28 de noviembre de 2007

Radio Venezuela en Vivo: cobertura sobre el referéndum en inglés, francés y portugués

El cámara Darío Azzellini nos informa que este jueves 29 de noviembre iniciará sus transmisiones Radio Venezuela en Vivo, una radio-internet situada en Caracas, Venezuela, que ofrece una cobertura objetiva en vivo en inglés, francés y portugués, sobre el referendum del próximo domingo 2 de diciembre, que decidirá si se aprueba o no la reforma constitucional.

La radio ha sido organizada por un grupo internacional de periodistas, profesores y activistas que viven y trabajan en Venezuela. Apoyada por corresponsales en todo el país, brindará una cobertura diferente a la de los grandes medios de comunicación, que no han sido capaces de cubrir la situación en Venezuela de una forma independiente y objetiva. Cubrirá los intentos de desestabilización, ubicará los eventos en su contexto con análisis permanentes y ofrecerá la mejor calidad de información sobre la jornada electoral.

El 2 de diciembre transmitirá las 24 horas y continuará operando hasta la semana entrante.

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Radio Mission Statement
Venezuela En Vivo is a live web-streaming internet radio based in Caracas, Venezuela, and broadcast in English, French and Portuguese by a group of Venezuelan and international journalists, academics and activists living and working in Venezuela. The radio will report on the latest breaking news in and around the day of Venezuela´s December 2nd Constitutional Reform Referendum; cover the destabilization attempts against the democratic electoral process; put the events in to context with interviews and analytical content; and act as an alternative source of news to the mainstream media, which has proven time and again unable to report independently and unbiased on Venezuela.
The radio will begin periodic broadcast on Thursday, November 29th and will continue in to the following week. Special 24 hour coverage will take place on December 2nd. See upcoming program schedule for more details.
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Qu'est-ce que Radio Venezuela en Vivo?
Radio Venezuela En Vivo est une radio-internet basée à Caracas, qui émet en Anglais, Français et Portuguais. Crée pour donner une couverture objective en direct du prochain referendum du 2 décembre 2007, elle est animée par un groupe d'internationalistes, journalistes, professeurs qui vivent et travaillent au Venezuela. Les analystes et correspondants dans tous le Venezuela de Radio Venezuela en Vivo vous proposerons une couverture diffférente des grandes entreprises de communication, informant sur toute tentatives de destabilisation, remettant les évènements dans leur contexte par des analyses permanentes faites par les membres de la radio, et ce afin d'offrir la meilleure qualité d'information sur le referendum populaire qui enterinera ou non la réforme constitutionnelle.
La radio commencera à emmettre à partir du 29 novembre jusqu'au 3 décembre, en offrant une information 24/24h le 2 décembre et la nuit du 2 décembre.
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Declaração dos Princípios
Rádio Venezuela En Vivo é uma rádio-internet situada em Caracas, Venezuela que transmite em Inglês, Francês e Português. Criada para fornecer uma cobertura objectiva ao vivo durante o referendo do próximo dia 02 de dezembro. A rádio é organizada por um grupo internacional de jornalistas, professores e activistas que vivem e trabalham em Venezuela. A rádio, apoiada por corresponsais em todo o país, oferecerá uma cobertura diferente dos grandes meios de comunicação, que não têm podido cobrir a situação em Venezuela de uma forma independente e objectiva. Cobrirá os intentos de desestabilização, colocará os eventos em seu contexto com análises permanentes, e oferecerá a melhor qualidade de informação sobre o referendo popular que decidirá se entra ou não a nova reforma constitucional.
A rádio entrará no ar quarta- feira, dia 29 de novembro e seguirá até a próxima semana. Contará com uma transmissão de 24 horas durante o dia 02 de dezembro.

26 de noviembre de 2007

Movimientos populares frente a la coyuntura actual

En la Campaña por el Sí: defender la reforma, impulsar las luchas del pueblo, profundizar el poder popular, construir el socialismo.

Una vez más como pueblo acudimos decididos a la cita de la historia. La aprobación de la reforma constitucional vuelve a enfrentar a los enemigos de siempre, a la oligarquía, a los patrones, a los dueños del país, contra el pueblo que crece y se moviliza. La aprobación de la reforma supone una nueva gesta, que el pueblo asume nuevamente con alegría y firmeza: la de la construcción del socialismo y del poder popular.

La reforma significa un avance en la construcción de una nueva sociedad. Por un lado, amplia los derechos del pueblo, continuando y profundizando los alcances de la Constitución de 1999, que consagra el Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia como horizonte. El reconocimiento del derecho a la ciudad, que nos devuelve a todos la ciudad, hasta ahora un privilegio de pocos (garantizando el acceso al suelo urbano, la protección contra la especulación inmobiliaria, el derecho a las redes de servicios urbanos, la participación en las decisiones que competen a la ciudad); la reducción de la jornada laboral, devolviéndole al trabajador una parte del tiempo que le arrebata el patrón; la seguridad social para los trabajadores independientes, que garantiza y protege los derechos laborales de ciento de miles hasta ahora excluidos de ellos; el derecho de todos a la creación, acceso y disfrute de la actividad cultural, científica y tecnológica; el reconocimiento de nuestra herencia afro e indígena; la prohibición de la discriminación por cualquier motivo; la protección de la vivienda principal; la prohibición del latifundio y la garantía de la soberanía alimentaria; la protección y promoción de la agro-ecología, son, entre otros, ejemplos de la ampliación del conjunto de derechos que permiten el camino a una sociedad más justa y solidaria. La reforma expresa en tal sentido parte de las luchas que el pueblo ha emprendido y defendido en el proceso revolucionario. Habitantes de las comunidades populares, inquilinos amenazados de desalojos, sin techos, trabajadores, estudiantes, conserjes, campesinos, afrodescendientes, comunicadores populares, vemos en la reforma un horizonte concreto para nuestras luchas y reivindicaciones.

La reforma no se queda en esto, sino que va más allá al reconocer al pueblo ya no sólo como sujeto de derecho, sino sujeto del ejercicio del poder. La reforma desbroza el camino hacia la democracia revolucionaria, al constitucionalizar el poder popular, construido en estos años de lucha, y transferirle competencias efectivas tanto para el ejercicio del auto-gobierno como para su participación directa en las políticas nacionales. No contradice, sino que desarrolla la Constitución de 1999: para garantizar y ejercer sus derechos, el pueblo tiene que ser poder. La democracia participativa se convierte en poder popular.

En tercer lugar, la reforma crea las condiciones materiales para construir una nueva sociedad y un nuevo Estado. En el marco del capitalismo, que expropia a la gente de sus derechos y de su poder, no hay posibilidad real de cambio alguno. La reforma incorpora los primeros elementos para crear una economía socialista, que nos libere de la explotación del hombre por el hombre, y permita que los productores (el pueblo en su conjunto) sean dueños de su destino. Sólo habrá derechos para el pueblo, sólo habrá posibilidades de construir el verdadero poder popular, si al mismo tiempo construimos el socialismo. El desarrollo lógico del Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia es el Estado socialista.

Ésta es la causa del pánico que la reforma provoca en la derecha y en la oligarquía. Por eso están decididos a impedirla de la forma que sea, y acudirán a la mentira, a la violencia, al golpe de Estado, a cualquier medio legal o ilegal. Lo que nos obliga a los movimientos populares a tomar la calle, a movilizarnos, a movilizar a nuestras bases, debatir con el pueblo, organizarlo para los días que se vienen. La campaña por el Sí debe ser una campaña de calle, de luchas, de organización y debate popular. Debe ser también una campaña llena de contenido, consciente, movilizadora, en que los distintos sectores pongan en el centro del debate aquellos elementos de la reforma que expresan de manera directa sus intereses y que resultan de mayor poder movilizador, mientras que entre todos levantamos la bandera de la construcción de socialismo y del poder popular, como elementos estratégicos planteados por la propuesta de reforma. Tomar las calles y movilizar al pueblo con la reforma como instrumento programático, para derrotar a la derecha y a la desestabilización.

Pero no es la derecha opositora la única amenaza a vencer. Desde dentro del proceso bolivariano, en las nuevas elites que han crecido a la vera de las luchas del pueblo y de la revolución, desde muchos de los que tienen responsabilidades políticas e institucionales, se prepara un nuevo atentado, más velado pero no menos peligroso, contra el pueblo y la reforma. La manera como se aprobó el proyecto de reforma, entre cuatro paredes y sin dar cabida al pueblo como fuente del constituyente primario, esta campaña deslucida, fría, clichetera, vacía de contenido (¡¡si, sí, así, así!!), que promueve el inmovilismo y la apatía del pueblo, parece una trampa para impedir su aprobación y, en cado de darse, preparar las condiciones para desconocer en la práctica su implementación. Nada desvela más al burócrata que el poder popular, nada preocupa más al capitalista convertido a última hora en bolivariano que el socialismo, por eso preparan desde dentro, agazapados, el zarpazo a la reforma, convertirla en letra muerta, asesinarla apenas se apruebe. Una vez que derrotemos a la derecha opositora en la calle y en las urnas electorales, debemos prepararnos para derrotar a la derecha escondida dentro del proceso bolivariano, a los oportunistas y corruptos, a los que trafican con las luchas y las esperanzas del pueblo. ¡Después del 2 de diciembre, nadie se devuelve a su casa, el pueblo se mantendrá en la calle vigilante de su victoria y de la concreción de la reforma!

En tal sentido, proponemos:

· La campaña por el Sí debe ser una campaña de movilización por luchas y reivindicaciones populares, avanzando en la derrota simultanea de la oligarquía y la derecha golpista, y de los sectores oportunistas y reaccionaros presentes en el campo revolucionario.

· La reforma debe convertirse en el programa de luchas del movimiento popular, tanto durante la campaña como luego de ella, exigiendo en la calle que se apliquen los contenidos revolucionarios y clasistas propuestos en la reforma.

· La campaña por el Sí y la reforma debe servir como bisagra articuladora del movimiento popular, tanto en los días que restan para el referéndum, como para la etapa de lucha y construcción del poder popular y el socialismo luego del 2 de diciembre.

Necesitamos cambios concretos y solamente la unión entre trabajadores, estudiantes y los diferentes sectores sociales alrededor de un claro proyecto político revolucionario nos permitirá fortalecer nuestra lucha común por una verdadera justicia social. Estamos convencidos de que la autonomía político-organizativa y la práctica revolucionaria de las clases explotadas son las únicas garantías para que se haga realidad la victoria del pueblo.

¡¡¡Por las luchas históricas del pueblo, por el poder popular, por el socialismo, el pueblo en la calle dice Sí!!!

- Frente de Empresas Cogestionadas y Ocupadas -
- Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora -
- Frente Comunal Simón Bolívar -
- Comités de Tierra Urbana (CTU) -
- Campamentos de Pioneros/Movimiento por la Tierra y el Hábitat -
- Ateneo Popular -
- Conserjes Unidos por Venezuela -
- Red Metropolitana de Inquilinos -
- Programa de Formación de Grado en Estudios Jurídicos de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) -
- Red de los Afrodescendientes -
- Asociación Nacional de Medios Comunitarios Libres y Alternativos (ANMCLA) -

Chiste para maracayeros, "la fiesta" de la oposición

En el centro de Maracay, donde todo transcurrió este lunes 26 de noviembre con absoluta tranquilidad, dos chavistas conversan sobre los focos de violencia que organizaron opositores en varios puntos de la ciudad.

- En Las Ballenas y que hubo protestas porque les robaron los votos.
- ¿A quiénes? ¿A las ballenas?

Mientras tanto, a la rancia oposición venezolana le sigue pareciendo un chiste el asesinato del joven trabajador José Aníbal Oliveros Yépez, de 19 años. Si tienen estómago, entren a cualquiera de las webs de la ultraderecha, para que vean ustedes mismos "la fiesta" que nos han preparado. En varias de ellas podrán leer llamados como éste:

"A PARTIR DE LAS 3:00 HRS (3:00 AM) DEL LUNES 26 DE NOVIEMBRE DE 2006, EL DIA 'D', DÍA DE LA LIBERTAD. LA FIESTA SON LAS CANDELITAS."

Está bien pues. Sigan con la fiesta.

24 de noviembre de 2007

Reforma constitucional y socialismo del siglo XXI

(El artículo que sigue lo terminé de escribir el pasado 25 de octubre, a solicitud de los cámaras de Día-crítica, revista de crítica cultural que publica el Ministerio de la Cultura. No sé si ya está circulando el número dedicado al tema de la reforma constitucional. Imagino que sí. En todo caso, como la fecha se nos viene encima, se los dejo por acá para que lo sometan al fuego de la crítica, que como están las cosas no es nada difícil. Salud).

I.-
Partamos de dos hipótesis. La primera de ellas: el “socialismo del siglo XXI” puede ser entendido como lo que Ernesto Laclau llama un significante flotante. Segunda: eso que hoy llamamos “chavismo” es la resultante de la articulación de demandas específicas que, lejos de ser satisfechas por la democracia puntofijista, fueron sistemáticamente desoídas, censuradas, reprimidas violentamente y declaradas como ilegítimas.

El 27 de febrero de 1989, estas demandas dejaron de ser específicas y pasaron a ser equivalentes: las comunidades de los barrios populares que reclamaban por la precariedad de los servicios públicos; los estudiantes que reclamaban por el pasaje estudiantil y protestaban contra la represión policial; los trabajadores que se manifestaban por el alto costo de la vida y por la depauperación progresiva de sus condiciones de vida; la mayoría empobrecida que padecía los rigores de la especulación y el acaparamiento de artículos de primera necesidad, todos estos sujetos sociales confluyeron y liberaron sus fuerzas en una jornada memorable que marcó el principio del fin de la vieja democracia.

Si el 27 de febrero del 1989 puso al descubierto el profundo antagonismo que dividía –y continúa dividiendo- a la sociedad venezolana, el 4 Febrero del 1992 aportó a los sujetos sociales de 1989 un liderazgo nacional que los partidos políticos de izquierda habían sido incapaces de asumir. Además, contribuyó decisivamente a la conformación de un discurso anti status quo que agudizaría el antagonismo preexistente. Dicho sea de paso, justamente en razón de este análisis caen en saco roto las distintas variantes de la permanente acusación opositora de que el chavismo ha producido la división del país en dos bandos. Antes al contrario, el chavismo es posterior a este antagonismo.

Cuando el chavismo triunfa en las elecciones presidenciales de 1998, se trata de un movimiento social diverso y plural, articulado en torno a significantes, consignas o ideas-fuerza tales como “democracia participativa y protagónica” o “poder constituyente”, en contraste con las “cúpulas” partidistas o la “oligarquía”. Las demandas democráticas de los distintos sujetos sociales articulados en torno al chavismo se habían hecho, como ya hemos dicho, equivalentes, lo que en ningún caso se tradujo en la desaparición de las diferencias y particularidades.

Esto implica un par de cosas: en primer lugar, que el chavismo debe su fortaleza a su capacidad de articular diversas demandas democráticas y populares; por otro lugar, que a lo interno del chavismo se librará una lucha permanente por asumir las riendas del movimiento. De lo anterior se derivan algunas conclusiones igualmente relevantes. La primera de ellas, y tal vez la más importante, es que el proceso bolivariano no se desenvuelve inevitablemente por la senda de la progresiva radicalización democrática. Pensar que esto es así equivaldría a una forma muy singular de decretar el fin de la política. En segundo lugar, es preciso asumir que en el chavismo se desenvuelven sujetos sociales de diversa procedencia, con demandas, agendas y objetivos específicos. En otras palabras, el pluralismo y la diversidad que están en la base de la conformación del chavismo, es también la precondición para que una o varias de estas particularidades pretendan asumirse como la cabeza de la totalidad del movimiento. Y no necesariamente la dirigencia del movimiento corresponderá a aquellos sujetos sociales que le apuestan a la radicalización democrática del proceso bolivariano.

Ciertamente, las diversas coyunturas políticas por las que ha atravesado el país desde 1999, y en particular aquellas de los años 2002 y 2003, han precipitado la radicalización revolucionaria del proceso. Pero esta precipitación no ocurre de manera inexorable, a la manera de un fenómeno natural que obedece a determinadas leyes: el cielo encapotado anuncia tempestad. Son precisas las fuerzas sociales y políticas que susciten esta tempestad. Por esto, lo correcto sería afirmar que si la radicalización del proceso ha ocurrido, es principalmente en razón del protagonismo democrático y popular, la permanente movilización de calle y la defensa decidida del mismo proceso.

La consigna “socialismo del siglo XXI”, formulada por Chávez en 2005, viene precedida de esta intensa, incesante y decidida movilización popular, nunca a la inversa. Si la consigna en cuestión es indicador de la radicalización del proceso, lo es en función de una radicalización previa, que ha sido protagonizada por el chavismo democrático, popular y revolucionario.

El socialismo del siglo XXI, como apuntábamos al principio, es un significante flotante, en el sentido de que está lejos de tener el mismo significado para la diversidad y pluralidad de sujetos y fuerzas sociales que conforman el chavismo. Esto es evidente no sólo en el caso de partidos como Podemos, que ha abrazado las banderas de una “democracia social” que lo aleja definitivamente de esa cadena equivalencial que es propia del chavismo. Es así también para el PCV, cuya cultura política corresponde, en buena medida y en boca de sus principales voceros, al socialismo del siglo XX. Sin embargo, es también el caso de eso que algunos han llamado “derecha endógena”. Ésta última agrupa a fuerzas sociales y políticas enquistadas en el chavismo, que no dudan en presentarse como férreos partidarios del socialismo del siglo XXI, pero que se valen del carácter flotante del significante para atribuirle un significado a conveniencia. Son las fuerzas que le apuestan al anquilosamiento del proceso revolucionario, vía burocracia y negociados, en desmedro del chavismo democrático radical. Su fuerza real radica en su hábil posicionamiento en las ya de por sí anquilosadas estructuras del Estado y en los negocios que realiza desde sus posiciones privilegiadas.

II.-
La propuesta de reforma constitucional se inscribe dentro del proceso de “aceleración” de la revolución bolivariana, vía la puesta en marcha de lo que Chávez ha llamado “cinco motores constituyentes”. Lo que está en juego es la transición al socialismo bolivariano, aunque tal vez sea más preciso afirmar que estamos ante los primeros esbozos, en este caso constitucionales, de esta transición.

Siendo así, resulta interesante traer a colación, de manera muy resumida, el análisis que realiza István Mészáros en el último capítulo de un libro consagrado, en buena medida, a estudiar este asunto de la transición al socialismo. El libro es Más allá del capital, y el capítulo en cuestión es ¿Cómo podría debilitarse gradualmente el Estado?

Para Mészáros, y en esto sigue a Marx, el horizonte de toda estrategia socialista debe ser la abolición del Estado. No la abolición del Estado aquí y ahora. Tampoco su abolición por decreto. Pero si no está claro el horizonte, el punto de partida, difícilmente podamos hablar con propiedad de estrategia socialista. Según Marx, la confusión respecto a este asunto crucial es harto frecuente entre los políticos socialistas:

Hablando de la parcialización hacia la política de sus camaradas socialistas, Marx se quejaba de que “hasta los políticos radicales y revolucionarios buscan la raíz del mal mismo no en la naturaleza esencial del estado, sino en una forma de estado definida, que ellos desean reemplazar por una forma de estado diferente. Desde el punto de vista político el estado y el sistema de sociedad no son dos cosas distintas. El estado es el sistema de sociedad.” Era imperativo para Marx mantenerse fuera del “punto de vista político” a fin de ser verdaderamente críticos del estado. Insistía en que “Mientras más poderoso es el estado, y en consecuencia más político resulte ser un país, menos se inclinará a captar el principio general de las dolencias sociales y a buscar el fundamento de éstas en el principio del estado… La mentalidad política es mentalidad política precisamente porque piensa dentro del marco de la política. Mientras más penetrante y despierta es, más incapaz de entender los males sociales resulta ser… El principio de la política es la voluntad. Mientras más parcializada y, en consecuencia, más perfeccionada, resulta ser la mentalidad política, más cree en la omnipotencia de la voluntad, más ciega es para con los límites materiales y espirituales de la voluntad, y más incapaz es, por consiguiente, de descubrir la fuente de los malos sociales”.[i]

La política socialista, por tanto, debe mantenerse al margen del punto de vista político criticado por Marx. No se trata de un juego de palabras. Se trata de continuar la crítica de lo que Mészáros llama “voluntarismo” y “sustitucionismo”, ese cuyo “modus operandi obligado… consiste en ponerse en lugar de lo social y negarle así a lo social toda acción remedial que no pueda estar contenida dentro de su propio marco, orientado hacia… sí mismo.”[ii]

De lo anterior no debe concluirse, erróneamente, que las revoluciones políticas no sean necesarias e indispensables. Sin embargo, la revolución socialista tendrá que ser, además de política, revolución social, “si no quiere verse atrapada dentro de los confines del sistema autoperpetuador de la explotación social/económica.”[iii] Esto es, “la política socialista debe ocuparse en todos sus pasos, incluso de los menores, de la tarea de restituirle al cuerpo social los poderes usurpados.”[iv] Lo contrario “inevitablemente priva a la política de la transición de su orientación y legitimación estratégicas… En consecuencia, la política socialista o sigue la senda que le fijó Marx – del sustitucionismo a la restitución – o deja de ser política socialista y, en vez de ‘autoabolirse’ a su debido tiempo, se convierte en autoperpetuación autoritaria.”[v]

Aún en el caso de aquellas experiencias históricas en que una revolución política ha logrado minar las estructuras del Estado burgués, la faena apenas comienza:

Lo que está en juego es la creación de las “nuevas condiciones”: la superación/supresión de la “acción espontánea de la ley natural del capital” – es decir, no su simple “abolición” política, lo cual es inconcebible- y el prolongado desarrollo de una nueva espontaneidad, “la acción espontánea de las leyes de la economía social” como el modo radicalmente reestructurado del nuevo metabolismo social… Por eso, esperar que gracias a un decreto político, así se trate del más osado de todos, se logre generar la nueva espontaneidad… constituiría una incongruencia. Porque en tanto que es factible cambiar de inmediato y por decreto a la distribución… las condiciones materiales de la producción, al igual que su organización jerárquica, siguen siendo al día siguiente de la revolución política exactamente iguales a como eran antes.”[vi]

Luego de estas rápidas precisiones, estamos en posición de plantearnos la pregunta que da título a este capítulo de Más allá del capital: ¿cómo debilitar gradualmente el Estado? Para Mészáros, la política socialista debe desplegarse en un tiempo ahora en el que debe “simultáneamente ‘negar’ el estado y operar en su territorio”. En tanto que “el estado está inevitablemente parcializado a favor del presente inmediato, y se resiste a la realización de las vastas perspectivas históricas de una transformación socialista que postula el ‘debilitamiento gradual’ del estado”,[vii] el reto es doble:

(1) instituir órganos de control social no estatales y una creciente autogestión que pueda ir asumiendo progresivamente el manejo de las áreas de actividad social más importantes en el transcurso de nuestra “transición dentro de la transición”; y, en cuanto las condiciones lo permitan, para

(2) producir un cambio consciente en los órganos estatales mismos – conjuntamente con (1) y a través de las mediaciones internas y globales necesarias – a fin de hacer factible la realización de las perspectivas históricas definitivas del proyecto socialista.
[viii]

III.-
Aunque pueda parecer obvio, es necesario insistir en lo siguiente: ni el Estado socialista (artículos 16 y 318 de la propuesta de reforma constitucional), ni la economía socialista (artículos 112, 184 y 300) ni la democracia socialista (artículo 158) se construyen por decreto.

En cuanto a la democracia socialista, la propuesta de modificación del artículo 158 establece el papel promotor del Estado en función de garantizar “la participación protagónica del pueblo, restituyéndole el poder y creando las mejores condiciones para la construcción de una democracia socialista.” Esta restitución del poder se expresa, por ejemplo, en el artículo 184 de la propuesta, concerniente a los mecanismos a través de los cuales ya no sólo los estados y municipios (como está establecido en la Constitución de 1999), sino también el poder nacional, deben descentralizar y transferir la gestión de determinados servicios a “las comunidades organizadas, a los consejos comunales, a las comunas y otros entes del Poder Popular”, en contraste con los sujetos de descentralización identificados en 1999, a saber: “comunidades y grupos vecinales organizados.”

Igualmente, la propuesta de modificación del artículo 70 amplía de manera considerable los “medios de participación y protagonismo del pueblo, en ejercicio directo de su soberanía y para la construcción del socialismo”, mediante la creación de los consejos del poder popular.

No obstante, en relación con el poder popular en general, y con los consejos del poder popular en particular, cabe la precisión que hiciéramos a propósito del Estado, la economía y la democracia socialistas: no se construyen por decreto. Más importante aún, el poder popular es de naturaleza constituyente, en razón de lo cual concebir una eventual relación armónica con el poder constituido, incluso si se trata de un Estado socialista, es simplemente inconcebible. Como apunta Mészáros, el Estado, aún si es socialista, tiende a su autoperpetuación, mientras que el poder popular democrático y radical orienta sus esfuerzos a su debilitamiento gradual.

Hacer un balance de la experiencia acumulada por estos consejos del poder popular equivaldría de hecho a revisar la historia, relativamente reciente por demás, de los consejos comunales (historia que, por más reciente, no deja de ser extraordinaria). Al margen de estas formas democráticas de organización y deliberación, y con algunas excepciones (consejos estudiantiles, por ejemplo), los consejos del poder popular son formas por crear. Por tanto, su inclusión en la propuesta de reforma constitucional, más que un reconocimiento del poder popular, es una apuesta por la creación de “medios de participación” populares.

El asunto clave, insistimos, es que estos medios de participación populares no se crean por decreto, aún y cuando la voluntad política del proponente apunte a promover la participación popular. Sin embargo, esta voluntad puede convertirse fácilmente en “voluntarismo” si, por un lado, promueve el incremento de estos medios de participación, pero no toma en cuenta las iniciativas y formas de organización populares preexistentes, que le apuestan a la radicalización democrática del proceso revolucionario. Es el caso, por citar un ejemplo muy puntual, del Campamento de Pioneros, movimiento popular que lucha por el derecho al suelo y a la ciudad (reconocido por primera vez en la propuesta de modificación del artículo 18), y cuyas demandas no sólo son constantemente desoídas por los órganos del poder constituido, sino que viene siendo víctima de la represión por parte de los órganos de seguridad del Estado, al tiempo que se le criminaliza.

Por otra parte, la modificación propuesta del artículo 16 contempla una profunda reorganización del territorio nacional, “de acuerdo con la nueva geometría del poder”. A las figuras políticas territoriales establecidas en la Constitución de 1999 (estados, dependencias federales, territorios federales, municipios), se le suman, en primera instancia, los municipios federales y las regiones marítimas. El Distrito Capital (de 1999) pasa a llamarse nuevamente Distrito Federal. Además, establece que “la unidad política primaria de la organización territorial nacional” es la ciudad, que tiene su asiento en el municipio, y está conformada a su vez por comunas, “células geohumanas del territorio”, y éstas por comunidades. En comunas y comunidades, el poder popular tendrá facultad para desarrollar “formas de agregación comunitaria político-territorial… que constituyan formas de autogobierno y cualquier otra expresión de democracia directa.” También incluye las figuras de ciudades comunales (allí donde existan comunidades, comunas y autogobiernos comunales); provincias y ciudades federales; y distritos funcionales (que pueden ser el agregado de varios municipios, “sin perjuicio del estado al cual pertenezcan”).

El artículo 236 de la propuesta incluye como atribución del Presidente “la ordenación y gestión del territorio y régimen territorial del Distrito Federal, los estados, los municipios, dependencias federales y demás entidades regionales”. Además: “Crear o suprimir las provincias federales, territorios federales, ciudades federales, distritos funcionales, municipios federales, regiones marítimas y distritos insulares.” En todos los casos, designa y remueve las autoridades. En el caso concreto de las ciudades comunales, éstas son creadas por el Presidente, con la aprobación de la mayoría de los diputados y diputadas de la Asamblea Nacional (artículo 16).

Todo lo anterior implica que, en la propuesta de reforma constitucional, la transición al socialismo pasa, en primer lugar, por la reordenación político-territorial y el consecuente fortalecimiento del Estado socialista. Y en segundo lugar, por la concentración de atribuciones en la figura del Presidente. A nuestro juicio, una vez iniciado este proceso de reordenamiento político-territorial, el incipiente socialismo venezolano iniciará una etapa signada por la permanente tensión entre sustitucionismo y restitución, en los términos en que esto ha sido definido por Mészáros.

Por último, la economía socialista. Sobre este punto tan solo haremos un par de breves acotaciones. Lo primero que habría que decir es que, a despecho de las críticas formuladas por la oligarquía venezolana, la propuesta de modificación del artículo 115 reconoce y garantiza la propiedad privada, incluso sobre los “medios de producción legítimamente adquiridos.” Se reconoce, sí, su coexistencia con diversos tipos de propiedad (pública, social, colectiva y mixta), pero sería una falacia afirmar que la propuesta de reforma constitucional es decididamente anticapitalista.

La propuesta de modificación del artículo 299 incorpora que el régimen socioeconómico de la República se rige de acuerdo a “principios socialistas”, en razón de lo cual excluye como principio la muy liberal “libre competencia”. Asimismo, allí donde en la Constitución de 1999 podía leerse: “El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá…”, puede leerse hoy: “El Estado, conjuntamente con la iniciativa comunitaria, social y personal, garantizará el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de… lograr la suprema felicidad social… para lograr una justa distribución social de la riqueza…”.

El artículo 303, tal vez uno de los principales aciertos de la reforma (excluida inexplicablemente en la propuesta inicial planteada por Chávez), prohíbe expresamente la privatización de Petróleos de Venezuela.

Ciertamente, éstas y otras modificaciones propuestas (por ejemplo, la reducción de la jornada laboral, artículo 90), están orientadas a garantizar la “justa distribución social de la riqueza”. En este sentido, son lo suficientemente revolucionarias como para generar escándalo y preocupación en la envilecida oligarquía venezolana, pero apenas y anuncian una eventual revolución social por venir.

Para terminar, digamos que estamos llamados a interpretar la propuesta de reforma constitucional como lo que realmente es: un episodio más, importante sin duda, pero no el decisivo, de ese proceso que, un tanto arbitrariamente, hemos señalado que inició el 27 de febrero de 1989. Las cartas están echadas, es cierto. La propuesta abre espacios que pueden ser ocupados por el chavismo popular, democrático y radical. Algunos de sus pasajes, en particular los relativos al fortalecimiento del Estado, parecieran conjurar la consolidación de esos mismos espacios. Pero nadie es capaz aún de cantar victoria. Es cierto que la derecha endógena viene acumulando algunas victorias. Pero queda de parte del chavismo democrático radical iniciar la contraofensiva que dé al traste con los falsos revolucionarios. Tal vez entonces el socialismo del siglo XX comience a tener sentido.

[i] István Mészáros. Más allá del capital. Hacia una teoría de la transición. Caracas, Venezuela. 2001. Pág. 532.
[ii] István Mészáros. Op.cit. 532.
[iii] Op.cit. Pág. 534.
[iv] Op.cit. Pág. 538.
[v] Ibid.
[vi] István Mészáros. Op.cit. Pág. 542.
[vii] Op.cit. Pág. 563.
[viii] Ibid.

21 de noviembre de 2007

Estudiantes opositores llaman a la marcha sin retorno

Finalmente, después de tanto panfleto circulando por las catacumbas electrónicas, después de tanta amenaza del Comando Nacional de la Resistencia, los estudiantes opositores han anunciado lo que ya todos sabíamos: el próximo lunes 26 de noviembre pretenden marchar a Miraflores.

Ciudadanos del mundo, y en particular los no-ciudadanos del centro y oeste de Caracas: están advertidos. Lo ha dicho Ricardo Sánchez. (¡A que no saben quién es! Bien, se los digo: el flamante presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela. Así que asústense). Lo ha dicho Ricardo Sánchez y lo ha registrado Associated Press hace un par de horas: "El movimiento estudiantil no va a dejar la calle... salió a la calle para no dejarla más nunca". No hay retorno caballero.

¿El argumento? Uno que ya estamos cansados de escuchar, y que ya analicé en un artículo en dos partes que publiqué por acá (para leer, pulsa aquí I y II): "En Venezuela se acabó la discriminación política porque nosotros también vamos pa Miraflores".

A continuación les transcribo la nota completa. Sólo les adelanto que es importante fijarse en un detalle: la noticia del día, que es la multitudinaria marcha de los estudiantes progresistas y revolucionarios que recorrió las calles de Caracas el día de hoy, en apoyo a la reforma y en celebración por los 50 años del Día del Estudiante, queda relegada a los tres últimos párrafos. «Equilibrio», le llaman.

Llaman a marchar hacia palacio presidencial en Venezuela.
CARACAS (AP) - Los universitarios opositores llamaron a una marcha al palacio presidencial el próximo lunes para protestar contra el proyecto de reforma de la constitución que promueve el mandatario Hugo Chávez, anunció el miércoles un dirigente estudiantil.

"El próximo día lunes el movimiento va a Miraflores", afirmó el líder universitario, Ricardo Sánchez, al anunciar que los estudiantes irán a manifestar a la sede del gobierno central, área que está vedada para la oposición desde hace cinco años luego de unas violentas protestas que desencadenaron el fallido golpe contra Chávez.


Sánchez, presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV), dijo que los opositores acordaron marchar hasta el palacio de gobierno en respuesta a una multitudinaria concentración que hicieron el miércoles grupos oficialistas en esa área, que fue decretada zona de seguridad desde el 2002 para impedir el paso de opositores.

"En Venezuela se acabó la discriminación política porque nosotros también vamos pa Miraflores", acotó el dirigente.


"A Miraflores, a Miraflores", vocearon varios cientos de universitarios que se concentraron en la plaza Brión del este de la capital para apoyar la decisión de la dirigencia estudiantil que desde hace un mes viene promoviendo protestas en Caracas y otras ciudades del interior en rechazo a la reforma constitucional promovida por el mandatario.

"El movimiento estudiantil no va a dejar la calle...salió a la calle para no dejarla más nunca", expresó Sánchez luego de declarar que los universitarios llamarán a votar contra la referendo, y no boicotearán los comicios del 2 de diciembre tal como están promoviendo otros sectores opositores.

"Queremos condiciones electorales justas, transparentes y la imparcialidad del Poder Electoral. No cederemos ante el chantaje y no permitiremos que el miedo triunfe", indicó el dirigente universitario Stalin González.

"Nuestro voto este 2 de diciembre va más allá de una simple elección. Nuestro voto será una protesta pública y notoria contra la imposición. Nuestro voto será una protesta contundente contra la amenaza de los derechos más básicos de todos los venezolanos", añadió González.

Varias decenas de miles de seguidores de Chávez marcharon el miércoles por el centro de la capital para expresar su respaldo a la propuesta de reforma de la constitución que prevé la reelección indefinida y la instauración en el país de un modelo socialista.

En medio de banderas venezolanas y contagiosas canciones de salsa, los seguidores de Chávez, vestidos con sus características franelas rojas, recorrieron el centro capitalino hasta los alrededores del palacio presidencial.

César Trompiz, miembro de la comisión presidencial para la conformación del poder popular estudiantil, expresó que la manifestación oficialista busca "demostrar al mundo que la batalla y el compromiso con la revolución siguen más fuertes que nunca", según reseña de la agencia estatal de noticias.

13 de noviembre de 2007

Develando la estrategia opositora: universidad, violencia y territorio (y II)

IV.-
El miércoles 7 de noviembre, en el programa Buenas noches, que transmite Globovisión, un inefable Stalin González declaraba que "acorralar" a los "agresores" en la Escuela de Trabajo Social de la UCV había sido una reacción "normal" de los buenos muchachos opositores. Dijo más: la acción de acorralamiento estaba plenamente ajustada a derecho, puesto que la intención no era otra que entregar a los "agresores" a los fiscales del Ministerio Público.

Éste constituye otro de los aspectos del discurso asociado a la estrategia opositora: los estudiantes, y en general la «sociedad civil» que se manifiesta en contra de la reforma constitucional, serán siempre la expresión más acabada de las fuerzas pacíficas y democráticas que luchan contra un régimen dictatorial, criminal y violento. En razón de esto, televisoras como Globovisión simplemente desviarán la atención y se abstendrán de hacer cualquier comentario cuando sus mismas cámaras capten imágenes de estudiantes opositores incurriendo en graves agresiones contra la fuerza pública, tal y como sucedió cuando, durante la marcha hacia el Consejo Nacional Electoral, el 1 de noviembre pasado, un joven roció con gasolina un vehículo de la Policía Metropolitana.

Es por esto que el mismo Pedro Luis Flores que, el miércoles 7 de noviembre, repasaba extático las primeras planas de los diarios venezolanos, al toparse con la edición de Panorama del jueves 8 de noviembre, celebró la fotografía que ya analicé en la primera parte de este artículo, pero evitó hacer cualquier comentario sobre otra noticia que también aparecía en primera plana:

En imágenes que fueron transmitidas por el canal estatal, Venezolana de Televisión, el sábado 3 de noviembre (y captadas por un videoaficionado un día antes), puede verse a Yorman Barillas, estudiante de la Universidad del Zulia, militante de Un Nuevo Tiempo (opositor) y candidato a la Federación de Centros Universitarios (máxima instancia de representación estudiantil), alternando con varios jóvenes que, en el transcurso del video, aparecen portando armas de fuego, cortas y largas. Más tarde, ese 2 de noviembre, se produjeron en los predios universitarios enfrentamientos armados entre grupos estudiantiles opositores, que dejaron el lamentable saldo de dos estudiantes muertos. Cinco días después, si no antes, ya esto no era noticia: ni había estudiantes revolucionarios involucrados ni los enfrentamientos tuvieron nada que ver con la reforma constitucional, sino con la postergación de las elecciones estudiantiles y la lucha interna por cuotas de poder.

De acuerdo a la misma estrategia, Globovisión silenció deliberadamente las imágenes grabadas por la televisora comunitaria caraqueña Catia TV, y otras imágenes de Ávila TV, que presentan una versión radicalmente distinta de la difundida por Globovisión. En resumen, ambas televisoras registran el violento ataque del que fueran víctimas los estudiantes refugiados en la escuela de Trabajo Social de la UCV y el destrozo de las instalaciones. Los pacíficos estudiantes opositores la emprendieron con piedras, bombas molotov y, según el testimonio de los estudiantes cercados, con bombas lacrimógenas, niples y disparos. Catia TV capta el momento en que algunos estudiantes opositores vocean consignas que piden la muerte de los bolivarianos.

Ataque contra las instalaciones de la escuela de Trabajo Social de la UCV. Un joven encapuchado opositor lanza una bomba molotov. Fuente: Reuters.

Jóvenes opositores a las puertas de la escuela de Trabajo Social de la UCV. En varias ocasiones intentaron prenderle fuego. Fuente: ABN.

Igualmente, en razón de esta lógica los medios privados silenciaron las declaraciones del señor Pedro Fajardo, conductor de la unidad de transporte que fue incendiada por encapuchados dentro de la UCV, la tarde del 7 de noviembre, y que desmiente, en entrevista concedida a Ávila TV, la versión (de las autoridades universitarias) según la cual los responsables habrían sido los estudiantes revolucionarios, que a esa hora se hallaban refugiados en la escuela de Trabajo Social.

Mención aparte merece el hecho de que las cámaras del principal canal del Estado, Venezolana de Televisión, no estuvieran presentes en el lugar de los hechos. En todo momento dio la impresión de que la respuesta al cerco mediático que pretendían imponer los medios opositores, corría por cuenta de dos pequeñas pero combativas televisoras (Catia TV y Ávila TV, con un radio de acción y difusión muy limitado). Luego, en este orden, los espacios televisivos Dando y Dando (Aristóbulo Istúriz y Tania Díaz), Contragolpe (Vanessa Davies) y La Hojilla (Mario Silva), transmitidos por Venezolana de Televisión, difundieron las imágenes grabadas por las dos televisoras ya mencionadas y abrieron sus espacios a la participación de algunos de los estudiantes que habían sido víctimas del asedio opositor. Lo mismo haría, ya entrada la noche, Ávila TV.

Llegados a este punto, bien vale una segunda digresión: circula por la web un documento, Trece pasos para salir del laberinto, fechado en octubre de 2007 y firmado por una supuesta Unidad de Análisis Estratégico. Se trata de un documento que quizá no sea digno de todo crédito y es posible que su súbita aparición responda a la misma estrategia de desmovilización y desmoralización de las filas del chavismo radical y democrático. Pero hay un par de párrafos que llaman la atención:

Por otra parte, mientras los medios de comunicación democráticos profundizan la matriz: chavistas criminales versus oposicionistas democráticos, se debe forzar al Presidente para que saque del gabinete y limite la actuación de toda vocería radical del chavismo, como por ejemplo: Aristóbulo Istúriz, Mario Silva, los Robertos [Malaver y Hernández Montoya], Vanessa Davies, Vladimir Acosta, Ernesto Villegas, los estudiantes bolivarianos. Silencio total sobre diputados como Luis Tascón, Iris Valera, Carlos Escarrá, Earle Herrera. Neutralizar alcaldes como Juan Barreto, incluida la posibilidad de que salga del aire o le cambien el formato a Ávila-TV. Invocando el espíritu de concordia y armonía de las festividades navideñas, se debe lograr que el chavismo moderado presione para la salida del aire del programa La Hojilla y de ser posible convencer al mismo Presidente de lo adecuado que sería mantenerse bajo perfil luego del referéndum de diciembre, que de seguro ganará con el apoyo del CNE.

Antes se refiere de manera específica al canal Ávila TV y al programa La Hojilla en los siguientes términos:

Atención aparte merece el caso de la gente de Ávila-TV, la cual no hace tanto daño hoy, pero sí puede ser un peligro si mañana diversos sectores afectos al gobierno comienzan a hacer un uso más atento a su potencial comunicacional. Muy importante, se debe olvidar a Mario Silva, bajar al máximo la atención sobre él, de manera que si mañana algo le pasa, nada tendría que ver con la oposición democrática, pues hay indicios de que, dentro de cierto chavismo, él viene siendo incómodo.

¿Ficción? ¿Realidad? ¿Guerra psicológica? Obviamente no lo sabemos. Pero algo resulta muy claro y es un dato que no debe pasar desapercibido: se identifica como "vocería radical del chavismo" a buena parte de los periodistas que vienen haciéndole frente a la estrategia opositora de criminalización, desmovilización y desmoralización del chavismo popular y democrático.

V.-
Retomando: la periodista Vanessa Davies, durante la transmisión del programa Contragolpe, el 7 de noviembre, se refirió al ataque de los estudiantes opositores contra la escuela de Trabajo Social, más o menos en los siguientes términos: «es la primera vez en la historia de la UCV que estudiantes provenientes de otras universidades provocan destrozos contra sus instalaciones».

Un hecho inédito, sin duda alguna, que responde a una circunstancia muy concreta a la que me referí en la primera parte de este artículo: en buena parte de las universidades nacionales, públicas y privadas, los estudiantes revolucionarios constituyen franca minoría. El enfrentamiento inicial, a la llegada de la marcha proveniente del Tribunal Supremo de Justicia, y luego el ataque contra los estudiantes encerrados en Trabajo Social, deben ser interpretados como episodios de una lucha por el control del territorio.

Los mismos estudiantes opositores que han visto constantemente frustradas sus intenciones de penetrar un territorio (centro y oeste de la ciudad) que está fuera de su área de influencia, respondieron con violencia intentando prevalecer en un territorio que controlan. Por eso, además, el ataque contra una escuela (de Trabajo Social) cuyo centro de estudiantes está bajo control del chavismo, y por eso mismo el posterior ataque que provocó el incendio del centro de estudiantes de la escuela de Derecho de la UCV (hecho acaecido durante la noche del 9 de noviembre).

No se trata acá de hacer pasar por análisis una vulgar apología de violencia o de la Ley del Talión. Tampoco se trata de reproducir el maniqueísmo que abunda tanto en los medios privados como en los estatales. Antes al contrario, se trata de hacer visible el complejo entramado de relaciones de fuerza que atraviesa la ciudad de Caracas y que se expresa, con claridad, territorialmente; relaciones de fuerza que, lejos de ser estáticas, son variables, movibles, modificables. De allí la importancia de un análisis que ponga el acento en las estrategias que despliegan las fuerzas encontradas, y por eso mismo la inutilidad de la propaganda, tanto opositora como estatal, que ha hecho una norma, casi una ley, subestimar, menospreciar y minimizar a las fuerzas contrarias.

Estudiantes universitarios opositores han intentando incendiar y linchar a los estudiantes revolucionarios refugiados en Trabajo Social, en primer lugar porque la despiadada propaganda de guerra que difunden permanentemente los medios opositores, les ha persuadido de que se trata de un acto de justicia, un acto dirigido a ajusticiar a los violentos y criminales chavistas. Tal y como lo ha definido Stalin González: es una lucha de lo "normal" contra lo patológico. Y lo patológico debe ser extirpado del cuerpo social.

Earle Herrera, integrante de la "vocería radical del chavismo" y conductor del espacio televisivo El kiosco veraz, que transmite Venezolana de Televisión los domingos a las 9 de la mañana, en su edición del 11 de noviembre recoge el comentario (publicado por el vespertino El Mundo, el 9 de noviembre) de una madre de estudiantes opositores de la UCV, que ilustra el tipo de mentalidad que se ha venido conformando en el antichavista promedio como consecuencia de la propaganda de los medios privados: "A esos macacos hay que sacarlos de la universidad. Aquí estudian mis hijos y no quiero que se mezclen con esa gentuza. Hay que hablar con las autoridades para que boten de aquí a esos malandros".

En segundo lugar, los estudiantes opositores provenientes de universidad privadas que han causado los destrozos en la escuela de Trabajo Social, han actuado convencidos de estar defendiendo un territorio que les pertenece. La saña y la violencia con la que han procedido nos ha mostrado su verdadero rostro: es un rostro terrible, que debe ser constantemente maquillado y embellecido por los medios opositores.

Está claro que, en este contexto, la pasividad de los estudiantes revolucionarios no es una opción. Precisamente, a su desmovilización, como he intentado demostrar, apunta la estrategia opositora. Pero como ya he apuntado, es preciso evitar a toda costa ceder al chantaje y a la provocación, mucho más en un territorio donde los estudiantes revolucionarios son minoría. En universidades como la Central de Venezuela, el reto consiste en ir creando las condiciones para instaurar y multiplicar espacios de libertad. El reto es aún mayor en la medida en que la Universidad, con mayúscula, constituye hoy una de las instituciones más conservadoras de la sociedad venezolana. Los centros de estudiantes, las federaciones de centros, las instancias de cogobierno, reproducen la misma lógica profundamente antidemocrática y representativa que hemos identificado hace ya unos cuantos años como un lastre de la vieja cultura política que obstaculiza la democracia radical.

La reforma del artículo 109 constitucional contribuirá a modificar, pero no a invertir, las relaciones de fuerza a lo interno de las universidades. Por eso las autoridades universitarias, y aún muchos estudiantes opositores, denuncian que el propósito real de la reforma constitucional es acabar con la autonomía universitaria. Allí donde dicen «autonomía», léase: defensa del territorio conquistado, preservación de un estatus de relaciones de fuerza. Por eso la reforma es "democrática", pero no "conveniente". La reforma del referido artículo debe ser concebida como una jugada táctica, que ayuda a destrabar, pero no decide el curso de la lucha. Una lucha, por demás, que si es revolucionaria, se libra también al margen de modificaciones de ley.

VI.-
La reforma constitucional es una promesa, pero también una amenaza. Promete la profundización de la revolución bolivariana, en tanto que sentaría las bases para la construcción del socialismo venezolano. Pero, al mismo tiempo, constituye una amenaza en la medida en que hagamos nuestra la idea según la cual esta profundización democrática y radical de la revolución bolivariana no es posible sin reforma constitucional.

Algunos contenidos de la reforma constitucional han sido cuestionados por sectores indiscutiblemente vinculados y comprometidos con el proceso revolucionario. Inclusive, las críticas más radicales apuntan a señalar que ha debido convocarse a una Asamblea Constituyente. Cualquiera podría señalar que, sobre todo a partir del pronunciamiento del general Baduel, todo asomo de crítica pasa a ser sospechoso de «traición». Esto, cámaras, me parece un chantaje casi tan peligroso como el chantaje opositor y antidemocrático al que he hecho referencia a lo largo de este artículo.

El acto de votar por el SÍ a la reforma constitucional debe constituir, en sí mismo, un ejercicio crítico, democrático y por tanto revolucionario. La lealtad en la acción no se impone. La lealtad impuesta es subordinación. La disciplina impuesta es domesticación. La intolerancia frente a la crítica conduce al silenciamiento. Militantes subordinados, domesticados y acríticos no son militantes revolucionarios. Y sin militantes revolucionarios no se hace ninguna revolución.

Ese chantaje que consiste en tildar de «traición» toda crítica, forma parte de la estrategia de la derecha endógena, conformada por esos segmentos esclerosados, burocratizados y conservadores del chavismo, a los que hacía referencia al inicio de este artículo. La eventual expulsión de Luis Tascón de las filas del PSUV, otro integrante de la "vocería radical del chavismo", es un signo desalentador, aparentemente promovida por el chavismo conservador, el mismo que llama a la unidad y a cerrar filas con Chávez, pero de hecho atenta contra esa misma unidad de las filas revolucionarias.

La derecha endógena es minoría, aunque haya venido acumulando espacios de poder y recursos económicos. Pero el poder, ya nos lo enseñaba Foucault, no se toma simplemente, sino que se ejerce. El chavismo conservador ejerce hábilmente el poder y se nos presenta como mayoría. El chavismo popular, radical y revolucionario está llamado, en función de garantizar la profundización democrática del proceso bolivariano, a ejercer el poder en consecuencia. Que cachicamo no trabaje pa' lapa. El cachicamo, por otra parte, es bueno que lo sepamos todos, es uno de los pocos animales que es capaz de vencer a los alacranes.

El Frente Antifascista de Venezuela publicó un artículo, El metabolismo de las revoluciones, en la más reciente edición (9 de noviembre) del semanario Temas Venezuela. Se trata, a mi juicio, de uno de los análisis más lucidos de la actual coyuntura, y por tanto me gustaría compartir un fragmento con ustedes. Los énfasis agregados corren por cuenta mía. Son los aspectos del análisis que me parecen más relevantes, son también los que suscribo completamente y es con lo que quisiera cerrar este artículo:

Para Chávez, asegurar su descrédito [se refiere a Baduel] es una necesidad, tanto en el horizonte personal como en el horizonte estratégico. En el plano estratégico, el proceso de reforma es la batalla actual en la trayectoria de consolidación del proceso bolivariano. Al ser atacada por un actor relevante del propio proceso, es evidentemente necesario neutralizar sus efectos. En el plano personal, él es el autor fundamental de la estrategia de reforma, y la calificación que realiza Baduel de la misma es un ataque directo a su legitimidad. A su vez, desde hace años, Chávez percibía a Baduel como un contrincante a futuro en el liderazgo popular. De ahí que su respuesta se guíe por la calificación de la traición personal, y por el desmontaje del mito en el imaginario popular.

Por otra parte, la mayoría de reacciones permisadas en los foros públicos que apoyan la revolución se orientan en el mismo sentido: descalificación del actor, revelación de sospechas y anticipaciones, condena de sus actos y decisiones, y si acaso, el despecho de muchos que confiaron en su liderazgo revolucionario y sienten su nueva posición como una puñalada.

Pero quizá lo más relevante no es el modo en que reacciona Chávez, sino la rebatiña carroñera de quienes le rodean. Si para Chávez hay una intención estratégica, en la mayoría del resto de actores lo que hay es el rencor acumulado ante el liderazgo autónomo, y la necesidad de enterrar lo más pronto posible al cadáver, para que la crítica implícita a su falta de legitimidad se evapore lo más pronto posible.

En definitiva, un saldo quizá más importante que la coyuntura concreta, en el marco del inicio de la campaña por el referéndum que sin duda hay que ganar por mayoría contundente, es el potencial quiebre de las bases que sustentan la unipolaridad discursiva a lo interno del proceso. Con un poco de suerte, ese quiebre se convertirá en resquebrajamiento, para dar rienda suelta a la crítica radicalmente democrática de las fallas y lacras acumuladas en el aparato de gobierno, como válvula necesaria para poder consolidar la revolución por la que luchan las mayorías populares. Sólo así podrá construirse un socialismo radicalmente democrático.

Salud.

A veces sucede que los medios no callan (ni mandan a callar)

Los medios opositores venezolanos han celebrado a rabiar la iracundia soberbia de un Juan Carlos de Borbón mandando a callar a Chávez durante la sesión de cierre de la XVII Cumbre Iberoamericana, celebrada en Chile. Poco importa si la afrenta ha sido dirigida hacia un compatriota. Pero vamos a estar claros: ni podemos esperar que los medios venezolanos asuman en relación con Chávez una postura semejante a la asumida por Zapatero en relación con Aznar ni tampoco deseamos que así sea. La derecha que defienda a la derecha. Zapatero, pues él sabrá.

En lo particular, estoy convencido de que la defensa de Aznar es una simple argucia retórica del presidente español. El cuestionamiento de fondo, que inició con Evo Morales y continuó con Chávez, va mucho más allá de la menguada figura de Aznar, y tiene que ver con la forma como comienza a concebirse a sí misma nuestra América rebelde y su relación histórica con los imperios, los de antes y el de ahora. El ejercicio de memoria histórica que han realizado Evo y Chávez ha chocado de frente con la mala conciencia española.

La noticia, para los medios, es el choque. Para los medios opositores venezolanos, y para la prensa conservadora de todo el hemisferio (que es casi toda), Chávez ha sido el responsable de este choque: por su impertinencia, por sus malas maneras, por su intemperancia, y por todo eso que ya hemos escuchado y leído miles y miles de veces. En cuanto a la memoria histórica, que quede sepultada en los libros de historia.

Los medios opositores venezolanos, la prensa y las cadenas televisivas conservadoras del hemisferio imponen de hecho lo que Juan Carlos ha mandado: el silencio. Pero a veces sucede que los medios no callan ni tampoco mandan a callar. Como esto es un fenómeno que suele presentarse tan poco, y como la prensa equilibrada, progresista e inteligente equivale en el mundo de los impresos noticiosos a lo que en el mundo animal son las especies en peligro de extinción, comparto con ustedes los casos de dos raros especimenes: dos diarios que se atreven a ir más allá de las simplezas que nos ha impuesto la hegemonía comunicacional conservadora.

El primero de ellos es un diario español, de muy reciente data: Público. En su edición del domingo 11 de noviembre, Público le apuesta a una primera página que centra su atención, precisamente, en la "bronca" protagonizada por Zapatero, Juan Carlos y Chávez:
Pero lean ahora la nota que escribe su director, Ignacio Escolar, en la página 3 de la misma edición:


Una lección para Aznar.
Un ejercicio de política-ficción fácil de resolver: ¿qué habría pasado si hubiese sido Aznar el que estuviese en el lugar de Zapatero ayer en Santiago de Chile? ¿Habría dado la cara el presidente de honor del PP, ese patriota, por el presidente de su país? Me cuesta imaginármelo. En los últimos tres años y medio, el hombre que nos quiso sacar del rincón de la historia se ha convertido en una especie de anti-embajador de España, que usa todos los contactos y amistades que mantiene tras su paso por La Moncloa para complicar lo más posible las relaciones diplomáticas españolas. Aznar ha aprovechado cada cita internacional, cada micrófono, cada entrevista, para cargar contra el Gobierno de su país, contra su política exterior, contra sus propios ciudadanos a los que tacha de cobardes, a los que riñe porque no votaron como su heredero al que él había señalado con su dedo.

Dice Zapatero que el Gobierno de España “siempre ha respetado, respeta y respetará a todos los gobernantes elegidos democráticamente”. Discrepo. El “ha respetado” se referirá a los últimos tres años y medio. Hugo Chávez tenía algo de razón cuando criticaba el papel que jugó el Gobierno de Aznar durante el golpe de estado de 2002 en Venezuela, aunque ayer no fuese ni el día ni el interlocutor ni el lugar oportuno para ese debate.


Sí, por supuesto, algo parecido hubiéramos podido leer en alguna editorial de El Nacional o de El Universal. Claro que sí.

La edición del domingo 12 de noviembre nos ofrece ir al "origen de la bronca":

Yo pensé exactamente lo mismo: ¿un diario intentando, al menos, ir al fondo del problema? Pues sí, parece que aún existen. De esta edición quiero mostrarles acá dos buenas notas. La primera, publicada en la página 3, continúa la línea de análisis que ya trazara Ignacio Escolar el día anterior:


Las veces que Aznar no defendió a España.
Ha aprovechado sus viajes para cargar contra el Gobierno de Zapatero.
Yolanda González
Madrid


Quizá minutos antes de telefonear a Rodríguez Zapatero para agradecerle su defensa, a Aznar se le pasó por la cabeza todas las veces que él hizo justamente lo contrario.

Desde que abandonó la presidencia del Gobierno, la labor de José María Aznar ha tenido un claro escenario dominante: campus universitarios alrededor del mundo. Y en ninguna de sus conferencias han faltado referencias a España. Un país al borde del precipicio con un gran culpable: José Luis Rodríguez Zapatero.

Su último ataque llegó hace unos días a cuenta de la crisis de Chad. Tras agradecer a Sarkozy las gestiones para ayudar a los españoles, se confesó “humillado” porque no hubiera sido Zapatero quien acudiera al país africano a liberar a los retenidos. Hay más ejemplos.

10/09/04
“Partido del odio”
Sus dardos llegaron esta vez desde las páginas del diario alemán Die Welt. Aznar aseguró que “la izquierda que está en el gobierno” en España es “el partido del odio”. También acusó al gobierno de Zapatero de tener como objetivo “sistemático destruir el pasado, lo logrado hasta ahora”.


22/9/04
Sobre el 11-M
Era su primer día como profesor asociado en la Universidad de Georgetown (EEUU) y no faltaron en su discurso las alusiones al 11-M. A su juicio, el problema con Al Qaeda en España no empezó con la intervención en Irak, sino “que viene de mucho atrás”, desde que “España rechazó ser un trozo más del mundo islámico cuando fue conquistada por los moros, y rehusó perder su identidad”. Unas opiniones que en el PSOE calificaron de “patéticas y contradictorias”.


Dos años después, en octubre de 2006, en una entrevista concedida al diario chileno El Mercurio, insistió en que “sin el 11-M las elecciones españolas habrían sido distintas”.

8/10/2005
Momento crítico
Ante cientos de empresarios en México consideró que “España corre riesgos serios de desintegración y balcanización, de volver históricamente a las andadas”.


18/01/2007
Uniones gays
También llevó fuera de nuestras fronteras su discurso sobre la familia y sus valores. En su acto de investidura como doctor honoris causa de la Universidad Católica de Milán, José María Aznar señaló que “las uniones entre personas del mismo sexo pueden ser muy respetables, pero no deben ser equiparadas ni al matrimonio ni a la familia”.


Por estas fechas, la Ley de matrimonios entre personas del mismo sexo ya estaba en vigor en España. Concretamente, desde junio de 2005.

10/4/07
“Una calamidad”
El presidente de FAES consideró que la reciente visita a Cuba del ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, había sido “una calamidad para los disidentes”. Y criticó la política del gobierno hacia la isla. A su juicio, a Zapatero “no le interesan los derechos humanos ni las libertades de los cubanos, sino simplemente el mantenimiento del régimen”.


La segunda aparece publicada en la página 4, incluye entrevista a Luis Britto García, y va acompañada de la siguiente fotografía:


Chávez no olvida el golpe.
Sus partidarios justifican su actitud con el supuesto respaldo de Aznar a los golpistas en 2002.

Trinidad Deiros
Madrid

Los muchos partidarios que Hugo Chávez tiene en Venezuela han hecho suya su idea de que “la verdad no ofende”. De este parecer es el escritor y analista cercano al Gobierno venezolano, Luis Britto, que, en conversacion telefónica con Público, describe como “un hecho irrefutable” el apoyo del Gobierno de José María Aznar al golpe de Estado que en 2002 intentó derrocar al presidente de su país.

Este apoyo, que el mismo Miguel Ángel Moratinos desveló en 2004 en un programa de televisión, pasó bastante inadvertido en España. No así en Venezuela. Luis Britto cree que la ambigua postura de Aznar hacia la intentona golpista, “que no fue ajeno a los intereses de empresas españolas en Venezuela”, está en “el trasfondo del incidente entre Chávez, Zapatero y el rey”.

España y EEUU
El 11 de abril de 2002, un grupo de militares pidió la renuncia del presidente y, ante su negativa, ordenó su detención. El mismo día, Pedro Carmona, jefe de la patronal venezolana, se autoproclamó presidente, disolvió el Parlamento y anuló de un plumazo todas las instituciones democráticas.


Poco duró en el poder, dos días. Las manifestaciones populares y la reacción de un sector del Ejército forzaron el retorno de Hugo Chávez a la presidencia.

Dos países mostraron una clara ambigüedad hacia los golpistas: Estados Unidos y España. En una declaración conjunta firmada por ambos, se expresaba su solidaridad con “el pueblo de Venezuela”, así como el “deseo de que la excepcional situación que experimenta Venezuela conduzca en el plazo más breve a la normalización democrática plena”.

Ninguna mención a la ilegalidad del golpe ni a la situación de Chávez, que continuaba encarcelado.

Argentina, Chile, México y Brasil se negaron a firmar esta declaración.

Una reunión con el golpista
El embajador español en Venezuela, Manuel Viturro, mantuvo incluso una reunión posterior con el golpista Carmona –según reveló Moratinos también en el Congreso de los Diputados–, en la que también participó el embajador norteamericano, Charles Shapiro.

En su comparecencia en el Congreso, el actual ministro español de Asuntos Exteriores hizo público el contenido de un telegrama del embajador español en Caracas.

En él, se podían leer frases como la siguiente: “La reunión nos permitió incluso subrayar nuestra sorpresa por la disolución de la Asamblea y decirle que actitudes como ésa podían hacer difícil que pudiésemos en el futuro expresar nuestra amistad hacia él y nuestra comprensión hacia el anunciado proceso de consolidación de las instituciones democráticas en Venezuela”.

La diatriba de Chávez contra Aznar, al que describió en Chile como “un fascista”, un “cachorro del imperio” y un “tipo que da asco y lástima, de la misma calaña que Adolfo Hitler”, se remite para Luis Britto a la equívoca actuación del Gobierno español en aquel momento.

“Cuando alguien está a punto de perder la vida (Chávez), es normal que ataque a quienes apoyaron a sus agresores”, sostiene este intelectual.

Las “pretensiones de algunos medios de comunicación españoles” de que el Gobierno intervenga en asuntos internos de países latinoamericanos “cuando se supone que los intereses económicos españoles están siendo vulnerados” sorprenden a Britto. El ejemplo que evoca es aún reciente: el de la “legítima” nacionalización de la explotación de los hidrocarburos en Bolivia.

El analista estima que España debe olvidar “los tiempos del Imperio”. La reacción del rey ante los insultos a Aznar le parece además “fuera del protocolo” pues “no tenía derecho a mandar callar a otro jefe de Estado, lo mismo que si hubiera sucedido a la inversa”.

El segundo raro ejemplo de periodismo digno es el que nos ofrece el diario mexicano La Jornada. Si no lo ha leído, pues vaya y léalo. Les dejo la editorial del lunes 12 de noviembre, que suscribo completamente. Salud.

Editorial.
España: injerencias no explicadas.
Tras la agitación en la clausura de la Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile, en la que el rey de España, Juan Carlos de Borbón, intentó callar con malas maneras al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es preciso ir más allá de los encontronazos verbales y ver que detrás de ellos hay un redimensionamiento inexorable de la presencia española –política, diplomática y económica– en nuestro hemisferio.

Por principio de cuentas, sería necio desconocer que, tras la muerte de Franco, la antigua metrópoli desempeñó un papel positivo en América Latina, asolada entonces por sangrientas dictaduras militares alentadas desde Washington. Durante los años 80 del siglo pasado, España fue, junto con Francia, un contrapeso –pequeño y a veces tímido, pero siempre reconfortante– a los intereses hegemónicos de Estados Unidos en la región y tierra de asilo para opositores perseguidos.

En la década siguiente, conforme se colapsaban los regímenes militares en este lado del Atlántico y las nacientes democracias enfrentaban los saldos de desastre, se produjo una notable expansión de las inversiones peninsulares en América Latina. El flujo de capitales correspondiente resultó importante para la recuperación de economías devastadas por la crisis de la deuda externa.

El avance de la integración española a la Europa comunitaria y la llegada de los posfranquistas del Partido Popular (PP) a La Moncloa implicó un realineamiento de la percepción de Latinoamérica en los órganos del Estado español. Desaparecieron los matices que diferenciaban a Madrid de Washington y los países de este hemisferio dejaron de ser vistos como parte de un universo idiomático y cultural común para ser considerados mercados, en los cuales era preciso aplicar las normas de rapiña y depredación características del modelo globalizador en curso. A medida que las economías salían del amargo trance de fin de siglo, de este lado del mar se cayó en la cuenta que las trasnacionales españolas, ya por entonces con fuerte presencia regional, no eran menos voraces ni menos implacables que las estadunidenses.

La rapacidad de las grandes corporaciones peninsulares –especialmente las que tienen intereses en los sectores hídricos y energéticos– les ha generado conflictos de diversos grados con gobiernos de Argentina, Bolivia y con las sociedades de casi todos los países en los que tienen presencia.

Ante el surgimiento de gobiernos latinoamericanos con propuestas económicas alternativas al Consenso de Washington y con políticas exteriores independientes, el gobierno que encabezaba José María Aznar emprendió una política de abierta injerencia para favorecer a las fuerzas derechistas de este lado del Atlántico. En el encuentro de anteayer, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, dio cuenta de cómo, ya en tiempos de Rodríguez Zapatero, en la embajada de España en Managua se conspiró para impedir el triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo que generó por segunda vez la ira del jefe del Estado español, quien abandonó con rudeza la sesión.

Ayer Chávez recordó que el gobierno de Aznar participó en la conjura que desembocó en el fallido golpe de Estado de 2002, que por un par de días alejó al presidente venezolano del poder. El ex jefe del gobierno español buscó, además, inducir a varios países latinoamericanos –con especial énfasis México y Chile– a la catastrófica y criminal aventura bélica de Estados Unidos en Irak (y antes en Afganistán), faltando con ello al elemental respeto a las soberanías nacionales y a las facultades exclusivas de cada país de fijar su política exterior.

No hay que equivocarse: no es que Chávez u Ortega le hayan colmado la paciencia al rey de España, es que algunos gobiernos de este hemisferio han sido demasiado pacientes ante el intervencionismo español.

Ahora resulta fácil imputar al cavernario Aznar las responsabilidades por estos actos hostiles, inadmisibles y contrarios a la legalidad internacional; sin embargo, el ahora destemplado Juan Carlos de Borbón, en su calidad de jefe de Estado y responsable máximo de la política exterior de su país, no puede eludir su responsabilidad en las tropelías cometidas por el gobernante defenestrado luego de los atentados del 11 de marzo de 2004 en los trenes de Madrid.

Las autoridades españolas le deben una explicación a los gobiernos y pueblos de Venezuela y Nicaragua, deuda que posiblemente se quedará pendiente por tiempo indefinido, habida cuenta de la arrogancia y el desdén hacia América Latina que imperan en las altas esferas políticas de Madrid.

8 de noviembre de 2007

Develando la estrategia opositora: universidad, violencia y territorio (I)

I.-
En ciertas coyunturas, el chavismo en general actúa como lo hace el chavismo democrático, radical y revolucionario a lo interno del mismo chavismo: como minoría. Las estrategias a través de las cuales el chavismo popular y revolucionario es cooptado, domeñado y silenciado por los segmentos más esclerosados, burocratizados y derechizados del chavismo tendrían que ser objeto de otro análisis.

Aquí me detendré, con los recursos a la mano a esta hora, a develar las primeras: las estrategias orientadas a presentar al chavismo como sujeto criminal, al margen de toda lógica, razón o legitimidad. Esta criminalización persigue como objetivo fundamental la desmovilización del chavismo revolucionario, su desmoralización. La idea es crear una imagen de los partidarios de la revolución bolivariana como una suerte de red difusa de grupúsculos violentos que estarían atentando contra la democracia. En la medida en que el chavismo hace suya esa misma imagen, en tanto que cede a este chantaje, actúa de manera reactiva y corre permanentemente el riesgo de que la actitud eminentemente defensiva que asumen sus acciones sean interpretadas por el adversario como un signo de debilidad, que no se corresponde con la real correlación de fuerzas que caracteriza hoy a la sociedad venezolana. Es preciso, por tanto, saber interpretar las estrategias de las fuerzas antidemocráticas, para recuperar nuestra capacidad de iniciativa política.

Esta estrategia de criminalización de los sujetos o movimientos revolucionarios no es cosa nueva. Al contrario: allí donde las fuerzas revolucionarias de todos los tiempos y todas las latitudes han luchado por invertir o modificar relaciones de fuerza que les son desfavorables, los paladines del orden establecido han recurrido a su criminalización. Las reglas o procedimientos no son siempre los mismos: dependen, precisamente, del tiempo y del lugar.

En Venezuela, esta estrategia de criminalización no se ha puesto en práctica por primera vez a propósito de la iniciativa presidencial de reforma constitucional. Sin embargo, la marcha de los estudiantes opositores al Consejo Nacional Electoral, el 1 de noviembre pasado, arroja suficientes datos sobre los contenidos del discurso (principalmente mediático) que soporta esta estrategia. Me limitaré acá a enumerar un par de aspectos de este discurso.

II.-
En primer lugar, una constante tanto de las anclas como de los reporteros de Globovisión, y por supuesto de los principales dirigentes estudiantiles opositores, es la denuncia de la presencia de "simpatizantes del gobierno", "afectos al oficialismo" o "manifestantes oficialistas" en el centro de Caracas, lugar de asiento de la mayoría de las instituciones del Estado. Eso ha sido denunciado por estos dirigentes estudiantiles como un ejemplo palmario de "discriminación política", bajo el argumento de que no todos los venezolanos tienen igual derecho a manifestar en cualquier parte de la ciudad.

Lo primero que tendríamos que poner en cuestión es la idea de centro. De centro geográfico. Basta revisar la imagen uno para constatar que eso que reconocemos como centro de la ciudad está, realmente, ubicado hacia el oeste geográfico. Es en este centro-oeste, si cabe el término, donde se encuentra la sede del Consejo Nacional Electoral (cuyo lugar exacto está señalado con la marca de posición amarilla), pero también la Asamblea Nacional (apenas a dos cuadras, al noroeste) y Miraflores (a siete cuadras, más hacia al oeste).

UNO
Imagen satelital de Caracas
Fuente: Google earth. 2007.

La imagen dos nos da la perspectiva geopolítica. Expresa la distribución de fuerzas políticas en el territorio que comprende la ciudad de Caracas. Con algunas imprecisiones, con algún margen de error. Quedará para otros, con mayor destreza en el uso de estas herramientas, registrar con mayor exactitud esta distribución. Sin embargo, es lo suficientemente precisa para hacernos una idea bastante aproximada del territorio que ocupan las fuerzas revolucionarias y las fuerzas que son adversas al proceso bolivariano.

El procedimiento ha sido bastante sencillo: la fuente de información está disponible, para quien desee verificarla, en la página del Consejo Nacional Electoral. Los datos: el resultado de las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 2006, en los cinco municipios y las 32 parroquias que hacen parte de la ciudad de Caracas. En rojo, las porciones del territorio en las cuales resultó vencedor el chavismo. En azul, donde predomina el antichavismo.

DOS
Caracas y su geopolítica
Fuentes: Google earth. Consejo Nacional Electoral.

¿Qué es lo primero que salta a la vista? Que el verdadero centro geográfico de la ciudad coincide con el territorio habitado por el antichavismo. Esta fuerza, además, controla porciones del territorio tanto al oeste (Universidad Católica Andrés Bello) como al noreste geográfico (universidades Santa María y Metropolitana), haciendo frontera con zonas populares. Son las zonas de la ciudad que disponen de los mejores servicios, las mejores viviendas, el comercio más pujante, los mejores espacios de recreación, los más exclusivos lugares de entretenimiento, etc. Casi se podría decir que lo tienen todo. Pero he aquí el detalle: las principales instituciones del Estado, y sobre todo el centro del poder político nacional, están ubicados hacia el oeste, fuera de su área de influencia. Otro detalle, sin duda el más importante: les falta el pueblo.

Desde la perspectiva que nos brinda esta imagen, la enorme porción de territorio ocupado mayoritariamente por el antichavismo es equivalente al resto de Caracas. Los espacios en rojo bordean, amenazantes, al gran centro azul. Pareciera como si las «zonas rojas» crecieran a la sombra del centro azul, o como si éste expulsara hacia sus márgenes al resto de la ciudad. En realidad, ambos procesos se desarrollan simultáneamente.

Cualquier desprevenido pudiera concluir que la elección presidencial de 2006 arrojó un resultado extremadamente ajustado. Sin embargo, esto no fue así: sumados los votos de los cinco municipios, el chavismo alcanzó 872 mil 324 y el antichavismo 710 mil 526. Esto es, 55% contra 45%. Diez puntos de diferencia. De esto se desprende otra conclusión: la densidad poblacional del territorio ocupado por el antichavismo es menor a la del territorio ocupado por el chavismo. El antichavismo tiene espacio para estirar las piernas y algo más. El chavismo vive hacinado.

De acuerdo a la imaginería del antichavista promedio, lo que entendemos desde siempre como el centro de la ciudad es un pedazo de territorio caótico, salvaje, sucio, desordenado y atrasado. Sin duda, desde su perspectiva, no le faltan las razones: en contraste, eso que tenemos como este de Caracas es ordenado, civilizado, limpio y por tanto la expresión genuina del progreso. Sabemos de sobra que una buena parte de los habitantes del este de la ciudad no ha pisado jamás la Plaza Bolívar. Y es muy probable que muchos de los estudiantes opositores hayan experimentado su bautizo de fuego en el centro de Caracas durante alguna de las marchas que han organizado recientemente. Valga la digresión (que no la es tanto): he allí la importancia capital de la participación en estas manifestaciones de los militantes de Bandera Roja, quienes, a diferencia de sus nuevos camaradas, conocen bien el terreno.

El antichavista promedio se asume como habitante legítimo de la ciudad. No en balde, el territorio que ocupa es modelo de convivencia citadina. El este es la metrópolis. A sus márgenes se encuentran los suburbios. Está convencido de que la ciudad debería ser un este que se extiende y ocupa todo el territorio. El problema, claro está, son los pobres: caóticos, salvajes, sucios, desordenados y atrasados. Son los habitantes ilegítimos, los invasores, los ocupantes ilegales. Caracas estaría mejor sin ellos y por tanto deberían marcharse de una ciudad que está «sobrepoblada». El problema no son tanto los cientos de miles de carros que circulan por la ciudad. El problema tampoco es el transporte público, si con éste nombramos a la red de Metrobuses. El problema son las camioneticas y los autobuses. El problema son los motorizados.

Cuando el antichavista promedio se involucra en la política, es joven y tiene el futuro por delante (un futuro promisorio que está siendo amenazado por un «régimen castro-comunista»), se cree con absoluto derecho, no sólo de transitar por el lugar de la ciudad que le plazca, sino sobre todo con la obligación de hacer el sacrificio de llegar al mismo centro si es preciso (y si es el mismo centro del poder político, pues habrá que hacerlo) con tal de defender la libertad, la democracia y los derechos del antichavista promedio que, de más está decirlo, ha sido instruido y adoctrinado en la creencia de que su responsabilidad ciudadana es encarnar los intereses de la totalidad de la sociedad venezolana. Si el «régimen castro-comunista» osa ponerle límites a su deber ciudadano, llámesele a esto: discriminación política.

Porque el problema, claro está, es que el antichavista promedio no encarna los intereses de la totalidad de la sociedad venezolana. No dejemos que pase bajo la mesa un pequeño detalle que les apuntaba más arriba: el antichavismo no resultó victorioso en las elecciones presidenciales. Resultó victorioso el pueblo ubicado en los márgenes de la ciudad de Caracas. Los márgenes son, hoy, mayoría. El antichavista promedio está convencido de que el pueblo sólo ha podido llegar a ser mayoría a expensas del fraude. El antichavista promedio acumula derrota tras derrota, pero nunca pierde realmente. Cuando se sabe perdido, arrebata.

Pero para el antichavista promedio los arrebatos y los arrebatones son cosas que sólo suceden en el centro y el oeste de la ciudad, son cosas de chavistas. Por eso, señoras y señores, cámaras de Globovisión, pueblo todo: cuando el antichavismo marche hacia el centro de Caracas, el pueblo de Caracas no tiene derecho a estar ahí. El antichavista promedio no quiere vérselas con el pueblo que transita y ocupa ese mismo territorio, haya o no marchas opositoras. Cuando el antichavismo marche hacia el centro de Caracas, hacia Miraflores, no querrá sentirse en el «salvaje oeste», sino en un pueblo fantasmal, deshabitado.

A esta lógica responde la estrategia de criminalización que promueve el antichavismo: poco importa si el chavismo es mayoría y si ocupa determinados espacios. Estos espacios deben ser desalojados por la fuerza pública cuando el antichavista esté presto a asumir su pretendido rol histórico de representante de la sociedad venezolana. Por esto, la criminalización encuentra su par en la desaparición de la escena (mediática) del pueblo chavista: cuando la oposición se manifiesta, éste, aunque mayoritario, no existe, y si aparece, si se hace visible es como sujeto criminal. La expresión "afectos al oficialismo", de la que hacen uso todos los medios opositores, contiene una profunda carga valorativa que sólo se expresa nítidamente en el momento en que, como sucedió el pasado 1 de noviembre, alguno de los dirigentes estudiantiles opositores no puede evitar referirse al pueblo chavista como "hordas rojas", "hordas violentas" o "malandros" que serían "pagados" por el "oficialismo".

III.-
En otra parte he cuestionado la costumbre de nuestros voceros gubernamentales de equiparar toda acción opositora al 11 de Abril: «Sé lo que hicieron el 11 de Abril pasado». No obstante, lo que han hecho los medios opositores, en particular Globovisión, pero también la inmensa mayoría de los medios impresos (que, nunca está de más recordarlo, son de por sí casi todos opositores) de todo el país, a propósito del enfrentamiento entre estudiantes opositores y bolivarianos en la Universidad Central de Venezuela, el miércoles 7 de noviembre, guarda una similitud sorprendente con la empresa de linchamiento moral a que fueron sometidos los mal llamados "pistoleros de Puente Llaguno". De hecho, me atrevería a afirmar que desde entonces no se había sometido a un grupo de bolivarianos, como ahora, a una campaña tan despiadada de criminalización.

Varios cámaras dan fe de que los enfrentamientos iniciaron más o menos de la forma que sigue: al regresar de la marcha que se había dirigido al Tribunal Supremo de Justicia (y que se desarrolló sin incidente alguno), los estudiantes opositores provenientes de distintas universidades, en su mayoría privadas, se toparon con estudiantes bolivarianos que se encontraban pegando propaganda a favor del SÍ a la reforma constitucional. Un paréntesis: la Universidad Central, como la mayoría de las universidades, públicas y privadas, de este país, está bajo control de la derecha. Los bolivarianos son minoría. Todo cuanto ocurrió a continuación se debe, en buena medida, a la desventaja numérica que pesa sobre los estudiantes revolucionarios.

Luego de los primeros enfrentamientos, los estudiantes bolivarianos se refugiaron en las instalaciones de la Escuela de Trabajo Social, quedando atrapados, junto con ellos, un conjunto de estudiantes ajenos al enfrentamiento. En total, alrededor de 150.

A las 4:05 pm, la página web de El Universal reseñaba que "un grupo de sujetos armados ingresó al interior de la Ciudad Universitaria y atacó a los estudiantes que regresaban de la marcha que llevaron a cabo hoy hasta el Tribunal Supremo de Justicia". Según el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Jorge Pabón, "estos sujetos habrían 'esperado' a los estudiantes cuando regresaban de la marcha y los han 'golpeado y atropellado'". Según la secretaria general de la UCV, Cecilia García Arocha: "No se justifican estos hechos. Cuando los estudiantes regresaban comenzaron los conflictos, este grupo violento, armado, que vino a herir a los estudiantes que hacen vida civilizada en nuestra universidad". Todos los énfasis son de mi entera responsabilidad. En cuanto a la similitud con el discurso que responde a la estrategia de criminalización del chavismo, que respondan periodistas y declarantes.

A las 4:46 pm, la página web de Tal Cual reseñaba: "Luego de que transcurriera en paz la marcha convocada por el movimiento estudiantil hacia el TSJ, se presentaron hechos de violencia en las instalaciones de la Universidad Central de Venezuela cuando grupos de encapuchados, aparentemente identificados con el oficialismo, esperaron a los manifestantes que regresaban a la Ciudad Universitaria y arremetieron contra ellos, con disparos y piedras, dejando un saldo de seis personas heridas de bala, según informó el reportero de Globovisión". ¿Según informó el reportero de Globovisión? Tremenda fuente.

Más tarde, El Nacional: "Ocho estudiantes heridos dejó un enfrentamiento que se presentó en la Universidad Central de Venezuela (UCV), cuando algunos académicos regresaban de la marcha hasta el Tribunal Supremo de Justicia y fueron emboscados por un grupo violento".

A partir de las 5 pm, Leopoldo Castillo, conductor del programa Aló ciudadano, que se transmite por Globovisión, se sumó al coro: palabras más, palabras menos, Castillo, juez y parte, sentenciaba que la violencia era consecuencia de la frustración que supuestamente habría causado entre los revolucionarios el hecho de que la marcha de los estudiantes opositores hubiera transcurrido con normalidad.

En resumen: un grupo de académicos o estudiantes universitarios que había marchado en sana paz, y que hacen vida civilizada en la UCV, fueron esperados o emboscados por grupos de sujetos armados, violentos, encapuchados del oficialismo, quienes los golpearon, atacaron y atropellaron. Los periodistas de Globovisión, por su parte, se refirieron en todo momento a una "situación irregular" que tendría como protagonistas a "grupos irregulares". Me pregunto: ¿a quién irá dirigido esto de "grupos irregulares"? ¿Cuál es la institución llamada a actuar contra los "grupos irregulares"?

Los tres diarios mencionados exhibían ese mismo día galerías de imágenes fotográficas que nos mostraban a encapuchados armados pertenecientes al chavismo. Pero el verdadero paroxismo aconteció cuando Globovisión mostró imágenes de los estudiantes siendo rescatados por civiles armados, en clara actitud de defensa, quienes habían ingresado a los predios universitarios en motos. El cuadro estaba completo: la "huestes de Atila", como las llamó un cámara, esos motorizados que tanto terror infunden al antichavista promedio, habían entrado en escena.

La jornada televisiva fue coronada por el periodista que conduce el segmento Titulares de mañana, del programa Buenas noches, que transmite Globovisión desde las 10 pm hasta la medianoche. Un Pedro Luis Flores visiblemente extático celebraba la aparición, una y otra vez, de la misma fotografía en los diarios nacionales y regionales, refiriéndose, una y otra vez, a los valerosos estudiantes opositores "asediados" por los violentos "oficialistas".

Al día siguiente, una foto ocupó las primeras planas de la mayoría de los diarios del país, sin distingo de tendencia política. Fue así tanto en el caso (como es obvio) del decano de la prensa conservadora venezolana, El Universal, como en el caso del diario Panorama:



La fotografía, sin duda alguna, es elocuente. Su mayor virtud consiste en representar el país que todos los días nos muestran los medios opositores: del lado izquierdo (también del espectro político), como irrumpiendo desde las sombras, los oscuros y violentos encapuchados armados, que pretenden imponerle al país una reforma constitucional ilegítima, dictatorial y que atenta contra todas las libertades y derechos de la sociedad venezolana (es lo que quiere decir el afiche pegado en la pared, ubicado en el extremo inferior izquierdo de la imagen). Del lado derecho, los heroicos y blanquecinos jóvenes, cual guardianes de la luz, resistiendo los embates de los violentos, defendiendo la pureza (la blancura de las paredes) de una universidad mancillada y ultrajada (es lo que quiere decir el NO estampado en la franela de uno de los jóvenes). Izquierda y derecha. Luz y sombra. Negros y blancos. Capuchas y armas contra cascos de seguridad y tapabocas. SÍ y NO.