solución va más allá de los partidos, pasa por los partidos, pero no puede quedarse en los partidos").

Pero la pelea es peleando.

12 de octubre de 2010

Autocrítica no es autoflagelación para que nada cambie (Entrevista en Dando y Dando, VTV, 4 de octubre de 2010)

Muchos panas y camaradas, pero sobre todo una abrumadora mayoría de "invisibles" - así se autodenominan - me habían pedido que publicara en este espacio la entrevista que ofreciera en Dando en Dando, por Venezolana de Televisión, el pasado lunes 4 de octubre - la primera después del discurso de Chávez del sábado 2 de octubre. Su argumento era tan sencillo como contundente: si va en serio lo de la crítica y el debate democrático a lo interno del chavismo, y para que la "autocrítica" no se convierta en una consigna a la que se apela a conveniencia para que nada cambie, lo menos que puede hacerse es difundir, por todos los medios posibles, los pormenores de ese debate. Porque una cosa es convocar al debate, declararse partidario de la "autocrítica" necesaria, y otra muy distinta es crear las condiciones que lo hagan posible.

El detalle, intentaba explicarles sin mucho éxito, es que no tenía forma de publicarla: aquella entrevista no era "pública", en el sentido de que no había sido publicada en ninguna parte. Se entiende: un buen amigo me decía que había-estado-bien-pero...

- ... ya que andamos en una de crítica y tal: tu exposición fue un tanto torpe, atropellada, y utilizaste muchas muletillas.
- Por mi culpa, por mi culpa...
- Y además, impertinente: ¿qué es eso de hablar de prepotencia e intolerancia? Eso no le va a gustar ni a los prepotentes ni a los intolerantes.
- Es cierto. Por mi culpa, por mi culpa...

Sin embargo, aquí se las dejo - sí, finalmente pude conseguir la grabación hace un par de días. Para que sepan qué fue lo que dije, pero sobre todo para que digan todo lo que yo no supe decir. Porque el momento de hacerse escuchar es ahora.

Salud.






7 de octubre de 2010

Del partido/maquinaria al partido/movimiento

13 de Abril de 2010: poder popular en acción. La clave está en no pretender domesticarlo

Cuando planteo revisar la relación entre el partido/maquinaria y la amplia base social del chavismo, como precondición para atacar la crisis de la polarización chavista, no estoy formulando una crítica a rajatabla de la forma partido, sino del partido realmente existente, de su lógica de funcionamiento. Ni siquiera es un cuestionamiento de la "maquinaria", necesaria para ganar elecciones.

Lo que hay que revisar y cuestionar radicalmente es la lógica de funcionamiento del partido/maquinaria. Caso contrario, se acentuará la crisis de la polarización chavista y se reforzarán las tendencias que apuntan claramente a la burocratización de la política. Esta crisis de polarización se produce desde el momento en que comienza a percibirse al chavismo popular como "masa de maniobra" electoral, signo inequívoco de su alienación de lo popular. Se produce la clausura del proceso de interpelación mutua entre partido/maquinaria y chavismo popular, y el objetivo estratégico deja de ser la construcción del socialismo, el autogobierno popular, la construcción de poder popular, y pasa a ser ganar elecciones.

La lógica de funcionamiento del partido/maquinaria supone, de hecho, un falso problema: es necesario tener mayoría para llegar a la táctica revolucionaria. Dicho de otra manera: es necesario ganar elecciones para que la revolución sea posible, no importando si para alcanzar victorias electorales se adoptan tácticas anti-populares y propias de la vieja partidocracia, porque el fin justificaría los medios. Es al contrario, y ya lo planteaba Rosa Luxemburgo: "no se llega a la táctica revolucionaria a través de la mayoría, sino a la mayoría a través de la táctica revolucionaria". Es aplicando la táctica revolucionaria – la contienda electoral como un episodio más del proceso permanente de acumulación y construcción de poder popular – como se llega a la mayoría. Puede suponerse que a eso se refiere justamente el Presidente Chávez cuando habla del "voto estratégico". Lo "estratégico" no es triunfar en la contienda electoral, sino la construcción permanente de poder popular, la democratización radical de la sociedad venezolana. Es construyendo poder popular como el chavismo se convertirá en una fuerza invencible en contiendas electorales.

El partido/maquinaria desmoviliza en lugar de movilizar. Ciertamente, es medianamente eficaz para organizar grandes concentraciones, pero esto no equivale a eficacia revolucionaria, sino a su simulacro. Reúne, concentra, aparenta movilizar, mientras abandona la política de masas, la política propiamente revolucionaria. Concentrar es distinto de acumular, sumar fuerzas. Allí donde el contacto "cara a cara" es espasmódico, irregular, excepcional, no la práctica regular de la militancia sino la "aparición" repentina del "candidato", es inevitable que éste sea interpretado como demagogia.

Un partido/maquinaria alienado del pueblo, no "controlado" por el mismo pueblo, sino por burócratas devenidos en políticos, es fuente permanente de malestar: desmoviliza, desmoraliza y es una de las fuentes de las que bebe el hastío por la política que ya expresa parte del chavismo popular. El 24 de marzo de 2007, el Presidente Chávez advertía que el naciente PSUV debía ser "un partido controlado por el pueblo", no al contrario. Agregaba: "Debe ser capaz de diluirse en la masa superior que es el pueblo, no imponerse al pueblo, ¡subordinarse al pueblo!". Si éste se moviliza – ¡más de 5 millones 400 mil votos en las parlamentarias! – lo hace casi siempre a pesar del partido/maquinaria, y no gracias a él.

Más que preguntarnos por qué una parte del chavismo ha dejado de votar, intentando resolver la incógnita con discursos moralizantes – sobre la supuesta "inmadurez" popular o la pretendida ausencia de claridad política de las masas populares – hay que interrogarse sobre las razones que impiden a la dirección política de la revolución bolivariana movilizar al chavismo popular en pleno.

Si, como planteaba Simón Rodríguez, "la fuerza material está en la masa" y "la fuerza moral en el movimiento de la masa", entonces la desmovilización popular es consecuencia no sólo de su desmoralización, de su hastío, sino de la insuficiencia de "fuerza moral" en el seno del propio instrumento político de la revolución bolivariana. Cientos de miles – y tal vez millones – de militantes de probada vocación democrática, revolucionaria y popular, coexisten con unos cuantos centenares de burócratas, corruptos, oportunistas y estalinistas sobre los cuales se posa la mirada de reprobación del chavismo popular, que está lejos de tolerarlos de manera cómplice o resignada. Centenares o miles, eso no es lo más importante. Lo decisivo es que seamos capaces de entender la oportunidad que implica saber que son minoría.

Enfrentar la crisis de la polarización chavista, como condición previa para repolarizar la sociedad venezolana, pasa por abandonar la lógica del partido/maquinaria y recuperar lo que podría denominarse la lógica del partido/movimiento. Esto es, siguiendo a Simón Rodríguez, un partido con la suficiente "fuerza moral" para propulsar la movilización del chavismo popular. Frente al estancamiento, movilización popular, y ésta sólo es posible adoptando tácticas revolucionarias, recuperando los mecanismos de interpelación popular, escuchando al pueblo, incluso aprendiendo de él, no dándole la espalda. "Recuperar la pasión", decía el Presidente Chávez el pasado sábado 2 de octubre.

Recuperar la lógica del partido/movimiento, del partido en movimiento, pasa por dejar de considerar a los movimientos sociales – las múltiples formas de organización popular que trascienden al partido – "como simples correas de transmisión". Ya basta de prepotencia. De nuevo, recordar las palabras del Presidente Chávez el 19 de abril de 2007: "Pudiéramos resumir eso como subestimación de los movimientos sociales. Hay partidos que consideran que el movimiento obrero, el movimiento campesino, las mujeres, los movimientos indígenas son correas de transmisión y por tanto sólo para manipularlos, para utilizarlos, porque la elite del partido, esclarecida, no requiere de la participación directa de las masas o de los movimientos sociales o de las multitudes".

Implica, de igual forma, estar prevenidos frente a los equívocos que pudieran derivarse de la misma noción de "base social del chavismo" o "bases del partido", como si éstas constituyeran la "base" de una estructura piramidal, encabezada por una elite esclarecida. De la misma forma que sin obrero no hay patrón, sin bases no hay partido, mucho menos elites esclarecidas, sino una caricatura de partido revolucionario. Siguiendo con la analogía, la lógica del funcionamiento del partido/movimiento se asemejaría a la de una fábrica sin patrón. Una fábrica de cuadros, de líderes revolucionarios, que es distinto, y quizá lo opuesto, a la autoridad fundada en el patronazgo.

Para prevenir posibles malentendidos, el partido/movimiento no supone ausencia de "disciplina". Para decirlo con Daniel Bensaid, "la democracia de un partido toma decisiones colectivas que tratan de actuar sobre relaciones de fuerza para modificarlas. Cuando los apresurados detractores de la 'forma partido' pretenden liberarse de una disciplina asfixiante, en realidad vacían cualquier discusión de lo que está en juego reduciéndola a un foro de opiniones que no compromete a nadie: después de un intercambio de palabras sin decisión compartida, cada uno puede volver a irse tal como vino, sin que ninguna práctica común permita comprobar la validez de las posiciones en presencia". Pero tampoco disciplina sin democracia, equivalente a imposición. Ya basta de chantajes. Al contrario, "plena libertad de debate, y esa debe ser una de las características más profundas del nuevo partido, el debate… y más debate desde las bases. No un debate circunscrito a una elite, a una cúpula, a un cogollo", como expresara el Presidente Chávez el 24 de marzo de 2007.

El predominio de la lógica del partido/maquinaria ha terminado por darles la razón a los militantes y activistas que optaron por mantenerse al margen del partido, sin que esto implicara mantenerse al margen de la lucha por profundizar la revolución bolivariana. No me refiero a los partidarios de la "despolarización" o la "tercera vía", a los partidos que alguna vez fueron aliados del chavismo, a la "izquierda" antichavista. Me refiero a los colectivos y movimientos populares, algunos de los cuales con una larga tradición de lucha, que reconocen el liderazgo del Presidente Chávez, trabajan permanentemente junto al pueblo, organizando, movilizando, construyendo, pero sin militancia formal en el partido. En lugar de desperdiciar tanto esfuerzo, tiempo y recursos para apartarlos del camino, de manera arrogante, lo que corresponde es no sólo establecer sólidas alianzas, trabajar hombro a hombro con ellos, sino incluso estimular su desarrollo. El trabajo de cooptación de los movimientos populares ha dejado un saldo lamentable de desmovilización, de adormecimiento de luchas populares que alguna vez fueron vigorosas.

La superación de la lógica del partido/maquinaria y la recuperación de la lógica del partido/movimiento permitiría la reagrupación de fuerzas dispersas e incluso desmovilizadas y desmoralizadas. En otras palabras, un paso adelante en el proceso de construcción de hegemonía popular, democrática y revolucionaria. Podría decirse que esta recuperación de la lógica del partido/movimiento es, en sí mismo, un movimiento estratégico, de carácter radicalmente democrático e incluyente. Eso es lo que quiere decir, en primer lugar, radicalización democrática. Todo lo contrario de la traducción caricaturesca y maniquea de los "encuestólogos" de la derecha, según los cuales la "estrategia" de la repolarización "se basa en la existencia de un enemigo y de un conspirador, quienes además son los culpables". No han entendido nada. ¿O acaso le temen al potencial radicalmente democratizador implícito en la noción de repolarización?

4 de octubre de 2010

Repolarizar

(Este artículo fue publicado el jueves 30 de septiembre en el diario Ciudad CCS. Si ese jueves no se produce el intento de golpe de Estado en Ecuador, lo hubiera publicado también en este espacio, como lo hago regularmente. Pero toda nuestra atención estaba concentrada en la movilización del pueblo ecuatoriano para rescatar al Presidente Correa. Aquel día, Ecuador fue Nuestra América. El debate interno podía esperar un par de días, pensé entonces.

Justo un par de días después, el Presidente Chávez, desde el Teresa Carreño, hizo lectura de mi análisis preliminar sobre las elecciones parlamentarias, escrito la madrugada del 27 de septiembre. Mientras lo leía, hizo un pausa para invitarme a profundizar en el análisis. Por supuesto, Presidente, le tomo la palabra y acepto con mucho gusto su invitación. No sé si está de más, pero en todo caso aprovecho la oportunidad para transmitirle, Presidente Chávez, mi agradecimiento - y sé que es el de muchos otros - por tomar en cuenta un análisis crítico que, de otra forma, hubiera pasado desapercibido. Justo ese análisis en ese momento. Ha podido ser cualquier otro, sin duda. En todo caso, el momento político exigía su valoración crítica y autocrítica de nuestras fallas. Una vez más, no nos defraudó.

Este artículo, Repolarizar, continua entonces la línea de análisis de aquel preliminar, aunque está muy lejos de llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Es un artículo más bien corto, ajustado al espacio de Ciudad CCS, pero es un adelanto de lo que vendrá.

Salud).

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El 22 de septiembre publicaba en esta misma página un artículo intitulado Contra la "despolarización": ¿Por qué voy a votar por los candidatos de Chávez? En él planteaba la hipótesis de que no existe una polarización, sino tres. Una de ellas, la polarización chavista, sería "el resultado del doble proceso mediante el cual Chávez interpela y es interpelado permanentemente por el chavismo popular. Durante largo tiempo invisibilizado y excluido, el pueblo irrumpe en la escena política, y con él se hacen escandalosamente visibles las contradicciones de clase. Esta polarización implica agitación, movilización y por supuesto conflicto, antagonismo, y hace posible la repolitización de la sociedad venezolana".

A mi juicio, y particularmente desde 2007, atravesamos por una crisis de la polarización chavista, idea que he intentado desarrollar en otros artículos. Mi hipótesis es que los resultados del 26-S confirman la idea de que para avanzar en la radicalización democrática de la sociedad venezolana, es necesario saber leer los signos de esta crisis, como condición previa para avanzar en su repolarización.

Repolarizar significa, en primer lugar, sustraerse de la lógica del enfrentamiento entre dos minorías. Si tuviera que ilustrarlo en el terreno de la batalla comunicacional, diría que nuestro principal foco de atención no puede ser Globovisión, sino los problemas y las demandas específicas de nuestros barrios populares. En lugar de concentrar nuestra atención en los "manos blancas", escuchar lo que tienen que decirnos los jóvenes de los barrios que no manifiestan ningún interés por la política. En el terreno propiamente político, someter a revisión el dogma de fe según el cual la "maquinaria" del PSUV garantiza la organización y la movilización popular suficientes como para vencer en cada contienda.

Es preciso no olvidar nunca de dónde venimos: no por casualidad el "chavismo originario", ese que llevó a Chávez al poder en 1998, era profundamente anti-partido. La revolución bolivariana ofreció democracia, participación, protagonismo. El partido no puede ser sinónimo de burocracia, clientelismo y dirigentes alienados del pueblo. El contacto "cara a cara" no puede ser sólo la táctica que adopta el partido/maquinaria en campaña electoral, sino su práctica regular.

Repolarizar significa comprender que la política revolucionaria no es cosa de "maquinarias", sino de sujetos políticos subordinados, excluidos, explotados e invisibilizados que se organizan y luchan. Sin ellos no habrá construcción de hegemonía popular. Se abre un momento de revitalización de la política. Esto pasa por ponernos a la altura de las aspiraciones populares.

1 de octubre de 2010

Ecuador: Derrotada conspiración, Caracas celebra

Comparto con ustedes un par de videos grabados durante la concentración frente a la Embajada de Ecuador, en La Castellana, Caracas, convocada por colectivos populares de Caracas en apoyo al pueblo y gobierno ecuatorianos frente al intento de golpe de Estado contra Rafael Correa este jueves 30 de septiembre.

En el lugar se hicieron presentes numerosos integrantes de la comunidad ecuatoriana en Venezuela, los panas de Tiuna el fuerte/Radio Verdura, Ávila TV, Abrebrecha, ANMCLA, funcionarios del gobierno bolivariano, miembros del Alto Mando Militar, entre otros.

El primer video (1:13 de duración) es de las 9:33 pm, pocos minutos después de iniciada la operación militar de rescate del Presidente Correa, secuestrado por la policía golpista esde tempranas horas de la tarde. La multitud escucha expectante la Radio del Sur (cortesía de Radio Verdura) que retransmite las palabras del corresponsal de Telesur, Christian Salas, en el momento en que confirma la entrada del Ejército en el Hospital de la Policía.

El segundo video es de las 9:56 pm (1:01 de duración), y capta el momento en que se confirma el rescate del Presidente Correa.

En honor al pueblo ecuatoriano que combatió durante horas, desarmado, frente a los golpistas, intentando rescatar a su Presidente. Al los soldados del Ejército por no traicionar a su pueblo. Al Presidente Correa, nuestros respetos y nuestra solidaridad. Que se lo decimos nosotros: ni perdón ni olvido. ¡Castigo a los golpistas! (que no terminaron de aparecer todos, que también tomaron aeropuertos, que también se manifestaron en otras ciudades de Ecuador).






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Actualización:

Cortesía del pana Luigino Bracci Roa, comparto con ustedes tres videos que registran la transmisión que hizo Telesur de la operación de rescate del Presidente Rafael Correa. En total, poco menos de 45 minutos. Tal cual lo expresara Luigino, "un documento histórico invaluable".