24 de enero de 2008

(Serie "Leamos a Lenin") El Muro - Intifada

Segunda entrega de la serie "Leamos a Lenin". Pero en este caso no se trata tanto de leer, sino sobre todo de escuchar. Estos panas vienen del Puerto Rico insurgente, ese que le canta a Los Macheteros a ritmo de Hip Hop. El grupo se llama Intifada y lo integran Luis Díaz AKA (MC) y Yallzee (Productor). Hasta donde yo sé (el panita Gustavo Borges es realmente el experto en la materia) tienen dos discos: Intifada (2004) y Mundo nuevo (2006). Estuvieron en Venezuela el año pasado, en agosto como que fue. Ajá, se perdieron esa. Parece que por ahí tienen planes de volver. Para los interesados, pueden darse una vuelta por el espacio de los panas en el MySpace. Una vez allí, no dejen de ver el video de Épica del Tiempo.

La pieza que sigue viene incluida en el segundo disco, e inicia con un "epígrafe" del bolchevique en cuestión. Se llama El Muro. Pero eso no es nada. Lo bueno es lo que viene después. A eso se le llama lírica, damas y caballeros.

Aquí abajito les dejo la música (gracias al panita César Augusto, el hermano, porque yo no sé cómo es eso) y por allá un poquito más abajo la letra (seguramente con un par de errorcitos que ya corregiré).





El Muro (Luis Díaz)

"Todo el mundo sabe
que en cualquier sociedad
las aspiraciones de una parte de sus miembros
chocan abiertamente con las aspiraciones de otros
que la vida social está llena de contradicciones
que la historia nos muestra
una lucha entre pueblos y sociedades
así como en su propio seno
todo el mundo sabe también
que se suceden los períodos de revolución y de reacción
de paz y de guerra
de estancamiento
y de rápido progreso o decadencia".
Vladimir Lenin

Caído el muro se encuentran las ciudades
los buenos y los malos buscarán sus criminales
caído el muro el pan no se reparte
se vende la conciencia y nuestras voluntades
nos queda un muro de acero en el alma
como si un pavimento una fuerza dejara
quedará inmune el que jure bandera
tendrá su cuota al final de la guerra
quedan el hambre, quedan la hembra y el hombre
quedan rufianes matando en mi nombre
queda una isla en la esquina del Caribe
presa del tiempo y ni muje ni embiste
se peina se viste morena decide
la baña el sol y el mar pero viste
quedó una prisa se me quedó la rabia
como la tierra de siempre me sobran las ganas
ya no hay poemas ni sueños verde olivo
ni árboles de fuego ni frutos prohibidos
mas sin embargo lucho por lo que digo
lo tuyo es tuyo lo mío es mío
pinto colores en los muros de la urbe
letras colores negros rojos azules
y sigo inmune me levanto a la izquierda
detrás del muro de frente a la derecha
para mañana ajústate la corbata
pedir perdón a tiempo antes que llegue el alba
comprar manuales de hacerse el pendejo
dice el tecnócrata perito en derecho
legislador profesor dirigente
al tope de aquí clamando a la gente
con calma piensa no vez que el horizonte
una isla es redonda y cercado por el norte
ya será hora darse larga la vista
quedarse en casa leerse la Biblia
meterse a hippie fumar de la pipa
salvar el planeta sembrando rodilla
que qué nos queda nos quedan las ganas
por la tierra y su gente qué hacer mañana
guardar silencio depositarlo al banco
hasta que esté de moda lo revolucionario
reproducir no vender no te ruin
no traiciones perdonar no sé en la cara escupirnos
hacer los templos con ídolos de piedra
jurar bandera por treinta monedas
publica libros en los supermercados
hasta que esté de moda lo revolucionario
hacer la yoga meterse a budista
comerse el pan saberse la Biblia
qué hacer ahora qué queda lo que queda
nos queda una cortina de hierro en la cabeza
caído el muro al final de la guerra
con todo el frío y dolor que nos deja
pinto colores en los muros de la urbe
letras colores blancos rojos azules
y sigo inmune me levanto a la izquierda
detrás el muro de frente a la derecha
marco mi estampa paso firmo rubrico
paredes cóncavas enfermos edificios
no quedan muros entre las residencias
tenemos primos cumpliendo tras las rejas
que lavan platos que recogen la mesa
sorpresas da la vida que da sorpresas
se lo aseguro que en un sitio del futuro
lo romperán a golpes derribarán el muro
seamos juntos pues somos más los muchos
de los que tienen poco que los que tienen mucho
caído el muro del ceso testarudo
en el proceso celestino hacia el futuro
pinto colores en los muros de la urbe
letras colores rojos blancos y azules
y sigo inmune me levanto a la izquierda
detrás del muro de frente a la derecha.

Por la reforestación y en contra de las corporaciones: 26 de enero, día de movilización y acción global


COMUNICADO

En el marco de la convocatoria del Día de Movilización y Acción Global por el recalentamiento del planeta, hecha por el Foro Social Mundial y la Vía Campesina.

Nosotros, suma de colectivos del movimiento popular revolucionario, unificamos nuestra voz y lucha por los espacios de aire, agua y vida que pretende seguir secuestrando el capital transnacional, incrementando el calentamiento global con la explotación del carbón y el desarrollo de tecnología contaminante.

Apelando a lo consagrado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas y en la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas (leyes que, al igual que la Ley de los Consejos Comunales, carecen aún del Reglamento). Y, porque somos poder constituyente, demandando el derecho inalienable que como pueblo tenemos de desconocer todo “aparato legal” que atente contra procesos transformadores, liberadores, que nos permitan avanzar hacia la construcción de un socialismo nuestroamericano.

Nos sumamos a la defensa irreductible de las comunidades indígenas en contra de la explotación del carbón por parte de transnacionales y corporaciones del Estado en la Sierra de Perijá. Y en contra del poder constituido que ampara, en el marco de una legalidad burguesa, tan inexcusable crimen.

Al indígena Wayuu, Barí y Yukpa no se le reconocen (en la práctica) los derechos sobre sus tierras ancestrales, impidiendo su modo de vida habitual debido al saqueo de tierras con fines financieros ajenos al pueblo, a través de la explotación del carbón que deforesta y desplaza comunidades enteras. Aparte de tener que resistir a los conflictos propios de esa zona fronteriza, tienen que enfrentarse a un enemigo pluricausante, puesto que los daños van directamente al ecosistema, yendo además en perjuicio de sus concepciones cosmogónicas y culturales, al tiempo que generan enfermedades.

Convocamos al movimiento popular a un diálogo que desemboque en muchas prácticas, necesariamente continuas y orientadas a definir políticas que nos permitan atacar radical y sistemáticamente al enemigo globalizador y eje central del capitalismo: las corporaciones, brazos ejecutores de políticas criminales que, aparte de secuestrar nuestras riquezas materiales, minimizan vertiginosamente las condiciones para la vida en el planeta.

Invitamos a una gran concentración este sábado 26 de enero en el Parque los Caobos a partir del mediodía, donde, en un juicio popular a las corporaciones (CORPOZULIA Y SUS FILIALES son un ejemplo claro de ello), en defensa de las formas de organización originarias, endógenas y soberanas de nuestros pueblos en resistencia, se instalarán mesas de trabajo para definir, entre todos, formas para la organización y el control territorial, un plan de lucha sustentado en nuestras necesidades concretas que permita en el futuro inmediato la gobernabilidad popular revolucionaria. Además de diversas acciones culturales que apuntalan acciones concretas con miras a la continuidad.

Sólo con la participación popular directa, horizontal, avanzamos en el camino hacia la construcción del poder popular. Comunicando y asumiendo todas nuestras luchas por la expulsión del capital transnacional de nuestros territorios.

Suscriben:
- Organización Maikiralaasaali -
- Sociedad Homo et Natura -
- Ojos Rojos Percepción Colectiva -
- La Voz del Monte -
- Fundación Cultural La Comuna -
- Proyecto Nuestra América -
- Foro Itinerante de Participación Popular -
- Misión Boves -
- Pólvora en La Calle -
- Coordinadora Simón Bolívar -
- Frente Popular Revolucionario del Sur -
- Colectivo Territorial Corredor Centro -

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

23 de enero de 2008

Manifiesto al Pueblo de Venezuela (a 50 años del 23 de Enero)

Nosotras y nosotros, venezolanas y venezolanos comprometidos con la liberación nacional, a propósito de conmemorarse los 50 años de la gesta popular del 23 de Enero de 1958, queremos hacer público el siguiente manifiesto:
  • Celebramos los 50 años de la movilización popular del 23 de Enero de 1958, que acabó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, pero recordamos que la voluntad popular fue traicionada por un pacto de elites que sumergió al país en 40 años de explotación, represión y miseria.

  • Rescatamos el discurso del revolucionario Fabricio Ojeda en 1962, cuando renunció a la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, harto de las componendas de Acción Democrática y COPEI, para incorporarse a la guerrilla: "El 23 de enero, lo confieso a manera de autocrítica creadora, nada ocurrió en Venezuela, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada se hizo para erradicar los privilegios ni las injusticias. Quienes ocuparon el Poder, con excepciones honrosas, claro está, nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas, de la dominación feudal, de la opresión oligárquica. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria".

  • Reiteramos nuestro respaldo al proceso revolucionario liderado por el Presidente Hugo Chávez Frías. Consideramos que el compañero Hugo Chávez ha logrado darle coherencia y unidad a décadas de luchas populares en el país.

  • Sin embargo, mantenemos una actitud crítica hacia problemas heredados del Puntofijismo, tales como el burocratismo y la corrupción, los cuales no han sido resueltos en los 8 años del proceso revolucionario.

  • Insistimos en que, para combatir el burocratismo y la corrupción, hay que desmontar el viejo Estado adeco-copeyano y organizar un Estado Revolucionario, al servicio de los intereses populares.

  • Exigimos que las candidatas y candidatos para las elecciones regionales que se celebrarán este año, sean escogidos en procesos de consulta con las bases.

  • Ratificamos nuestro compromiso con el proceso electoral que se desarrollará este año, el cual es crucial para el avance y profundización de la revolución bolivariana.

  • Nos comprometemos a impulsar experiencias populares de gobierno revolucionario, con las que demostraremos que sí es posible desmontar el Estado con la participación del pueblo organizado.

  • Rescatamos la movilización popular como única forma de combatir la "guerra del estómago", o acaparamiento de bienes de primera necesidad, que nos pretenden imponer conspiradores nacionales e internacionales.

  • Rechazamos la Ley de Amnistía con la cual se dejó en libertad a personas implicadas en actos contra la revolución, la Constitución y la paz. Insistimos en que perdonar a los sectores que participaron en acciones como el Golpe del Estado del 11 de abril de 2002 y el asesinato del fiscal Danilo Anderson, sólo contribuye a aumentar laimpunidad.

  • No creemos en el discurso hipócrita de la reconciliación, esgrimido por sectores de oposición que están comprometidos en una conspiración contra el proceso revolucionario y mantienen a la sociedad sometida al chantaje de que si no se impone su voluntad, se desatará la violencia contra el pueblo.

  • Mantenemos el espíritu de combate del 23 de Enero de 1958 (caída de la dictadura de Pérez Jiménez); el 27 de febrero de 1989 (revuelta popular contra el paquete de medidas económicas del Fondo Monetario Internacional); el 4 de febrero de 1992 (alzamiento militar de Hugo Chávez Frías); el 27 de noviembre de 1992 (insurrección cívico-militar); el 13 de abril de 2002 (el pueblo rescata a Chávez y la revolución); y el 15 de agosto de 2004 (ratificación de la voluntad popular a favor de Hugo Chávez).
¡¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!!
- Colectivos y organizaciones populares de Caracas -
- Frente Antifascista de Venezuela -
- Misión Boves -
- Marea Socialista -

15 de enero de 2008

(Serie "Leamos a Lenin") Un Lenin ciberespacial: ¿por qué no? - Slajov Zizek

"Hay que continuar fortaleciendo la solidez de la base. Hay que incrementar... la estrategia de las alianzas nuestras... No podemos dejarnos arrastrar por las corrientes extremistas. Nosotros no somos extremistas ni podemos serlo. No. Tenemos que buscar alianzas con las clases medias... incluso con la burguesía nacional. Bueno, ¡lean a Lenin, pues, leamos a Lenin!".
Hugo Chávez, 3 de enero de 2008

(A propósito de la muy cordial invitación que nos hiciera Chávez a leer a Lenin, y muy a pesar de la furibunda pandilla de extremistas que no quieren leer nada, aquí voy con mi modesto aporte. La idea de este serie "Leamos a Lenin", es contribuir con la difusión de los planteos de alguna gente que se la pasa por allí escribiendo sobre los clásicos del marxismo desde una perspectiva que bien pudiéramos calificar de "heterodoxa". Es decir, ¡alerta!, porque lo que viene huele a "revisionismo" y casi raya en el criminal extremismo de pensar sobre la revolución con cabeza propia. Guerra avisada...

Doy inicio, pues, a esta serie con un artículo del esloveno Slajov Zizek. Fue publicado originalmente en International Socialism, N° 95, 2002, pero sin duda redactado el año anterior, antes del ataque al World Trade Center, antes de la locura guerrerista e imperial estadounidense, en tiempos donde aún se hablaba con mucho entusiasmo sobre la movida Seattle, y por supuesto desde una perspectiva muy europea. Sin embargo, sabrán identificar tres o cuatro ideas bastante sugerentes por allí. La traducción es de Guillermo Crux y algún par de correcciones corren por cuenta de este servidor).

********

Si hay un acuerdo general entre (lo que queda de) la izquierda radical de hoy, es que, para resucitar el proyecto político radical, uno debe dejar atrás el legado leninista: el énfasis despiadado sobre la lucha de clases, el partido como la forma privilegiada de organización, la toma revolucionaria del poder por medios violentos, la subsiguiente “dictadura del proletariado” ... ¿acaso todos estos no son “conceptos zombie” que la izquierda tiene que abandonar si quiere tener algún tipo de oportunidad en las condiciones del capitalismo tardío “posindustrial”?

El problema con este argumento aparentemente convincente es que se compra muy fácilmente la imagen heredada de Lenin como el sabio líder revolucionario que, después de formular las coordenadas básicas de su pensamiento y práctica en el ¿Qué hacer?, simplemente se dedicó, de forma consistente y despiadada, a llevarlos a cabo. ¿Qué pasa si hay para contar otra historia sobre Lenin? Es verdad que la izquierda de hoy está sufriendo una experiencia fulminante del fin de toda una época del movimiento progresista, cuya experiencia la empuja a reinventar incluso las coordenadas básicas de su proyecto – no obstante que fue precisamente una experiencia homóloga la que alumbró al leninismo. Recordemos cómo se conmocionó Lenin cuando, en el otoño de 1914, todos los partidos socialdemócratas europeos (con la honrosa excepción de los bolcheviques rusos y los socialdemócratas serbios) adoptaron la “línea patriótica” – Lenin incluso llegó a pensar que el número del Vorwärts, el diario de la socialdemocracia alemana que informaba cómo los socialdemócratas en el Reichstag habían votado por los créditos de guerra, era una falsificación de la policía secreta rusa pensada para engañar a los obreros rusos. En esa era de conflicto militar que cortó al continente europeo por la mitad, ¡cuán difícil era rechazar la noción de que uno debía tomar partido en este conflicto, y luchar contra el “fervor patriótico” en el propio país donde uno habitaba! ¡Cuántas grandes mentes (incluso Freud) sucumbieron a la tentación nacionalista, aunque más no fuera por un par de semanas! Esta conmoción de 1914 fue – para ponerla en los términos de Alain Badiou – un “desastre”, una catástrofe en la que todo un mundo desapareció: no sólo la idílica fe burguesa en el progreso, sino también el movimiento socialista que lo acompañó. El propio Lenin (el Lenin del ¿Qué hacer?) sintió que cedía la tierra bajo sus pies – no hay, en su reacción desesperada, ninguna satisfacción, ningún “¡se los dije!” Este momento de Verzweiflung, esta catástrofe, abrió el sitio para el evento leninista, por romper el historicismo evolutivo de la Segunda Internacional – y sólo Lenin estaba a la altura de esta apertura, fue el único en articular la verdad de la catástrofe. Éste es el Lenin del que todavía tenemos algo que aprender. La grandeza de Lenin fue que, en esta situación catastrófica, no tuvo miedo de tener éxito – en contraste con el pathos negativo discernible desde Rosa Luxemburg hasta Adorno, para quienes el acto auténtico en última instancia es la admisión de la derrota que alumbra la verdad. En 1917, en lugar de esperar el momento correcto de madurez, Lenin organizó una huelga preventiva. En 1920, como líder del partido de la clase obrera sin clase obrera (la mayoría de ella había perecido en la guerra civil), prosiguió la organización de un estado, aceptando en su totalidad la paradoja del partido que tiene que organizar, incluso recrear, su propia base, su clase obrera.

En ninguna parte se palpa más esta grandeza que en los escritos de Lenin que cubren el lapso de tiempo entre febrero de 1917, cuando la primera revolución abolió el zarismo e instaló un régimen democrático, hasta la segunda revolución en octubre. En febrero, Lenin era un emigrado político semi-anónimo, perdido en Zurich, sin contactos confiables en Rusia, enterándose de los eventos principalmente a través de la prensa suiza. En octubre dirigió la primera revolución socialista victoriosa – ¿pero qué fue lo que ocurrió entre medio? En febrero, Lenin percibió inmediatamente la oportunidad revolucionaria, el resultado de circunstancias contingentes únicas – si no se echaba mano del momento, la oportunidad para la revolución se desperdiciaría, quizás por décadas. En su terca insistencia de que uno debe aceptar el riesgo y pasar a la próxima fase, es decir, repetir la revolución, Lenin estaba solo, ridiculizado por la mayoría de los miembros del comité central de su propia partido, y la lectura de los textos de Lenin de 1917 proporciona un pantallazo único sobre el obstinado, paciente, y a menudo frustrante trabajo revolucionario a través del cual Lenin impuso su visión. Sin embargo, por más indispensable que haya sido la intervención personal de Lenin, uno no debe modificar la historia de la Revolución de Octubre haciéndola pasar por la del genio solitario confrontado con las masas desorientadas que impone su visión gradualmente. Lenin tuvo éxito porque su apelación, mientras pasaba por alto a la nomenklatura del partido, encontró un eco en lo que uno tiene la tentación de llamar la micropolítica revolucionaria: la explosión increíble de la democracia de base, de los comités locales que crecen alrededor de todas las grandes ciudades de Rusia y, mientras ignoran la autoridad del gobierno “legítimo”, toman las cosas en sus manos. Ésta es la historia acallada de la Revolución de Octubre.

Lo primero que conmueve al lector de hoy es cuán directamente legibles eran los textos de Lenin de 1917. No hay necesidad de largas notas explicativas – aun cuando los nombres que suenan extraño nos sean desconocidos, inmediatamente nos damos cuenta de lo que estaba sucediendo. Desde la distancia de hoy los textos despliegan una claridad casi clásica de los contornos de la lucha en la que participan. Lenin es totalmente consciente de la paradoja de la situación: en la primavera de 1917, después de la Revolución de febrero que derrocó al régimen zarista, Rusia era el país más democrático de toda Europa, con un grado inaudito de movilización de masas, de libertad de organización y de libertad de prensa – y aún así esta libertad daba a la situación un carácter no-transparente, completamente ambiguo. Si hay un hilo común que recorre todos los textos de Lenin escritos “entre las dos revoluciones” (la de febrero y la de octubre), es su insistencia en la distancia que separa los contornos formales “explícitos” de la lucha política entre la multitud de partidos y otros sujetos políticos de sus tareas sociales reales (paz inmediata, distribución de la tierra, y, por supuesto, “todo el poder a los soviets”, es decir, el desmantelamiento del aparato estatal existente y su reemplazo por las nuevas formas de dirección social del tipo de la Comuna).

Esta distancia – la repetición de la distancia entre 1789 y 1793 en la Revolución Francesa – es el espacio preciso de la original intervención de Lenin: la lección fundamental del materialismo revolucionario es que la revolución debe golpear dos veces, y por razones esenciales. La distancia no es simplemente la separación entre forma y contenido. Lo que le falta a la “primera revolución” no es el contenido, sino la forma misma – permanece atrapada en la forma vieja, y piensa que la libertad y la justicia pueden lograrse sencillamente si utilizamos el aparato estatal ya existente y sus mecanismos democráticos. ¿Qué pasa si el “buen” partido gana las elecciones libres e implementa “legalmente” la transformación socialista? (La expresión más clara de esta ilusión, orillando el ridículo, es la tesis de Karl Kautsky, formulada en los años veinte, de que la forma política lógica de la primera fase del socialismo, del pasaje del capitalismo al socialismo, es la coalición parlamentaria de los partidos burgueses y proletarios.) El paralelo aquí es perfecto con la era de la temprana modernidad en la que la oposición a la hegemonía ideológica de la iglesia se articuló primero en la forma de otra ideología religiosa, como una herejía. Siguiendo las mismas líneas, los partidarios de la “primera revolución” quieren subvertir la dominación capitalista dentro de la misma forma política de la democracia capitalista. Ésta es la “negación de la negación” hegeliana: primero el antiguo orden es negado dentro de su propia forma ideológico-política; luego esta misma forma tiene que ser negada. Aquellos que oscilan, aquellos que tienen miedo de dar el segundo paso de superar la forma misma, son aquellos que (repitiendo a Robespierre) quieren una “revolución sin revolución” – y Lenin despliega toda la fuerza de su “hermenéutica de la sospecha” para discernir las distintas formas de esta retirada.

En sus escritos de 1917 Lenin se reserva su agria ironía para quienes se dedican a la búsqueda interminable de algún tipo de “garantía” para la revolución. Esta garantía asume dos formas principales: ya sea la noción reificada de la necesidad social (uno no debe arriesgar la revolución demasiado temprano; uno tiene que esperar el momento correcto, cuando la situación está “madura” con respecto a las leyes del desarrollo histórico: “es demasiado temprano para la revolución socialista – la clase obrera no está madura aún”) o la legitimidad normativa - “democrática” (“la mayoría de la población no está de nuestro lado, entonces la revolución no sería realmente democrática”) – como dice en repetidas oportunidades Lenin, es como si antes de que el agente revolucionario tome el poder estatal tuviera que recibir permiso de alguna figura del gran Otro (organizar un referéndum que determinará que la mayoría apoya la revolución). Con Lenin, como con Lacan, el punto está en que la revolución sólo puede ser autorizada por ella misma: uno debe asumir que el acto revolucionario no está cubierto por el gran Otro – el miedo de tomar el poder “prematuramente”, la búsqueda de una garantía, es el miedo del abismo del acto. En ello reside la última dimensión de lo que Lenin denuncia continuamente como “oportunismo”, y su apuesta es que el “oportunismo” es una posición que es inherentemente falsa en sí misma y que enmascara el temor a acometer la tarea con la pantalla protectora de los hechos, leyes o normas “objetivos”.

La respuesta de Lenin no es la referencia a un conjunto diferente de “hechos objetivos”, sino la repetición del argumento formulado una década antes por Rosa Luxemburgo contra Kautsky: los que esperan que lleguen las condiciones objetivas de la revolución esperarán por siempre – esa posición del observador objetivo (y no de un agente comprometido) es en sí misma el obstáculo principal para la revolución. El contra-argumento de Lenin contra los críticos formal-democráticos del segundo paso es que esta misma opción “puramente democrática” es utópica: en las circunstancias concretas de Rusia, el estado democrático-burgués no tiene ninguna oportunidad de sobrevivir –la única “manera realista” de proteger las verdaderas conquistas de la Revolución de febrero (libertad de organización y de prensa, etc.) es avanzar hacia la revolución socialista – de no ser así, la reacción zarista será la que gane.

Tenemos aquí dos modelos, dos lógicas incompatibles de la revolución: aquellos que esperan el momento teleológico maduro de la crisis final cuando la revolución explotará “en su hora adecuada” por la necesidad de la evolución histórica; y aquellos que son conscientes que la revolución no tiene ninguna “hora adecuada”, aquellos que perciben la oportunidad revolucionaria como algo que surge y que tiene que ser capturado en los propios desvíos del desarrollo histórico “normal”. Lenin no es un voluntarista “subjetivista” – él insiste con que la excepción (el conjunto extraordinario de circunstancias, como las de Rusia en 1917) ofrece un camino para socavar la propia norma. ¿Y acaso esta línea de argumentación, esta posición de principios, no es más real hoy que nunca? ¿Acaso no vivimos también en una era en la que el estado y su aparato, incluyendo sus agentes políticos, simplemente son cada vez menos capaces de articular los problemas claves (ecología, la degradante atención médica, la pobreza, el papel de las compañías multinacionales, etc.)? La única conclusión lógica es que es urgente una nueva forma de politización, que “socializará” directamente estos problemas cruciales. La ilusión de 1917 de que los problemas urgentes que enfrentaba Rusia (paz, distribución de la tierra, etc.) podrían haberse resuelto a través de medios “legales” parlamentarios es igual a la ilusión de hoy de que, por ejemplo, la amenaza ecológica podría evitarse extendiendo la lógica del mercado a la ecología (haciendo que los que contaminan paguen el precio por el daño que causan). Sin embargo, ¿cuán relevantes son las opiniones específicas de Lenin sobre este punto? Según el pensamiento ortodoxo, la declinante fe de Lenin en las capacidades creativas de las masas durante los años posteriores a la Revolución de Octubre, lo llevaron a enfatizar el papel de la ciencia y los científicos. Él saludaba “el principio de esa época feliz cuando la política desaparecerá en el trasfondo... y los ingenieros y los agrónomos tendrán la mayor parte de la palabra.”[i] ¿Pos-política tecnocrática? Las ideas de Lenin sobre cómo corre la ruta hacia el socialismo por el terreno del capitalismo monopolista pueden parecer peligrosamente ingenuas hoy:

“El capitalismo ha creado un aparato de contabilidad en la forma de los bancos, consorcios, servicio postal, sociedades de consumidores, y sindicatos de empleados de oficina. Sin los grandes bancos el socialismo sería imposible... nuestra tarea consiste sencillamente en amputar lo que mutila capitalistamente este aparato excelente, hacerlo aún más grande, aún más democrático, más aun abarcador... Será un registro nacional, una contabilidad nacional de la producción y la distribución de bienes; será, por así decirlo, algo así como la naturaleza del esqueleto de la sociedad socialista.”[ii]

¿No es ésta la expresión más radical de la noción de Marx del intelecto general que regula toda la vida social de una manera transparente, del mundo pos-político en el que “la administración de las personas” será suplantada por “la administración de las cosas”? Por supuesto que es fácil jugar contra esta cita la carta de la “crítica de la razón instrumental” y del “mundo administrado [verwaltete Welt]”. El potencial “totalitario” está inscrito en esta misma forma de control social total. Es fácil comentar sarcásticamente cómo, en la época stalinista, el aparato de administración social se volvió, efectivamente, “aún más grande”. No obstante, ¿esta visión pos-política no es acaso el extremo opuesto de la noción maoísta de la eternidad de la lucha de clases (“todo es político”)?

Sin embargo, ¿es todo tan inequívoco? ¿Qué pasa si uno reemplaza el ejemplo (obviamente anticuado) del banco central con el de la world wide web, el candidato perfecto actual para el papel del Intelecto General (General Intellect)? Dorothy Sayers planteaba que la Poética de Aristóteles es efectivamente la teoría de las novelas policiales antes de que fueran escritas – como el pobre Aristóteles no conocía todavía la novela policial, tenía que referirse a los únicos ejemplos a su disposición, las tragedias... Siguiendo las mismas líneas, Lenin estaba desarrollando efectivamente la teoría del papel de la world wide web, pero, como no conocía Internet, tenía que referirse a los desafortunados bancos centrales. Por consiguiente, ¿podría decir uno que “sin la world wide web el socialismo sería imposible... nuestra tarea sencillamente es amputar lo que mutila capitalistamente este aparato excelente, hacerlo aún más grande, aún más democrático, aún más abarcador”? En estas condiciones, uno se siente tentado a resucitar la vieja, abusiva y medio olvidada dialéctica marxiana de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Ya es un lugar común plantear que, irónicamente, fue esta misma dialéctica la que enterró el “socialismo realmente existente”: el socialismo no pudo sostener el pasaje de la economía industrial a la pos-industrial. Una de las víctimas tragicómicas de la desintegración del socialismo en la ex-Yugoslavia fue un viejo apparatchik comunista entrevistado por la radio estudiantil de Ljubljana en 1988. Los comunistas sabían que estaban perdiendo poder, y por eso trataban desesperadamente de complacer a todos. Cuando a este viejo cuadro le hicieron preguntas provocativas sobre su vida sexual, él también intentó demostrar desesperadamente que estaba en contacto con la generación joven. Sin embargo, como el único idioma que conocía era el de la hosca burocracia, el resultado fue una particular mezcla obscena – declaraciones como, “La sexualidad es un componente importante de mi actividad diaria. Al tocar a mi esposa entre sus muslos me da nuevos grandes incentivos para mi trabajo de construir el socialismo.” Y cuando uno lee documentos oficiales de Alemania Oriental de los años setenta y comienzos de los ochenta, formulando su proyecto de convertir a la RDA en una especie de Silicon Valley del bloque socialista de Europa Oriental, uno no puede evitar la impresión de la misma distancia tragicómica entre la forma y el contenido. Mientras eran totalmente conscientes de que la digitalización era el camino del futuro, se aproximaron a ella en los términos de la antigua lógica socialista de la planificación industrial centralizada – sus propias palabras enmascaraban el hecho de que no estaban captando lo que está ocurriendo efectivamente, las consecuencias sociales de la digitalización. No obstante, ¿el capitalismo realmente proporciona el marco “natural” de las relaciones de producción para el universo digital? ¿No hay también un potencial explosivo para el propio capitalismo en la world wide web? ¿Acaso la lección del monopolio Microsoft no es precisamente la lección leninista: en lugar de combatir su monopolio a través del aparato estatal (recordemos la división de Microsoft ordenada por la Justicia), ¿no sería más “lógico” simplemente socializarlo, haciéndolo libremente accesible? Hoy uno se siente tentado a parafrasear el famoso lema de Lenin, “Socialismo = electrificación + poder de los soviets”: “Socialismo = acceso libre a internet + poder de los soviets.”

En este contexto, el mito que hay que desbancar es el del papel cada vez menor del estado. Lo que estamos atestiguando hoy en día es el cambio en sus funciones: mientras se retira parcialmente de sus funciones asistenciales, el estado está fortaleciendo su aparato en otros dominios de la regulación social. Para poder empezar un negocio ahora uno tiene que apoyarse en el estado no sólo para garantizar la ley y el orden, sino también el conjunto de la infraestructura (acceso a agua y energía, medios de transporte, criterios ecológicos, regulaciones internacionales, etc.), en una medida incomparablemente mayor que hace 100 años. La caída del servicio eléctrico en California el año pasado hace palpable a este punto: durante un par de semanas en enero y febrero de 2001 la privatización (“desregulación”) del suministro de electricidad transformó al Sur de California, uno de los paisajes pos-industriales más altamente desarrollados del mundo, en un país tercermundista con apagones regulares. Por supuesto, los defensores de la desregulación plantearon que no estaba lo bastante completa, y echaban mano del viejo falso silogismo de, “Mi novia nunca llega tarde a una cita, porque en el momento en que ella llegue tarde, ya no será más mi novia”: la desregulación funciona por definición, entonces si no funciona, no era en verdad una desregulación... ¿El reciente pánico desatado con la enfermedad de la vaca loca (que probablemente presagie docenas de fenómenos similares que nos esperan en el futuro cercano) no apunta también hacia la necesidad de un control global estatal estricto e institucionalizado de la agricultura?

¿Y qué hay del reproche básico según el cual Lenin hoy es irrelevante porque permaneció aferrado dentro del horizonte de la producción industrial masiva (recordemos su celebración del fordismo)? ¿Cómo cambia estas coordenadas el pasaje de la producción de fábrica a la producción “pos-industrial”? ¿Dónde clasificaríamos no sólo las maquiladoras de trabajo manual del Tercer Mundo, sino también las maquiladoras digitales, como la de Bangalore en la que decenas de miles de indios programan software para las corporaciones occidentales? ¿Es adecuado designar a estos indios como el “proletariado intelectual”? ¿Serán la venganza final del Tercer Mundo? ¿Cuáles son las consecuencias del hecho desquiciante (por lo menos para los conservadores alemanes) de que, después de décadas de importar centenares de miles de trabajadores manuales inmigrantes, Alemania ha descubierto ahora que necesita por lo menos decenas de miles de trabajadores intelectuales inmigrantes, principalmente programadores de computadoras? La alternativa que incapacita al marxismo de hoy en día es, ¿qué hacer a propósito de la creciente importancia del crecimiento de la “producción inmaterial” hoy (ciber-trabajadores)? ¿Insistimos con que sólo quienes están involucrados en la producción material “real” son la clase trabajadora, o damos el venturoso paso de aceptar que los “trabajadores simbólicos” son los (verdaderos) proletarios de hoy? Uno debería resistirse a dar este paso, porque ofusca la división entre la producción inmaterial y material, la división en la clase trabajadora entre los ciber-trabajadores y los trabajadores materiales (por regla separados geográficamente, como los programadores en EE.UU. o India, las maquiladoras en China o Indonesia).

Quizás sea la figura del desocupado la que simbolice al puro proletario de hoy: la determinación sustancial del desocupado sigue siendo la de un obrero, pero no se les deja realizarla o renunciar a ella, y entonces permanecen suspendidos en la potencialidad de trabajadores que no pueden trabajar. Quizás en cierto sentido hoy “todos somos desocupados” – los trabajos tienden a basarse en contratos de tiempo cada vez más cortos, por lo cual el estado de desempleo es la regla, el nivel cero, y el trabajo temporal la excepción. Entonces ésta debería ser también la respuesta a quienes abogan por la “sociedad pos-industrial” cuyo mensaje a los trabajadores es que su tiempo se terminó, que su propia existencia está obsoleta, y que lo único con lo que pueden contar es con la compasión puramente humanitaria – hay cada vez menos lugar para los trabajadores en el universo del capital de hoy, y uno debe deducir de este hecho la única conclusión consistente. Si la sociedad “pos-industrial” de hoy necesita cada vez menos trabajadores para reproducirse (20 por ciento de la fuerza de trabajo, según algunas estimaciones), entonces no son los trabajadores los que están de más, sino el capital.

El antagonismo clave de las llamadas nuevas industrias (digitales) es éste: ¿cómo mantener la forma de la propiedad (privada), que es la única forma en la que puede mantenerse la lógica de ganancia (veamos también el problema de Napster, la libre circulación de la música)? ¿Acaso las complicaciones legales en la biogenética no apuntan en la misma dirección? El elemento clave de los nuevos acuerdos internacionales de comercio es la “protección de la propiedad intelectual” – siempre que, al fusionarse, una gran compañía occidental se hace cargo de una compañía del Tercer Mundo, lo primero que hace es cerrar el departamento de investigación. Aquí surgen fenómenos que involucran a la noción de propiedad en paradojas dialécticas extraordinarias: en la India, las comunidades locales descubren de repente que las prácticas médicas y los materiales que han estado usando durante siglos son poseídos ahora por compañías norteamericanas, de manera que deben comprárselas a ellas; mientras las compañías biogenéticas patentan genes, todos estamos descubriendo que partes de nosotros, nuestros componentes genéticos, ya son propiedad registrada, poseída por otros.

Sin embargo, el resultado de esta crisis de la propiedad privada de los medios de producción no está para nada garantizado. Aquí uno debe tener en cuenta la paradoja última de la sociedad stalinista. Contra el capitalismo, que es la sociedad de clase, pero en principio igualitaria, sin divisiones jerárquicas directas, el stalinismo “maduro” es una sociedad sin clases articulada en grupos jerárquicos precisamente definidos (nomenklatura en la cima, trabajadores técnicos, ejército, etc.). Lo que esto significa es que, ya para el stalinismo, la noción marxista clásica de la lucha de clases ya no es más adecuado para describir su jerarquía y dominación – en la Unión Soviética de finales de los años veinte en adelante, la división social clave no estaba definida por la propiedad, sino a través del acceso directo a los mecanismos de poder y a condiciones de vida materiales y culturales privilegiadas (comida, alojamiento, atención sanitaria, libertad para viajar, educación). Y quizás la ironía última de la historia será que, de la misma manera, la visión de Lenin del “socialismo de los bancos centrales” sólo puede leerse adecuadamente en forma retroactiva, desde la actual world wide web.

La Unión Soviética proporcionó el primer modelo de la sociedad “pos-propietaria” desarrollada, del verdadero “capitalismo tardío” en el cual la clase dominante será definida por el acceso directo a los medios de poder central y control (informativos, administrativos) y a otros privilegios materiales y sociales: el punto ya no será poseer compañías, sino directamente administrarlas, tener el derecho para utilizar un jet privado, tener acceso a una cobertura de salud diferenciada, etc. – privilegios que no serán adquiridos por medio de la propiedad, sino a través de otros mecanismos (educativos, directivos, etc.).

Ésta, entonces, es la crisis venidera que ofrecerá la perspectiva de una nueva lucha emancipatoria, de la reinvención completa de lo político – no la vieja opción marxista entre la propiedad privada y su socialización, sino la opción entre la sociedad pos-propietaria jerárquica y la sociedad pos-propietaria igualitaria. Aquí, la vieja tesis marxista sobre cómo la libertad y la igualdad burguesas están basadas en la propiedad privada y las condiciones de mercado, adquiere un giro inesperado: lo que permiten las relaciones de mercado son la libertad (por lo menos) “formal” y la igualdad “legal” – ya que la jerarquía social puede sostenerse a través de la propiedad, no existe la necesidad de su aserción política directa. Si, luego, el papel de la propiedad privada disminuye, el peligro es que esta desaparición gradual cree la necesidad de alguna nueva forma de jerarquía (racista o de “gobierno de los expertos”), directamente fundadas en las propiedades de los individuos, y cancelando así incluso la igualdad “formal” burguesa y la libertad. Resumiendo, en tanto el factor determinante de poder social será la inclusión/exclusión del conjunto de los privilegiados (de acceso al conocimiento, control, etc.), podemos esperar el surgimiento de modos distintos de exclusión, para llegar directamente al racismo. La primera señal clara que apunta en esta dirección es la nueva alianza entre la política (gobierno) y las ciencias naturales. En la biopolítica, que surgió recientemente, el gobierno está instigando a la “industria de los embriones”, el control sobre nuestro legado genético por fuera del control democrático, justificado por una oferta que nadie puede rechazar: “¿No quiere usted curarse del cáncer, la diabetes, el Alzheimer...?” Sin embargo, mientras los políticos hacen esas promesas “científicas”, los propios científicos permanecen profundamente escépticos, haciendo hincapié frecuentemente sobre la necesidad de alcanzar decisiones a través de un gran acuerdo social general.

El problema último de la ingeniería genética no reside en sus consecuencias imprevisibles (¿qué ocurriría si creamos monstruos – digamos, humanos sin sentido de responsabilidad moral?), sino la manera en que la ingeniería biogenética afecta fundamentalmente nuestra noción de educación: en lugar de educar a un niño para que sea un buen músico, ¿será posible manipular sus genes para que se incline “espontáneamente” hacia la música? En lugar de instilar en él un sentido de disciplina, ¿será posible manipular sus genes para que “espontáneamente” tienda a obedecer órdenes? La situación aquí está radicalmente abierta – si surgirán gradualmente dos clases de personas, los “nacidos naturalmente” y los manipulados genéticamente, no queda claro de antemano qué clase ocupará el nivel más alto en la jerarquía social. ¿Serán los “naturales” los que consideren a los manipulados como meras herramientas, no como seres verdaderamente libres, o serán mucho más perfectos manipulados genéticamente los que considerarán a los “naturales” como pertenecientes a un nivel más bajo de evolución?

La lucha venidera, por lo tanto, no tiene ningún resultado garantizado – nos confrontará con una inédita urgencia para actuar, ya que no sólo involucrará un nuevo modo de producción, sino una ruptura radical en lo que significa ser un ser humano. Hoy ya podemos discernir las señales de un tipo de malestar general – recordemos la serie de eventos normalmente agrupados bajo el nombre de “Seattle”. La luna de miel de diez años del capitalismo global triunfante ha terminado, la largamente retrasada “comezón del séptimo año” ya está aquí – seamos testigos de las reacciones de pánico de los grandes medios de comunicación, que, desde la revista Time hasta CNN, todos de repente empezaron a advertir sobre la existencia de marxistas que manipulan a la muchedumbre de manifestantes “honestos”. El problema ahora es el estrictamente leninista – cómo enfrentar las imputaciones de los medios de comunicación, cómo inventar estructuras organizativas que le confieran a esta inquietud la forma de una demanda política universal. De no ser así, la oportunidad se desperdiciará, y lo que quedará es una perturbación marginal, quizás organizada como un nuevo Greenpeace, con cierta eficacia, pero también con metas estrechamente limitadas, estrategias de marketing, etc. En otras palabras, la lección “leninista” clave hoy es que la política sin forma organizativa de partido es política sin política, de manera que la respuesta a aquéllos que simplemente quieren los (atinadamente llamados) “nuevos movimientos sociales” es la misma que la respuesta de los jacobinos a los componedores girondinos: “¡Ustedes quieren la revolución sin una revolución!” El obstáculo de hoy es que parece haber sólo dos caminos abiertos para el compromiso socio-político: o jugar el juego del sistema, comprometerse en la “larga marcha a través de las instituciones”, o activar en los nuevos movimientos sociales, desde el feminismo, pasando por la ecología hasta el anti-racismo. Y de nuevo el límite de estos movimientos es que no son políticos en el sentido del Singular Universal; son “movimientos contra un solo problema” que carecen de la dimensión de la universalidad, es decir, que no se relacionan con la totalidad social.

La promesa del movimiento “de Seattle” reside en el hecho de que es exactamente lo opuesto de lo que usualmente se lo designa en los medios de comunicación (la “protesta anti-globalización”); es el primer grano de un nuevo movimiento global, global con respecto a su contenido (apunta a una confrontación global con el capitalismo actual) así como en su forma (es un movimiento global e involucra una red internacional móvil, capaz de reaccionar desde Seattle a Praga). Es más global que el “capitalismo global”, ya que involucra en el juego a sus víctimas, es decir, aquellos excluidos por la globalización capitalista. Quizás uno debería arriesgarse y aplicar la vieja distinción de Hegel entre universal “abstracto” y “concreto” en este caso: la globalización capitalista es el “abstracto”, concentrado en el movimiento especulativo del capital, mientras el “movimiento de Seattle” está por el “universal concreto”, es decir, por la totalidad del capitalismo global y su lado oscuro excluido.

Aquí el reproche de Lenin a los liberales es crucial: ellos simplemente explotan el descontento de las clases obreras para fortalecer su posición frente a los conservadores, en vez de identificarse con ese descontento hasta el final.[iii] ¿No esto lo que ocurre también con los liberales de izquierda de hoy? Les gusta evocar el racismo, la ecología, los agravios contra los trabajadores, etc., para anotarse algunos puntos por encima de los conservadores sin poner en peligro el sistema. Recordemos cómo, en Seattle, el propio Bill Clinton se refirió a los manifestantes que estaban afuera en las calles, recordándoles a los líderes reunidos dentro del palacio sitiado que deben escuchar al mensaje de los manifestantes (el mensaje que, por supuesto, Clinton interpretó privándolo de su aguijón subversivo atribuido a los peligrosos extremistas que introducen el caos y la violencia entre la mayoría de los manifestantes pacíficos). Esta posición clintonesca luego se desarrolló en una elaborada estrategia de contención de “garrote y zanahoria”: por un lado, paranoia (la noción de que hay una oscura conjura marxista acechando por detrás); por otro lado, en Génova, no fue nadie más que Berlusconi el que proporcionó comida y albergue a los manifestantes anti-globalización – a condición de que se “comportaran con propiedad” y no perturbaran el evento oficial. Pasa lo mismo con todos los nuevos movimientos sociales, hasta los zapatistas en Chiapas. La política del sistema está siempre presta para “escuchar sus demandas”, privándolas de su aguijón político apropiado. La verdadera “tercera vía” que tenemos que buscar es esta tercera vía entre la política parlamentaria institucionalizada y los nuevos movimientos sociales.

Como una señal de esta emergente inquietud y necesidad de una verdadera tercera vía, es interesante ver cómo, en una entrevista reciente, incluso un liberal conservador como John Le Carré tuvo que admitir que, como consecuencia de la “aventura amorosa entre Thatcher y Reagan”, en la mayoría de los países occidentales desarrollados y sobre todo en el Reino Unido “la infraestructura social prácticamente ha dejado de funcionar” que luego lo lleva directamente a suplicar que, por lo menos, “renacionalicen los ferrocarriles y el agua”.[iv] Efectivamente nos estamos acercando a un estado en que la afluencia privada (selectiva) es acompañada por la degradación global (ecológica, de infraestructura) que empezará a afectarnos a todos pronto: la calidad del agua no sólo es un problema en el Reino Unido – un estudio reciente mostró que la totalidad de la fuente de donde se abastece de agua el área de Los Ángeles ya está tan afectada por químicos tóxicos artificiales que pronto será imposible potabilizarla, ni siquiera a través de los filtros más avanzados. Le Carré formuló su furia contra Blair por aceptar las coordenadas básicas thatcheristas en términos muy precisos: “La última vez, en 1997, pensé que él estaba mintiendo cuando negaba que fuera socialista. Lo peor que puedo decir sobre él es que estaba diciendo la verdad”.[v] Más precisamente, aun cuando en 1997 Blair estuviera mintiendo “subjetivamente”, aun cuando su agenda confidencial tratara de mantener lo más posible la agenda socialista, estaba “objetivamente” diciendo la verdad: su (eventual) convicción socialista subjetiva era un autoengaño, una ilusión que le permitió cumplir con su papel “objetivo”, el de completar la “revolución” thatcherista.

La respuesta última al reproche de que las propuestas de la izquierda radical son utópicas debería ser que hoy la verdadera utopía es la creencia en que el actual acuerdo general capitalista liberal-democrático pueda continuar indefinidamente, sin cambios radicales. Así, regresamos al viejo lema de 1968 “Soyons réalistes, demandons l'impossible!” (“¡Seamos realistas, demandemos lo imposible!”): para ser de verdad “realista”, uno debe considerar evadirse de los constreñimientos de lo que aparece como “posible” (o, como normalmente lo llamamos, “factible”). Si hay que sacar alguna lección de la victoria electoral de Silvio Berlusconi en mayo de 2001, es que los verdaderos utópicos son los izquierdistas de la Tercera Vía – ¿por qué? La tentación principal que hay que evitar a propósito de la victoria de Berlusconi en Italia es la de usarla como un pretexto para otro ejercicio en el marco de la tradición izquierdista conservadora de la Kulturkritik (desde Adorno a Virilio) que lamentan la estupidez de las masas manipuladas y el eclipse del individuo autónomo capaz de reflexión crítica. Esto, sin embargo, no significa que las consecuencias de esta victoria deban subestimarse. Hegel dijo que todos los eventos históricos tienen que ocurrir dos veces: Napoleón tenía que perder dos veces, etc. Y parece también que Berlusconi tenía que ganar una elección dos veces para que nos demos cuenta del conjunto de las consecuencias de este evento.

¿Qué es lo que logró Berlusconi? Su victoria nos proporciona una triste lección sobre el papel de la moralidad en la política: el resultado en última instancia de la gran catarsis moral-política – la campaña anti-corrupción de “manos limpias” que una década atrás arruinó a la Democracia Cristiana y, con ella, a la polaridad ideológica de democristianos y comunistas que dominó la política italiana de pos-guerra – es que Berlusconi esté en el poder. Es como si Rupert Murdoch ganara las elecciones en Gran Bretaña – un movimiento político dirigido como si fuera una empresa de publicidad. Forza Italia de Berlusconi ya no es un partido político, sino – como su nombre lo indica – más bien un grupo de gente que apoya a una selección de fútbol. Si, en los viejos y buenos países socialistas, el deporte estaba directamente politizado (recordemos las enormes sumas de dinero que la RDA invertía en sus mayores atletas), ahora la política misma se ha vuelto una competencia deportiva. Y el paralelo va incluso mucho más allá: si los regímenes comunistas nacionalizaban la industria, Berlusconi en cierto modo está privatizando el propio estado. Por esta razón, todas las preocupaciones de algunos izquierdistas y demócratas liberales sobre el peligro de un neo-fascismo que acecharía por detrás de la victoria de Berlusconi están fuera de lugar y en cierto modo son demasiado optimistas: el fascismo todavía es un proyecto político determinado, mientras que, en el caso de Berlusconi, en última instancia no hay nada que esté acechando por detrás, ningún proyecto ideológico secreto, sólo la pura convicción de que las cosas funcionarán, de que lo haremos mejor. En resumen, Berlusconi es la pos-política en su estado más puro. La señal última de la “pos-política” en todos los países occidentales es el creciente enfoque empresarial hacia las funciones de gobierno. El gobierno es reconcebido como una función administrativa, privada de su dimensión propiamente política.

Lo que verdaderamente está en juego en las luchas políticas de hoy es cuál de los dos viejos partidos principales, los conservadores o la “izquierda moderada”, lograrán presentarse a sí mismos como los que verdaderamente encarnan el espíritu pos-ideológico, contra el otro partido al que se descalificará diciendo que “todavía está atrapado por los viejos espectros ideológicos”. Si los años ochenta pertenecieron a los conservadores, la lección de los noventa parecería ser que, en nuestras sociedades capitalistas tardías, la socialdemocracia de la Tercera Vía (o, más marcadamente aún, los pos-comunistas en las países ex-socialistas) funciona efectivamente como la representante del capital como tal, en general, contra sus facciones particulares representadas por los diferentes partidos “conservadores”, quienes, para poder presentarse su mensaje como si se dirigiera al conjunto de la población también tratan de satisfacer las demandas particulares de los estratos anti-capitalistas (digamos, de los trabajadores de clase media “patrióticos” amenazados por la fuerza de trabajo barata de los inmigrantes. Recordemos a la CDU, que contra la propuesta de los socialdemócratas de que Alemania debía importar 50.000 programadores de computadoras de la India, lanzó la consigna infame de “Kinder statt Inder!” – “¡Niños en lugar de indios!” Esta constelación económica explica en buena medida cómo y por qué los socialdemócratas de la Tercera Vía pueden estar simultáneamente por los intereses del gran capital y por una tolerancia multiculturalista que apunte a defender los intereses de las minorías foráneas.

El sueño de la Tercera Vía de la izquierda era que el pacto con el diablo funcionara: Ok, ninguna revolución, aceptamos el capitalismo como lo único a lo que se puede jugar, pero por lo menos podremos mantener algunos de los logros del estado de bienestar, además de construir una sociedad tolerante hacia las minorías sexuales, religiosas y étnicas. Si la tendencia anunciada por la victoria de Berlusconi persiste, se discierne una perspectiva mucho más oscura en el horizonte: un mundo en el que el dominio ilimitado del capital no se complemente con la tolerancia del liberalismo de izquierda, sino por la típica mixtura pos-política de un espectáculo puramente publicitario junto con las preocupaciones de la Mayoría Moral (recordemos que el Vaticano dio su apoyo tácito a Berlusconi). Si hay una agenda ideológica oculta en la “pos-política” de Berlusconi es, para decirlo sin vueltas, la desintegración del pacto democrático fundamental posterior a la Segunda Guerra Mundial. En los últimos años, ya hubo numerosas señales de que el pacto anti-fascista posterior a la Segunda Guerra Mundial está crujiendo lentamente – los llamados “tabúes” están cayendo, desde los historiadores “revisionistas” hasta los populistas de la Nueva Derecha. Paradójicamente, los que están socavando este pacto se refieren precisamente a la misma lógica de la victimización universalizada por los liberales: seguramente hubo víctimas del fascismo, ¿pero qué hay de las otras víctimas de las expulsiones posteriores a la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué hay de los alemanes desalojados de sus hogares en Checoslovaquia? ¿No tienen también algún derecho a una compensación (financiera)?

El futuro inmediato no pertenece a los provocadores derechistas abiertos como Le Pen o Pat Buchanan, sino a gente como Berlusconi y Haider, esos abogados del capital global con la piel de lobo del nacionalismo populista. La lucha entre ellos y la izquierda de la Tercera Vía es la lucha por ver quién será más eficaz en neutralizar los excesos del capitalismo global –la tolerancia multiculturalista de la Tercera Vía o la homofobia populista. ¿Será esta aburrida alternativa la respuesta de Europa a la globalización? Berlusconi es lo peor de la pos-política; ¡incluso The Economist, esa estoica voz del liberalismo anti-izquierda, fue acusado por Berlusconi de ser parte de una “conjura comunista”, cuando le hizo algunas preguntas críticas sobre cómo es que una persona declarada culpable de crímenes podía llegar a ser primer ministro! Lo que esto significa es que, para Berlusconi, toda oposición a su pos-política se basa en una “conjura comunista”. Y en cierto modo tiene razón – ésta es la única oposición verdadera. Todos los demás – los liberales o la Tercera Vía – están jugando básicamente el mismo juego que él, sólo que con un ropaje diferente. Y la esperanza tiene que ser que Berlusconi también tenga razón con respecto al segundo aspecto de su paranoico mapa cognitivo – que su victoria dará ímpetu a la verdadera izquierda radical.

[i] Citado de N Harding, Leninism (Durham, 1996), p168.
[ii] Ibid, p146.
[iii] Debo este punto a la contribución de Alan Shandro, Lenin y la lógica de la hegemonía, en el simposio La recuperación de Lenin, Essen, 2-4 de febrero de 2001.
[iv] John Le Carré, My Vote? I Would Like to Punish Blair, entrevista con David Hare en The Daily Telegraph, 17 de mayo de 2001, p23.
[v] Ibid.

11 de enero de 2008

Viene la Asamblea de Movimientos Populares de Caracas: sábado 19 y domingo 20 de enero

La siguiente nota fue publicada hace pocos momentos en Aporrea, espacio donde muy probablemente muchos de ustedes la leerán antes de verla por acá. Pero como la intención es difundir la información "por los diversos medios posibles", pues ahí les va.

Se trata de las resoluciones de un asamblea popular que realizó el día de ayer el Frente Popular Revolucionario del Sur, en la parroquia caraqueña de El Valle.

Los cámaras reiteran la convocatoria a una Asamblea de Movimientos Populares de Caracas, a realizarse los días sábado 19 y domingo 20 de enero, en la sede de la Universidad Simón Rodríguez en El Valle. Igualmente, hacen un llamado a marchar el 23 de enero, fecha en que celebraremos los 50 años del fin de la dictadura militar en Venezuela.

Resoluciones de la Asamblea Popular realizada en El Valle, Caracas
Asamblea Popular realizada en El Valle el jueves 10/01/07

Frente Popular Revolucionario del Sur

Resoluciones de la Asamblea.

1. Deseamos felicitar al camarada Presidente por su encomiable labor humanitaria, así como también a la senadora Piedad Córdoba, a los comisionados de paz, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, y a todos los que pusieron su empeño en la tarea por liberar a Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo, materializado hoy jueves 10 de diciembre de 2007, lo que abre un camino esperanzador para conseguir la PAZ de nuestro hermano pueblo colombiano.
2. Avanzar en la consolidación de la Asamblea de Movimientos Populares de Caracas que se realizará el sábado 19 y domingo 20 de enero en la Universidad Simón Rodríguez de El Valle a las 9:00 am.

Por ser nosotros promotores de la asamblea del 4 de diciembre y anfitriones de esta Asamblea de Caracas convocamos a los diferentes colectivos de las Parroquias El Valle y Coche a una reunión en la Universidad Simón Rodríguez el lunes 14 a las 5:00 pm para activar los equipos de apoyo que estaremos recibiendo a los diferentes colectivos de Caracas, y camaradas de las regiones que se convertirán en los promotores de la Gran Asamblea Nacional de Movimientos Populares, fecha aún por definir.

Seguidamente resoluciones generadas en las diversas áreas:


Gobernabilidad popular revolucionaria.

1. Conformar un Consejo Popular de Gobierno, concebido como un ente para generar aportes a las políticas revolucionarias de gobierno e instancia de articulación permanente con el camarada Presidente y demás organismos del Estado.
2. Hacer aportes al plan piloto de seguridad que está implementando en nuestras Parroquias el Ministerio del Poder Popular de Interior y Justicia, ya que no se ha consultado a las comunidades al respecto (aporte enmarcado en el Consejo Popular de Gobierno).
3. Conformar un Parlamento Popular de Legislación Nacional para promover leyes socialistas y además concretar la reforma constitucional donde debe ser incluido entre los primeros artículos la reelección continua del camarada Presidente porque no nos calaremos un chavismo sin Chávez.
4. Conformar Tribunales Populares para procesar denuncias que provengan principalmente de todas las contralorías sociales y hacer que la Fiscalía y entes responsables den respuestas a los expedientes generados. Se decidió buscar asesoría con abogados que estén comprometidos con la Revolución Bolivariana.
5. Creación de las Milicias Populares como forma de autodefensa integral de nuestras comunidades.
6. Crear la Comuna El Valle Coche, para que confluyan no sólo los Consejos Comunales sino todos los movimientos sociales que hacen vida en nuestras Parroquias. (Se designó un comisionado para contactar a los Consejos Comunales que no estuvieron presentes).


Contraloría.

1. Revisión de todas las Misiones (se hizo hincapié en la Misión Mercal por irregularidades mencionadas por la camarada María Ojo Pelao).
2. Revisión de los Consejos Comunales para impulsar su trabajo debido a que algunos tienen debilidad en su funcionamiento.
3. Que las comunidades realicen un balance de la gestión de gobernantes locales y regionales, para estudiar si merecen ser reelegidos.
4. Exigir que los gobernantes locales y regionales rindan cuentas públicamente en las calles de cómo invierten el presupuesto.


Organización y articulación.

1. Luchar por la unidad de todos los movimientos sociales que hacen vida en nuestras parroquias dejando a un lado las diferencias, y paralelamente avanzar en la consolidación de cada una de esas organizaciones sociales mediante el trabajo permanente en cada uno de los sectores.
2. Realizar una lista de las organizaciones sociales revolucionarias con las cuales contamos para hacer planes de lucha conjuntos por la construcción del socialismo.


Política e ideología.

1. Conformación de células de formación política ideológica en todos los sectores de nuestras parroquias.
2. Dar la lucha interna en el PSUV para acabar con las roscas, oportunistas, burócratas y capitalistas infiltrados.
3. Que el 2008 lo decretemos como un año de movilización permanente en las calles y demos inicio a esa jornada con la emblemática fecha del 23 de enero.
4. Exigir que la escogencia de los candidatos sea desde las bases populares en asambleas para que no sean impuestos.
5. Que los candidatos y gobernantes estén obligados a realizar trabajo comunitario.


Comunicación y propaganda.

1. Realizar una fuerte campaña de propaganda para mostrar los logros de la Revolución en nuestros sectores.
2. Que sean publicadas las resoluciones de cada una de las Asambleas por los diversos medios posibles.


Metodología de la Asamblea.

1. Nos declaramos en asamblea permanente, todos los jueves a las 6:00 pm en la Universidad Simón Rodríguez de El Valle.
2. Constituir mesas de trabajo en los diferentes ámbitos para atacar problemas como salud, infraestructura, etc.
3. Que las vocerías de las Asambleas sean siempre diferentes para garantizar la participación de todos y así evitar que individualidades secuestren del espacio.
4. Hacer Asambleas en los cerros y diferentes sectores de nuestras Parroquias.
5. Priorizar un cronograma de tareas a realizar en las mesas de trabajo según previo estudio de las problemáticas.
6. Asumimos como nombre Frente Popular Revolucionario del Sur.

Agradecemos a los invitados especiales por su participación, entre los cuales estuvieron:

- Catia Tve.
- Representantes del Frente Nacional Popular Estudiantil Simón Rodríguez.
- Representantes de la Red Metropolitana de Inquilinos.
- Camarada Amado Rivero del estado Lara.

Para la próxima Asamblea del jueves 17 se comenzarán a conformar las mesas de trabajo.

Puedes contactarnos a través del correo: frente.socialistas.sur@gmail.com

¡¡Ahora llegó la hora del Pueblo!!
¡¡Conquistemos en las calles lo que no logramos en el referéndum!!
¡¡Tomemos las calles y salvemos al Proceso!!
¡¡Rompamos el cerco burocrático!!

10 de enero de 2008

El chavismo popular luego del 2D: de la deliberación a la rearticulación

(El siguiente es un artículo que terminé de escribir el pasado 5 de enero, a petición de los cámaras de la revista británica de izquierda Red Pepper. Será publicado en la edición correspondiente a febrero/marzo de 2008, por supuesto con las leves modificaciones de rigor. La misma edición incluye una intro del cámara Pablo Navarrete, además de un artículo del alto cámara Javier Biardeau: ¿Por qué ganó la abstención? Aprovecho para recomendarles otro: Diario de la democracia, de Hilary Wainwright, editora de Red Pepper e investigadora del Transnational Institute, quien estuvo en Venezuela por aquellos días como observadora internacional).

I.-
He estado leyendo durante estos días esa obra portentosa de John Reed que es Diez días que estremecieron el mundo. De lo mucho que se pudiera comentar sobre este libro, hay un dato histórico que no puedo dejar de mencionar: corría julio de 1917 y los bolcheviques no pasaban de ser “una pequeña secta política”. No pude menos que sonreír cuando leí la apresurada nota de los camaradas de la editorial Progreso, al pie de la página: “J. Reed emplea aquí la palabra ‘secta’ queriendo subrayar que inmediatamente después de la Revolución Democrático-Burguesa de Marzo de 1917, el Partido bolchevique, recién salido de la clandestinidad, era aún relativamente poco numeroso”.

Pero al margen de la obligada aclaratoria de los camaradas, lo cierto es que los bolcheviques eran eso: una secta, un grupúsculo, una partida de revolucionarios y revolucionarias que, a fuerza de audacia y tenacidad cambiarían el curso de la historia de la humanidad. El detalle está en que habrían de hacerlo mucho más temprano que tarde: tan solo tres meses después, en octubre. ¿Cómo pudo ser posible? Allí es donde la obra de Reed cobra todo su valor histórico. Pero esto puede servirles de abreboca: “En julio los acosaban y despreciaban; en septiembre los obreros de la capital, los marinos de la Flota del Báltico y los soldados habían abrazado casi por entero su causa”.

¿Cómo pudo ser posible? Por más que los camaradas de la editorial Progreso lo intentaran durante décadas, hoy nadie puede convencernos de que los bolcheviques estaban predestinados a conducir la revolución rusa. En las revoluciones intervienen, está claro, las vanguardias, los líderes, los movimientos, pero también la incertidumbre, lo aleatorio, el azar. La sorpresa. De hecho, los líderes se prueban precisamente en estos momentos donde reinan la irresolución y la perplejidad. Por eso se dice que los pueblos revolucionarios siempre “intuyen” cuándo es el momento de actuar y de qué forma.

Quienes militamos en la revolución bolivariana hemos perdido el tiempo si a estas alturas no hemos sido capaces de asimilar que nada está escrito. Comenzábamos a acostumbrarnos a triunfar; y como siempre teníamos por delante la tarea de vencer al adversario, postergábamos la lucha a lo interno del movimiento, como si el chavismo fuera uno e indivisible, guiado por un líder infalible.

El 2D nos ha tomado por sorpresa. Esa es la verdad. No se trata de que la derrota sea atribuible al azar. Es obvio que podríamos evaluar y determinar cuáles han sido las principales causas de este resultado adverso. Pero el resultado, sin duda, ha sorprendido a todos: el chavismo estuvo siempre seguro de la victoria, aun cuando contemplara el escenario de un triunfo por poco margen; la oposición, por su parte, y como ya lo apuntó alguno de los nuestros poco después de conocerse los resultados, no se creía capaz de derrotar electoralmente al chavismo.

El reto que nos toca, por tanto, dentro del campo bolivariano, al propio Chávez, al alto gobierno, pero sobre todo al chavismo popular, democrático y revolucionario, es saber lidiar con la sorpresa. En eso consiste, principalmente, el momento político que se ha abierto a partir del 2D

II.-
Cualquiera podría objetar que el liderazgo revolucionario no depende exclusivamente de su capacidad para desenvolverse con audacia y suficiencia frente al azar y la sorpresa: antes bien, éste dependería de su habilidad para hacerse portavoz y defensor de las demandas populares. Estoy completamente de acuerdo.

El mismo John Reed relata que la eficacia de la política que emprendieron los bolcheviques en las semanas previas a la revolución de octubre, obedeció a “que tomaron los simples y vagos deseos de los obreros, soldados y campesinos y con ellos estructuraron su programa inmediato”: todo el poder a los soviets, paz en todos los frentes, la tierra a los campesinos, control obrero en la industria.

El 3 de diciembre de 2006, luego del primer boletín del CNE – anunciando su categórica victoria en la contienda por la reelección presidencial – Chávez se dirigió en lo siguientes términos a quienes celebrábamos frente a Miraflores: “Hoy es un punto de arranque, hoy comienza una nueva época… una nueva era… La nueva época que hoy comienza tendrá como idea fuerza central… como línea estratégica fundamental, la profundización, la ampliación y la expansión de la revolución bolivariana, de la democracia revolucionaria, en la vía venezolana hacia el socialismo”. Pocos minutos antes había dicho: “Ustedes se han reelecto a ustedes mismos, es el pueblo el que manda, yo siempre mandaré obedeciendo al pueblo venezolano”. Igualmente, hizo un llamado a arreciar la batalla “contra la contrarrevolución burocrática y contra la corrupción, viejos males que siempre han amenazado a la República.” Todos estábamos convencidos de que habíamos alcanzado una nueva y resonante victoria popular.

El 17 de enero de 2007, mientras juramentaba a los integrantes de un Consejo Presidencial para la Reforma Constitucional, Chávez recordó que, tal y como lo establece la Constitución Bolivariana, tres sujetos están facultados para tomar la iniciativa de proponer una reforma constitucional: el propio Presidente de la República, la Asamblea Nacional y el pueblo. Chávez aseguró haber optado por la primera alternativa, persuadido de estar “interpretando y recogiendo el sentir de las mayorías”.

Siete meses después, el 15 de agosto de 2007, en su discurso de presentación de la propuesta de reforma constitucional ante la Asamblea Nacional, Chávez se expresó en términos muy similares: “La reforma es del pueblo, no es de Chávez. Estoy seguro de que nuestro pueblo la va a asumir, todo lo que yo voy a decir está pensado en función del pueblo venezolano, de sus más sagrados intereses, en función de nuestra revolución, de su fortalecimiento”.

Si algo ha quedado claro el 2D, es que lo que efectivamente ha podido ser “la reforma del pueblo” fue realmente la reforma de Chávez. Es cierto que durante su discurso del 15 de agosto Chávez convocó reiteradamente a iniciar el “gran debate de la reforma bolivariana”. Es igualmente cierto que la Asamblea Nacional estuvo muy lejos de servir como espacio catalizador de este debate. Tampoco fue así en el caso del PSUV, cuyas asambleas de batallones fueron concebidas como instrumentos de difusión y defensa de la propuesta de reforma, pero en ningún momento como espacios desde los cuales la ésta podía ser criticada, corregida o complementada.

Sin embargo, la clave de la derrota del 2D reside en el hecho de haber faltado a una regla básica de la política revolucionaria: “es el pueblo el que manda”. Ese mismo pueblo que, en palabras de Chávez, resultó reelecto en diciembre de 2006, el mismo al que juró mandar obedeciendo, no fue convocado a participar en la elaboración de la propuesta de reforma. De allí que una parte considerable del chavismo nunca hiciera suya la propuesta de Chávez. De allí que otra parte importante optara por un respaldo crítico. Para decirlo con Gramsci, ni Chávez ni mucho menos su entorno fueron capaces de construir consenso.

Mucho se ha debatido, antes y después del 2D, sobre el contenido de la reforma. Era y sigue siendo un debate sustantivo. Algunos señalamos que uno de los aspectos problemáticos de la propuesta de Chávez era la concentración de poderes en la figura del Presidente, convencidos como estamos de que la idea del líder infalible ha sido promovida por la derecha del chavismo, que eventualmente pudiera optar por prescindir del mismo Chávez, una vez logrado su objetivo primordial: aislar al chavismo democrático, popular y revolucionario. Pero al mismo tiempo, muchos optamos por respaldar una propuesta con contenido suficiente para convertirla en un programa de luchas populares.

Pero este debate no debe distraernos de lo más importante: si la propuesta de reforma hubiera resultado de la participación y el protagonismo populares, sin duda alguna el contenido hubiera sido otro, mucho más ajustado a las demandas y a la voluntad del chavismo popular y revolucionario. De haber sido así, el resultado del 2D hubiera sido indudablemente favorable para quienes luchamos por la radicalización democrática del proceso bolivariano.

III.-
Hoy se habla de relanzar la propuesta de reforma constitucional, no ya por iniciativa presidencial, sino por iniciativa popular o de la Asamblea Nacional. Incluso no se descarta, como lo hiciera Chávez expresamente en 2007, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. En tanto que la Asamblea Nacional no es un espacio con suficiente legitimidad y respaldo popular como para relanzar la propuesta, las alternativas, en principio, serían dos: reforma por iniciativa popular o Constituyente.

Sea cual fuere la vía que escojamos, está claro que la opción habrá de ser aquella que resulte de la voluntad popular. La propuesta de reforma de Chávez ha podido ser la reforma del pueblo, pero no lo fue. De reincidir en la misma lógica excluyente que prescindió del consenso entre las bases populares del chavismo, la reforma por iniciativa popular puede encontrar las mismas resistencias. Insistir en promover por “iniciativa popular” la misma propuesta de reforma, equivaldría a un error táctico de incalculables proporciones.

Pero estas consideraciones tácticas son apenas la punta del iceberg. Debajo de la superficie, saliendo a flote progresivamente, yace un gigante que dormitaba bajo las aguas revueltas del 2D: es el chavismo popular, la única garantía de profundización revolucionaria del proceso bolivariano. El 2D nos encontró dispersos, como no había sucedido en años. Pero desde la misma madrugada del 3 de diciembre esa multitud de sujetos que conforman el chavismo popular ha sido protagonista de una efervescencia deliberativa que difícilmente podrá ser acallada por los sectores más conservadores del chavismo. Lo que es mejor, esa efervescencia comienza a dar paso a la rearticulación del chavismo popular. El gigante dormido ha despertado y tiene ante sí la oportunidad de dejar de ser una “pequeña secta política”. John Reed dixit.